sábado, 19 de agosto de 2023

EL DOGMA LIBERAL Y LAS CRISIS ECONÓMICAS

 

   1. EL DOGMA LIBERAL Y  NEOLIBERAL 


          Las crisis periódicas

      Desde que hay  capitalismo  hay   crisis económicas: recurrentes, destructivas, cada vez más graves.  Tres soluciones se han propuesto para remediarlas: la liberal, la keynesiana, la socialista. Cada una comporta una posición con respecto al papel del Estado y del Gasto Público.

El liberalismo contra el Gasto Público

La solución liberal,  basada en ideas de Stuart Mill y Adam Smith, rechaza la intervención estatal como perniciosa, la gestión económica de los entes públicos como ineficaz y el  Gasto Público  como negativo, porque amplía la actividad del Estado y  disminuye la ganancia  del capitalista que lo financia con  impuestos. En consecuencia condena la emisión monetaria, el alza de los tributos, el crédito público, las medidas de protección al trabajador y las de estímulo o restricción de ciertas actividades económicas.  El Estado debía ser reducido a su mínima expresión;  la economía, enteramente regida por la Ley de la Oferta y la Demanda. Ante la crisis, había que esperar a que la demanda se reactivara por  creación de un nuevo sector productivo, por una guerra, o por un milagro.

El gasto de consumo del Estado es proporcional al desarrollo

El capitalismo  proclama estas panaceas como dogmas indispensables para el desarrollo y la abundancia. Tal  leyenda es de  falsedad palmaria. Estado y capital siempre han actuado en complicidad y crecido acompasadamente. El uno garantiza al otro la propiedad privada de los medios de producción, la paz laboral y la expansión imperial que asegura recursos económicos y mercados. En los países desarrollados, el Estado protege, estimula y  a veces financia la economía, y consume magnitudes del PIB muy superiores a las que apropian los sectores públicos de los países en vías de desarrollo. Las estadísticas del Equipo Banco Mundial sobre “Gasto de consumo final del gobierno general (% del PIB)” muestran que la participación de los Estados en el PIB no ha hecho más que crecer. Para 1960, la media mundial era de 13,7% del PIB; para 2015, es de 17,1% del PIB. A mayor participación del Estado en el PIB, mayor desarrollo. Para  2015, Alemania   presenta  19,4%, Estados Unidos    14,3%, Japón  20,4 %,  Venezuela  12,01%. Según la misma fuente, los Estados de los Países de ingreso alto tienen en promedio una participación de 18,2% en el PIB; los Países menos desarrollados (según clasificación de la ONU)  el 11,9%. El desarrollo es proporcional a la participación del Estado en el PIB.

El gasto público es  proporcional al desarrollo

El satanizado gasto público es también proporcional al desarrollo. Alcanza 31% del PIB en promedio en los países de América Latina y el Caribe, comparado con 41.5% en los países de la Organización del Comercio y el Desarrollo Económico (OCDE (2016), Panorama de las Administraciones Públicas: América Latina y el Caribe 2017, Éditions OCDE,Paris. http://dx.doi.org/9789264266391-es).  Son más de diez puntos de diferencia.

 

Las crisis del liberalismo


El sistema fundado sobre los falsos postulados liberales de Smith presenta sistemáticamente síntomas indeseables: superproducción que supera la demanda relativa (la de quienes necesitan un bien y disponen de medios para comprarlo) contracción de la demanda absoluta, quiebras masivas, pauperización de los trabajadores,  desempleo. Según apuntó Marx en El Capital: “La marcha característica de la industria moderna, la forma de un ciclo de diez años, interrumpido por pequeñas oscilaciones, de mediana animación, producción a alta presión, crisis y estancamiento, se basa sobre la constante formación del ejército industrial de reserva o población excedente industrial, su absorción más o menos completa y su nueva formación” (El Capital. Capítulo XXIII. Ley General de la Acumulación capitalista. Producción Progresiva de un exceso relativo de población o ejército industrial de reserva. Pág. 459 y ss.).   

A su vez las crisis generan  desastres económicos, políticos y sociales, éstos desembocan en guerras, y éstas a veces en revoluciones. La Soviética y la China surgieron del caos del sistema capitalista  que acompañó la Primera y la Segunda Guerra Mundial, implantaron el socialismo  en vastas regiones, y amenazaron con extenderlo al resto del planeta.   


2. CÓMO SE SUPERAN LAS CRISIS ECONÓMICAS

El gasto público compensador

Para paliar las deficiencias del capitalismo sin desecharlo, surgieron los partidarios del “gasto compensador de la actividad económica” como John Maynard Keynes,  Alvin H. Hansen, Gunnar Myrdal y Harold. M. Groves,  según los cuales el gobierno debe gastar lo que sea necesario a fin de asegurar un alto nivel de ingreso nacional, y para asegurar asimismo el pleno empleo o “full employment”: el uso integral de todos los factores de la producción. Afirman  que en un sistema de empresa privada el sector público puede elevar el nivel de la demanda total incrementando el volumen de los gastos públicos, y en consecuencia alterando el  nivel de ingreso, empleo y precios.  Keynes indica que “al aumentar la utilización de factores, la renta total y real aumenta. La psicología de la comunidad es de tal naturaleza que al aumentar la renta real total el consumo total aumenta; pero no aumenta tanto como la renta. De aquí que los empresarios incurrirán en pérdidas si el aumento total de la utilización de factores se destina a la producción de bienes de consumo. En consecuencia para justificar un volumen determinado de utilización de factores se requiere un monto de nuevas inversiones suficiente para absorber el exceso de producción sobre el consumo de la población a ese nivel de utilización de factores” (KEYNES. John Maynard. General Theory of Employment. Interest and Money. Pp  27 y ss.).

En resumen: adiós a la satanización del Estado y a la condena de su intervención en la economía; bienvenido el incremento de la inversión y el gasto públicos. Aplicando estas políticas ha sobrevivido el capitalismo a duras penas a las gravísimas y sucesivas crisis que él mismo  provocó durante el siglo pasado y el presente. Pero la disolución de la Unión Soviética alejó el miedo al socialismo, y algunos de los más obtusos reaccionarios volvieron a las políticas del liberalismo primitivo, generando la catástrofe que todos padecemos.

 El Multiplicador

John Maynard Keynes expresa el efecto positivo de las inversiones públicas sobre el monto de la ocupación a través de una relación a la cual se denomina “el multiplicador”,  desarrollada por primera vez por el economista R. F. Kahn, y resumida por  Keynes en el sentido de que “si la propensión a consumir en varias circunstancias hipotéticas (juntamente con otras condiciones) se da por conocida y concebimos que las autoridades monetarias u otras públicas tomen medidas para estimular o retardar la inversión, el cambio en el monto de la ocupación será función del cambio neto en el volumen de la inversión”. Según  el mismo resumen, Kahn “pretendía sentar principios generales para calcular la relación cuantitativa real entre un incremento de la inversión neta y el aumento de ocupación total que le acompañará”. De acuerdo con  Keynes, el multiplicador de inversión (k), indica que “cuando existe un incremento en la inversión total, el ingreso aumentará en una cantidad que es k veces el incremento de la inversión”. En su aplicación a las Finanzas Públicas, Harold R. Somers lo define como “el número por el que un incremento inicial de los Gastos Públicos debe multiplicarse a fin de obtener el aumento del ingreso atribuible a esos Gastos Públicos” (HAROLD R.SOMERS: Finanzas Públicas e Ingreso Nacional. P. 54).

El   Multiplicador de la Producción


Esta nueva concepción de la utilidad del Gasto Público no se fundamenta necesariamente en las ventajas  para la comunidad de los bienes o servicios costeados con él. Define la utilidad de tales erogaciones en relación de su eficacia para poner en marcha procesos de producción, no importa cuán estéril pueda ser su resultado inmediato. Así, Keynes  indica que “los gastos ´ruinosos´ (wasteful) de préstamos pueden, no obstante, enriquecer al fin y al cabo a la comunidad. La construcción de pirámides, los terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica impide que se haga algo mejor”. En el mismo orden de ideas,  propone el célebre ejemplo conforme al cual “si la Tesorería se pusiera a llenar botellas viejas con billetes de banco, las enterrara a profundidad conveniente en minas de carbón abandonadas, que luego se cubrieran con escombros de la ciudad, y dejara a la iniciativa privada, de conformidad con los bien experimentados principios del laissez-faire, el cuidado de desenterrar nuevamente los billetes (naturalmente obteniendo el derecho de hacerlo por medio de concesiones sobre el suelo donde se encuentran) no se necesitaría que hubiere más desocupación, y con ayuda de sus repercusiones, el ingreso real de la comunidad y también su riqueza de capital probablemente rebasarían en buena medida su nivel actual”. El economista sueco Gunnar Myrdal opina que “nada es técnicamente más fácil que poner en marcha un auge”, y que esto “podría hacerse, por ejemplo, sembrando billetes de a dólar a manera de abono desde aviones” (GUNNAR MYRDAL: El Reto a la Sociedad Opulenta. Cap. IV. Pág. 78. Fondo de Cultura Económica. México, 1964).

