Discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa de
la Universidad Simón Bolívar- Segunda Parte
Luis Britto García
En la Guerra de Todos contra Todos, Ciencia y
Tecnología presentan desarrollos contradictorios, sin ofrecernos instrumentos para comprenderlos ni
controlarlos:
Inabarcabilidad. Cuando Aristóteles, se reconocía como casi imposible
que una persona dominara todo el
conocimiento disponible en ese entonces. En la actualidad, no se puede ni
siquiera atisbar el que comprende una especialidad, y mucho menos la
vinculación de ésta con el universo de los saberes. Sólo sabemos que ignoramos lo
que conocemos. Urgen síntesis que integren las ramas del conocimiento científico
entre sí y con el Todo.
Irreversibilidad. Decía Nietzsche que el hombre es un puente tendido
sobre un abismo: peligrosa travesía, peligroso detenerse, peligroso volver
atrás. No se puede parar el avance del conocimiento científico, y mucho menos
revertirlo. Los pactos o moratorias en tal sentido siempre serán violados. Tan
imposible es retrogradar el progreso científico hasta la Edad de Piedra como
detenerlo, o dejarlo avanzar irresistiblemente en aras de lo que Oswald
Spengler denominó “cultura fáustica”: la idea de que toda fuerza ha de ser
utilizada hasta su agotamiento, todo poder hasta sus últimas consecuencias. Debemos
desarrollar pautas para aventurarnos
como ignorantes en lo desconocido.
Incontrolabilidad. El dominio del conocimiento no implica el de sus
aplicaciones. Investigar la Ciencia no
es dominar la técnica. Cada nuevo descubrimiento genera un efecto dominó, a
veces no sólo impredecible, sino también nefasto. En la civilización de la Guerra de Todos contra
Todos, herramientas de la ciencia y la tecnología contaminan las fuentes de la
vida, agotan energías no renovables, concentran la riqueza en un número
insignificante de manos, posibilitan
suplantar parcial o totalmente la humanidad por máquinas pensantes, propagar
plagas letales, incinerar mil veces el planeta.
Apropiabilidad. Todo conocimiento viene de otro y genera a su vez uno
nuevo. Así como la plusvalía es expropiada al trabajador, la Ciencia es expropiada a los
investigadores, quienes en la mayoría de los casos no pueden decidir sobre su
aplicación. El saber surge de ininterrumpidos procesos de acumulación social,
pero es confiscado para uso exclusivo de monopolios o Estados. El poder sobre el conocimiento es
poder sobre lo económico y social, que engendra y perpetúa clases, castas, élites,
oligarquías, marginalidades, tiranías.
Autoagotamiento. La aplicación incontrolada de la técnica consume los
mismos recursos que la posibilitan. Fuentes autorizadas como la Agencia
Internacional de la Energía y British Petroleum predicen el agotamiento en cuatro o cinco
décadas de la energía fósil que provee
el 80% del consumo energético mundial. Igualmente limitadas son las reservas de
otros recursos estratégicos. De no ser aplicado un nuevo
paradigma civilizatorio, las potencias que ejercen la hegemonía planetaria gracias a su consumo librarán devastadoras guerras por sus remanentes, para enfrentar luego el
colapso civilizatorio.
Mímesis. La Ciencia, fruto del conocimiento, aborda la tarea de generarlo: vale decir, la progresiva suplantación del trabajo intelectual humano por el de máquinas inteligentes. The Future of Jobs Report 2023 del World Economic Forum señala que 34% de los trabajos están ya automatizados, que se espera que para 2027 lo estén el 47%, y que el 75% de las compañías encuestadas planea adoptar la Inteligencia Artificial (https://www.weforum.org/press/2023/04/future-of-jobs-report-2023-up-to-a-quarter-of-jobs-expected-to-change-in-next-five-years).
