martes, 21 de enero de 2014

VENEZUELA: DELINCUENCIA E INDUSTRIA CULTURAL

Por: Iraida Vargas Arenas y Mario Sanoja Obediente

Rodolfo Angulo
Un de los pilares centrales de la hegemonia del régimen puntofijista fue y sigue siendo el amplio espacio ideológico que le concedió a la industria cultural imperial que establece e impone los cánones éticos y estéticos, los valores culturales, la estética corporal, la creación artística, los gustos musicales, la comida chatarra, etc. y particularmente la industria cultural televisiva que le sirve de vehículo de difusión.
A partir de 1960 se produjo un reparto de áreas de influencias entre lo que fue el INCIBA, luego el CONAC y finalmente el Ministerio de Cultura, y la industria cultural. Los primeros concentraron todos sus esfuerzos y su financiamiento en promover el arte como una forma elitista de cultura que producía mercancías artísticas (principalmente) para la oligarquía, apoyada con los presupuestos del Estado, lo cual reportó pingües ganancias a conocidas mafias familiares que integraban tanto la  oligarquía parasitaria, como  el creciente y poderoso cartel de la industria de la comunicación; esa especie de “cultura boba”, boba en tanto no posee ningún compromiso social, fue naturalizada también por la Revolución Bolivariana, no obstante que el Comandante Chávez, en una  exposición que hiciese en la antigua sede del Ateneo de Caracas en los inicios de su gobierno, esbozó un interesante proyecto que delineaba el papel estratégico de la cultura como arma política.
Lamentablemente, los personajes que fungieron posteriormente como rectores de la política cultural hasta recientemente, continuaron con mucho brío el cultivo de la “cultura boba”, estructurando un funcionariado totalmente comprometido y leal con ese proyecto. Mientras la “cultura boba” deglutía inutilmente presupuestos millonarios que solamente beneficiaban a determinadas élites, burguesas o populares, que se dicen defensoras de la cultura venezolana, la industria cultural imperial promovida por  la oligarquía parasitaria local desarrollaba un proyecto contracultural afianzado en el espectáculo y la telenovela, cuya finalidad ha sido y es inducir los valores éticos y estéticos del capitalismo salvaje en la mentalidad de los venezolanos y venezolanas, sean estos de clase media o popular.
El proyecto de la industria cultural es marginador. Como dice Britto García, el marginador (la oligarquía parasitaria) niega la diversidad de su propio entorno cultural mediante la creación de un ghetto ideológico donde se condiciona su inclusión exagerando las diferencias de éste con el marginado y la marginada que son –a su vez– convertidos en sinónimo de “… lo no humano: en el bárbaro, el infrahombre, el pagano, el hereje, el esclavo, el paria, el lumpen, el enfermo mental, el disidente…, escinde el universo en un núcleo conservador de bienpensantes conformistas… opuesto a un enemigo antihumano… sobre el cual se proyectan todas las formas del mal…” Estos marginados y marginadas,  sometidos también a los valores ético-culturales que proyecta la industria cultural, “…entran y salen de cada situación grupal varias veces al día…”: cuando conviven con los camaradas piensan como chavistas y revolucionarios y cuando ingresan al ámbito doméstico son presas de las redes de valores perversos que teje la industria cultural (Luis Bitto García: el Imperio Contracultural, Del Rock a la Postmodernidad).andy-warhol
Para que pueda reproducirse y triunfar el proyecto político de la oligarquía parasitaria capitalista venezolana, para crear y mantener su discurso hegemónico, ella creó y consolidó en el puntofijismo un aparato ideológico que concentraba diversos poderes institucionalizados: la educación privada (escuelas básicas, secundarias, universidades), la iglesia privada, los carteles de medios privados de comunicación para la venta de mercancía informativa, Fedecámaras, Consecomercio, etc.) y el ejército que en el puntofijismo se llegó a convertir en una fuerza mercenaria privada de ocupación territorial.
Desde los años cincuenta del siglo pasado ese aparato ideológico comenzó a construir su ghetto ideológico a través de programas televisados como el Show de Saume, Sábado Sensacional, el Show de Renny y las telenovelas. Mientras los primeros generalmente eran patrocinados por marcas de licores y cigarrillos que convertían a sus consumidores en una “clase social aparte” independientemente de que viviesen verdaderamente en condiciones de pobreza, las telenovelas generalmente eran patrocinadas por jabones de tocador y por detergentes para lavar la ropa cuyo target era, obviamente, la mujer que conduce la vida del hogar. Como diría Marx, se enfatizaba la creación de una falsa conciencia vía la alienación de hombres, mujeres y niños y niñas al mercado de mercancías culturales.
De aquella manera se comenzó a construir la dictadura del empresariado en la dimensión cultural de la vida social. Esa dictadura propició un frenesí exacerbado del consumo que no tenía límites. De manera coincidente se produjeron entre los años sesenta y setenta del siglo pasado el boom petrolero y la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez. Se trató así mismo, aprovechando la bonanza de dólares, de desarrollar el proyecto de sustitución de importaciones promovido por la CEPAL. Pero, para llevar adelante el programa de desarrollo industrial endógeno era necesaria una cantidad de mano de obra barata que la reducida población de Venezuela no podía suministrar. En consecuencia, se promovió de manera indiscriminada la inmigración de millones de ciudadanos y ciudadanas colombianos, supuestamente mejor preparados y educados que los y las nuestras; a pesar de los azares y la violencia de la guerra civil, los colombianos más educados y preparados se quedaron en Colombia en tanto que el sector de población cultural, educativa y económicamente menos favorecido de la costa atlántica colombiana, donde hoy se asientan las bandas paramiliares mas sanguinarias, inundó prácticamente el territorio venezolano afectando seriamente la raíz historico cultural de la sociedad venezolana.
