sábado, 31 de octubre de 2009

FENOMENOLOGÍA DEL PEPA ASOMADO




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Cada vez más se vive sin un plan: existir se vuelve un efecto de presencia. Cuando niños, desde urinarios, pizarrones, cuadernos, desde cualquier superficie susceptible de ser rayada nos vigilaba el garabato del Asomado, ese muñeco que era puros ojos y que a veces sobre el cráneo calvo lucía un pelo único enroscado como una interrogante. El Asomado no tenía expresión, porque se la tapaba el borde desde el cual atisbaba: sus ojos desorbitados y a veces bizcos no pretendían recordarnos su existencia, sino la nuestra, que se desconcertaba al ser contemplada por la Nada. Doblemente se sobresaltaban las niñas acechadas en su pudor por un espía que no contaría nada a nadie. El efecto se intensificaba por algún maligno grafito que proliferaba en los baños públicos: Sonría, lo estamos televisando.
2
Recordada a distancia ¡cuán tranquilizante resultaba la nula presencia de aquél Asomado pintado en la pared, que en su banalidad no pretendía más que enterarse de nuestros actos banales! Faltaba mucho para la invasión del Pepa Asomado, el observador banal que aspira a convertirse en objeto de atención por su mera presencia en un contexto al cual no pertenece. Mientras el Asomado sólo quería mirarnos, el Pepa Asomado ambiciona convertirse en alma de la fiesta que no le incumbe. Mientras el camaleón cambia de color para pasar desapercibido, el Pepa Asomado se infiltra donde nadie lo llama para llamar lo que no puede atraer por sí mismo: la atención. Todo muerto atrae zamuros y todo éxito oportunistas. El hombre de poder convoca pescueceadores gesticulantes hasta que su poder se reduce al gesto.
3
Cualquiera tolera al espontáneo que se tira al ruedo sin saber torear y durante segundos arriesga la cornada. Lo que nadie aguanta es que el ruedo se llene de Pepa Asomados que no dejen salir al toro y además expulsen diestros y aficionados. Ni oportunista ni cuña ni camaleón juntan audiencia por mérito propio. El Pepa Asomado asalta escenarios donde nada tiene que hacer por su incapacidad de crearse uno propio. Su venganza consiste en reducir a su trivialidad los ambientes donde prolifera. En la época de la vacuidad, movimientos, partidos, eventos, mensajes, terminan organizándose para quienes nada tienen que ver con ellos. Se sabe que ha llegado la hora de abandonar una corrida cuando se llena de protectores de los animales, de reevaluar un movimiento revolucionario cuando se inunda de nuevos ricos y empresarios.
4
Está donde no tiene nada que hacer quien no tiene nada que hacer sino estar. Con el Pepa Asomado asistimos a la irrevocable suplantación del Ser por el Estar. El estéril sin obra que se pretende intelectual porque asiste a un bar renombrado compite en efecto nulificador con quien no tiene nombre sino nombramiento. A partir de cierta cota de desempeño, el Pepa Asomado maneja el difícil arte de estar fuera de sitio en cualquier lugar, sobre todo en el que le corresponde. El Pepa Asomado reduce todas las agendas a consideraciones de imagen. Su presencia es representación. El entorno es un aderezo que hace más consumible la superfluidad inerte y como de calorías vacías del infiltrado. El Pepa Asomado aporta a eventos, espacios o instituciones la dosis de vacío que los reduce a la futilidad. Mientras más inclusiva una organización, más carente de significado. Desde el momento cuando cualquiera podía ser adeco o copeyano, terminó no siéndolo nadie.
5
El único arte que el Pepa Asomado domina es el plagio. Todos salvo el creador tienen horror a la página en blanco. Pero no hay como terminar una obra para que de la nada aparezcan millares de autores, adaptadores, firmadores, padres de la criatura y ganadores de indulgencias con escapulario ajeno dispuestos a sacrificarse cargando con el mérito. Quien nada es ni aporta nada no puede permanecer solo porque el vacío tiene horror al vacío. Por tanto, debe sobreimponer su presencia a una obra o un ambiente ajenos para sorberles prestigio con la esperanza de nivelarse con ellos. Sucede exactamente lo contrario: en lugar de prestigiar al Pepa Asomado, el entorno que lo acepta se desprestigia hasta emparejarse con la vacuidad que lo asalta. No hay descrédito como el del jurado que no detecta un plagio o el de la institución que lo alcahuetea. Dice el adagio latino que de la nada, nada sale. Pero puede tragarse a quienes no se defienden contra ella.
6
La publicidad es el género estético Pepa Asomado por excelencia, pues parte del axioma de que para dejar de ser nulo basta con estropear algo bueno. No hay razón que impida que la publicidad sea tan bella, tan entretenida, tan deseable como los programas que interrumpe y estropea. Cuando en Francia prohibieron pasar cuñas en televisión, se hicieron tan inteligentes que yo iba al cine expresamente para verlas. Pero el publicista, como el Pepa Asomado, a falta de calidad apuesta por la saturación. Si algo delata hoy el colapso simultáneo de una industria publicitaria y de una política comunicacional es la diarrea de inserciones ilegales que convierte toda pantalla en letrina audiovisual y en digna imagen excrementicia de quienes las perpetran y de quienes las toleran.
7
Internet, biblioteca infinita, cerebro del mundo, perece a manos del Pepa Asomadismo virtual. El virus es el Pepa Asomado de la Red. Pero incluso si montamos un antivirus feroz que aniquile los Pop Ups que asaltan la pantalla ofreciéndonos casinos o métodos para agrandar los genitales, todavía debemos repeler el diluvio de viudas que ofrecen depósitos de veinte millones de euros en bancos de Camerún, mensajes espirituales que amenazan de muerte si no los reenviamos o polemistas que nos hacen testigos de reyertas que no nos incumben. Inútil será que dediquemos horas a borrarlos buscando una comunicación que nos concierna: como las escobas que ahogan con sus baldes de agua al Ratón Miguelito metido a aprendiz de brujo, por cada uno que suprimimos aparecen mil. Quien nada aporta, se repite. Destacan en ellos invitaciones para Facebook o Hi5, utopías de la nulidad donde los irrelevantes se complacen mutuamente en el Pepa Asomadismo de su irrelevancia. Al invadir el tejido de la Red tejieron una red sin contenido. La capacidad de un medio de transmitir un mensaje es inversamente proporcional a su complejidad.
8
El ambiente musical, la publicidad, la grabación del celular que corta la conferencia, el cintillo con imágenes que impide ver el programa, la valla matapaisajes, la Comisión de Casinos en una Asamblea Nacional Revolucionaria, el paramilitar, el aguafiestas que interrumpe cuando estamos a punto de declararnos, todos comparten tres características: son inoportunos, no invitados, y destruyen el ámbito del cual no se los expulse. El Pepa Asomado no es chiste, incidente ni casualidad: es el mecanismo por el cual irremisiblemente perecen organismos, sistemas, civilizaciones y países incapaces de desarrollar resistencia inmunológica.


Versión en francés:http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com

domingo, 25 de octubre de 2009

BOLÍVAR Y LA DEUDA


Una moneda que veían con más horror que la servidumbre


No hay Independencia sin guerra ni guerra sin armas ni armas sin dinero. La Primera República está tan escasa de fondos, que emite papel moneda sin respaldo, equivalente a una enorme deuda pública. El exiliado Bolívar escribe en Cartagena de Indias el 15 de diciembre de 1812, “El papel moneda remató el descontento de los estólidos pueblos internos, que llamaron al Comandante de las tropas españolas, para que viniese a librarlos de una moneda que veían con más horror que la servidumbre”.

Sin dinero no se hace nada

Bolívar libera Caracas en 1813 con la Campaña Admirable, se retira hasta Cumaná ante los ejércitos realistas, regresa a Cartagena, libera Bogotá, se exilia en las Antillas, lanza en 1816 dos expediciones desde Los Cayos. En esta dura etapa compra armas y pertrechos con créditos sobre su confiscada fortuna. Así, el 11 de diciembre de 1815 desde Jacmel agradece a Robert Sutherland, quien le presta 13.000 gurdas: “Sin Ud., querido amigo, mi expedición hubiera sido algo muy insignificante. Sin Ud. temo que tal vez no hubiésemos podido salir, pues sin dinero no se hace nada, aun cuando se tenga todo lo demás”. Seis días después compra al comerciante W.Doran 5.200 libras de pólvora fina y 29.000 libras de pólvora de cañón, "pagadero sea en dinero o en productos" en Venezuela, y con mercancías de ésta.