Pirámides, catedrales, ferrocarriles


El que el gasto público fuera aplicado a fines inmediatamente productivos podría, paradójicamente dificultar el objetivo deseado de estimular la inversión privada y el consiguiente proceso económico, por cuanto, como señala Keynes, “desde el momento en que el valor de una casa depende de su utilidad, cada casa que se construya sirve para reducir la renta probable que puede obtenerse de las futuras construcciones y, por tanto, disminuye el atractivo de futuras inversiones similares, a menos que la tasa del interés esté bajando pari passu”. Este contraste entre la inversión directamente productiva y aquella aplicada a un fin sin utilidad inmediata, es planteado por el mismo autor en los términos siguientes: “El antiguo Egipto era doblemente afortunado, y, sin duda, debió a esto su fabulosa riqueza, porque poseía dos actividades: la de construir pirámides y la de buscar metales preciosos, cuyos frutos, desde el momento que no podían ser útiles para las necesidades humanas consumiéndose, no perdían utilidad por ser abundantes. La Edad media construyó catedrales y cantó endechas. Dos pirámides, dos misas de réquiem, son dos veces mejores que una; pero no sucede lo mismo con dos ferrocarriles de Londres a York” (Op. cit. pp. 130 y ss).

Estas medidas que amplifican la intervención económica estatal dentro de límites moderados, constituyen, según Keynes, “el único medio practicable de evitar la destrucción total de las formas económicas existentes”, es decir, del sistema capitalista de propiedad privada de los medios de producción (Op. cit. Cap. 24: Notas Finales sobre la Filosofía Social a que podría conducir la Teoría General. Pág. 364).

Sólo cuando la disolución de la Unión Soviética disipó el temor de los capitalistas por “la destrucción total de las formas económicas existentes”, regresaron éstos a la ortodoxia liberal bajo la forma de  recetario neoliberal que prohíbe  el gasto social, sataniza el gasto público y pauperiza a los trabajadores arrebatándoles una tras otra todas las conquistas de varios siglos de lucha. Bajo tales principios, arrancó un proceso de “desindustrialización” de los países desarrollados que dejó sin empleos a gran parte de su clase trabajadora en aras de una economía dedicada a la especulación financiera y la extrema concentración de capital en las élites. De ello resultan las desastrosas crisis económicas de fines del pasado siglo y de comienzos del presente.

Keynesianismo militar

La aplicación de las ideas keynesianas sacó temporalmente a las economías occidentales del foso en el cual las habían sepultado tanto sus propias dinámicas destructivas como el anatema liberal contra el gasto y la intervención del Estado. Ambas herramientas ayudaron  al capitalismo a sobrevivir a las sucesivas depresiones del sistema, y de paso permitieron una relativa elevación del nivel de vida de los trabajadores. Lamentablemente, también se aplicó un “keynesianismo militar” consistente en provocar guerras para justificar la sobreproducción de bienes que, como los armamentos, “no podían ser útiles para las necesidades humanas consumiéndose”, y “no perdían utilidad por ser abundantes”. Así, de las crisis económicas surgen guerras, y de las guerras, crisis económicas. 

Revolución o Nada

En resumen, nunca se ha salido de una crisis económica aplicando medidas liberales o neoliberales de extrema restricción del gasto público, disminución del circulante y pauperización radical de los trabajadores mediante salarios inferiores al nivel de la subsistencia que paralicen o clausuren la demanda de bienes y servicios. Keynesianismo, Revolución o Nada. Y para los países en vías de desarrollo, mejor Revolución, que  llevó en pocas décadas a la Unión Soviética al estatuto de segunda potencia del mundo, y a China al sitial de primera.


FUENTES:

Sobre los gastos públicos considerados como justificados en la doctrina liberal, véase ADAM SMITH: “La Riqueza de las Naciones”, Libro V, Ingresos del Soberano y de la Comunidad, particularmente el Capítulo I. Editorial Aguilar, Madrid, 1961. V. asimismo: JOHN STUART MILL: Principios de Economía Política; Libro V: De la Influencia del Gobierno; Capítulo I: De las funciones del Gobierno en general; págs. 681 y 22.; y Capítulo X: De las intervenciones del Gobierno basadas en doctrinas erróneas; págs. 782 y siguientes; Fondo de Cultura Económica, México, 1951. Para exposiciones generales sobre la doctrina liberal, se recomienda consultar: EMILE JAMES: Historia del Pensamiento Económico, Parte II, Capítulos II y III, págs. 76 y siguientes;  y Parte III, Capítulo VI, páginas 157 y siguientes, Editorial Aguilar, Madrid, 1961; ROBERT L. HEILBRONNER: The Wordly Philosophers Caps. III y IV, págs. 28 y ss. Simon and Schuster, New York, 1961; BERTRAND RUSSELL: Storia delle Idee del Secolo XIX, Parte III; Biblioteca Moderna Mondadori, Milano, 1961; HAROLD J. LASKI: El Liberalismo Europeo, Fondo de Cultura Económica México, 1961. ALVIN H. HANSEN. Política Fiscal y Ciclo Económico. Fondo de Cultura Económica, 1955.