Una población que a la par de ser menos favorecida, estaba maleada por la violencia de una guerra civil donde la vida del ser humano no tenía ningún valor, se insertó el micromundo que había creado la industria cultural prohijada por la oligarquía parasitaria venezolana. El deseo incontenible de poseer bienes de consumo,  forma de sobreponerse a las penurias ancestrales a las  cuales había sometido la oligarquía colonial cachaca a las poblaciones mulatas y negras de la costa colombiana, desató formas de violencia nunca antes vistas en la sociedad venezolana, donde un par de zapatos Nike pasaron a indicar el valor económico de una vida humana.
El consumismo,  la violencia delictiva y la corrupción fueron la contribución de la industria cultural a la ruptura histórica del régimen puntofijista. La votación masiva original de los integrantes de la clase media por el proyecto liderado por el comandante Chávez estuvo motivada, en buena parte, por la idea del militar que vendría a poner orden, a eliminar físicamente a los delincuentes mediante una política de “plomo al hampa”. A mediados de la década de los años 90 del pasado siglo, la política del segundo régimen de Caldera de implantar un Código Procesal Penal auspiciado por el FMI, que aflojó las políticas represivas contra el hampa y permitió poner en libertad a gran número de delincuentes, suscitó una oleada de terror en las urbanizaciones de clase media del este y el sureste de Caracas y en la mayoría de las grandes ciudades del país. En nuestra calle, en aquellos años, el asesinato en su propia casa de un vecino, dueño de una empresa localizada en los valles del Tuy, al intentar defender arma en mano la integridad de su hogar y su familia, cohesionó a todo el vecindario en torno a un proyecto local de seguridad financiado por el colectivo.
ven violencia rechazoLa política revolucionaria contra la delincuencia se fundamentó en el concepto de que la delincuencia era consecuencia de la política de marginamiento social promovida por el capitalismo, lo cual es cierto, pero sin tomar en consideración las condiciones históricas y culturales, la situación de alienación ideológica de la población que había creado la industria cultural desde mediados del siglo pasado. La “cultura boba” seguía, entretanto, concentrada en organizar espectáculos recreativos y en financiar la cultura elitista que beneficiaba la hegemonía de la industria cultural imperial, la cual enriquecía cada vez más a la oligarquía parasitaria venezolana.
Sería muy largo hacer la historia de este proceso que nos ha llevado hasta la situación actual: el asesinato (nosotros seguimos creyendo hasta nuevas evidencias que es sicariato) de una joven y bella actriz de televisión y de su marido, hecho que ha revuelto las sucias aguas del charco de la industria cultural televisiva y puesto en evidencia la indefensión en que se encuentra el Estado venezolano ante la acentuación de los efectos perversos acumulados durante décadas de dictadura de esa industria cultural, factor principal de la aberración consumista que ha adoptado el pueblo venezolano, la cual legitima los fines de  la actual guerra económica que mantiene la burguesía paasitaria contra la Revolución Bolivariana. Esta dolorosa coyuntura está siendo vivida con mayor o menor violencia por el resto de las naciones latinoamericanas sometidas igualmente a la industria cultural imperial, pero creemos que en Venezuela todavía el Estado está a tiempo para extirparla y replantear otras formas verdaderamente creativas, educativas y éticas para el disfrute del tiempo libre.
Finalmente, la Revolución Bolivariana parece darse cuenta cabal de la función política que juega la cultura en la vida de una sociedad. Los dueños de las televisoras ya se habían dado cuenta de ello desde hace décadas y actuaron en consecuencia para promover sus intereses personales. Hoy nos quedan pocas alternativas en el corto plazo: hacer efectiva la propiedad del Estado del espacio radioeléctrico y prohibir la transmisión de telenovelas, al menos en los horarios estelares. En nuestra limitada experiencia, los gobiernos de muchos países capitalistas, Francia entre ellos, ejercen un severo control sobre la industria cultural televisiva, reconociendo el efecto letal que tienen sus productos sobre la mente de los ciudadanos y ciudadanas ¿Algún medio de comunicación privado acusa al gobierno francés de enemigo de la libertad de expresión? En Venezuela la clase política, incluida buena parte de la bolivariana, trata a los empresarios de la industria cultural televisiva con algodones. ¿No ha sido suficiente esta mortífera ola de violencia que envuelve la sociedad venezolana para convencerlos del carácter criminal que anima a esos empresarios? ¡Allí anidan los huevos de la serpiente! Puede estar segura la clase política bolivariana que la mayoría de los venezolanos y venezolanas de bien apoyará la eliminación de las miasmas delictivas que produce esa cloaca abierta de la industria cultural televisiva venezolana.

