DENUNCIEMOS LA
VIOLACIÓN DE LA CARTA DE LA ONU
Ningún Estado tiene derecho de
imponer a otros qué hacer o qué no hacer bajo la amenaza de “torcerles el brazo”,
como definió Barack Obama su agresión
contra Venezuela. En su artículo 1, la Carta de la
ONU pauta que “Los
Propósitos de las Naciones Unidas son: 1 (…) suprimir actos de agresión
u otros quebrantamientos de la paz (…) 2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad
basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y
al de la libre determinación de los pueblos(…)”(cursivas
nuestras). La agresión continuada de una superpotencia guerrerista contra un
país pacífico amenaza la paz. Asimismo, viola “el respeto al principio de la igualdad de derechos y al
de la libre determinación de los pueblos”. Además,
dispone el parágrafo 4 del artículo 2 que: “4. Los Miembros de la
Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la
fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de
cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de
las Naciones Unidas”. Ningún país tiene derecho a interferir en los asuntos
internos de Venezuela. Nuestra diplomacia debe convocar sistemáticamente la de
los demás países para la defensa de estos principios.
DENUNCIEMOS LOS CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD
El artículo 1 del Estatuto de
Roma tipifica como crímenes de lesa humanidad “k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen
intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra
la integridad física o la salud mental o física”; “xiii) Destruir o apoderarse de bienes del enemigo, a menos que las
necesidades de la guerra lo hagan imperativo”; “xxv) Hacer padecer intencionalmente hambre a la población
civil como método de hacer la guerra, privándola de los objetos indispensables
para su supervivencia, incluido el hecho de obstaculizar intencionalmente los
suministros de socorro de conformidad con los Convenios de
Ginebra”. Estas normas, aplicables a la guerra, lo son más a una situación de
paz donde ocurre un inhumano bloqueo
destinado a hacer padecer intencionalmente hambre a la población venezolana,
privarla de los objetos indispensables para su supervivencia; causarle deliberadamente grandes
sufrimientos y atentar gravemente contra la integridad física o la
salud de ésta, privándola además de sus bienes y depósitos en el exterior.
APLIQUEMOS LA
CONVENCIÓN DE NACIONES UNIDAS SOBRE INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN DE LOS ESTADOS Y
DE SUS BIENES
El artículo 5 de dicha Convención, aprobada en la Asamblea de la ONU el 17
de enero de 2005, pauta que “todo Estado goza, para sí y sus bienes, de
inmunidad de jurisdicción ante los tribunales de otro Estado”. Es decir, las
controversias sobre sus materias de orden público interno no pueden ser juzgadas por tribunales foráneos, y sus bienes no pueden ser sometidos a
embargo, ni preventivo ni ejecutivo, pues se los presume destinados a
finalidades de interés público. Dicha convención ha sido ratificada por 22
de los 30 Estados necesarios para su entrada en vigor. Deber de nuestra
diplomacia es luchar por su ratificación integral. Por otra parte, el Tribunal
Europeo sobre los Derechos Humanos considera que la Convención refleja “el derecho
internacional consuetudinario aplicable” a cualquier Estado
(https://legal.un.org/avl/pdf/ha/cjistp/cjistp_s.pdf).
EVITEMOS
ENTREGAR LA SOBERANÍA
Retiremos de nuestras normas, tales como la Ley
Antibloqueo y la de Zonas Económicas especiales, disposiciones que someten los
litigios sobre cuestiones de interés público interno a tribunales o árbitros
extranjeros, pues ello es contrario a la inmunidad de jurisdicción consagrada
en los artículos 1 y 151 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, y los tribunales foráneos nos condenan sistemáticamente.
PROTEJAMOS LAS RESERVAS
INTERNACIONALES
En
2011 Chávez repatrió parte de las reservas de oro que Venezuela mantenía en el
exterior. La falta de continuidad de esta política facilitó que el Bank of England se apropiara de 31
toneladas de oro nuestras, y que otros bancos hayan confiscado nuestros fondos. Repatriemos
las reservas todavía en el exterior, y si fuere
indispensable mantener algunas, depositémoslas en sistemas bancarios de países
que no sean hostiles. Disciplinemos la explotación en Guayana del oro, del cual
poseemos la segunda o quizá primera reserva del mundo.
PUBLIQUEMOS EL PRONTUARIO DE
LAS MEDIDAS COERCITIVAS
Menciona
William Castillo que llegan a 900 las medidas coercitivas asestadas en menos de
una década contra Venezuela. Publiquemos un compendio oficial autorizado y
pormenorizado de ellas, que cuantifique los daños que han ocasionado, texto impreso y virtual que debe ser traducido a los
idiomas oficiales de la ONU y ampliamente distribuido tanto en el mundo como en
las organizaciones internacionales. Invitemos a otras naciones víctimas a hacer lo propio,
para levantar un prontuario mundial de crímenes contra el género humano
perpetrado por las potencias hegemónicas.
RECIPROQUEMOS
Venezuela
ha suscrito tres decenas de Infames Tratados contra la Doble Tributación, que
eximen de pagar impuestos en nuestro país a empresas y ciudadanos de Estados
Unidos y otros países que nos agreden. Similares privilegios inconstitucionales
de inmunidad tributaria otorgan la Ley de Promoción y Protección de la
Inversión Extranjera y la de Zonas Económicas Especiales. Retiremos dichos
inadmisibles privilegios a empresas y ciudadanos de países que nos
agreden; embarguemos los bienes de
países que embargan los nuestros en el exterior.
CREEMOS LA ORGANIZACIÓN
INTERNACIONAL DE PAÍSES VÍCTIMAS DE COERCIÓN
Cerca
de 90 países son víctimas de medidas coercitivas. Creemos una organización
que documente las categorías y el monto
de daños causados por ellas, y coordine tanto políticas de ayuda mutua y
defensa como las votaciones de las víctimas en los organismos internacionales.
Dicha organización debería mantener decisivos vínculos, entre otros, con el
ALBA, la CELAC, el G-77, el Movimiento de los No Alineados y el BRICS, dos de
cuyos miembros son potencias mundiales atrozmente agredidas. La unión es la
fuerza, y podría ser nuestra salvación.
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