En general, sobre el empleo del gasto público para compensar los ciclos económicos, se recomienda consultar: GUNNAR MYRDAL: Los efectos económicos de la Política Fiscal; Partes II, III y IV; Editorial Aguilar, Madrid, 1962;  MAURICE MASOIN: Los Gastos Públicos, y KURT HEINIG: Los Gastos Materiales del Presupuesto Público, ambos en el Tratado de Finanzas de Gerloff y Neumark, Editorial BCE, El Ateneo, 1961; KJELD PHILIP: La Política Financiera y la Actividad Económica, Segunda Parte: La relación recíproca entre los ingresos y los gastos del Estado, Cap. IX, págs. 134 y ss, Editorial Aguilar, Madrid, 1955; HAROLD M. GROVES: Finanzas Públicas, Parte 3, Cap. 21, págs. 617 y ss., Editorial F. Trillas, México, 1965; PHILIP E. TAYLOR: Economía de la Hacienda Pública, Cap. III: Gastos Públicos, sus tendencias y su significado, págs. 41 y ss.; Editorial Aguilar, Madrid, 1960; CHALLIS A. HALL, r.: Política Fiscal y Crecimiento Estable; Ediciones Deusto, Bilbao, 1964; EARL R. ROLPH: Teoría de la Economía Fiscal; Cap. V: Bases Monetarias de la Teoría Fiscal, págs. 116 y ss., Editorial Aguilar, Madrid, 1958.

TEXTO/ IMÁGENES: LUIS BRITTO

 

sábado, 12 de agosto de 2023

PROMETEO

 Luis Britto García 

Resumamos el caso a ser estudiado todos los agostos y preferiblemente todos los días de la vida, mientras ésta perdure.

En la mitología griega, el titán Prometeo entrega el fuego a los humanos, por lo cual Zeus lo encadena y lo condena a que sus vísceras sean eternamente devoradas por un ave.

El brillante y progresista físico Robert Openheimer por encargo del complejo militar industrial de Estados Unidos  crea una bomba capaz de incinerar ciudades. Calcinadas  las dos primeras, se pronuncia contra la construcción de armas más destructivas, aboga por un acuerdo para impedir su proliferación, y el gobierno lo despoja de su credencial de seguridad, impidiéndole  por siempre todo acceso a las investigaciones de su especialidad.

Prometeo es alegoría de lo que los antropólogos llaman héroes culturales: los inventores de civilizaciones. El ave, según unos un águila, según otros un buitre, es emblema de aquellos incapaces de crear cultura, que viven devorando a quien la genera y matando de hambre al resto.

Los mitos se repiten eternamente; tenemos la eternidad para aprender de ellos.

No hay más  Dios que quien enciende la llama del conocimiento. Lo único Divino del hombre es la chispa que  alumbra lo desconocido.

Las ideas son la fuerza más poderosa, porque iluminan la forma  de constituir y operar el poder.

Las civilizaciones  son pensamientos materializados.

Intelectual es quien usa la prominencia obtenida en la  generación de ideas para intervenir en el debate público.

Idea es intelección viviente; el ave de rapiña devora al pensador y se aprovecha de ella  porque es incapaz de crearla.

A cada quien su embriaguez: la del intelectual, ver como su pensamiento mueve voluntades.

Dos   atroces rasgos tienen los efectos del conocimiento: que son impredecibles, y que son predecibles.

Trabajar con ideas es tener conciencia de esta dualidad, que  convierte la vida en encrucijada.

María Sklodowska de Curie  no podía predecir que su descubrimiento de los elementos radioactivos le causaría cáncer. Robert Oppenheimer sabía que la atroz arma que confeccionaba destruiría ciudades y que sus cómplices la perfeccionarían para hacerla capaz de destruir la tierra.   

