Luis Britto García
A todas las criaturas deslumbrantes, cada vez más luminosas. Su Despacho.
Les habla el que
nunca osó acercárseles, hablarles, tomarlas de la mano.
Avergonzado me
excuso de haberlas privado de la adulación que se merecen y de la ligera
vanidad de rechazar a un insignificante.
Sí, soy aquél
que tanto las miraba a los labios sin
escuchar lo que decían.
Soy el que
siempre se sintió despojado de todo mérito ante tu paso airoso de
pletórica de ti misma.
Soy el cobarde
que se limitó a soñar sin arriesgarse a avasallar por asalto la fruta
prohibida, por no irle al fin descubriendo peros,
fallas, limitaciones, cotidianidades.
Nunca tuviste
más armonía, sensualidad ni gloria que
en el instante fugaz en que te deseé y no me atreví a decírtelo.
Quizá me
recuerdes sólo como aquél a quien concediste un segundo de gracia antes de
retornar hacia el Paraíso de ti misma.
Hay quien cuenta
sus conquistas pero también quien cuenta sus enamoramientos sin importarle si fueron victorias o derrotas.
Te vi en todo
tumulto, viaje, curso, fiesta, lecho una sola noche compartido.
Quizá ni una
palabra intercambiada, a lo mejor ni una mirada, los ojos siempre bajos para no
cegar con el fulgor de tu presencia.
A la
importunidad de mi pasión remota no
añadiré el insulto de la preferencia: todas y
cada una son impares en la democracia de mi idolatría transustanciada
por la distancia.
Perdóname la certidumbre de que eres la única criatura
capaz de rescatar el mundo de la plaga del aburrimiento.
Nunca fuiste más
bella, sagaz ni imponente que cuando te
idolatré de lejos sin que lo sospecharas o fingiendo que no lo sospechabas.
Podrá el tiempo
injuriarte sin dañar la perfección que
entreví al nunca más verte.
No importa que
todo sea un espejismo creado por la vida para reproducirse.
Sabes que me
dirijo a ti aunque no me recuerdes.
No sé si hay
Dios, pero he visto al orbe como tumulto
de Diosas.
No sé qué más decir. Nunca supe. Pero sepan.
MÉTODO PARA
DISCUTIR DEL DIENTE ROTO
La proliferación
de redes sociales agrava, al exhibirla, la nulidad de los Diente Rotos congénitamente
incapacitados para concebir argumentos y que sin embargo suspiran por hacer ruido. A ellos van dirigidas las consideraciones
siguientes.
Ante todo nada
de razonar. En lugar de destruir pruebas, destruir a quien las presenta, y para
ello nada como las descalificaciones que se intercambian las chicas al debatir
cuestiones trascendentes, como el maquillaje: estúpida, horrible, insensata, envidiosa,
trasnochada.
Manera infalible
de desacreditar al adversario es
calificarlo de “fobo”. Digamos que usted está seguro de que la tierra es plana.
Al infeliz que sostenga lo contrario se lo puede aniquilar llamándolo “planófobo”.
Quien se empeñe en sostener que la tierra es esférica tiene mil argumentos irrefutables. En cambio,
si lo hace porque está aquejado de fobia,
es víctima de pulsión elemental, rechazo
irracional, perturbación indominable; es
un enfermo, un caso clínico, un hidrófobo: para qué examinar sus argumentos si no
es dueño de sus actos.
El tercer gran
recurso de las mentes primarias es motejar al contrario de “negacionista”. Allá
el antipático que tiene todas las razones del mundo para sostener que la tierra
es esférica; después de que usted lo llame “negacionista de la tierra plana”
estará aplanado. El negacionista es negativo; es un malcriado, un antipático, no
hace más que llevar la contraria; se reduce a rechazar una cosa tan fácil de
creer sin argumentos como que la tierra
es plana. Ya sabemos que basta con que alguien niegue un infundio para que éste
sea verdad, y al mismo tiempo se pueda negarlo a él.
Si las estrategias expuestas le parecen muy complicadas, simplemente
califique a su adversario de “anti”. El “anti” no es nada; sólo se define por
su contrario. Ser sólo “anti” suena malísimo, por horrible que sea aquello a lo
que se opone. Por ejemplo, anticuado, antipático, antinazi, anti imperialista.
A todas estas no se le ocurra ni por asomo
examinar los argumentos de aquél a quien usted descalifica. Pensar produce
cansancio. Eso requiere razonar o
investigar, actividades que como usted jamás ha ejercido puede que lo dejen en
ridículo.
Si por
casualidad advierte usted que no tiene razonamientos para apoyar lo que
sostiene, recurra al salvavidas del embaucador: “Espero pruebas en contrario”.
P robar que el Coco existe es
imposible, pero mucho más difícil es probar
que no existe. Siempre es bueno omitir que la carga de la prueba corresponde a
quien afirma algo, y no a quien duda.
No olvides
aplicar todas esas estrategias al sostener, por ejemplo, que es lícito dejar
que un niño muera de hambre.
Nunca perderás
una discusión ni ganarás una idea.
NUEVAS APP
Un diluvio de
nuevas App pugna por insertarse en nuestros dispositivos informáticos con consecuencias imprevisibles.
Hay por ejemplo
una App que permite comunicarse con uno mismo. Si tomamos en cuenta el deslave
de vacuas preocupaciones y de informaciones vacías que nos atropella desde hace
años, será sorprenderte reservar un tiempo para contactar con el desconocido
que es uno, escuchar las propias opiniones, evaluar lo que se es y lo que nunca
se pudo.
Otra diferente
App habilita comunicarse con nuestro ser preferido y a lo mejor decir que lo
queremos.
La más peligrosa
de las App posibilita hacer contacto con la naturaleza, sentir el mérito de
tanta vida silenciosa sin más destino que crear más vida mientras espera la Nada.
Alguna App
facilita comunicar con el silencio.
Otra permite
contactar con la Nada. No se vuelve a
saber de los usuarios. La única forma de conocer los efectos de ella es
probándola.
VISITA AL PAÍS
DE LOS SUEÑOS PERDIDOS
Las ilusiones
como los amores mueren y perviven sólo como recuerdos.
Mil religiones
pasaron y subsisten apenas en la promesa
de sus Paraísos insípidos.
Enmohecen las arquitecturas
heroicas de las revoluciones edificadas con sangre sobre las arenas movedizas
de las traiciones y las claudicaciones.
Se disuelven las inconmensurables ciudades de las utopías, y con ellas los pueblos que han dejado de soñarlas.
PD La Universidad de las Artes me confirió el título de Maestro Honorario. Distinción más honrosa pues se otorga por el trabajo de toda una vida.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO