sábado, 15 de octubre de 2022

CLIMA Y CATÁSTROFE MUNDIAL


 Luis Britto García 

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El hombre depende del clima; hasta ahora, el clima no había dependido del hombre. Sólo en los últimos dos siglos se  considera la posibilidad de que las actividades humanas  alteren los masivos fenómenos meteorológicos. Ya en 1826, el físico y químico Svante August Arrhenius afirmó que “los combustibles fósiles podrían dar lugar o acelerar el calentamiento de la Tierra entre uno o dos grados centígrados, entre dos y tres mil años” (José de Jesús Terrada Maury, (http://infoposta.com.ar/notas/12215/el-indignante-comit%C3%A9-del-instituto-karolinska/ 16 enero 2022).

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Según observadores contemporáneos, el proceso parecería haberse acelerado. La Cumbre  del Clima del 2021 en Glasgow fijó una meta de “cero emisiones de C02 para 2050” para evitar la catástrofe mundial. Sobre ello apunta Noam Chomsky que: “El trabajo científico actual conjetura que si no se alcanza el objetivo de cero emisiones netas de carbono para el 2050, se pondrán en marcha procesos irreversibles que probablemente conducirán a un fenómeno de ´Tierra de invernadero´, alcanzándose entonces temperaturas globales impensables de 4 a 5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, poniendo con ello fin a cualquier forma de sociedad humana organizada” (www.marxismoycolapso.com/debates..)

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Las opiniones sobre la conjetura no son unánimes. Más de 1.200 científicos y profesionales del “Grupo de Inteligencia Climática Mundial (CLINTEL) han suscrito una Declaración Mundial sobre el Clima (WCD), según la cual “No hay ninguna emergencia climática. Por tanto, no hay motivos para el pánico y la alarma. Nos oponemos firmemente a la política de CO2 neto, perjudicial y poco realista, propuesta para 2050” (http://infoposta.com.ar/notas/12626/la-emergencia-clim%C3%A1tica-otro-enga%C3%B1o-con-intenciones-de-control/).

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El manifiesto coincide con las ideas expuestas  en 2009 por  el profesor Robert M. Carter, investigador de la Universidad James Cook en Queensland y la Universidad de Adelaide, South Australia: 1) La Temperatura Promedio Global no se ha incrementado desde 1995, y más bien declinó desde 2002, pese a un incremento de CO2 de 8%. 2) El incremento de Temperatura Promedio Global de 1 a 2 grados de fines del siglo XX está dentro de las tasas de cambio climático de los últimos 10.000 años. 3) No hay evidencia de que no hubiera cambios climáticos antes del siglo XX, ni de que los cambios climáticos en éste sean inusuales, ni de que exista un calentamiento de origen humano. 4) Los computadores basados en modelos empíricos no predicen calentamiento, sino enfriamiento global. 5) Los ecosistemas se han adaptado a  cambios de temperatura de 2° centígrados desde tiempos inmemoriales. 6) Los únicos efectos detectados del CO2 son los de fertilizante para las cosechas, especialmente las de cereales, y de estímulo de la transpiración y evaporación. 7) Más del 50% del incremento de 0,8° en el Promedio de Temperatura Global durante el siglo XX puede ser atribuido a cambios en la radiación solar. 8) Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida no se están derritiendo, sino enfriando y creciendo. 9) El nivel del mar sólo se elevó entre 1 y 2 milímetros por año en los últimos  150 años, y no hay pruebas de que ello se deba a la acción humana. 10) Los meteorólogos expertos coinciden en que no ha habido un aumento de tormentas que exceda la variación natural del sistema climático (https://www.globalresearch.ca/copenhagen-and-global-warming-ten-facts-and-ten-myths-on-climate-change/16467).

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De lo anterior se siguen inevitables conclusiones. Desde sus orígenes la tierra ha presentado  cambios de clima, por variaciones de la órbita o del eje terráqueos, de la dirección  de las corrientes marinas y eólicas, de la intensidad de la radiación solar y del bloqueo de ésta por erupciones volcánicas o choques de meteoritos generadores de nubes de polvo de alcance planetario.

Sólo el incremento de temperaturas registrado a partir del siglo pasado parecería tener una causa antropogénica, originada por la actividad humana, aunque esta relación todavía es ampliamente debatida.

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De ser plenamente demostrada esta hipótesis, ella probaría  que los principales causantes de la alteración climática son los llamados países desarrollados, los cuales, con su desarrollo industrial y su desenfrenado consumo de energía fósil serían los causantes de los llamados gases “de efecto invernadero”, que impedirían el escape de la radiación calórica de onda larga hacia el espacio exterior.



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Dentro de los países desarrollados, los principales causantes de los llamados gases “de efecto invernadero” son las clases dominantes, con su desmedido consumo y desecho de vehículos individuales, de viajes marítimos y aéreos, de todo tipo de bienes contaminantes de rápida obsolescencia, de calefacción y aire acondicionado artificiales, de carne que a su vez requiere el consumo de inmensas cantidades de vegetales y la devastación de bosques, selvas y acuíferos.

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Siendo así que las “energías renovables” suplen apenas  un 20% del  consumo energético mundial, no parece realista la meta de una economía global con “Cero emisiones de CO2” para el año 2050. La habilitación de energías renovables tales como la hidroeléctrica, la eólica, la geotérmica o la fotovoltaica para cubrir el 100% de  la demanda mundial requerirá una generalizada, intensiva y prolongada inversión  de energía fósil.

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Ya que la finalidad del capitalismo es el máximo beneficio en el menor tiempo a costa de cualesquiera otras variables, no parece probable que los  grandes capitales renuncien sin más a una economía del consumismo, el  derroche, el desecho, la obsolescencia planeada, la contaminación y  la fabricación y venta de superfluidades, para organizar otra de  austeridad,  reciclaje,  sustentabilidad, ecología y  satisfacción de  necesidades primordiales en las cinco décadas que durarán  las reservas de energía fósil a las tasas actuales de consumo.

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Sólo economías socialistas planificadas, internacionalmente coordinadas  y solidarias podrán regir el paso de  una economía del lucro y el derroche a otra de la satisfacción de las necesidades  esenciales de la humanidad que evite un colapso civilizatorio total hacia fines del presente siglo. Las recientes catástrofes del huracán Ian en el Caribe, el deslave de las Tejerías, nos invitan a meditar sobre el clima, investigar las causas que lo modifican, prevenir sus efectos.




TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

 

 

UCV: LA UTOPÍA ARQUITECTÓNICA (Y 2)

Luis Britto García 


    5) Estética abstracta: En la Ciudad Universitaria diseñada por Carlos Raúl Villanueva el contacto de la estética pública con las masas se hace sin concesiones, sin ningún esfuerzo por comunicar ofreciéndoles signos o temas reconocibles por ellas. Las obras -en su mayoría abstractas- expuestas a la contemplación  no hablan otro lenguaje que el de las armonías internas, los ritmos y los contrastes de formas y de colores, accesible para esa época sólo a una élite. La Ciudad Universitaria parece aquí también presuponer espectadores de un gusto modernizado y de un alto nivel estético, o que la mera exhibición de obras de calidad superior logrará elevar rápidamente el gusto del público. Obras figurativas como la estatua de María Lionza, de Alejandro Colina, o el mural Conductores de Venezuela, de Pedro León Zapata, fueron posteriormente situadas fuera del recinto, tras enconados debates.

     6) Omnipotencia de la tecnología: este lenguaje de una estética abstracta está acompañado por el idioma de una tecnología de avanzada para la época. Las curvas perfiladas para los pasillos cubiertos, para los techos de los estadios y para los numerosos auditorios parecen hacer ingrávidas  las membranas de concreto que recubren estas estructuras. El cemento, el metal, el cristal y las cerámicas polícromas son los materiales más visibles: todos son de factura industrial; ninguno refiere a la naturaleza ni a la tradición. El conjunto parecería sugerir la posibilidad de crear una inmensa obra por la mera conjunción de la voluntad y de la técnica, sin otra relación con el medio que los indispensables ajustes para aprovechar de la mejor manera el aire y la luz del trópico.