Peca Prometeo por acción al entregar el fuego a quienes lo usarán para el mal y por omisión al callar ante su uso pervertido: todo el que juega a Prometeo pone sus vísceras en riesgo.



Situémonos un instante al lado del Titán encadenado, del ave que  cotidianamente devora sus entrañas.

Dispensemos el lado demoníaco de Prometeo: es él quien nos convierte en humanos al entregarnos el fuego.

Su llama  podría devolvernos a las cavernas, pero sin ella estaríamos  todavía en ellas.

De las manos de Leonardo surgen el Cielo y el Infierno.

Se  gestan de manera perpetua las ideas, y nadie sabe cuál es la que clausurará el mundo.

Einstein escribió una carta al Presidente de Estados Unidos afirmando que los alemanes preparaban un arma capaz de desintegrar ciudades, e instándolo a construir más pronto otra, para los cual lo urgía a controlar los yacimientos disponibles de uranio.

La única excusa del dador del fuego o de la extinción masiva consiste en que si no lo hace él, otro lo hará.

Pero la excusa del otro es la misma, y así todos devenimos demonios.

Pues siempre en el espíritu prometeico hay algo demoníaco, siempre dudaremos y dudará él de su arrepentimiento.

Prometeo claudicante siempre encontrará cómo venderse a quienes explotan su fuego. Werner von Braun, que asestó contra las ciudades inglesas sus bombas V1 y V2, terminó dirigiendo el programa espacial de Estados Unidos. Albert Speer,  el arquitecto del Tercer Reich que con sus campos de millones de trabajadores esclavos prolongó más de dos años la Segunda Guerra Mundial, a fuerza de golpes de pecho fue el único jerarca nazi que purgó condena comparativamente leve y sobrevivió para llevar una vida feliz bien acompañado.

Santos Dumont, el verdadero inventor del aeroplano, se suicidó cuando supo que su invención era empleada para bombardear Rio Grande do Sul.

Calvario ejemplar el de Oppenheimer al recibir cada noche la visita de doscientas mil almas de no combatientes  incineradas por el fuego de su intelecto.

Siempre las relaciones son difíciles entre Prometeo y el Poder que su fuego desencadena, el cual sólo se siente seguro encadenándolo todo.

En lo profundo del alma de Prometeo está la soberbia: la que lleva a Adán a probar la fruta del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal,  impide a Giordano Bruno abjurar ante la hoguera de su doctrina de los infinitos mundos habitados, mueve a Galileo a murmurar para sí mismo “Eppur si muove” ante el tazón de plomo fundido. Molesta  virtud, sin la cual no seríamos hombres, sino ovejas.

Prometeos tranquilos como Charles Darwin incendian el mundo desde un refugio campestre. Iracundos, como  Marx y Engels, lo inflaman desde una buhardilla londinense. Lo  que llamamos Historia Universal, en cuanto constante revolución de la existencia,  no es más que crónica  prometeica.

No debe sentirse tranquilo quien en lugar de jugar con átomos lo hace con palabras o  ideas. Un solo adjetivo logra que América sea Nuestra, una sola figura retórica potencia  las armas de la crítica como Crítica de las Armas.

El crimen por el cual es condenado el Titán no es tanto la  invención del fuego, sino intentar ponerlo a disposición de la totalidad de los humanos para que decidan su manejo. 

Todo iba bien con Oppenheimer hasta que decidió que no se debían construir bombas más poderosas, hasta que propuso una organización internacional para que el género humano evitara ser destruido por ellas.

Todo Prometeo atrae buitres disfrazados de herederos.

Tormento de Prometeo  recibir a cambio del fuego devoradores de vísceras. Tormento de los buitres que no sabrían subsistir sino  devorando entrañas ajenas.

Ahora Prometeo  no sólo entrega a los humanos el poder de destruirse, sino también el de crear seres artificiales conscientes destinados a suplantarnos.

Pesado insomnio el de Prometeo. Profundo sueño el de los poderes fácticos que creen dominar a los hombres devorándolos.

“Tengo sangre en las manos”, dice Oppenheimer a Harry S. Truman. “Él no arrojó la bomba, fui yo”, dice el Presidente.

La prisión de Prometeo es la de nosotros  y su liberación la de todos.

Mirémonos las manos constantemente.




 

sábado, 29 de julio de 2023

BATALLA EN EL LAGO



 

LUIS BRITTO GARCÍA

1

La Conquista y la Colonia impusieron en América la “Concentración de Fachada”: la mayor parte de la población se situó cerca de las costas, al alcance de la subordinación y el comercio con la metrópoli. Sus puntos clave eran y son las ciudades puertos. Usualmente reunían tres elementos: vías de acopio de las riquezas del interior, atracadero oceánico  donde embarcarlas hacia las metrópolis y fortaleza  o configuración natural defensiva contra incursiones piráticas o flotas hostiles.

