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En julio de 1811 los habitantes de la Provincia de Caracas viven en la ambigüedad. El 19 de abril del año anterior habían depuesto y exiliado al gobernador español Emparan, pero con el pretexto de preservar los derechos del rey Fernando VII, que había abdicado. Dos asambleas intentaban fijar el rumbo del naciente cuerpo político: el Congreso Constituyente de Venezuela, integrado por representantes de las provincias de Caracas, Barcelona, Barinas, Cumaná, Margarita, Mérida, y Trujillo, que debatían la necesidad de constituir una Confederación antes de decidir, y la Sociedad Patriótica, club de exaltados independentistas sin representación política a quienes algunos acusaban de querer convertirse en Congreso de facto. En Venezuela coexisten una Colonia que no acaba de morir y una Patria que no acaba de nacer. El 3 de julio el joven Simón José Antonio de la Trinidad Bolívar zanja la cuestión en la Sociedad Patriótica con contundentes palabras: “No es que hay dos Congresos ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad de la Unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva, para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad”.
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Mientras el apasionado joven se desahoga, Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi corrigen un enrevesado borrador. De una vez, aclaran que los firmantes procederán “en nombre de Dios Todopoderoso”. Magnánimos, declaran que “olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países”. Se trata de una cuestión de hecho: “Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo”. Cierto, la cola no puede gobernar al cuerpo. Pero hace falta redondear.
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Al tiempo que Roscio e Isnardi tachan redundancias y expurgan gerundios, el exaltado Simón Bolívar sube el tono de su discurso en la Sociedad Patriótica: “¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviéramos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas ¡Que los grandes proyectos deben prepararse en calma! 300 años de calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana, vacilar es perdernos”.
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El 4 de julio se reúne el Congreso Constituyente de Venezuela en la capilla del convento de Santa Rosa de Lima. Trescientos años de calma se traducen en dudas y subterfugios. El debate sobre la Independencia se pospone hasta decidir si ésta es compatible con la seguridad pública. El día siguiente Juan Bermúdez, de Cumaná y el presbítero Maya, de La Grita, la consideran prematura, y el último añade que sus instrucciones no lo autorizan a votar por ella. Juan Germán Roscio duda “si Venezuela tiene la estatura necesaria y las fuerzas suficientes para el rango que va a ocupar”, pues cuenta apenas con un millón de habitantes, mientras que Estados Unidos aloja tres. El veterano Francisco de Miranda, revolucionario de tres continentes, observa que aunque el territorio estadounidense duplica el venezolano, en sus ciudades no había entonces más luces e ilustración que en Caracas, y que “limítrofe Venezuela con el Nuevo Reino de Granada, que le ha ofrecido ya paz y unión, debe cesar todo temor y procederse a la declaración que todos esperan”.
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Cesan al fin los bizantinos debates. Uno a uno, los delegados independentistas suscriben las partida de nacimiento de un mundo: “Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, damos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional”.
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Son meras palabras, pero el atreverse a formularlas da el valor de defenderlas en la más importante guerra de liberación continental de toda la Historia. Para que nazca lo nuevo debe morir definitivamente lo viejo ¿Trescientos años de calma no bastan? ¿Cuatrocientos años de calma no bastan? ¿Quinientos años de calma no son ya suficientes?
(FOTO/TEXTO: Luis Britto)
Libros de Luis Britto en Internet:
Rajatabla: http://www.monteavila.gob.ve/
Dictadura mediática en Venezuela: www.minci.gob.ve
http://www.facebook.com/Luis.Britto.Garcia
ESTÁN TODAS Y TODOS INVITADOSA LA PRESENTACIÓN DE LA EDICIÓN 17 DE
RAJATABLA
De
LUIS BRITTO GARCÍA
Lobby de la UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Martes 26 de junio
10 a.m.
Fondo Editorial de la Universidad Bolivariana de Venezuela
EL AUTOR REALIZARÁ UN DIBUJO MÁGICO
EN CADA LIBRO DEDICADO
ALGUNAS OPINIONES SOBRE RAJATABLA:
Pero Rajatabla sobresale por la destreza técnica, la eficacia del estilo, la audacia de los propósitos, la asociación hábil de ideas y de anécdotas, la lucidez penetrante, el poder de fantasía, la capacidad de síntesis y, sobre todo, por su victoriosa manera de arrojar ácido al rostro de una civilización ultramoderna, la "pesadilla de aire acondicionado" del viejo Henry Miller, injertada en un universo miserable y neocolonial, infierno de la realidad que el Dante hubiera podido copiar, como proponía Martí, para ahorrarse el esfuerzo de la imaginación. (Eduardo Galeano; “Introducción a Rajatabla”; La Habana; 1970).
De cierta manera, el tono de la cuentística hispanoamericana de 1970-1985 lo establece el venezolano Luis Britto García (1940) con el volumen Rajatabla (1970), premiado en Cuba, como tantos otros tomos de cuentos publicados en este período. A pesar de que parodia una gran variedad de estilos, todos los cuentos son breves y predomina la violencia, tanto dentro del mundo de los guerrilleros como dentro de la sociedad de consumo.(...) Sin pelos en la lengua, los nuevos cuentistas hurgan en las capas más bajas de la sociedad para revelar directa e impasivamente las condiciones de vida y las actividades de los que no están compartiendo los frutos de la modernización (Seymour Menton: El cuento hispanoamericano; Fondo de Cultura Económica, México, 1986, pp. 663-665)
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¿Qué requisitos definen nuestra profesión? ¿Requiero título universitario para ejercerla en los medios? ¿Habría que excluir de ellos a los propietarios, en su mayoría no titulados? ¿La ejercemos ilegalmente los comunicadores pasionales como yo, que desde los catorce años publico ininterrumpidamente en medios estudiantiles o nacionales, clandestinos o legales? ¿Requerirán diploma internecios, blogeros, weberos, twiteros, comunicadores comunitarios, libres y alternativos?
