(Conferencia dictada en la Academia de Ciencias de la Federación Rusa, y en la casa donde residió Francisco de Miranda en San Petersburgo)
Héroe de tres revoluciones
El 9 de noviembre de 1786 un americano entra en Rusia desde Constantinopla, por Jerson, con el propósito de convencer a las más altas autoridades del país de que apoyen un proyecto que puede cambiar la configuración del mundo. No es un americano ordinario: combatirá en tres continentes, África, América y Europa, y participará con brillantez en tres revoluciones: la Estadounidense, la Francesa y la Latinoamericana.
El venezolano Francisco de Miranda, en efecto, tras pelear en la defensa de la fortaleza de Meilla en 1775, ha acompañado en el regimiento Aragón en 1781 al general Juan Manuel Cajigal en la dirección de las tropas españolas que estrechan el sitio sobre Pensacola. Para el momento Francia y España, monarquías absolutistas, ayudan la causa de los rebeldes norteamericanos en contra de la monarquía inglesa (Robertson:18-31). Miranda está de corazón con los insurrectos de Nueva Inglaterra. Algún día, piensa, la América ibérica seguirá igual camino. Sólo que en vez de recorrerlo sobre un estrecho cinturón de colonias atlánticas, dispondrá para ello de todo el territorio del imperio ibérico en el Nuevo Mundo.
La unidad republicana y democrática de América Latina
El criollo Francisco de Miranda planifica una potencia latinoamericana independiente de talla continental: “en la parte norte, la línea que pase por el medio río Mississippi desde la desembocadura hasta la cabecera del mismo y partiendo de ella siguiendo la misma línea recta en dirección del oeste por el 45° de latitud septentrional hasta unirse con el mar Pacífico. Al oeste, el Océano Pacífico desde el punto arriba señalado hasta el Cabo de Hornos incluyendo las islas que se encuentran a diez grados de distancia de dicha costa. Al este, el Océano Atlántico desde el Cabo de Hornos hasta el golfo de México y desde allí hasta la desembocadura del río Mississippi. No están comprendidas en estas demarcaciones Brasil y Guayana”. Excluye a Brasil por soslayar posibles conflictos con la monarquía portuguesa y sus protectores ingleses; a Guayana, por no ampliar el conflicto con los franceses. La capital del nuevo cuerpo político estará el centro geográfico y estratégico de Panamá. Colombia, como bautiza a su ciclópeo proyecto, no sólo implicará un vuelco geopolítico: también supone un giro político de magnitud equiparable. Enarbola la ecumenicidad de la Razón. No se limita a desligar un mundo de las cadenas que lo atan a las antiguas coronas: osa aniquilar el concepto mismo de monarquía; cambia al súbdito en ciudadano y transmuta a éste en soberano. En el segundo proyecto de la Colombia mirandina, tanto el poder Ejecutivo, integrado por dos Incas, como su cuerpo legislativo compuesto de representantes nombrados por Asambleas Provinciales o Amautas, serán alternativos y electivos. Para perfeccionar su plan redacta apuntes sobre la América Española, en los cuales asienta el “total del número de almas”, que estima en once millones, la población de las principales ciudades, los productos, el valor de las mercancías que importa de Europa, la Fuerza militar y marítima (Miranda: 47-125). Según comenta Christian Ghymers “este filósofo epicúreo, al origen de la emancipación hispanoamericana, este mártir de la independencia de Venezuela fue el primero en proponer una constitución democrática para el conjunto integrado de los pueblos latinoamericanos y en concebir instituciones locales compatibles con un gobierno supranacional” (Ghymers: 35).
El hombre universal
Para avanzar su designio titánico, Francisco de Miranda emprende la tarea no menos desmesurada de forjar al ser capaz de cumplirlo. Proyectos planetarios requieren hombres universales. Así, apunta que “La experiencia y conocimiento que el hombre adquiere, visitando y examinando personalmente, con inteligencia prolija el gran libro del universo, las sociedades más sabias y virtuosas que lo componen, sus leyes, gobierno, agricultura, policía, comercio, arte militar, navegación, ciencias, artes, etc., es lo que únicamente puede sazonar el fruto y completar en algún modo la obra magna de formar un hombre sólido” (Miranda: 92).
