sábado, 29 de abril de 2023

DÍA DE LOS TRABAJADORES

Luis Britto García 



¿Todo valor  es tiempo de trabajo humano? Así como toda revolución es humano reconocimiento del  valor del trabajo. La  colmena está hecha de cera generada por  abejas obreras: la sociedad, constituida por  la labor de los humanos. La miel es arrebatada a las abejas por los apicultores, la ganancia o plusvalía es robada a los trabajadores que la crean por los explotadores.  El trabajador, que todo lo crea, apenas recibe la nada suficiente para sobrevivir y seguir siendo explotado. Todos los días se trabaja; sólo uno se dedica a celebrar a varios obreros que fueron ejecutados por recordar que nada existiría sin el trabajo. 

 

¿Cuántos trabajamos en Venezuela? Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, para 2020 somos 33.080.156 compatriotas, de los cuales son población activa 24.875.477, es decir, 57,6 %. De ella se encuentran ocupados 13.189.819, desocupados 1.126.985, y cesantes 737.382. Un 57,6 % de población activa  es un buen indicador para un país con altos porcentajes de niños y jóvenes.

¿Cómo se trabaja en Venezuela? Laboran  en el sector formal 8.934.297 personas, y en el informal 6.081.572, el 40,5%. De cada diez trabajadores, algo más de cuatro operan en un mundo fantasma. Pues no hay un sector formal y otro informal: el informal es la cara inconfesable del formal. El trabajador “informal” es el eslabón oculto indispensable de un proceso productivo, tal como talleres  de confección a destajo, o  buhoneros que revenden la mercancía de los importadores de pacotilla.

¿Los informales son vagos? Nadie labora más. Trabajadores informales,   de las maquilas y de las microempresas cumplen fases vitales de la producción o comercialización de las multinacionales sin ser reconocidos como empleados de éstas,  recibir salarios de ellas ni gozar de protección jurídica.

¿Todos seremos informales? Peor aun: seremos “flexibilizados”. Las astutas empresas se libran de toda obligación laboral obligándote a registrarte como supuesta sociedad o  a suscribir ficticios contratos de concesión o de servicios. Fedecámaras propone el trabajo a destajo pagado por horas. Las transnacionales consiguen Tratados contra la Doble Tributación y leyes que  las exoneran de pagar impuestos. Que paguen los trabajadores, que no necesitan comer.

¿Y los beneficios del trabajo formal? Desaparecen dondequiera. Lusinchi elevó la edad de la jubilación a 65 años para los hombres y 60 para las mujeres, cuando el promedio de vida era de 67,8. Argentina eliminó las jubilaciones del Estado. Caldera nombró una Comisión Tripartita de Fedecámaras, el Ministerio del Trabajo y la CTV que a cambio de nada te arrebató las prestaciones sociales y el derecho a doble indemnización por despido injustificado. La Tatcher redujo a la indigencia a los trabajadores ingleses. Macron acaba de subirle la edad de la jubilación a los franceses. La Deuda Externa se paga siempre; la social, nunca. Sólo Hugo Chávez Frías tuvo el valor de devolver a los trabajadores sus prestaciones, y de  pagar la deuda social antes que la Externa. 

¿Cómo se distribuye el producto de nuestro trabajo social? En 2021, el minoritario 20% de la población de mayores ingresos se apropió del 61% del ingreso total del país, vale decir, de casi las dos terceras partes de todo lo que producimos. 

¿Ganarás el pan con el sudor de tu frente? El Centro de Documentación y Análisis Social de la FVM: CENDAS-FVM, señala que la Canasta Alimentaria Familiar se ubicó para enero   de 2023en 486,87 $ , mientras que el salario mínimo  es de 130 bolívares, lo cual según la tasa de cambio del BCV equivale para entonces sólo a 6,33 dólares mensuales o sea unos 21 céntimos de dólar diarios, en una economía de precios dolarizados.

¿A igual trabajo, igual salario?  No para las mujeres, los inmigrantes ilegales, los trabajadores de las maquilas sin derechos laborales. El patrono te paga salarios del Tercer Mundo y cobra por lo que produces precios del Primero.

¿Trabaja  joven, sin cesar trabaja? Ni una sola de las reivindicaciones laborales ha sido jamás considerada justa, beneficiosa ni posible por el Capital y sus aliados. Salvo en los países socialistas, vacaciones, jubilación, prestaciones sociales sólo han sido concedidas tras duras batallas. Los asalariados conquistaron el derecho a la jornada de ocho horas. El tramposo te nombró personal de confianza, para que labores sobretiempos interminables a cambio de nada, cumplas doble y triple jornada y puedas ser despedido sin causa. Ya viene la sociedad de las 24 horas, en la que  trabajarás hasta dormido.

