1
Un resultado electoral es un
mensaje; por la cuantía de quienes lo suscriben es obligatorio
interpretarlo. El que un pueblo persista en su apoyo a un proyecto
político a pesar de que para separarlo de él desde 1998 se le han
infligido toda suerte de amenazas, agresiones, sabotajes, invasiones
infamias, latrocinios y privaciones, agravadas y recrudecidas
desde 2013, es muestra de alta conciencia y poderosa confianza en
sí mismo. El pueblo no ha cambiado: cambiar de proyecto sería cambiar de pueblo.
2
Según cifras del 22 de noviembre,
votó el 42,26% del padrón electoral; la abstención bordeó el 57, 74%.
Recordemos que en Venezuela la concurrencia para elecciones regionales siempre
ha sido históricamente más baja que para las presidenciales. El año 2000 se
realizaron conjuntamente comicios presidenciales y regionales y la abstención
fue del 44% en ambos rubros; cuando el mismo año se efectuaron elecciones
separadas de relegitimación de poderes, la abstención para las regionales se
elevó al 78%, en plena efervescencia política por la declinación del
bipartidismo. Sincronizar los demás comicios con la debatida elección
presidencial parecería la fórmula para evitar la abstención.
3
Según José Gil Yepes, director de
Datanálisis, en septiembre de 2020 una encuesta arrojó el resultado de
que un 62,2 % de los
encuestados no respalda al gobierno ni a la dirigencia opositora.
Son datos que encuentro difíciles de creer en un país con alto tenor de pasión
política. No sabemos si por casualidad, la supuesta cifra de indiferentes encuestados
se parece a la de abstencionistas actuales. Ausentismos electorales
determinaron la escasa ventaja electoral en la elección de Nicolás Maduro en
2013, o el triunfo opositor para la vergonzosa Asamblea Nacional Legislativa de
2015, cuya complicidad en el saqueo de los bienes de Venezuela en el exterior
todavía estamos pagando. Así como hay un voto castigo, puede haber una
abstención castigo. Para evitarla, averiguar sus causas.
4
En todo caso, presenciamos un nuevo mapa electoral rojo
rojito. Bastiones tradicionales de la oposición conservadora,
como Mérida, Táchira, y Trujillo, ostentan ahora gobernadores del PSUV. Ello es
particularmente positivo en el caso de los dos últimos, situados en zonas
fronterizas calientes propicias a todas las infiltraciones. También es positivo
que tenga gobernador bolivariano Apure, escenario de agresiva y bien
pertrechada invasión paramilitar. Caracas, tradicionalmente desgarrada entre
autoridades divergentes en su puerto, su alcaldía y su zona mirandina, puede
ahora desarrollar planes e iniciativas coherentes e iniciar el proceso hacia su
indispensable unificación territorial e institucional.
5
Sensible es la victoria opositora
en Zulia, estado fronterizo con la mayor demografía y desarrollo económico del
país, con personalidad e idiosincracia propias. Tanto la región como su
capital han sido perdidas y ganadas por el bolivarianismo en diversas
oportunidades; está por delante una intensa tarea para recuperar sufragios.
En Cojedes, Acción Democrática gana por fin de nuevo una
gobernación, apenas 31 años después de que su dirigencia se entregó al
neoliberalismo. Da qué pensar. En Nueva Esparta se han adelantado todas
las políticas de Zona Franca o de Zona Especial y economía de garito que
se anuncian como mágica redención para el resto del país. Mágicamente, lo que
parecen haber fraguado es la derrota del PSUV. Tahúr no cree en socialismo; es
peligroso que los socialistas crean en tahúres.
6
Informa el CNE que la oposición
obtuvo 4.429.157 votos, 51,3% del total, y el bolivarianismo 3.722.356, el
45,7%. Desunión, rencillas internas y sobre todo falta de planes coherentes
impidieron a los opositores traducir ese caudal en poder efectivo.
Programas confusos, ambiguos, contradictorios, palpablemente falsos o
divorciados de las prácticas reales acarrean dispersión y
desperdicio de votos.
7
¿Se respetarán los resultados? He
señalado que quienes más abominan de los comicios son quienes más creen en
ellos. En vísperas de la elección para Asamblea Constituyente, nuestro país era
un avispero, con pandillas conflictivas cerrando calles y quemando vivos a
ciudadanos que se les antojaban chavistas. Los más de ocho millones de votos
por la Constituyente cayeron sobre la violencia frenética como un balde
de agua helada. Aunque en público desacreditaron los resultados, en privado
guardaron sus yesqueros y bidones de gasolina para mejor ocasión. Jorge
Rodríguez señala acertadamente que “está apareciendo otra opción opositora,
diferente del extremismo”, posiblemente orientada hacia los liderazgos de
quienes ganaron parcelas electorales reales en el país y no hacia fantoches
fraguados en Washington. Sin duda que Joe Biden seguirá creyendo a pie
juntillas en los 22.000 votos certificados por el Consejo Nacional Electoral
que antaño eligieron a un ex diputado que él confunde con un presidente, y
rechazará los 8.151.793 certificados actualmente por el mismo organismo
que designan las nuevas autoridades. En vano será que siga reconociendo
presidentes de papel y embajadores de papelillo: las autoridades efectivas en
Venezuela no son otras que las elegidas por los venezolanos. Apenas el
Secretario Anthony Blinken se atreve a declarar que “el acoso a los opositores,
la censura a los medios y otras tácticas antidemocráticas aseguraron que las elecciones
del 21 de noviembre no fueran ni libres ni limpias”. Obsérvese que tacha
supuestos procedimientos anómalos de campaña: no se atreve a cuestionar
resultados. Por el contrario, el Informe de la Misión de Observadores de
la Unión Europea destaca que "la actual administración del CNE ha sido la
más equilibrada que ha tenido Venezuela en los 20 años", y Jordi Cañas,
jefe de la delegación del Parlamento Europeo, aprueba como positivo el correcto
funcionamiento de la votación electrónica". Se acabaron los autoelegidos
que sólo sirven para robar bienes de Venezuela situados en el exterior.
8
En nuestro país en 22 años se han
desarrollado 29 procesos electorales. Nunca se puede decir que en un país hay
demasiada democracia, pero el ritmo de consultas, que llegaba a una y un tercio
por año, por momentos perturbaba el desarrollo de la vida normal. La Mega
Elección facilita un lapso de cinco años sin premuras comiciales. A
aprovecharlo todos.