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¿Cómo se forman nuestros colegas? La Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central no ofrece especializaciones sobre la trama de la comunicación contemporánea: Redacción de guión, Publicidad, Mercadeo, Periodismo digital o Audiovisual, Edición. En cambio mantiene costosos cursillos relámpago que venden títulos de locutor a no profesionales. Institutos privados imparten todavía más costosos postgrados en algunas de esas disciplinas. Lo costoso es la norma.
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¿Cómo juzgan nuestros comunicadores la profesión? Hace décadas docentes universitarios redactaron contundentes críticas sobre nuestros medios, mantenían publicaciones para analizarlos. O los medios actuales son perfectos, o la tinta crítica se ha secado. La deconstrucción mediática ha pasado a outsiders como Mario Silva, Miguel Ángel Pérez Pirela o quien esto escribe. Tampoco es relevante la producción de textos formativos. Escribí hace décadas el Manual de Estilo para un cotidiano. Debí recurrir fundamentalmente a bibliografías foráneas. El inestimable trabajo de Olga Dragnic sigue siendo la principal referencia para las nuevas generaciones. Desaparecieron gran parte de las revistas sobre la materia. Apenas el jesuítico Centro Gumilla mantiene Comunicación.
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¿Cómo trabajan nuestros comunicadores? Encuesta realizada por José María Aguirre reveló un desempleo profesional de 33,3%. Los empleados padecen prácticas de tercerización laboral y de despido periódico para evitar acumulación de prestaciones. Con igual finalidad los patronos les exigen constituirse en personas jurídicas ficticias, que no tienen derechos laborales. O a cobrar con facturas del Seniat para disfrazar una relación laboral como trabajo a destajo. Las remuneraciones son bajas, y las de las colaboraciones free lance, insignificantes. Poco hace por sus agremiados un Colegio de Periodistas que pasó una década sin elegir nuevas directivas, o un Sindicato Nacional de Trabajadores de Prensa que aceptó el despido masivo de medio millar de comunicadores luego del cierre patronal de 2002-2003, y las sucesivas oleadas de cesantías.
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¿Cuál es la función de nuestros comunicadores? Líderes y partidos políticos opositores se reconocen desacreditados, y sostienen que los comunicadores son los nuevos actores políticos ¿Actores políticos contratados por empresarios? ¿Actores políticos que no son elegidos, ni escogen democráticamente sus dirigencias ni sus programas, en desacato de la Ley de Partidos Políticos? ¿Actores cuya línea editorial es la aprobada por propietarios e impuesta por jefes de Redacción? Para 2003 Marcelino Bisbal verificó que apenas dos diarios mantenían un relativo equilibrio informativo. Gremios de comunicadores han publicado remitidos donde separan su posición política de la de la empresa donde trabajan.
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¿Deben los actores políticos autodesignados limitarse a criticar al poder político, lo cual es su derecho mientras lo hagan con veracidad? ¿Son igualmente críticos con las empresas, sus prácticas y sus productos? ¿Tenemos publicaciones como el Consumer´s Report, de Ralph Nader, que defiendan a los consumidores? ¿Columnas o programas que en lugar de enjuiciar a políticos desmonten ofertas comerciales engañosas, esquemas de financiamiento usurarios, ganancias exorbitantes? ¿Se ejerce la crítica de los medios desde los propios medios? ¿Se es capaz de ver la viga en el ojo propio antes que la paja en el del vecino? ¿De no confundir el amor con el amo?
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¿Cuál es la relación del comunicador con la ley? ¿Es aceptable el síndrome del motorizado, que se considera por encima de toda regla salvo la solidaridad automática con el infractor? ¿La libertad de expresión incluye la de mentir? ¿La de acusar descaradamente de corrupción administrativa a un menor de once años, fallecido trece años antes? ¿La de inventar muertos que están vivos, y pontificar que el agua contaminada produce Alzheimer? ¿La de publicitar golpes de Estado como artículos de consumo? ¿La de ejercer con desenfado el racismo y la discriminación social? ¿La de asumir todos los poderes sin ser elegido para ninguno, y legislar, ejecutar y sentenciar por cuenta propia? ¿La de violar sistemáticamente la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, acribillando los programas de prohibida publicidad por inserción y por emplazamiento, excediendo todos los límites del espacio publicitario, elevando el volumen durante la emisión de las cuñas? ¿La libertad de mantener un perpetuo final de fotografía entre el cúmulo de infracciones y la incapacidad de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones para proteger al público? ¿La de desacreditarse desacreditando? Son demasiadas preguntas para un día. Quizá el Día del Periodista sea la ocasión para contestarlas, o por lo menos plantearlas.
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Libros de Luis Britto en Internet:
Rajatabla: www.monteavila.gob.ve
Dictadura mediática en Venezuela: www.minci.gob.ve
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