¿Y los sindicatos? Cuando te defienden, los aniquila un Estado neoliberal, como pasó en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia durante los “procesos” militares. Cuando protegen a los patronos, son destruidos por tu repudio, con porcentajes de rechazo de 50% a 51%,  como pasó con la vieja CTV de Acción Democrática. 

¿No hay fondos para aumentar salarios?

Lamentablemente, ciertos indeseables agitan varitas mágicas que les adjudican el dinero que hubiera podido servir para mejorar los sueldos. Testimonia el Presidente Maduro que Cadivi otorgó 60.000 millones de dólares para  importaciones fantasmas y empresas de maletín. Funcionarios de PDVSA y de la administración de criptomonedas se apropiaron de más de 3.500 millones de dólares. Entre el año  pasado y el presente el Banco Central  de Venezuela subastó sumas estimadas en unos 13.500 millones de dólares a magnates que probablemente las exportaron de inmediato. Como dicha institución mantiene una política de restricción monetaria, antes de cada subasta aumenta el circulante en bolívares, no vaya a ser que a los pobres potentados se les dificulte conseguir moneda nacional para pagar las preciadas divisas. Sin embargo, puede ser que el Primero de Mayo se otorgue un aumento de salario que desmienta a todos los que histéricamente sostienen que es imposible.

¿No hay futuro? En todo el mundo se retiran o niegan los derechos laborales. En una década, posiblemente más de la mitad de los puestos de trabajo serán ocupados por máquinas; en tres, quizá todos.  Sólo el socialismo podrá evitar el exterminio masivo de los trabajadores suplantados. 

¿Sorpresas te da la vida?   Los grupos sociales progresivamente excluidos de la protección jurídica terminan siéndolo también de la existencia. Las dirigencias que abandonan a las masas trabajadoras son abandonadas por ellas. En esta guerra avisada podría haber dos muertes, o ninguna. No digan que no se las anuncié.

TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

jueves, 27 de abril de 2023

YO TAMPOCO QUIERO MANDO

 

Luis Britto García 



 Yo tampoco quiero imperios


Nada es más bonito que la mañana en que comienzan una pasión o una revolución. No la olvidamos nunca, volvemos siempre a ella preguntándonos cómo pudimos ser tan afortunados o tan desdichados, cómo pudimos cometer tantos errores por el lado de la sensatez o de la locura. Hace 202 años Santiago de León de Caracas estaba a punto de ser flechada por la pasión revolucionaria, en forma irreversible. Algunos califican a la Caracas de 1810 de aldea insignificante, sin peso en las cuestiones del mundo, dedicada apenas, según Arístides Rojas, a comer, rezar y dormir. Sin embargo, La Guaira es el primer puerto de importancia de las naves que arriban de la metrópoli con impresos clandestinos, conspiradores y noticias. La Historia gira sobre el torbellino de las corrientes y los alisios del Caribe y del Atlántico. Desde 1492 se libra en él la Primera Guerra Mundial por el dominio del globo. Esta guerra se extiende por todos los océanos, dura medio milenio, involucra a todas las grandes potencias, y culmina hacia el siglo XVIII con una hegemonía de Inglaterra que sólo declinará en 1939. Francia contribuye desde 1778 para que Inglaterra pierda sus colonias en la Costa Atlántica. Desde 1789 ambos imperios están en mortal enfrentamiento por un aparente debate entre monarquía y República, cuya presa real son los mares y los mercados del mundo. En 1806 Francisco de Miranda invade por Coro con apoyo de los ingleses; ese año y el siguiente éstos asaltan infructuosamente Buenos Aires y luego planifican una expedición al mando de Wellesley, futuro duque de Wellington, para liberar o subyugar la América Española. En 1808 Napoleón invade España para clausurar los puertos de Portugal, los únicos abiertos en Europa a los británicos. Su hermano José Bonaparte envía agentes con instrucciones para “dar la libertad a la América española” a cambio del “comercio libre con los pueblos de las dos Américas” (Pérez Rescaniére, 2011: I,145) Tenemos así dos planes, uno inglés y otro francés, para “liberar” la América española, o más bien para pasarla de uno a otro coloniaje. Lo que suceda en nuestra región decidirá el futuro del planeta ¿Será otra vez el Nuevo Mundo repartido entre imperios de ultramar? ¿Decidirá su propio destino? 

Yo tampoco quiero lacayos

Toda revolución surge de un choque entre imperios que los debilita. Al invadir España para completar el bloqueo continental contra Inglaterra, las tropas napoleónicas obligan a abdicar al Borbón Carlos IV en beneficio de su hijo Fernando VII. En España y América cunden Juntas Defensoras de los Derechos de Fernando VII, quien también vergonzosamente abdica. Difícil es la lealtad hacia el Consejo de Regencia de una Junta Conservadora de los Derechos de un Abdicante transferidos por otro Abdicante ¿Dónde volverán los ojos tantas viudas de la monarquía de derecho divino?