domingo, 19 de enero de 2014

LUIS BRITTO GARCÍA, EL INTELECTUAL Y SU ÉPOCA


AIM
La selección de Luis Britto García como “el escritor homenajeado” de la novena Feria Internacional del Libro Venezuela 2012, es al mismo tiempo un reconocimiento a su valor intelectual como la confirmación de que estamos ante un personaje de época.
Nacido en Caracas en 1940, doctorado en Derecho, profesor universitario, narrador de cuentos, relatos y novelas, dramaturgo, ensayista político, dibujante, humorista de oficio, columnista y conferencista. Luis Britto tiene el extraño rasgo de ser destacado en cada una de esas disciplinas.
Es de difícil cuantificar su obra escrita, por lo extensa, más aún por la variedad temática, por la policromía literaria de su tratamiento y por la combinación de recursos ficcionales con ensayísticos. Eso no es fácil.
Según el registro confeccionado por el departamento de publicaciones del Ministerio del Poder Popular para la Información, el homenajeado publicó 13 obras de narrativa. En ella destacan libros como Rajatabla, Abrapalabra, Los Fugitivos o Pirata.
Sin embargo, la versatilidad de Luis Britto permite recordar cuentos o narraciones suyas relacionadas con las más inesperadas circunstancias.
El año 2010, en el Centro Cultural de la Cooperación, en Buenos Aires, cuando terminó de conferenciar, una docente argentina que había vivido años de exilio en Caracas, le recordó con admiración el cuento “La bomba” leído por ella a mediados de la década de los 70, una breve narración experimental por la que desfilan militantes clandestinos, diputados corruptos y un muerto que no encuentra sepultura.
Luis Britto la miró, expandió sus ojos pequeños entre los anteojos, sonrió con modestia y le dijo con su voz suave de cura pueblerino bueno, “cierto, claro chica”, volvió a sonreír y continuó.
Aunque su ensayo más ponderado ya es un clásico en el tema, La máscara del poder: del Gendarme Necesario al Demócrata Necesario (y sus variaciones bibliográficas), su producción reflexiva reúne 30 libros y folletos de crítica social y cultural, análisis políticos, estudios históricos y del lenguaje.
América Nuestra: Integración y Revolución, por ejemplo, una publicación reciente, supera trabajos previos de compendio americanista, como La Nación americana, del argentino Jorge Abelardo Ramos; con una diferencia, Luis Britto cita fuentes verificables, Ramos plagiaba sin escrúpulos, como lo demostró su connacional Milcíades Peña, entre otros. Escribir, como cualquier  acto humano noble, pierde su mérito si no se asienta en una ética.
Otro libro insoslayable de su obra, mezcla de ensayo, recensión y periodismo, pero en clave de humor agudo, es  Venezuela: investigación de unos medios por encima de toda sospecha. Junto con el texto de R. H. Montoya y otros, invoca el je acusse, de Emile Zolá contra la hipocresía “democrática” en la Francia burguesa del amanecer del siglo XX.
Luis Britto García continúa por los caminos más impensados. De él se han escenificado 16 escritos de dramaturgia y 6 guiones para películas. Como humorista es inconmensurable, habría que clasificar sus conferencias, dibujos y escritos polémicos.
Parte de ello se puede apreciar en su blog personal y en las publicaciones de El Gallo Pelón, La Pava Macha o Coromotico o en sus sabrosas charlas, piezas epigramáticas balanceadas entre conocimiento y sátira.
Sus columnas en el diario Últimas Noticias son seguidas por decenas de miles cada semana. Algún ocioso creativo acuño el apelativo “Librito García” para referirse a su cuantiosa producción literaria.
El autor mereció más de 10 premios dentro y fuera del país. Ya era hora que tan vasta creación intelectual tuviera un reconocimiento más allá de lo individual y lo intelectual.
El poeta Ricardo Romero, conocedor de la bohemia caraqueña cuenta que Luis Britto el único de nuestros intelectuales de izquierda “que no sufrió la guillotina crítica de Argenis Rodríguez” en su columna viperina Escrito con odio. Casi toda una generación perdió su ilustrada cabeza, menos el autor de Abrapalabra.
Es que Luis Britto García no padeció del síndrome de conversión ni de otras secuelas que dejaron tan mal parada a la mayoría de los excelentes creadores literarios y políticos sesentistas. Sin proponérselo, él se convirtió en la expresión más integral y compleja de aquella generación romántica, la penúltima del siglo.
Recuerdo que en Buenos Aires hicimos el año 2000 un ejercicio de ociosidad necesaria. Dibujamos en un papel dos columnas, como si se tratara de dos bodegueros sin power point: “los que se fueron” y “los que se quedaron”.
En una apuntamos a quienes no soportaron el cambio social porque no se parecía al modelo canónico que cargaban en el bolsillo, lo que hemos denominado “revoluciones  de bolsillo”;  en la otra columna, aquellos creadores intelectuales que acompañan este proceso sin veleidades personalistas, ni autoengaños palaciegos.
El resultado fue pavoroso. Él y una decena más resistieron sin ambigüedad los jugosos oropeles de la IV República, su Conac (con whisky y coñac), las lupanares asesorías parlamentarias y las bien pagadas columnas semanales.
Hoy es, y no encuentro una duda racional, el intelectual más completo que tiene Venezuela y uno de los más brillantes del continente. Pero claro, Luis Britto es un “escritor moral”, como reclamaba Tolstoi cuando hablaba de coherencia entre lo que se hace en la vida y lo que se escribe en el papel. Y eso, como se sabe, no gana rating en las cadenas comerciales ni en las agencias internacionales de información tarifadas.
Con la misma ética que cuestionó la era adeco-copeyana, es capaz de criticar las purulencias, heredadas y propias, del tipo de régimen conformado en el país desde 1999.
Eso tiene costos. Pero en nuestro proceso político están atenuados, no constituyen un sistema de persecución. La “revolución bolivariana” se diferencia de todos los movimientos nacionalistas conocidos por la amplitud de su democracia social y la tolerancia hacia la crítica política e intelectual. A pesar de las desviaciones y errores conocidos que comprometen su destino.
Luis Britto no es un intelectual solitario. Pertenece a un proceso social que lo reclama como suyo por su valor literario e integridad, no por su cercanía al poder o a la fama, ambas cosas bien merecidas.
La suma de su trayectoria más la integridad de su conducta social y política, lo ubican en el lugar del  intelectual de su época.
Modesto Emilio Guerrero es analista internacional, periodista y escritor venezolano.]

