Una moneda que veían con más horror que la servidumbre
No hay Independencia sin guerra ni guerra sin armas ni armas sin dinero. La Primera República está tan escasa de fondos, que emite papel moneda sin respaldo, equivalente a una enorme deuda pública. El exiliado Bolívar escribe en Cartagena de Indias el 15 de diciembre de 1812, “El papel moneda remató el descontento de los estólidos pueblos internos, que llamaron al Comandante de las tropas españolas, para que viniese a librarlos de una moneda que veían con más horror que la servidumbre”.
Sin dinero no se hace nada
Bolívar libera Caracas en 1813 con la Campaña Admirable, se retira hasta Cumaná ante los ejércitos realistas, regresa a Cartagena, libera Bogotá, se exilia en las Antillas, lanza en 1816 dos expediciones desde Los Cayos. En esta dura etapa compra armas y pertrechos con créditos sobre su confiscada fortuna. Así, el 11 de diciembre de 1815 desde Jacmel agradece a Robert Sutherland, quien le presta 13.000 gurdas: “Sin Ud., querido amigo, mi expedición hubiera sido algo muy insignificante. Sin Ud. temo que tal vez no hubiésemos podido salir, pues sin dinero no se hace nada, aun cuando se tenga todo lo demás”. Seis días después compra al comerciante W.Doran 5.200 libras de pólvora fina y 29.000 libras de pólvora de cañón, "pagadero sea en dinero o en productos" en Venezuela, y con mercancías de ésta.
A pagarse cuatro años después de reconocida nuestra independencia
El primero de enero de 1817 desembarca el Libertador en Barcelona, el 17 de julio libera Guayana. La máquina de la guerra es insaciable
Bolívar envía a Londres a conseguir empréstitos a Luis López Méndez, quien a partir de 1817 compra a crédito armas y pertrechos, organiza expediciones de voluntarios, y crea deuda por dos millones de pesos; según escribe el Libertador a Páez “todo a pagarse cuatro años después de reconocida nuestra independencia”. Luego, Bolívar encomienda a Fernando Peñalver contratar un nuevo préstamo por 3.000.000 de libras esterlinas, Al llegar a Londres, Peñalver encuentra a López Méndez preso por deudas a causa de la quiebra de un usurero que le había facilitado créditos. Peñalver libra títulos de la deuda a favor del prestamista, logrando sólo incrementar los débitos y liberar a López Méndez.
Los fondos de la República no alcanzan para cubrir siquiera
Primero los usureros trabajan para la República, después trabaja la República para los usureros. La deuda prepondera sobre los gastos indispensables desde el 17 de diciembre de 1817, cuando Bolívar escribe en Angostura a Fernando Peñalver: "Ni el Consejo de gobierno tuvo autoridad para decretar sueldos sin mi conocimiento, ni el intendente general pudo mandar que se abonasen cuando uno y otro están bien convencidos de que los fondos de la República no alcanzan para cubrir siquiera las importantes contratas que se ha celebrado”.
Páguese por los ministros
En el Discurso de Angostura, en 1819, Bolívar dice de los prestamistas: “Estos amigos de la humanidad son los genios custodios de América, y a ellos somos deudores de un eterno reconocimiento, como igualmente de un cumplimiento religioso, a las sagradas obligaciones que con ellos hemos contraído”. Y por Guayana desfilan los amigos de la humanidad: A. Smith; William Carss, Hood y Cía, Thompson, J. Princeps. Bolívar resuelve, tajantemente: “Páguese por los ministros”. J. Princeps es aventajado negociante, que en definitiva se quedará con las ricas explotaciones y haciendas confiscadas por la República a las misiones de Guayana.
La pérdida completa y absoluta de nuestro crédito público
El Libertador manda repartir las tierras de la República entre los soldados en proporción de sus servicios, pero mientras prepara la batalla de Carabobo, el ministro de Hacienda de la Gran Colombia las reparte en vales negociables, y el 17 de julio de 1821 Bolívar le increpa: “Poca previsión se necesitaba para conocer que semejante emisión y circulación de simples billetes iba a causar la pérdida completa y absoluta de nuestro crédito público, así porque era una creación de un papel moneda sin los requisitos, seguridades y fondos necesarios para sostenerlo y acreditarlo, como porque iban a ser propietarios de él hombres que reducidos a la indigencia, se veían en la necesidad de cambiarlo por cualquiera cantidad efectiva que remediase al pronto sus necesidades”. Y añade que los hambrientos soldados han vendido a los usureros sus vales por menos del 5% de su valor. Así fracasa una Reforma Agraria que hubiera evitado cien guerras civiles.