Yo tampoco quiero esclavos


Cuando la pirámide del poder se disuelve, hay que reconstituirla desde la base. Leamos el acta del 19 de abril de 1810 para enterarnos de lo que se debate. Según los firmantes, el Consejo de Regencia “no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España, y como tales han sido llamados al ejercicio de la soberanía interina, y a la reforma de la constitución nacional (…)”. El poder, por tanto, no viene de arriba, de Dios o de la sangre azul, sino del “voto de los fieles habitantes”. Y aunque no fuere así, la autoridad no es un concepto abstracto, sino una realidad operante. Pues si “no pueden valerse a sí mismos los miembros que compongan el indicado nuevo gobierno, en cuyo caso el derecho natural y todos los demás dictan la necesidad de procurar los medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo, conforme a los mismos principios de la sabia Constitución primitiva de España, y a las máximas que ha enseñando y publicado en innumerables papeles la junta suprema extinguida”. Carolina Guerrero interpreta acertadamente que “Los actos discursivos prerrepublicanos dieron cuenta de la concepción de la soberanía como poder supremo emanado del pueblo o de la nación, titular de derechos sagrados. Implicaba la deconstrucción de la concepción descendente del poder propia del orden monárquico absolutista. Y admitía la intervención divina en la creación de la soberanía sólo como acto trascendente inserto en la dinámica del derecho natural, destinado a proteger a sus beneficiaros en el goce y ejercicio de tales derechos. Si a lo largo de tres siglos se había asumido la figura del rey como expresión de la voluntad divina (en contradicción con el espíritu iusnaturalista hispánico), la republicanización del concepto demandaba demostrar que la verdadera interpretación de la ley de Dios consistía en el reconocimiento y defensa de la soberanía popular, lo que además obligaba a distinguir entre soberanía originaria y ejercicio temporal del poder por autorización, o soberanía instrumental derivada” (Guerrero, 97). 

Yo tampoco quiero mando


Sobre estas bases conceptuales se escenifica casi como una pieza dramática el movimiento del 19 de abril de 1810. El capitán general don Vicente de Emparam viene designado por José I Bonaparte, invasor francés que ocupa el trono de España. El Martes Santo, 17 de abril ancla en La Guaira un buque con documentos que ordenan el reconocimiento del Consejo de Regencia. Emparam los acata y difunde la orden en bandos pegados en las paredes, sin consultarlo al cabildo, las autoridades ni las corporaciones. Al día siguiente se reúnen patriotas, entre otros José Félix Rivas, Mariano Montilla y Narciso Blanco, prenden al teniente coronel Osorno, y comprometen a los capitanes del batallón Aragua y a los oficiales del batallón de pardos para desobedecer al comandante español Ros (Blanco, 126). En la mañana del Viernes Santo se reúne el cabildo y plantea al capitán general la necesidad de reunir una Junta; Emparam se excusa con el pretexto de asistir a los oficios religiosos. Cuando se dirige a éstos Francisco Salias lo toma del brazo y le impetra: Venga Usía al cabildo. Los ciudadanos reunidos en la Plaza Mayor corean el llamamiento; medio centenar de granaderos que custodian el sitio no se mueven para defender a Emparam, y el alférez mayor Feliciano Palacios por el contrario lo conmina a obedecer (Blanco, 127-128). Sigamos de nuevo el Acta del Cabildo: “(…)y abierto el tratado por el señor Presidente, habló en primer lugar después de su señoría el diputado primero en el orden con que quedan nombrados, alegando los fundamentos y razones del caso, en cuya inteligencia dijo entre otras cosas el señor Presidente, que no quería ningún mando, y saliendo ambos al balcón notificaron al pueblo su deliberación; y resultando conforme en que el mando supremo quedase depositado en este Ayuntamiento muy ilustre”. Añaden Rafael María Baralt y Ramón Díaz que el sacerdote chileno José Cortés de Madariaga pide abiertamente la deposición de Emparam; que éste como último recurso consulta al pueblo desde un balcón, mientras el sacerdote “indicaba a la turba la respuesta, haciéndole señas a hurtadillas. Los conjurados que estaban mezclados con el pueblo, gritaron no le queremos: el pueblo prorrumpió también no le queremos. Emparan disimulando su bochorno dijo con despecho, pues yo tampoco quiero mando”(Baralt y Díaz, I, 51). La multitud reunida debía ser de consideración para la pequeña ciudad. No sólo la convocaba la agitación sobre las noticias llegadas de España, sino la solemnidad religiosa, que con sus oficios, cortejos y procesiones y su nutrida guardia militar era una vasta ceremonia colectiva que emblematizaba el orden de la sociedad de castas. 