LOS DOMINGOS DE ELEAZAR DÍAZ RANGEL


Eleazar Díaz Rangel 1




Quienes leyeron el viernes en 
El Mundo, Economía y Negocios la entrevista a Luis Britto García, tendrán que coincidir en que se trata del más brillante y vigoroso intelectual venezolano de la época. Basta saber lo que hace. “Estoy culminando un dibujo animado, puliendo un libro de relatos y otro sobre sir Walter Ralingh; otro sobre la etapa final de la piratería en el Caribe (¿Los piratas libertarios?),
el segundo tomo de El Pensamiento del Libertador, un libro en varios tomos sobre la cultura venezolana, un libro de relatos brevísimos y una novela acerca de la inteligencia artificial. Como verás, tengo en qué entretenerme”, le dijo a Pedro Antonuccio Sanó, que supongo le preguntó ¿y a qué hora come? Y como actividades menores, obvió su guión para la película sobre Cipriano Castro y sus artículos dominicales en Últimas Noticias. Y de paso considera a Rómulo Gallegos el símbolo de la literatura venezolana, conjuga su obra literaria con el compromiso político. ¿Hubo algún escritor venezolano en otra época  con una actividad similar?
(Eleazar Díaz Rangel, en ÚLTIMAS NOTICIAS, 17-1-2014)

¿TLC MERCOSUR-UNIÓN EUROPEA?


Tratado de Libre Comercio en puertas
Caracas se prepara como sede de la XLVI Cumbre del Mercosur. En mi libro América Nuestra: Revolución e Integración (2007) alerté contra  la posibilidad de un  Tratado de Libre Comercio (TLC) Mercosur- Unión Europea, pues dichos acuerdos usualmente benefician a los países desarrollados en detrimento de los menos desarrollados. El plan parece estar en vías de ejecución.

Mercosur y Estados Unidos
Pues si la materia de la integración desigual dentro del Mercosur es delicada, mucho más lo es la posible integración asimétrica del Mercosur con bloques de mayor potencia económica. Esta posibilidad no es descartable. Indicamos que la creación del Alca estaba planeada “a partir de acuerdos regionales y subregionales”, vale decir, no desdeñaba integrar de golpe las alianzas previas construidas laboriosamente en la región. Ello involucraba como objetivo inmediato y prioritario englobar a la Comunidad Andina de Naciones y al Mercosur.