2

Cumple Maracaibo con estas tres condiciones. Las trochas que bajan de la cordillera andina, y el propio Lago, son vías por las cuales llegan tanto los cultivos de los Andes como los de las riquísimas tierras del Sur y de Cúcuta. Su puerto tiene calado para naves oceánicas;  las estrechas bocas de la laguna y las fortalezas que las defienden son   resguardo contra incursiones hostiles. Durante la Guerra de Independencia, estos rasgos  potencian la importancia estratégica de la ciudad lacustre. No por nada en el armisticio de 1819 el Pacificador Morillo se reserva Puerto Cabello y Maracaibo: sus muelles son cordones umbilicales a través de los cuales puede España enviar tropas, armas, pertrechos.

3

La contundente victoria patriota en Carabobo el 24 de julio de 1821  no significa el fin de la guerra. Entre Carabobo y la Batalla Naval de Maracaibo el 24 de junio de 1823 se libran una cincuentena de combates y escaramuzas de todo tipo entre patriotas y realistas. Quedan  en poder de estos últimos los fortificados  enclaves oceánicos de Puerto Cabello y de Maracaibo. En 1821 una rebelión de su pueblo y de la guarnición pone Maracaibo en manos de la República, lo cual causa la ruptura del armisticio. Pero el 9 de septiembre de 1822 el Capitán General Tomás José Morales, al mando de 14 naves y 1.200 efectivos, captura de nuevo la estratégica ciudad, y  con ella los fuertes de San Carlos y Zapara, que dominan la desembocadura del Lago. Desde este enclave puede, no sólo recibir y albergar flotas de la corona española, sino también armar y dirigir expediciones hacia el resto del litoral, hacia Coro y la región central, hacia el Sur del Lago, Gibraltar y la cordillera andina, y hacia la Goajira y la región Norte y Oriental de la Nueva Granada. Sobre la  incipiente República se cierne el peligro de la Reconquista.

4



Los patriotas han estado mientras tanto concentrados en el asedio terrestre y naval de Puerto Cabello, refugio de las tropas  monárquicas derrotadas en Carabobo. El mando republicano decide liberar Maracaibo  mediante una doble ofensiva, terrestre y naval. Dirige la operación Mariano Montilla, quien encomienda las operaciones navales al general  José Prudencio Padilla, zambo neogranadino a quien llaman “almirante” por su experiencia náutica: militó en la naval española, participó en la batalla de Trafalgar, y luego  acompañó a Bolívar en sus andanzas caribeñas. Las operaciones terrestres están a cargo del general Manuel Manrique.  

5

Morales sale de Maracaibo con 2.000 efectivos a  combatir a Montilla, dejando sólo medio millar en Maracaibo, situación que aprovecha Manrique  para tomar transitoriamente con dos compañías la desguarnecida ciudad lacustre, apoderarse de los víveres y pertrechos acumulados en ella, inhabilitar los cañones, derruir parte de las defensas y retirarse ante el regreso de las burladas fuerzas de Morales, superiores  en número pero ahora debilitadas en subsistencias y armamentos. Falta  rematar la ofensiva destruyendo la flota que apoya a las fuerzas realistas.

6

Si bien las acciones de Manrique y Padilla están perfectamente coordinadas, entre el  jefe de la escuadra realista Ángel Laborde y Navarro y el Capitán General  Tomás José Morales hay serias diferencias. Debilitado por la audaz incursión de Manrique, Morales confía en desquitarse mediante una batalla naval decisiva, que Laborde rehúye alegando que parte de sus buques son mercantes apresuradamente habilitados para la guerra.

7

Mientras los comandantes realistas resuelven sus diferencias, la mañana del  24 de julio de 1823 la flota patriota se despliega ante la monárquica. Según Rafael María Baralt, el zuliano autor de la primera Historia de Venezuela desde el punto de vista republicano, la armada patriota dispone de 7 goletas, 3 bergantines, 85 piezas y 872 hombres y una “fuerza sutil respetable» (de embarcaciones menores), con 15 piezas y 327 hombres. El mismo autor atribuye a los realistas 12 goletas, 3 bergantines, 16 buques menores, 67 piezas, 925 infantes de marina y 497 marineros. La relativa superioridad de la flota monárquica es compensada por el conocimiento de los prácticos patriotas sobre los elusivos bajos  y los cambiantes vientos lacustres.