Yo tampoco quiero moderación


¿Hay que desautorizar al movimiento del 19 de abril como pronunciamiento ingenuo, que espera operar un cambio de sede de la soberanía mediante razonamientos abstractos y una reducida aclamación popular que legitimaría la decisión de un cuerpo de privilegiados? Sigamos leyendo el acta del 19 de abril. En lo político sus medidas se reducen a desconocer el Consejo de Regencia, deponer a Emparam, nombrar a don Francisco de Berrío fiscal de la real hacienda en lugar del intendente Vicente Basadre, cesar al brigadier Agustín García y a José Vicente de Anca, auditor de guerra, y a los integrantes de la real audiencia. Pero se dispone “que se conserve a cada uno de los empleados comprendidos en esta suspensión el sueldo fijo de sus respectivas plazas y graduaciones militares”. Con razón opina el testigo presencial presbítero José Félix Blanco que “jamás hubo ejemplo en la historia de las revoluciones de una moderación como la que se vio en aquel día memorable” (Blanco, 128). Es como acusar a la chispa de no ser todavía incendio. No olvidemos que todas las revoluciones comienzan con la vana esperanza de conciliar pacíficamente los intereses de las clases emergentes con los de las hegemónicas. La respuesta feroz de estas últimas es la que obliga a una progresiva radicalización del movimiento.  

Yo tampoco quiero orden

El del 19 de abril aspira a ser en sus principios, como lo llama Carole Leal Curiel “la Revolución del Orden”. Lo es, en cuanto postula la sustitución de un orden derivado del derecho divino, por otro derivado del derecho natural racional. En el proceso interfiere un desorden inmovilizado a duras penas por la represión colonial de la sociedad de castas. Como señala la autora, “Después de 1810 y una vez declarada la independencia absoluta e instaurada la república, 1811 en adelante, las castas (indios, pardos, negros libres, indios y esclavos), el pueblo llano (populacho o plebe como se le llamó) pasan a constituir un problema capital en la reflexión acerca de cómo conciliar la libertad con el orden en tanto ellas amenazan bien sea la propiedad, bien la libertad y libertades o, mucho más tarde, el progreso y la civilización” (Leal, 81). Para reponer su orden, los sectores y clases amenazadas recurren indistintamente a la sublevación interna y la agresión externa. Contra la naciente República se alzarán la rebelión de Maracaibo y Coro y Guayana y las milicias de Monteverde y de José Tomás Boves y la Guerra de Colores, el bloqueo de España y la expedición del Pacificador Morillo. Contra ellos la Patria esgrimirá la liberación de los esclavos y las grandes confiscaciones de bienes de los realistas y la guerra continental y los proyectos de integración americana. La lucha no concluye con la Independencia política: se intensifica en creciente espiral de acciones y reacciones cuya expansión todavía no concluye.

 

Yo tampoco quiero mitos


El 19 de abril es más que un mito socarrón con un cura Madariaga que hace señas al pueblo como si éste no supiera qué decidir y un Capitán General que tampoco quiere mando cuando ya milicia y gobernados se lo quitaron y unos oligarcas que promueven la Independencia bajo la especie de Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. A lo largo de los trescientos años de calma colonial que deploró Bolívar, en Nuestra América se sucedieron cumbes, pachakutiks, alzamientos y rebeliones. La del 19 de abril es la primera que culmina en un proceso independentista que dura hasta hoy. Sus postulados, el derecho a procurar la propia conservación y defensa, a erigir un sistema de gobierno que las garantice, la soberanía del pueblo, son conceptos relumbrantes y poderosos como relámpagos. Anuncian un reguero de pronunciamientos independentistas que en pocos meses incendia la América española. No cierran el debate: abren otro, todavía inconcluso, entre soberanía popular y despotismo elitista, entre castas, entre imperios y periferias, entre clases sociales. La conciliación es la única farsa. Yo tampoco quiero mitos.

 

Fuentes: 

Baralt, Rafael María y Ramón Díaz: Resumen de la Historia de Venezuela, Tomo Primero, Brujas-París, Desclée de Brouwer, 1939.

Blanco, José Félix: Bosquejo histórico de la Revolución de Venezuela, Bicentenario del Natalicio del Libertador Simón Bolívar, Venezuela, Caracas, 1983. 

Guerrero, Carolina: “19 de abril de 1810: los límites de la soberanía original y la soberanía derivada” Revista Politeia, N° 43, vol. 32. Instituto de Estudios Políticos, UCV, 2009:87-102. 

Leal Curiel, Carole: “La revolución del orden: el 19 de abril de 1810” Revista Politeia, N° 43, vol. 32. Instituto de Estudios Políticos, UCV, 2009:65-86. 

Pérez Rescaniére, Gerónimo: De Cristóbal Colón a Hugo Chávez Frías, T.I, Fondo Editorial Ipasme, Caracas, 2011


(FOTOS/TEXTO: LUIS BRITTO).