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Barack Obama se considera con
poderes para asegurar que “el pueblo de Venezuela pueda determinar su propio
destino libre del tipo de prácticas que todo el hemisferio ha dejado atrás”, y
no reconoce el triunfo de Nicolás Maduro. El candidato derrotado introduce
demanda de nulidad ante el TSJ, y en prueba de que no respeta al CNE ni tampoco
al más alto juzgado de la
República , de una vez
declara que “Si estos magistrados no quieren
responder vienen las instancias internacionales”. Son las mismas que
invocó el golpista Carmona Estanga en el decreto con el cual derogaba la Constitución ¿Habrá mejor sitio para acudir que ante instancias
financiadas por Estados Unidos?
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En efecto, no
hay entes jurisdiccionales más patrocinados
por EEUU que la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana
de los Derechos Humanos de la OEA ,
la cual recibe 54% de su presupuesto de la potencia norteña. El presidente Rafael Correa denunció que países que no han
firmado la Convención Americana
y que por lo tanto no están sujetos a la CIDH , como Estados Unidos y Canadá, y ONGs
radicadas en ellos costean el 96,5% del Presupuesto de ésta.
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Quien
paga la música elige la canción, y la
CIDH baila al ritmo que sus patrocinantes le tocan. Como
coreando a su patrocinante Obama, el 10 de mayo la Comisión instó a Venezuela a "adoptar de manera urgente
todas las medidas que sean necesarias a fin de garantizar los derechos a la
vida y a la integridad personal, así como los derechos políticos, el derecho de
reunión y los derechos a la libertad de asociación y libertad de expresión en
este contexto". Por si faltaran dudas de la parcialización, consideremos
que en el sangriento período entre 1969 y 1998, cuando hubo campos de
concentración y masacres como las de Cantaura, Yumare y el Caracazo, tramitó apenas 6 casos contra Venezuela, uno de ellos incoado
por el terrorista Posada Carriles. En cambio,
entre 1999 y 2011 tramitó 63
casos. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos no exhibe mejor
prontuario. Entre 1981 y 1998 resolvió sólo 1
caso contra Venezuela, el de la masacre de El Amparo. Pero entre 1999 y
2011 sentenció 13 y tramita 11 más: 23 casos contra nuestro país. Ni la CIDH ni la Corte acordaron ninguna
acción ante el golpe del 11 de abril de 2002.
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Vale la pena
hacer memoria sobre este encarnizado prejuicio contra nuestro país. En su
Informe para el Examen Periódico Universal 2011, la CIDH nos acusa en 233
párrafos. En 205 trata sobre casos en
los cuales no se han agotado los recursos internos, por lo que no se los puede
llevar ante la jurisdicción externa. En 225 párrafos no especifica hechos tales como nombres,
fechas, lugares ni otros datos indispensables para que una acusación sea
admitida. En 182 casos, juzga sobre suposiciones de hechos futuros e inciertos,
que “podrían” acontecer. En la casi totalidad, se funda en rumores o recortes
de prensa, que ningún tribunal digno de tal nombre acoge como prueba. Hasta veta proyectos de leyes, cuya sanción depende
única y exclusivamente de la soberana voluntad popular, y no de una oficina de
Washington. Fundándose en esta masa de acusaciones fraguadas, nos incluye en
una “IV Categoría” de países con graves problemas de Derechos Humanos,
acompañados sólo por Cuba, Honduras y Haití.
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Al tribunal
de los fariseos se lo conoce por sus sentencias. El 10 de enero del año pasado escribí que a instancias
del terrorista Tor Halvorsen “La Corte Interamericana
contradijo la decisión venezolana que
inhabilita a un corrupto para candidatearse. Igual puede pretender inhabilitar
a quien gane las elecciones del 2012, o decidir quién las ganó”. Exactamente en
esa situación estamos un año después. La oposición pretende que tribunales
extranjeros financiados por Estados Unidos, y no el pueblo venezolano, decida
quién debe gobernarnos.
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¿Qué éxito puede tener esta demanda temeraria?
Jurídicamente, ninguno. Establece el artículo 1 de la Carta de la OEA que los países adhieren a
dicho ente para “lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su
solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad
territorial y su independencia”. Mal podría una Corte de la OEA acabar justamente con la
independencia y soberanía de países miembros. Para el caso de que tratara de
hacerlo, la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en
sentencia de 15 de julio de 2003 declara
que decisiones de órganos jurisdiccionales extranjeros no son aplicables en
Venezuela si violan la
Constitución : “Planteado
así, ni los fallos, laudos, dictámenes u otros actos de igual entidad, podrán
ejecutarse penal o civilmente en el país, si son violatorios de la Constitución , por lo
que por esta vía (la sentencia) no podrían proyectarse en el país, normas
contenidas en Tratados, Convenios o Pactos sobre Derechos Humanos que colidiesen
con la Constitución
o sus Principios rectores”.
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Tampoco podrían la CIDH ni la Corte Interamericana
admitir tal demanda de inmediato, pues según el artículo 46 de la Carta Interamericana
de los Derechos Humanos, “1.
Para que una petición o comunicación presentada conforme a los artículos 44 ó
45 sea admitida por la Comisión , se requerirá: a) que se hayan
interpuesto y agotado los recursos de jurisdicción interna, conforme a los
principios del Derecho Internacional generalmente reconocidos”. Y desde el 10 de mayo de 2012 nuestra Asamblea
Nacional acordó la denuncia de la Convención Americana ,
pero sólo tras inexplicable e inexcusable retraso se comunicó el 6 de
septiembre dicha decisión a la
Corte. Ante ésta sólo se pueden interponer recursos durante
un año tras la denuncia. De no ser por el saboteador retraso, ya estaríamos
libres de esa pesadilla. Pero declara en el
diario La Verdad del 27-4-1013, el constitucionalista José Vicente Haro que “el
camino de la impugnación es largo. Una sentencia definitiva podría demorar
hasta un año“. Antes de ese plazo, el 6 septiembre de 2013 estaríamos
enteramente fuera del poder del tribunal de los fariseos. Que así sea.
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La justicia es ciega, y el prejuicio también.
Ante la Corte Interamericana
están introducidas las demandas de RCTV contra la no renovación de su
concesión; la de Allan Brewer Carías para deslegitimar a los tribunales
venezolanos y la anunciada del candidato perdedor para anular las elecciones
presidenciales. Toda una triple ofensiva
para deslegitimar a los poderes Ejecutivo, Judicial y Electoral. El órgano
encargado de defendernos, la
Agencia del Estado para los Derechos Humanos ante los
Organismos Internacionales a veces padece cuatro meses de tardanza antes de que
se pague a su personal, en otros casos no ha podido asistir a audiencias por providenciales retrasos en
la entrega de viáticos. El presidente Nicolás Maduro declara que "La
cuestionada y desprestigiada CIDH vuelve a arremeter contra la democracia y el
pueblo venezolanos. Una vez más la rechazamos y repudiamos". Para que ese
repudio se haga efectivo, es necesario dotar de medios a nuestros defensores. Se avecinan graves
batallas jurídicas, y no podemos acudir a ellas desarmados.
(TEXTO/FOTOS:
LUIS BRITTO)
http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com
bibliografía del autor:
http://luis-britto.blogspot.com
Baje los libros de Luis Britto en Internet:
Rajatabla: www.monteavila.gob.ve
Dictadura Mediática en
Venezuela: www.minci.gob.ve
Socialismo del Tercer Milenio: http://www.monteavila.gob.ve/mae/pdf/socialismo-tercer-milenio.pdf