8
Hacia las cuatro de la tarde  el cambio del viento, previsto por los prácticos de la armada patriota, deja a ésta con  toda la ventaja para maniobrar, pues la brisa la impulsa por la cuarta de popa, mientras que los realistas, con el viento en las proas y la Tierra Firme a popa, sólo podrían avanzar dando bordadas, operación lenta y trabajosa de navegación en zig zag. No les queda otro recurso que comenzar a disparar contra los patriotas mientras éstos se encuentran a distancia, lo cual disminuye la eficacia de las andanadas y los deja temporalmente inermes, pues  recargar cañones y fusiles es operación que para la época requiere mucho tiempo. Los patriotas, siguiendo la estrategia de Lord Nelson en Trafalgar, esperan a estar “a toca penoles”, a la menor distancia posible antes de abrir fuego,  para decidir de inmediato el combate con un animoso abordaje.  Caen arboladuras y velámenes; la humareda de las andanadas cubre el campo de batalla dejando a cada comandante, según la estrategia fijada por Padilla, la decisión de elegir su presa y dominarla. Entre la confusión de la refriega el patriota Independiente captura al San Marcos, el Confianza a una goleta,  las republicanas Manuela, Chitty y la Leona asaltan  a las monárquicas Habanera, Liberal y la Zulia, el Marte aborda a las goletas realistas Rayo, Mariana y María, la Emprendedora ataca a la Esperanza, y el capitán de esta hace estallar el polvorín por no entregarla al enemigo.  Entre los patriotas mueren 8 oficiales y 56 soldados y marinos y quedan 105 heridos.  El bando realista sufre 800 bajas entre muertos y heridos; 69 oficiales y marinos quedan prisioneros. Hacia las seis de la tarde Laborde verifica que la mayoría de sus naves han sido hundidas o capturadas, y a bordo de la maltratada Zulia, la Especuladora y dos flecheras escapa con restos de las tripulaciones hacia Puerto Cabello. Es todo lo que queda de la imponente flota realista de 31 velas.

9

Morales capitula el 3 de agosto;  el 10 de noviembre de 1823 capitula también Puerto Cabello. Ni un solo enclave queda a los realistas en las costas grancolombianas, desde la Guayana hasta Panamá. Puede Bolívar culminar la Campaña del Sur y Sucre la Independencia en Ayacucho en 1824 sin la amenaza de invasiones navales. Tantas muertes fueron para evitar que los extranjeros se apoderaran de nuestros recursos y  tuvieran más privilegios que los nacionales. El Lago vive, la batalla sigue.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO. 


 

lunes, 24 de julio de 2023

MERCENARIOS


Luis Britto  García

Según Clausewitz, la guerra es la continuación de la política. Pero ésta es prolongación de la economía, por lo cual  la privatización de la economía lleva consigo la de la guerra.

El objetivo de toda contienda, advertía Voltaire, es ante todo el robo. Durante siglos  se disfrazaron los conflictos armados con los más extravaganres pretextos religiosos, políticos o ideológicos. Hoy en día, salvo  en las luchas defensivas o las de liberación, que son lo mismo, detrás de cada campaña opera el latrocinio corporativo.

A tal guerra, tales medios. Si se las emprende  para pillar recursos, para explicarlas se puede robar ideas. Decía el irrecusable Maquiavelo que hay tres categorías de tropas: las nacionales, las aliadas y las mercenarias. Serían estas últimas las más costosas, inútiles y  peligrosas, porque sólo se mueven por la recompensa; su único interés es cobrarla,  y  abandonan o traicionan a quien las contrata.

La Hstoria confirma todas y cada una de estas afirmaciones de manera contundente: desde la caída del Imperio Romano a manos de los mercenarios que lo abandonaron, hasta la ramplona huída de los estadounidenses de Afganistán, la circense invasión a Venezuela contratada con Silvercorp y la bufa incursión contra  Rusia cómicamente desorganizada por Yevgeni Prigozhin.

Estados Unidos  eliminó la recluta obligatoria desde su colosal fiasco en Vietnam, pues sus jóvenes se resistían a invadir países desconocidos para ser muertos por patriotas anónimos. Tsam Gurkham, experto en la materia, nos informa que  hoy en día  50% de las personas en el esfuerzo bélico estadounidense son “contratados civiles” (https://www.quora.com/Why-does-the-US-Army-use-mercenaries-though-their-soldiers-are-very-much-capable-of-fight).  Ello quiere decir que más de la mitad de los 1.258.472 efectivos estadounidenses que operan o apoyan sus 750   bases en 70 países son mercenarios contratados a sueldo. O más, pues  mercenario no aparece en estadísticas.