         Tal designio se frustró ante todo por la cuidadosa evaluación que de sus intereses nacionales realizó Brasil, miembro determinante de esta alianza. La Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp),  demostró que Brasil perdería 1.000 millones de dólares por año en su comercio exterior, desde la fecha prevista para la implantación del ALCA. De igual manera, la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi)  concluyó que el ALCA reporta más amenazas que oportunidades para Brasil, ya que acarrearía  una pérdida de mercados dentro del hemisferio para 176 productos exportados por sus empresas, esencialmente  en los sectores manufactureros (máquinas y equipos, autos, papel y celulosa, y productos químicos), como consecuencia de la competencia de EEUU y Canadá. Otro  estudio redactado a petición del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior por investigadores de la Universidad de Campiñas durante la gestión de Cardoso, llegó a  idéntica conclusión: tras examinar 18 cadenas productivas –los sectores que crean 53,1% de la producción industrial, 57% de las exportaciones y 68,4% de las importaciones totales del país- arribó a la conclusión de que  implantar el ALCA aumentaría las importaciones brasileñas y reduciría las exportaciones hacia América Latina, además de ahuyentar las inversiones extranjeras,  promover la “desindustrialización y desnacionalización” económica, e incrementar  el desempleo y la demanda de dólares (Moniz Bandeira 2003,  154). Una vez más, la integración entre miembros desiguales acentuaría las desigualdades. Motivo por el cual, según señala Moniz Bandeira:
En realidad, a Brasil no le interesa participar de áreas de libre comercio con potencias mucho más desarrolladas y poderosas que presentan ventajas estructurales, como EEUU, cuyas empresas multinacionales y megaempresas son las más fuertes del mundo y a favor de las cuales funcionaría el proceso de concentración de la riqueza. La coincidencia produciría efectos destructivos en la industria brasileña, especialmente en los sectores más sofisticados, como bienes de capital, componentes electrónicos, química, electrónica de consumo, software y computadoras, y tendería a desarticular su economía y retrotraerla a una condición agrícola o agroindustrial productora de bienes industriales livianos o tradicionales (Moniz Bandeira 2003, 154).

         Sin embargo, cabe señalar que Estados Unidos logró un acuerdo especial con el Mercosur, llamado “The Rose Garden” o el “Cuatro más uno”, en virtud del cual el primero accede a negociar con el Mercosur colectivamente y no con cada uno de sus miembros, lo cual fortalece a la organización y evita que una presión desmedida pueda forzar la voluntad de alguno de sus integrantes (Viking, Walhalla 2003). Sin embargo, si recordamos las altas proporciones de exportaciones e importaciones  de Brasil con Estados Unidos para 2005 (22,84% y 23,4% respectivamente), debemos aceptar que la posibilidad de emplear el canal brasileño como vía de la entrada irrestricta de las mercancías  estadounidenses en la región  está potencialmente abierta.

Penetración transnacional en el Mercosur
La penetración de los grandes intereses transnacionales en el Mercosur no es una hipótesis, sino una realidad.  La consultora de negocios argentino-brasileña DelloiteTouche/Simonsen afirma en 1994  que el verdadero ámbito de la alianza, “el Mercosur de los negocios”, se reduce a una franja  industrializada cercana a la costa que abarca el Sur del Brasil desde Bello Horizonte, el Sur de Paraguay, Uruguay y el Norte y Centro de Argentina; que abarca el 20% de la superficie total del bloque, sólo comprende 14 de las 500 ciudades de éste, apenas 114 millones de sus habitantes y no más de  579.000 millones de su PBI. De más peso son las observaciones relativas a qué es lo que en realidad se integra. El Secretario de Comercio de Canadá resume la situación con la frase “El Mercosur es el negocio para 17 multinacionales”. Y en efecto, Gilberto Dupas, coordinador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo, determina que el 60% del comercio entre los miembros de Mercosur, que entre 1990 y 1998 aumentó de 4 mil a 20 mil millones de dólares, se debe a compras dentro de cadenas industriales propiedad de multinacionales. Mientras que el citado informe  DelloiteTouche/Simonsen  afirma que de 300 empresas que hicieron negocios entre las fronteras del bloque, 40% eran multinacionales, 36% empresas nacionales grandes y 24% pequeña y mediana industria; pero las llamadas empresas “nacionales grandes” son en realidad parte orgánica de multinacionales o dependen de bancos internacionales (Guerrero 2005, 25-27).

Desnacionalización de la economía del coloso
         Y en efecto, durante el gobierno de ocho años  de Fernando Enrique Cardoso se habría producido en Brasil, una desnacionalización de la economía equiparable a la de otros países latinoamericanos bajo el neoliberalismo. Durante ese período fueron privatizadas las más importantes empresas estatales en energía eléctrica, vialidad, telecomunicaciones y minería, tales como la Vale do Río Doce, muchas veces por transnacionales que usaron para ello los créditos del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Este banco del Estado subsidia generosamente con créditos a tasas reducidas a las empresas automotrices, en su casi totalidad transnacionales, así como a corporaciones quebradas, como la Varig. Paralelamente, el capital extranjero adquirió gran parte de las mayores empresas privadas brasileñas, como la cervecería Brahma. Así, para 1998 encontramos los siguiente porcentajes de control de las transnacionales sobre la producción brasileña: servicios públicos, 14%, telecomunicaciones 78%, alimentos 41%, automotriz 93%, computación 59%, electrónica 34%, farmacéuticos 73%, higiene y limpieza 91%, mecánica 44%, plásticos y caucho 58%. El gobierno de Lula no detuvo estos procesos: permitió que el 46% de las acciones de Petrobras fueran subastadas en la Bolsa de Nueva York.  (Bodas y Neto,  Argenpress, 16-1-2006).