El aguerrido oficial llega a dominar todas y cada una de estas disciplinas; fulgura en las cortes, los campos de batalla y los escenarios políticos de tres continentes (Grisanti:11). Intriga en las logias donde se refugia el pensamiento ilustrado; deslumbra al fisiognomista Lavater por la nobleza y la expresión de su rostro (Picón-Salas: 56-57).
Rusia y el Imperio español
Al entrar en Rusia, el príncipe Viazemski lo pone en contacto con el ministro Potiomkin, quien a su vez lo invita a Kiev y lo presenta a la emperatriz Catalina II de Rusia. Los mandatarios escuchan con atención los proyectos de Miranda. En 1784, el mercader Shelejov fundó un pueblo en Kodiak, cerca de Alaska, con la idea de avanzar hacia California. En 1779, los españoles avanzaron hasta el paralelo 59° y declararon suyas todas las tierras al sur. En 1786 Golikov, un socio de Shelejov, había convencido a Catalina de la importancia de afirmar los intereses rusos en la región, y ésta fletó para ello una flotilla con cuatro fragatas y un transporte. Por otra parte, para la época España estaba aliada con Francia y ésta se oponía a los planes rusos de ejercer hegemonía sobre Turquía. Un plan que pudiera expulsar el poderío español de América y del Pacífico resultaba del mayor interés para Rusia.
Coronel del ejército ruso y peligro para el Imperio español
Así, en San Petersburgo en 1787 Francisco de Miranda sostiene coloquios con la zarina Catalina la Grande en los que “Hablóse de América, su posición geográfica, historia natural, animales, de sus antiguedades, etc”. Cuando la zarina le comenta que según el Encargado de Negocios de España el americano es “persona peligrosísima al Imperio”, Miranda responde “que, si el Imperio Español estaba en peligro por mí, en ninguna parte podría yo estar mejor que en Rusia, pues era estar a la mayor distancia”(Miranda:44-47). Para proteger al americano del diplomático español, Catalina II le confiere el grado de coronel del ejército ruso y le ofrece la posibilidad permanecer a su servicio, pero Miranda es el infatigable canciller de una república que todavía no existe, y debe partir para continuar asistiendo a su gestación. El gobierno ruso apoya a Miranda con 2.000 guldens e inapreciables cartas de recomendación para sus agentes diplomáticos en París, Viena, Londres y La Haya.
Gestiones en Inglaterra, Francia y Estados Unidos
En 1790 formula a William Pitt en Londres una propuesta según la cual “la América española desea que la Inglaterra le ayude a sacudir la opresión infame en que la España la tiene constituida”(Bohórquez:230-231). En Francia pelea en la batalla de Valmy. En 1798 pide infructuosamente al presidente estadounidense John Adams “el pequeño auxilio que necesitamos para comenzar, y que se reduce a seis u ocho buques de guerra y a cuatro o cinco mil hombres de tropa” (Miranda: 83). Según lo proyectó, Miranda se ha convertido en un hombre universal, o -lo que en su proyecto es lo mismo- colombiano. Su infatigable acción inclina finalmente a Inglaterra a favor de la Independencia. Desde 1806 pelea por ella, al invadir inútilmente el territorio de Venezuela por la Vela de Coro con un bergantín financiado por los británicos.
Rebelión y capitulación en Venezuela
Pero la libertad americana no llegará como un don de las grandes potencias. Reventará desde adentro, con el movimiento del 19 de abril de 1810 en Caracas, y se extenderá como reguero de pólvora de pronunciamientos por las restantes posesiones americanas. Miranda es llamado por las autoridades independentistas y designado Generalísimo de los ejércitos de Venezuela. Los oligarcas mantuanos desconfían del brillante hombre de mundo a quien alguna vez discriminaron por ser su padre oriundo de las islas Canarias y comerciante (Grigulévich, 9-11). Miranda será incapaz de controlar las fuerzas dispersivas de la patria recién liberada; capitulará, será capturado por los españoles y en 1816 rendirá la vida como prisionero en la Carraca de Cádiz (Picón-Salas, 286-311). No es una muerte inútil, sino prematura. Antes de tres lustros, lo que fueron las colonias hispanoamericanas son una franja de gobiernos independientes del Missisipi a la Patagonia. Les falta sólo la unidad política. Contra todas las adversidades, el colosal proyecto está cumplido, o a medio cumplir. Es la única herencia del atormentado hombre universal: un legado que sólo podrán culminar hombres de su talla.
América Latina hacia la integración
El sueño de Miranda no muere con él. América Latina y el Caribe abarca unos veinte millones de kilómetros cuadrados con una población que constituye una comunidad cultural en la cual predominan una sola religión, la católica, dos lenguas romances, el castellano y el portugués, y la poderosa fuerza integradora del mestizaje. La empresa de la emancipación siempre fue entendida por los próceres como hazaña continental. Patriotas de distintas comarcas colaboran entre sí, y en los mejores de ellos persiste la idea de unir América Latina en un gran cuerpo político. El Libertador general San Martín comienza por liberar Argentina, decide la independencia de Chile y combate por la de Perú. El Libertador Simón Bolívar libera lo que hoy son Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia. Con los tres primeros países integra la Gran Colombia, que se disuelve a su muerte en 1830. Pero el sueño de Miranda de la Unidad latinoamericana sigue vivo hasta el presente. Los más destacados revolucionarios, como el cubano José Martí y el nicaragüense Cesar Augusto Sandino siguen formulando planes de unidad e integración. El argentino Ernesto Ché Guevara pelea en Cuba y en Bolivia por él.
Organizaciones integradoras
Estados Unidos intenta desde 1889 una integración tutelada por Washington, primero a través de la Unión Panamericana y a partir de 1945 con la Organización de Estados Americanos. Los países latinoamericanos, por su parte, buscan una integración propia e independiente, en algunos casos económica, como en la unión del Mercado Común del Sur (Mercosur) creada en 1991 y que comprende a Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela. De allí han avanzado hacia la integración política, como sucede con la Comunidad Suramericana de Naciones (Cosuna) creada en 2004, y que desde 2007 adopta el nombre de Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) con la participación de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, vale decir, de todos los países de América del Sur. Otro decisivo paso hacia la unidad lo constituye la Alternativa Bolivariana para América Latina (Alba), fundada asimismo en 2004, con un nuevo esquema integrador que sobrepasa las relaciones comerciales y apunta hacia la cooperación económica, social, científica y cultural (Britto: 107-186). El proyecto de una América Latina y el Caribe unida desde el río Grande hasta la Patagonia continúa vigente, y avanza con pasos cada vez mas firmes y acelerados hacia su culminación.
FUENTES:
Bohórquez, Carmen (2006). Francisco de Miranda, precursor de las independencias de la América Latina. Caracas: El perro y la rana.
Britto García, Luis (2009) América Nuestra: Integración y Revolución, Tomo II. Caracas: Fondo Cultural del Alba.
Grigulévich, José (1974). Francisco de Miranda y la lucha por la liberación de la América Latina. La Habana: Casa de las Américas.
Grisanti, Luis Xavier y Christian Ghymers (2001). Francisco de Miranda, l´Europe et l´integration latino-américaine. Louvain-la-Neuve: Versant Sud.
Miranda, Francisco de (1992).Documentos fundamentales. Biblioteca Ayacucho: Caracas.
Mondolfi, Edgardo y David Ruiz Chataing (1991). Miranda, la aventura de la libertad(Antología). Caracas: Monte Ávila Editores.
Picón-Salas, Mariano (1993). Miranda. Caracas: Monte Ávila Editores.
Robertson, William Spence (1982). La vida de Miranda. Caracas: Banco Industrial de Venezuela.
http://luisbritto.Wordpress.com
martes, 28 de septiembre de 2010
CATALINA II DE RUSIA, LA INDEPENDENCIA LATINOAMERICANA Y MIRANDA, EL HOMBRE UNIVERSAL
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