 

Tras amplia encuesta nos explica Gurkham por qué Estados Unidos prefiere usar mercenarios  en lugar de soldados regulares: “Costo: los mercenarios pueden costar más inicialmente, pero permiten ahorrar en enntrenamento y  pensiones posteriores. Vidas: El ejército estadounidense gasta enormes cantidades en formar un soldado, y las pierde si éste muere o es lisiado, en cuyo caso se vuelve una carga; si el mercenario muere, no registra tal pérdida. Desinformación: Generalmente, EEUU usa mercenarios para evitar declarar bajas en combate. Cuando  mueren, sus bajas no son reportadas. Irresponsabilidad: EEUU utiliza contratados que no están bajo una cadena de mando formal para cumplir misiones que requieren una denegabilidad plausible. Riesgo: los contratados pueden ser colocados en situaciones de excesivo riesgo directo, o de ejecutar actos que no sean del  agrado de los políticos, pues ´los medios estadounidenses han convencido a una generación de idiotas de que  su país debe pelear guerras en las cuales nadie es muerto y ni siquiera herido´. Extraterritorialidad: ´Los paramilitares son como mercenarios corporativos Son contratados por los poderes fácticos. La CIA tiene unidades paramilitares fuera de la ley pero pagadas por el gobierno de Estados Unidos. Definitivamette fuera de su Ley tradicional. Definitivamente trabajando fuera de los límites estadounidenses´. Outsourcing es la moda con las grandes compañías, y nuestros gobiernos son administrados como grandes compañías de accionistas. Así, tanto Trump como Putin outsurce sus soldados, y alquilan mercenarios (…). Las principales compañías contratistas están en Estados Unidos y Gran Bretaña; es un negocio de 250 billones de dólares al año”. 

Esta colosal suma de recursos y seres humanos fuera del imperio de la ley y de la responsabilidad corporativa y gubernamental inspira varias reflexiones.

Hay dos categorías de personas: las que producen vidas y bienes económicos, y las que destruyen bienes económicos y vidas. El segundo tipo de actividades sólo reviste legitimidad cuando el Estado, en representación y defensa de la colectividad, inviste explícitamente de manera soberana a algunos de sus miembros de la competencia legal para ejercer la violencia en la defensa común contra infractores internos o agresores externos.

En el empleo de mercenarios resalta una turbia elusión de  responsabilidad. El Estado encomienda de manera indirecta, mediante contrato e intermediarios, y fuera de la ley, a particulares y corporaciones para que destruyan vidas y bienes,  mientras evade la responsabilidad  por ellos y sus actos colocándolos en situación “Especial” de  outosourcing o extraterritorialidad, como no personas situadas fuera de la obligatoriedad y protección de las leyes.

Esta extraterritorialización contractual de los productores  de destrucción y muerte  corre paralela  con la  extraterritorialización contractual de los productores de  vida y  bienes económicos contratados en Zonas Económicas “Especiales” donde no rigen  leyes ni  tribunales locales, y Estados y corporaciones eluden las responsabilidades hacia sus ciudadanos.  

Es obvio que el trabajador así “extraterritorializado”, al igual que el mercenario, sale más barato que el protegido por las leyes, es sustituido sin costos cuando fallece o queda inválido, puede ser sometido a labores riesgosas o inhabilitantes y  desechado sin que nadie responda por los daños que  sufra.

El gran capital corporativo arriba así al punto culminante de su dominación colonialista, al disponer tanto de fuerzas de trabajo “extraterritoriales” enteramente desechables, sin derechos laborales ni sociales, como de fuerzas represivas igualmente extraterritoriales, baratas y desechables sin límite de legalidad ni responsabilidad  judicial o política por sus actuaciones.

La proliferación  de ejércitos mercenarios sin más  estatuto que  contratos privados multiplica el  número de actores violentos y posiblemente antagónicos en el campo social y el estratégico, a la vez que brinda a sus promotores la posibilidad de  eludir toda responsabilidad por sus actos.  Tanto los productores de vida y de bienes como los productores de muerte no son más que carne de cañón sin derechos.

Volvemos a un feudalismo con iinfinidad de ejércitos manejados  por entes  distintos del Estado. Se avecina una Edad Media Bélica peleada con las armas del Apocalipsis.


TEXTO/IMÁGENES: LUIS BRITTO

 

 DISCURSO DE ACEPTACIÓN DE LUIS BRITTO GARCÍA DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR


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