Un caos de horrores, de calamidades y de crímenes
El Libertador gana todas las batallas, sus ministros pierden todas las negociaciones. Mientras libera Ecuador, el 14 de junio de 1823, Bolívar escribe al vicepresidente Santander: “La deuda pública es un caos de horrores, de calamidades y de crímenes, y el señor Zea un genio del mal, y Méndez, el genio del error, y Colombia una víctima cuyas entrañas despedazan esos buitres: ellos devoraron con anticipación los sudores del pueblo de Colombia; ellos han destruido nuestro crédito moral, en tanto que no hemos recibido sino los más escasos auxilios. Cualquiera que sea el partido que se tome con esta deuda, es horrible: si la reconocemos dejamos de existir, si no … el oprobio de esta nación ... infames que la ligue a un yugo ignominioso y mise… Consumiríamos la sustancia de nuestros hijos… abominación haría execrable…No dudo que el erario esté agotado, porque jamás lo hemos tenido”. En 1826 dirige una ironía a Santander, incurso en el negociado del nuevo empréstito, y éste le responde con el intento de asesinato de 1828.
El cáncer de Colombia
Así, para 1826 la Gran Colombia debe 11.039.000 libras esterlinas. Al renunciar a sus poderes en 1830 ante el Congreso constituyente, el Libertador exclama, angustiado: “La deuda pública, que es el cangro de Colombia, reclama de vosotros sus más sagrados derechos” (…)“¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.
¿Doscientos años de cáncer, no bastan?
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Versión en francés: http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com
1 comentario:
Señor Luis Britto, mi nombre es David González. Soy un estudiante de historia de 22 años de este pequeño país llamado Costa Rica. Hace unos 3 años, cuando ingrese a la Universidad, cargaba conmigo una preocupación por los fenómenos sociales urbanos, por esos grupos que crean todo un abanico de símbolos, valores y hasta códigos para diferenciarse del resto de la masa social. También había percibido que muchas de esas “tribus Urbanas” eran simple moda y algunas otras siquiera eran coherentes con el contexto socio-cultural del país.
Ante tal necesidad mi primer intento “intelectual” se enfocó en comprender tal fenómeno. Como siempre sucede a los “primerizos” el tema tomó muchas aristas o algunas veces se tornó fragmentado e incoherente. No obstante, su libro (cuando lo encontré fue como un milagro pues es imposible adquirir buena literatura en nuestro diminuto país, además de la pésima colección con que cuentan nuestras bibliotecas universitarias) me guió en esos primeros pasos de reflexión y “creación” intelectual. Pero también me planteó más dudas que respuestas, algo que sólo los buenos maestros logran hacer.
Ahora que retomo una vez más su texto “El imperio contracultural: del Rock a la Posmodernidad” para realizar un trabajo sobre historia contemporánea me veo en la necesidad y el gusto de arrogarme la posibilidad de escribirle para hacerle algunas preguntas y comentarios. En el mejor sentido del alumno lejano que espera la guía del maestro para continuar reflexionando en momentos cuando un nuevo brío revolucionario estremece estas geografías tristes pero plétoras de esperaza.
Agradezco de antemano su tiempo y pido disculpas si mis palabras adolecen en algún sentido. A continuación las preguntas:
Preguntas:
1. ¿Cómo fue recibida la obra “El Imperio contracultural…” en la esfera intelectual venezolana y americana al momento de su primera publicación en 1991?
2. ¿Cuál vacío vino a llenar el texto “El imperio…” en el pensamiento latinoamericano al momento de su primera publicación?
3. UD mencionaba en su libro “El imperio…” que las contraculturas son necesarias para transformar la cultura hegemónica. Sin embargo, ese proceso donde surgen subgrupos o contraculturas (étnicas, sexuales, etc.) supone también una fragmentación de la fuerza social, fragmentación que podría (como señala el filósofo argentino Nestor Kohan) debilitar la lucha contra el sistema hegemónico pues se parte de intereses disímiles. Entonces ¿Cómo lograr una cohesión de estas contraculturas para enfrentar al sistema sin que ello signifique la renuncia a sus “diferencias”?
4. Al caer el “socialismo real” la izquierda latinoamericana pareció incapaz de responder a la avalancha neoliberal, ejemplo de ello el desplazamiento de militantes de izquierda a las líneas neoliberales. Es decir, la capacidad de crear utopías empezó a desvanecer paulatinamente y por el contrario floreció un absurdo sentido de resignación muy a tono con las propuestas académicas posmodernas. ¿Ha cambiado esa situación en los últimos 20 años?
5. ¿Existe una nueva teoría revolucionaria latinoamericana para caminar a un mundo “postcapitalista” o se parte de los mismos principios de los años 70’s?
6. ¿Cuál es el papel de las Ciencias Sociales en una América Latina que comienza a dar síntomas de transformación? ¿Cuál debe ser el papel del o la intelectual americana en el siglo XXI?
7. Mucha gente denominada de “izquierda” o “antiimperialista” se muestra preocupada por quedar fuera de la “globalización”, por tanto ajustan sus proyectos de cambio para hacerlos más compatibles con los “requisitos” del mundo global. ¿Cómo condiciona esa actitud los proyectos revolucionarios alternativos de América latina?
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