LUIS BRITTO GARCÍA
Las crisis deberían incitar a la humanidad a privilegiar lo que tiene en común por encima de sus diferencias. Usualmente provocan lo contrario. Veamos.
RECURSOS Y ENERGÍA
Los
más contaminantes deciden sobre la contaminación. Con anuencia del G7 y el G 20, se reúnen en
noviembre en Glasgow 197 países de la ONU para la «Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático». Se comprometen a
limitar a 1,5° el calentamiento para 2030, y a cero emisiones de carbono para
2050. Para ello, aprueban gastar 50
billones de dólares hasta 2030, (para los anglosajones, un billón es mil
millones) y unos 150 billones hasta 2050, de los cuales beneficiaría apenas
0,1 billón a los países en vías de desarrollo, los menos contaminantes. Pero es imposible desarrollar nuevas fuentes
alternativas de energía sin aplicar a fondo las tradicionales. La prédica para
sustituir los 1.420 millones de automóviles del mundo con motores de combustión
interna por autos movidos por baterías
olvida que éstas –cuya producción
consume muchísima energía- no crean electricidad, sino acumulan la que a
su vez debe ser producida por medios tradicionales. Rusia y la India vetan un
Acuerdo de la ONU que autorizaría al
Consejo de seguridad ni más ni menos que a intervenir militarmente alegando
razones del Cambio Climático. Al mismo
tiempo, dejan de usar el dólar para sus pagos internacionales, nueva advertencia
sobre la declinación de la divisa sin respaldo con la cual la potencia norteña
ha comprado el mundo, la cual entra además en un marcado proceso inflacionario.
Por otra parte, comienzan a ceder los efectos del dumping forzado hacia 2013 por
Estados Unidos para quebrar a los estados disidentes de la OPEP, entre ellos
Venezuela. El petróleo repunta
a 80 dólares
por barril. Hay crítica escasez de
combustibles en Europa. Mientras tanto, Estados Unidos roba refinerías y
cargamentos de petróleo venezolanos, y el Reino Unido le pilla sus reservas de
oro.
ECONOMÍA
La pandemia concentra el capital en un número
cada vez menor de manos. El informe Oxfam de enero de 2021 reporta que los
2.153 multimillonarios del mundo tienen más riqueza que el 60% de la población del planeta, unos
4.600 millones de personas. También, que desde el comienzo de la pandemia, la fortuna
de los diez hombres más ricos creció medio billón de dólares, al tiempo que se
desencadenó la peor crisis laboral en más de un siglo. Estos incrementos
ocurren también en la Federación Rusa. Tatiana Bakalchuk, creadora de
Wildberries, especie de Amazon eslavo, aumentó su fortuna de 1.000 millones de
dólares a 13.000 millones en 2021, el mayor incremento entre los
multimillonarios del planeta. Pavel
Dúrov, de la red social VKontakte y la mensajería Telegram, pasó de 3.400
millones de dólares a 17.200; en conjunto, los multimillonarios rusos han
incrementado sus fortunas 30% en 2021 (https://es.rbth.com/estilo-de-vida/88518-mujer-mas-rica-
Rusia?utm_source=Newsletter&utm_medium=Email&utm_campaign=Email)
Quiebran las
pequeñas y medianas empresas, sus despojos son absorbidos por los monopolios.
Los multimillonarios solo han necesitado nueve meses para recuperar las pérdidas
de la pandemia, a los pobres les llevará
al menos una década. Según la OIT, para 2019 existen más
de 3.300 millones de trabajadores asalariados (OIT, 2019). Para 2020 la ILO
estima una pérdida de 25 millones de empleos (ILO, 2020), que se sumarán a los
300 millones de desempleados que el World Bank registra para 2019. La
progresiva informatización y automatización harán desaparecer en una década más
del 40% de los puestos de trabajo. La pandemia devora trabajadores, engorda grandes capitales.