 

     7) Eurocentrismo: esta adaptación de la tecnología al medio ostenta, sin embargo, los signos trasplantados de la estética europea de la época. En la primera etapa de la construcción de la Ciudad Universitaria, hasta su inauguración oficial en 1954, la mayoría de las obras de arte a ser integradas son sencillamente compradas por Villanueva en el curso de sus viajes por Europa, y traídas en las mismas naves que para la época desembarcan los contingentes migratorios y los artículos suntuarios de consumo.  A partir de esa época, la dictadura escatima los fondos para la culminación del proyecto, y empieza la contratación de obras a artistas nacionales. Estos, sin embargo, en su mayoría  estudian en Europa y allí han pasado a militar en las filas del abstraccionismo. La Ciudad Universitaria aparece como un excepcional muestrario de signos de la cultura "culta", y de la modalidad de ésta que predomina en el Viejo Mundo a principios de los años cincuenta.

 


   
8) Individualidad: La apreciable dimensión del proyecto y su virtuosismo tecnológico no llegan, sin embargo, a configurar un conjunto aplastante o despersonalizado. El primer proyecto de la Ciudad Universitaria partía de la quíntuple proa de los balcones redondeados del Hospital Universitario en el oeste, para extenderse en una sola avenida que serviría de eje a conjuntos de edificaciones dispuestas alrededor de ella de manera simétrica, y culminar en los enormes estadios del este. Esta versión  preliminar tenía un cierto paralelismo con la concepción de una Avenida Bolívar que arrancaba de las Torres para partir en dos la ciudad, y compartía ciertamente algo de su carácter compulsivo: como la avenida central de Washington, utilizaba la perspectiva para recalcar la organización casi dictatorial del espacio en una especie de rígido desfile que lo subordina todo a la culminación de la vía en una estructura monumental, a la cual el resto del conjunto sirve apenas de preámbulo o marco. Villanueva, sin embargo, descartó ese bosquejo preliminar, desechó todo eje predominante y toda composición simétrica, y dispuso los vastos espacios en una sucesión de núcleos a talla humana, casi íntimos, cada uno dotado de una personalidad y una individualidad únicas. La plaza cubierta frente al Aula Magna, por ejemplo, es de una extensión notable, pero mediante la sabia colocación de las obras de arte y la interposición de los murales que actúan como separadores de espacios,  consta en realidad de una serie de ámbitos distintos, fluidos e intercomunicados entre sí. Cierto que hay estructuras enormes, y que éstas aparecen concentradas en suertes de núcleos definidos por funciones: así, el Hospital Universitario, con sus inmensas instalaciones asistenciales, está rodeado de las edificaciones docentes relativas a ciencias de la salud; mientras que las sedes administrativas del Rectorado, la Organización de Bienestar Estudiantil y otros servicios aparecen integradas con el Aula Magna, el Salón de Conciertos y la Biblioteca en una sola estructura techada; y otro grupo de edificaciones docentes para ciencias sociales y tecnología integra otra unidad delimitada por pasillos techados, enteramente distinta del conjunto de instalaciones residenciales hacia el Noreste (antiguas residencias, comedor, antiguas tiendas de la Organización de Bienestar Estudiantil; y del agrupamiento de instalaciones deportivas (piscinas, gimnasio cubierto y estadios) que cierra el proyecto hacia el Este.

9) Tradición: Por paradójico que parezca, esta obra maestra incorpora, no los detalles decorativos de la tradición arquitectónica nacional, sino sus verdades profundas: las galerías techadas, los patios y jardines internos, las habitaciones abiertas hacia el jardín, la iluminación y ventilación natural mediante aleros y celosías.

     Los distintos espacios y estructuras de la Ciudad Universitaria, conforme a las propuestas de la arquitectura moderna relativas a urbes y habitaciones, están agrupadas preponderantemente en atención a sus funciones, y no subordinados a una disposición escénica o un  manejo de la perspectiva de los ejes viales para hacer resaltar su tamaño o presentarlos como culminaciones. Por el contrario, cada grupo de edificios está separado por jardines o "tierras de nadie" que los aíslan e impiden la perturbación de una función por otra. E incluso desde estos espacios abiertos, el techado de los pasillos y la abundante vegetación desestimulan  dirigir la mirada hacia las escasas estructuras verticales, e invita por el contrario a contemplar la dominante horizontal de las edificaciones bajas y de los jardines. En todo momento, el usuario de la Ciudad Universitaria se siente dentro de un diseño pensado para la talla humana: nada lo abruma, lo aplasta, lo aísla ni lo sobrepasa. El hombre es el centro invisible de esta radiante celebración de los signos de la modernidad.  


(TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO)