Luis Britto García
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En Alicia en el País de las Maravillas, de
Lewis Carroll, una benévola Morsa invita a un grupo de almejas a un banquete
del cual serán el plato principal. Al convite de la Morsa se asemejan estas
Cumbres en las cuales un país hegemónico convoca a otros para devorarlos. Oficialmente
las monta la Organización de Estados Americanos, residenciada en Washington, en el antiguo
edificio de la Unión Panamericana, cuyo presupuesto depende en más de 60% del
aporte estadounidense, y a la cual el Ché definió como “Ministerio de Colonias
de Estados Unidos”. En efecto, la OEA esgrime contra todos los países de
Nuestra América una Convención Interamericana de los Derechos Humanos en virtud
de la cual deben acudir anualmente a Washington a ser acusados por una Comisión
Interamericana de los Derechos Humanos y juzgados por una Corte Interamericana
de los Derechos Humanos. Estados Unidos astutamente evitó suscribir la
mencionada Convención, pues ser sentenciado por un organismo internacional
lesionaba su soberanía. Por idéntico motivo la República Bolivariana de
Venezuela, por decisión unánime de todos sus Poderes, se retiró en 2017 de la
OEA.
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Si cupieran
dudas acerca de la orientación de estas Cumbres, basta revisar sus sedes y mandatarios huéspedes. La I sesiona en 1994 en Miami,
“show window” del modo de vida estadounidense, convocada por Bill Clinton,
descuartizador militar de Yugoslavia, Checoeslovaquia
y Haití. La II se reúne en 1998 en Chile, presidida por Eduardo Frei
Ruiz-Tagle, heredero del pinochetismo. La III opera en 2001 en Quebec, alojada
por Jean Chretien, mandatario sumiso a las políticas de su poderoso vecino, y es
sacudida por masivas protestas anti globalización. La IV sesiona en 2004 en
Monterrey, frontera mexicana con la potencia norteña, bajo la presidencia de
Vicente Fox, mandatario identificado con
intereses y políticas de ésta. La V, para variar, sesiona en 2005 en Mar del
Plata, Argentina, bajo la presidencia de Néstor Kirchner, y resulta el gran
fiasco para Estados Unidos. Sus turiferarios llevaron para ser aprobado
“fast-track”, sin examen ni discusión, el ALCA, monstruoso tratado
hemisférico de Libre Comercio que pretendía la entrega masiva al capital
estadounidense de los recursos naturales, estratégicos y turísticos de Nuestra
América, permitía la incondicional exoneración de impuestos de los empresarios
y la eliminación de los derechos laborales y sindicales de trabajadores
latinoamericanos y caribeños. Las delegaciones lo rechazaron de plano. Participación
protagónica tuvo la venezolana,
siguiendo instrucciones del Presidente
Hugo Rafael Chávez Frías.
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Amoscados, los
funcionarios de la OEA tardaron cuatro años en convocar otra Cumbre en 2009, en
la ex colonia británica de Trinidad y Tobago bajo la presidencia del
neocolonialísimo Patrick Manning. Para seguir pisando bajo seguro, en 2012 congregaban otra en Colombia, ocupada por nueve bases militares
estadounidenses declaradas e infinidad de otras disimuladas en sus aeropuertos
y enclaves estratégicos. Para mayor seguridad, la OEA reúne la VII Cumbre en
2015 en Panamá, país secesionado de Colombia por una intervención yanqui, de nuevo sembrado de bases militares
estadounidenses en violación de los acuerdos Carter-Torrijos, dolarizado y presidido
por el también dolarizado Juan Carlos Valera. La Cumbre del 2018 es reunida en la ciudad sede del tristemente célebre Grupo
de Lima, y presidida por Martín Vizcarra, ex vicepresidente del todavía más
tristemente célebre ex Presidente Pedro Pablo
Kuczynski,
depuesto por corrupción.
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Así, se entiende que los
preparadores de la IX Cumbre de las
Américas en 2022 intenten pisar firme convocándola para Los Ángeles (ciudad que
arrebataron a México junto con más de la mitad de su territorio en 1845),
dirigida por su propio Presidente Joe Biden, y sólo con delegados de países que consideran suyos. En
el magistral relato “Confesión de un Ególatra”, Otrova Gomás describe el
banquete que un engreído se dedica, y
cuyo único invitado, previsiblemente, es él mismo. Creyéndose todavía Primera Potencia del Mundo, Estados Unidos sólo
admite debatir consigo mismo, o con reflejos suyos. Así como impone presidentes
auto-elegidos, aspira a una Auto-Cumbre.
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Como en la de Hamlet, en
la locura de la Morsa y de la OEA hay un sistema. La IX Cumbre se convoca para
comprometer a Nuestra América como instrumento en el Holocausto estadounidense
contra Rusia y China. Cada vez que Estados Unidos se mete en un pleito serio,
busca el respaldo del Patio Trasero. Para ello lanzó cuando la Segunda Guerra
Mundial la política del “Buen Vecino”. Nada de invitar almejas que no se dejen
comer, ni países que no se definan como
incondicionales. Por ello, a mucha honra, se excluye del Banquete del Ególatra
a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero no están solas. El Presidente de México, Andrés Manuel López
Obrador, señala: “¿Cómo es que convocamos a una
Cumbre de las Américas, pero no invitamos a todos? ¿Entonces de dónde son los
que no están invitados? ¿De qué continente? ¿De qué galaxia? ¿De qué satélite?
Si hay exclusión, si no todos son invitados,
habrá una representación del gobierno de México, pero no iría yo”. Xiomara Castillo, Presidenta de Honduras, cuyo esposo
Manuel Zelaya fuera depuesto por golpe del Comando Sur, afirma que una Cumbre
no sería tal “si no estamos todas las naciones”. Funcionarios de
Brasil informan que el Presidente Bolsonaro
considera no asistir. El de
Argentina manifestó que asistiría, pero que debían ser invitados todos los mandatarios
de la región. El presidente temporal de la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) manifestó: “Le pido a los organizadores lo que López Obrador ha
pedido: que inviten a todos los países latinoamericanos”. Los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) no
asistirán a la Cumbre si se excluye de la cita a
alguna nación. Y Luis Arce, Presidente de Bolivia, víctima apenas
repuesta de sangrienta intervención de Estados Unidos perpetrada mediante la
OEA, afirmó que “Una
Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de
las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no
participaré de la misma”, pues “si se
desconoce el pluralismo, se ignora el principio de autodeterminación y se veta
la participación de países hermanos”.
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Para el
momento en que escribo, aparentemente no asistirán a la Cumbre los Presidentes
de Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Bolivia, Brasil, Cuba, Dominica,
Granada, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Vicent y las
Granadinas, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, y Venezuela. No han
confirmado asistencia Chile ni Perú.
Con la
unipolaridad, va en vías de extinción la incondicionalidad.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO
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