Trato nacional para transnacionales
         Gran parte de estas multinacionales gozan del “trato nacional” gracias a tratados bilaterales de comercio, tratados de promoción y protección de las inversiones y diversas normas internas, y la desregulación aduanera opera entonces, esencialmente, como una facilidad para que grandes conglomerados transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden sus ganancias dentro de una enorme zona exenta de aranceles y de normas restrictivas de la repatriación de ganancias y capitales. Ello hace pertinente la advertencia de Domingo Alberto Rangel en el sentido de que “Las transnacionales pueden realizar, ellas sin el concurso de otro factor, la integración del continente si nosotros no tuviéramos la lucidez y la determinación necesarias para emprender y coronar esa obra” (Rangel, cit. en Estévez1998). Todo proyecto de integración ha de ser evaluado en función de aquello que verdaderamente integra.

         Mercosur y Unión Europea
Como correlato de tal expansión de las inversiones desde fuera de la región, así como la Unión Europea avanza por su parte negociaciones para llegar a un acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones, también las adelanta para concertar otro con el Mercosur, cuyo primer objetivo consiste evidentemente en disputarle a Estados Unidos el dominio de los mercados latinoamericanos. Agente clave de estas negociaciones es el Mercosur-European Bussines Forum (MEBF), que urge a los gobiernos de la región a profundizar los procesos de privatización, liberalización y desregulación que tanto dañaron sus economías en la década de los noventa, y los presenta bajo la etiqueta del “Acuerdo de la Asociación Interregional”. Para valorar el interés de la Unión Europea en el Mercosur, se debe tener en cuenta  que aquélla es el actor económico primario en el área de éste, tiene la mayor proporción del comercio en él y es responsable por 43% de las Inversiones Extranjeras Directas  (FDI) que fluyen al Mercosur (Torrelli, Corporate Europe Observatory & Transnational Institute, REDES, agosto 2003).
En estas negociaciones los intereses de las partes son transparentes. Mientras la Unión Europea se propone competir con Estados Unidos por los mercados latinoamericanos y los del Mercosur, éste planea acceder a los mercados de productos agrícolas europeos, hasta el  presente resguardados por una red de tarifas y subsidios proteccionistas. No hay que olvidar sin embargo que, según indicamos, fueron las transnacionales europeas las que en su gran mayoría se aprovecharon de los procesos de liberalización económica en el Cono Sur para adquirir compañías nacionales a precio vil, elevar indiscriminadamente las tarifas, aprovecharse de exenciones tributarias y manipular a los políticos mediante sobornos y colaboraciones para las campañas electorales.

Relaciones económicas asimétricas
El patrón de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y Mercosur, comprensiblemente, privilegia la exportación por parte de la primera de bienes elaborados de alta tecnología y por parte del segundo de productos agrícolas y materias primas. El acuerdo entre ambos no avanza  mediante consultas a la sociedad civil, sino esencialmente a través de influencias políticas y presiones de las grandes empresas, las cuales presentan al MEBF sus condiciones como una agenda conjunta, siguiendo la práctica de coaliciones industriales inter regionales tales como el Diálogo Comercial Trasatlántico (TABD) o el Foro de Negocios Asia-Europa (AEBF).
         Como en otras instancias, se utiliza ampliamente la negociación bilateral para intentar concertar acuerdos sobre el modelo del TLC, que van mucho más allá de los compromisos ya contraídos con la Organización Mundial del Comercio durante la novena ronda de negociaciones, y que cubren un conjunto de temas muy amplio, desde los productos industriales hasta la agricultura, pasando por los derechos de propiedad intelectual, las políticas de competencia, las inversiones, los servicios, la asistencia del Estado y la resolución de conflictos mercantiles. Las negociaciones avanzan en un clima de reserva, caracterizado por la poca transparencia, con los textos de los proyectos de acuerdos bajo un régimen de secreto y confidencialidad. Así, los miembros alemanes del MEBF tuvieron un papel decisivo en persuadir a los políticos europeos para que dejaran de lado sus divergencias sobre la protección a la agricultura y emprendieran negociaciones conjuntas. Prestaron decisivo apoyo a esta campaña  Jürgen Strübe, antiguo copresidente de TAB y luego presidente de UNICE, junto con Carlos Bulgheroni, de la Corporación argentina Bridas y Roberto Texeira del Banco Sul America de Brasil, quienes impulsaron a los gobiernos de Europa a conceder poderes a la Comisión Europea para desarrollar negociaciones sobre el libre comercio con Mercosur, hasta que en julio de 1999 la Unión Europea accedió a sus principales demandas (Torrelli, Corporate Europe Observatory & Transnational Institute, REDES  agosto 2003).

         La industria alemana y el Mercosur
Pesados intereses impulsan el acuerdo. Las corporaciones alemanas, tales como BASF, Volkswagen, Daimler Chrysler y Siemens son responsables del 10% de la producción industrial en Brasil y por las mayores exportaciones hacia la región. La poderosa Federación Industrial Alemana BDI, que ejerce una decisiva influencia en la política y la economía de dicho país, ha sido determinante en el avance de las negociaciones con Mercosur. Voceros de dicha Federación expresaron que “fortalecer el Mercosur no es de interés sólo para los Estados miembros, sino también una materia de preocupación determinante para la industria alemana en América Latina. Las altas inversiones hechas por las compañías alemanas en los cuatro Estados miembros durante la última década también han sido estimuladas por los signos del surgimiento de un mercado común emergente (“EU-Mercosur Free Trade Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002).

Otras voces lanzan un razonado alerta. Luiz Carlos Delben Leite, presidente de la Asociación Brasileña de la Industria de Máquinas y Herramientas, afirma ya desde enero de 2004 su preocupación por un posible acuerdo comercial con la Unión Europea, “porque la industria alemana es extremadamente eficiente en los segmentos de máquinas y herramientas, equipamientos para la industria plástica y automatización industrial”. A lo cual añade que “por medio de la simulación de tarifas de importación cero para todos los productos, sin considerar las barreras no tarifarias, llego a la conclusión de que Brasil tendría pérdidas por aproximadamente mil millones de dólares cada año en su saldo comercial”  (Guerrero 2005, 45).

En el mismo sentido, apunta Marcio Pouchmann que para el Mercosur, la mera estrategia de inserción en el comercio internacional, sin  transformaciones creativas en la estructura productiva o mejoras en los indicadores sociales,   aumenta la dependencia externa. Vale decir, “la busca de eficiencia, productividad y calidad mediante el mayor grado de exposición del parque productivo a la economía internacional no parece haber sido adecuada para promover positivamente la rápida y sustentada retoma de las inversiones de largo plazo”, en lugar de lo cual se aprecia “una desorganización intra-sectorial y la formación de una economía de especialización, con serios problemas sociales” (Pochmann 2003, 208).

La sana lógica que considerara los efectos a largo plazo de tal situación   debería hacer  desaconsejable la futura integración plena de Brasil y Argentina y por consiguiente del Mercosur a planes estadounidenses como el Alca, o la absorción por la Unión Europea. El interés nacional, motor invariable del gobierno de Brasil, debería orientar su  política externa hacia la convicción de que la apertura irrestricta a las exportaciones de países altamente desarrollados como Estados Unidos y Canadá o Alemania y de proveedores de mano de obra barata como México barrería con su parque industrial a corto plazo. En tal situación, Argentina perdería también  lo que conserva de sus industrias. Ambos países quedarían reducidos a la exportación de materias primas y a la venta de fuerza de trabajo barata en las maquilas. Pero hemos visto con frecuencia el interés transnacional sobreponerse al  nacional.

Difícil integración con la CAN y la UE
 Venezuela se incorpora al Mercosur como miembro pleno en proceso de adhesión  a partir del 9 de diciembre de 2005. Señalamos que este ingreso aporta al grupo un poderoso elemento energético: en la Cumbre de Montevideo se conviene la formación de un anillo energético para conectar a Argentina, Brasil, Chile, Perú, Paraguay, Uruguay y Venezuela mediante una red continental de gasoductos, entre los cuales tiene particular relevancia el que uniría Venezuela con Argentina pasando por Brasil.  En el curso de dicha cumbre, asimismo, los presidentes de Venezuela y Brasil acordaron la “piedra fundamental” de una refinería en Pernambuco el 16 de diciembre, la cual tendría capacidad para procesar, 200.000 barriles de petróleo diarios y sería construida en sociedad por las empresas PDVSA y Petrobras, con una participación igual en el costo de 2,5 millardos de dólares. El ingreso de Venezuela también comporta la adquisición por este país de 500 millones de dólares de la deuda de Argentina, lo cual seguramente facilitó a ésta la cancelación de su vencimiento de ese año de 1.500 millones de dólares con el FMI.

 Por otra parte, planteaba problemas  la pertenencia de Venezuela a la CAN, cuyos países miembros están asociados al Mercosur con Acuerdos de Complementación económica. Ello suscitaba el problema de optar entre la aplicación de los sistemas arancelarios de ambas organizaciones. Mercosur aplica una tarifa externa común de 35%, con numerosas excepciones y salvedades, de las cuales sólo Argentina presenta 2.500. La Comunidad Andina de Naciones aplica aranceles externos que oscilan entre 5% y 20%. El embajador Carlos Amorín, director de integración y Mercosur de la Cancillería de Uruguay, señaló que el ingreso de Venezuela impone la necesidad de adoptar una interpretación del artículo 20 del Tratado de Asunción, a cuyo efecto los cuatro ministros de Relaciones Exteriores “aprobaron una reglamentación, más o menos, poniendo etapas temporales y en parte poniendo requisitos obviamente necesarios que deben realizarse o incluso qué instrumento jurídico debe adoptar Venezuela” (Montevideo/AFP-AP: “Cumbre en Montevideo acordó ingreso de Venezuela al Mercosur”; El Nacional, A-22, 9-12-2005). Problemas más graves plantea la adhesión de países de la CAN a Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos o a acuerdos de tal índole con la Unión Europea. Según vimos, el presidente Hugo Chávez Frías equiparó la primera de dichas situaciones a un final de la Comunidad Andina de Naciones, y finalmente retiró a Venezuela del organismo andino. Iguales problemas suscita la suscripción a finales de 2007 de un tratado de libre comercio entre Mercosur e Israel, país estrechamente vinculado a Estados Unidos.

       Gran parte de estas multinacionales gozan del “trato nacional” gracias a tratados bilaterales de comercio, tratados de promoción y protección de las inversiones y diversas normas internas, y la desregulación aduanera opera entonces, esencialmente, como una facilidad para que grandes conglomerados transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden sus ganancias dentro de una enorme zona exenta de aranceles y de normas restrictivas de la repatriación de ganancias y capitales. Ello hace pertinente la advertencia de Domingo Alberto Rangel en el sentido de que “Las transnacionales pueden realizar, ellas sin el concurso de otro factor, la integración del continente si nosotros no tuviéramos la lucidez y la determinación necesarias para emprender y coronar esa obra” (Rangel, cit. en Estévez1998). Todo proyecto de integración ha de ser evaluado en función de aquello que verdaderamente integra.
         En tal sentido, cabe manifestar nuestro acuerdo con las conclusiones de Jorge Marchini, quien ante la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio Mercosur-Unión Europea afirma:
En forma engañosa suele afirmarse que se trataría sólo de una negociación comercial. No es así, La mayor parte de los temas en discusión son de carácter estructural y comprometen el conjunto de la economía en aspectos críticos tales como: servicios, patentes, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y competencia. La eventual provisión del tratamiento de “nación más favorecida” a los países de la UE, aun si se incluyeran salvaguardas de excepción, vulneraría los muy proclamados objetivos de defender y priorizar el fortalecimiento de empresas regionales y la diversificación de matrices productivas . Aun si continuaran los discursos industrialistas, se inhibirían para los países del MERCOSUR estrategias y políticas públicas elementales de desarrollo ecoómico, utilizadas históricamente también por los países europeos, como ser: la sustitución de importaciones, priorizar el compre nacional, brindar créditos diferenciales para el desarrollo de regiones o sectores nacionales más desfavorecidos. El futuro de nuestros países puede ser completamente comprometido por una mala negociación Negociaciones por un acuerdo Mercosur-Unión Europea (Jorge Marchini - www.aporrea.org
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html)

En conclusión, tan desastrosa para el Mercosur como una integración al Alca, sería la absorción por la Unión Europea. Ojala el interés transnacional no vuelva a sobreponerse  al  nacional y el continental.

FUENTES:
Bodas, José y Neto, César: “Las transnacionales y el Mercosur”; Argenpress, 16-1-2006.
Britto García, Luis: América Nuestra: Integración y Revolución. Caracas, Casa de Nuestra América José Martí, 2007. Premio de Literatura del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, 2009. Caracas, Fondo Cultural del Alba, 2009.

Estévez, Edna: Globalización, transnacionales e integración; Vadell Hermanos Editores, Caracas, 1998.
Guerrero, Modesto Emilio: El Mercosur: origen, evolución, perspectiva; Vadell Hermanos Editores, Caracas, 2005
Marchini, Jorge: “Negociaciones por un acuerdo Mercosur-Unión Europea”www.aporrea.org
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html
Moniz Bandeira, Luiz Alberto: “Brasil, Estados Unidos y los procesos de integración regional”, Nueva Sociedad, Caracas,  julio-agosto 2003.
Pochmann, Marcio: “Efeitos de internacionalizacao do capital no mundo do trabalho no Brasil”, en NAFTA y Mercosur: procesos de apertura económica y trabajo; CLACSO, Buenos Aires, 2003.
Torrelli, Corporate Europe Observatory & Transnational Institute, REDES, agosto 2003
Viking, Walhalla “EU-Mercosur Free Trade Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002., Nueva Delhi, 2003.
“EU-Mercosur Free Trade Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002.

TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO (Jardín Botánico en Río de Janeiro)

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