A pagarse cuatro años después de reconocida nuestra independencia

El primero de enero de 1817 desembarca el Libertador en Barcelona, el 17 de julio libera Guayana. La máquina de la guerra es insaciable
Bolívar envía a Londres a conseguir empréstitos a Luis López Méndez, quien a partir de 1817 compra a crédito armas y pertrechos, organiza expediciones de voluntarios, y crea deuda por dos millones de pesos; según escribe el Libertador a Páez “todo a pagarse cuatro años después de reconocida nuestra independencia”. Luego, Bolívar encomienda a Fernando Peñalver contratar un nuevo préstamo por 3.000.000 de libras esterlinas, Al llegar a Londres, Peñalver encuentra a López Méndez preso por deudas a causa de la quiebra de un usurero que le había facilitado créditos. Peñalver libra títulos de la deuda a favor del prestamista, logrando sólo incrementar los débitos y liberar a López Méndez.

Los fondos de la República no alcanzan para cubrir siquiera

Primero los usureros trabajan para la República, después trabaja la República para los usureros. La deuda prepondera sobre los gastos indispensables desde el 17 de diciembre de 1817, cuando Bolívar escribe en Angostura a Fernando Peñalver: "Ni el Consejo de gobierno tuvo autoridad para decretar sueldos sin mi conocimiento, ni el intendente general pudo mandar que se abonasen cuando uno y otro están bien convencidos de que los fondos de la República no alcanzan para cubrir siquiera las importantes contratas que se ha celebrado”.

Páguese por los ministros

En el Discurso de Angostura, en 1819, Bolívar dice de los prestamistas: “Estos amigos de la humanidad son los genios custodios de América, y a ellos somos deudores de un eterno reconocimiento, como igualmente de un cumplimiento religioso, a las sagradas obligaciones que con ellos hemos contraído”. Y por Guayana desfilan los amigos de la humanidad: A. Smith; William Carss, Hood y Cía, Thompson, J. Princeps. Bolívar resuelve, tajantemente: “Páguese por los ministros”. J. Princeps es aventajado negociante, que en definitiva se quedará con las ricas explotaciones y haciendas confiscadas por la República a las misiones de Guayana.

La pérdida completa y absoluta de nuestro crédito público

El Libertador manda repartir las tierras de la República entre los soldados en proporción de sus servicios, pero mientras prepara la batalla de Carabobo, el ministro de Hacienda de la Gran Colombia las reparte en vales negociables, y el 17 de julio de 1821 Bolívar le increpa: “Poca previsión se necesitaba para conocer que semejante emisión y circulación de simples billetes iba a causar la pérdida completa y absoluta de nuestro crédito público, así porque era una creación de un papel moneda sin los requisitos, seguridades y fondos necesarios para sostenerlo y acreditarlo, como porque iban a ser propietarios de él hombres que reducidos a la indigencia, se veían en la necesidad de cambiarlo por cualquiera cantidad efectiva que remediase al pronto sus necesidades”. Y añade que los hambrientos soldados han vendido a los usureros sus vales por menos del 5% de su valor. Así fracasa una Reforma Agraria que hubiera evitado cien guerras civiles.

Un caos de horrores, de calamidades y de crímenes

El Libertador gana todas las batallas, sus ministros pierden todas las negociaciones. Mientras libera Ecuador, el 14 de junio de 1823, Bolívar escribe al vicepresidente Santander: “La deuda pública es un caos de horrores, de calamidades y de crímenes, y el señor Zea un genio del mal, y Méndez, el genio del error, y Colombia una víctima cuyas entrañas despedazan esos buitres: ellos devoraron con anticipación los sudores del pueblo de Colombia; ellos han destruido nuestro crédito moral, en tanto que no hemos recibido sino los más escasos auxilios. Cualquiera que sea el partido que se tome con esta deuda, es horrible: si la reconocemos dejamos de existir, si no … el oprobio de esta nación ... infames que la ligue a un yugo ignominioso y mise… Consumiríamos la sustancia de nuestros hijos… abominación haría execrable…No dudo que el erario esté agotado, porque jamás lo hemos tenido”. En 1826 dirige una ironía a Santander, incurso en el negociado del nuevo empréstito, y éste le responde con el intento de asesinato de 1828.

El cáncer de Colombia

Así, para 1826 la Gran Colombia debe 11.039.000 libras esterlinas. Al renunciar a sus poderes en 1830 ante el Congreso constituyente, el Libertador exclama, angustiado: “La deuda pública, que es el cangro de Colombia, reclama de vosotros sus más sagrados derechos” (…)“¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.
¿Doscientos años de cáncer, no bastan?

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Versión en francés: http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com