FINANZAS
La avidez de
las transnacionales encuentra su Paraíso en las inversiones off-shore en países en vías de desarrollo. Estima el McKinsey Global
Institute que hacia 2010 un 40% del
comercio mundial depende de unas 3.500 maquilas instaladas en 130 países, las
cuales emplean 85 millones de trabajadores sin derechos laborales. (McKinsey Global
Institute (2012), «The world at work: jobs, pay, and skills for 3.5 billion
people», en https://www.mckinsey.com/~/media/McKinsey/Featured%20Insights/Employment%20and%20Growth/The%20world%20at%20work/mgi%20Global_labor_Full_Report_June_2012.ashx)
Las multinacionales imponen a los países maquiladores Infames Tratados
contra la Doble Tributación, Contratos de Estabilidad Tributaria y todo tipo de
amnistías, exoneraciones y exenciones de impuestos que hacen su contribución
fiscal prácticamente nula. La OCDE
estima la evasión por tal concepto en 250.000 millones de dólares anuales, que
no se aplican a las necesidades del país huésped y usualmente van a dar a los
Paraísos Fiscales. Tan generosa donación de los países explotados a sus
explotadores extranjeros reduce los fondos para la inversión social. En
noviembre de este año, 130 países de la OCDE suscriben un Acuerdo que reafirma
el principio de territorialidad, en
virtud del cual se deben pagar impuestos
al país donde se obtienen los dividendos y no al de la casa matriz, y
aprueban un tributo mínimo del 15% sobre ganancias netas. De implementarse,
significaría un golpe al más grave latrocinio del capitalismo salvaje contra
los países en desarrollo. Por otra parte, el capital industrial se vuelve cada
vez más capital financiero especulativo. A causa de los créditos de los
gobiernos para enfrentar la pandemia, la deuda pública mundial aumentó 28% en 2020, elevándose
a $226 billones, nada menos que el 256% del Producto Interno Bruto anual del
planeta.
ESTRATEGIA
La amenaza de
muerte por el enemigo biológico no disminuye la tendencia de los humanos a
exterminarse entre sí. Según el Instituto Internacional de Investigación para
la Paz de Estocolmo, el presupuesto militar de Estados Unidos en 2020 llegó a 778.000 millones de dólares, más de la
mitad del total del planeta. Pero el bienio de la peste es también el del
progresivo desmantelamiento de la hegemonía de Estados Unidos. Cierra con
vergonzosa retirada del Afganistán que destruyó durante casi cuatro décadas.
Irak le exige la retirada de sus tropas de ocupación. Mientras huye del Asia,
añade nuevas bases militares en Ecuador y Argentina a la sesentena instalada en
América Latina y al casi millar que mantiene en el mundo. Escala amenazas
contra Rusia, que ya no es comunista, y contra China, cuya economía está
abierta al capital. Los años horrorosos de la Guerra Fría no fueron por tanto
contra el comunismo: sólo se trataba de
mantener la hegemonía estadounidense. Por otra parte, Nicaragua rompe
relaciones con Taiwan y reconoce a la República Popular China, con lo cual se
reactivan proyectos de abrir por
Nicaragua un segundo canal interoceánico, más amplio que el de Panamá, que significaría duro golpe al control que Estados Unidos ejerce sobre el
área.
POLÍTICA
Como toda crisis, la de la pandemia es caldo de cultivo para movimientos fascistas, racistas, autoritarios que ocupan espacios que la moderación o división de las izquierdas les entrega. Esgrimiendo banderas de antipolítica ejercen contra los trabajadores la política más brutal. Sin embargo, en América Latina perduran o se abren paso, a veces muy dificultosamente, los progresismos: Díaz Canel en Cuba, Alberto Fernández en Argentina, López Obrador en México, Maduro en Venezuela, Arce en Bolivia, Castillo en Perú, Daniel Ortega en Nicaragua, Xiomara Castro en Honduras, Boric en Chile. Colosales movilizaciones han sacudido los gobiernos conservadores de Ecuador, Colombia y Brasil. Nos enfrenta la pandemia a un mundo cada vez más dividido entre ricos y pobres, agresivos e inermes, inmunizados y contagiados. El virus no resolverá esas diferencias. La solución está en nuestras manos.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO
POSTER: WORKERS OF ALL COUNTRIES