Bajo un esquema
de juegos suma cero ello implica en pocas décadas la automatización de la casi totalidad
de los empleos. Pues los artificios informáticos no sólo desempeñan con menor
costo y mayor precisión tareas sencillas: actualmente aventajan al ser humano en ejecución de diagnósticos médicos, análisis de documentos jurídicos, composición
de piezas musicales, redacción de textos difícilmente distinguibles de los
redactados por humanos.
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El desarrollo de las Ciencias Exactas crea e
intensifica exponencialmente estas contradicciones, sin que exista un paralelo
desarrollo de las Ciencias Sociales capaz de controlarlas ni conciliarlas.
Vivimos en las superestructuras creadas en el siglo XIX por la máquina de vapor:
liberalismo económico y socialismo científico. De un cuanto no podemos extraer
otra ética que la Indeterminación. Ya que resultamos de procesos ciegos de la Naturaleza, nos
corresponde desarrollar una visión de nuestro sitio en ella. En otras palabras,
humanizar la Ciencia y hacer Científicas las Humanidades.
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La ciencia es el código genético de un modo de producción. Lo que
amenaza hoy a la humanidad no es el avance científico y tecnológico, sino los
fines competitivos y devoradores que les asigna el capitalismo. Sistemáticamente
sacrifican naturaleza y seres humanos al dividendo, porque éste es el Alfa y el
Omega de un estilo civilizatorio.
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Si la Ciencia nos ha cercado con un laberinto, en la Ciencia debemos
buscar las alas para sobrevolarlo. John von Neumann, uno de los creadores de la
Teoría de los Juegos, formuló el modelo de los llamados juegos suma cero, donde la ganancia de una
parte equivale a la pérdida de la otra y el final de la partida es la
destrucción del contendor menos fuerte. (Heims: 1986, 15). Fanático
de la proliferación de artefactos nucleares, de los que opinaba “no creo que
ninguna arma pueda ser demasiado grande”; Neumann en 1950 manifestó “si ustedes
dicen que por qué no bombardear mañana, yo digo que por qué no hoy. Si ustedes dicen que por qué no a las
cinco, yo digo que por qué no a la una”(Heims: 1986, 211). Afortunadamente, del pensamiento científico que se complace en
estos juegos macabros podemos extraer
asimismo estrategias salvadoras.
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Estamos en los umbrales de un nuevo modo de
producción. La Ciencia ofrece la
posibilidad técnica de hacer avanzar ilimitadamente el conocimiento y satisfacer las necesidades fundamentales del
género humano sin destruir la naturaleza; para ello sólo debemos transformar un
modo de producción fundado en la tasa de ganancia y la competencia destructiva en
otro dedicado al beneficio mutuo de la humanidad y de su entorno. Como
lo demostró Edward O. Wilson en su medular
trabajo Sociobiology, the new synthesis, en la selección natural tan
decisiva como la lucha es la cooperación dentro de las especies y entre ellas (Wilson, 1976). La vida no es sólo despiadada guerra de todos
contra todos: por el contrario,
células, individuos, especies e incluso reinos de la naturaleza no
sólo no se agreden innecesariamente, sino que además colaboran entre sí en
complejas tramas sin las cuales no sería posible la existencia. En el ámbito
humano, matemáticos como John Forbes Nash demostraron que son posibles juegos
de estrategia cooperativos de mutuo beneficio.
La salvación de la humanidad y de la naturaleza depende del abandono del
paradigma de la competencia suma cero y la adopción de juegos de equilibrio y de mutuo beneficio.
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FUENTES:
Bacon, Francis (1985): La gran restauración.
Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y el reino humano; Alianza
Editorial, Madrid,.
Davis, M. D. (1971): Introducción a la teoría de juegos. Alianza Editorial, 1.ª edición.
Heims, Steve J. (1986): J. von Neuman y N. Wiener (1 y 2); Salvat Editores,Barcelona.
Hobbes, Thomas (1968): Leviathan; Pelican Books, Middlesex.
Wilson, Edward O. (1976): Sociobiology, the new synthesis; The Belknap Press of Harvard University Press, Harvard.