Luis Britto García
Luis Britto García
¿Qué se debatió en el proceso
electoral estadounidense? Siempre he dichod que en la potencia norteña operan
dos partidos distintos y un solo capitalismo verdadero. Campañas electorales y
apoyos mediáticos son tan costosos, que sólo candidatos apoyados por los
megamonopolios y el complejo militar industrial pueden hacer carrera política y
gobernar por y para ellos.
Todo imperio comienza por dominar
las periferias y termina devorándose a si mismo. La declinación del poderío
estadounidense se debe en gran parte a su élite empresarial. Para conquistar
energía fósil gasta cerca de la mitad del gasto armamentista
mundial; para disponer de mano de obra semiesclava con salarios por debajo del
nivel de subsistencia y recursos naturales regalados traslada sus fábricas a
Zonas Económicas Especiales del Tercer Mundo y deja sin empleos a los
estadounidenses. Para obtener todavía más ganancias su capital industrial se
vuelve finanza transnacional que sólo
produce dividendos especulativos. Éstas han sido en líneas generales las
políticas del Partido Demócrata, maquilladas con agendas “progresistas” como el derecho al aborto y promesas de
respeto a los derechos de los migrantes.
Frente a estas políticas, el
republicanismo de Trump ofreció ahorrar el gasto militar de las guerras
interminables y estimular el regreso al país de capitales y fábricas imponiendo
políticas proteccionistas de altos aranceles para los productos importados. Así
se generaría empleo y capacidad de consumo para la deprimida producción
nacional. También Trump culpabilizó con extremo rigor a los inmigrantes de
arrebatarle puestos de trabajo a los nacionales, campaña que progresivamente flexibilizó para no ahuyentar el voto
“hispano”.
Pero lo que los políticos
prometen no es lo que necesariamente
hacen. Los dos partidos han rebajado las tasas tributarias de los grandes
capitales por debajo del 23% que cancela el ciudadano común. Ambos han diluviado “salvavidas de oro” de
auxilios financieros a entidades usurarias quebradas. Los dos han perdonado
irresponsablemente sumas debidas por el gran capital al Tesoro. Ambos partidos han arrastrado un déficit fiscal que convierte a Estados Unidos en el país más
endeudado del mundo, con una deuda pública que
en 2023 ascendió a 32.911.523.000.000 dolares, el 118,73% de su PIB. Su pago supera los ya exorbitantes
gastos en defensa. Sus congresos han legalizado el soborno a los
legisladores; sus tribunales exoneran a priori de responsabilidad a los
Presidentes por delitos cometidos en ejercicio de sus funciones. Republicanos y
demócratas son cómplices del bloqueo contra Venezuela y del latrocinio de sus
bienes en el exterior. En su anterior administración, Trump no inició ninguna
guerra; pero dijo que de haber sido reelecto ya se habría apoderado de nuestro
petróleo.
Ante estas políticas unánimes
podríamos preguntémonos qué decidió la última elección presidencial. Se ha
generalizado en el mundo una plaga de gobiernos “progresistas” que nada
progresan, paralizados del miedo de tocar algún interés. Los gobernantes de
Estados Unidos nada hicieron para contener la progresiva devaluación de los
salarios, el alza incontenible de los precios, la falta de un servicio médico
social. Desesperadas por la inopia, las masas votan por el primer intemperante
que a fuerza de insultos, improperios y
amenazas finja que hará algo, lo que sea, para sacudir la mortal inercia del
más de lo mismo y atacar un enemigo más o menos imaginario. Es la estrategia
actoral de Marine Le Pen, Giorgia
Meloni, Zelenski, Milei y Donald Trump.
Pues bien, en Estados Unidos los
“hispanos” son el grupo social más adecuado para tratarlo de enemigo
imaginario. Son catalogados como tales por su origen y
por el uso del castellano en el hogar. La Oficina del Censo de dicho país discrimina y
cuantifica su población para 2022 en las categorías siguientes: “Blancos no
hispanos”, 58,88%; “Hispanos” 19,1%: “Negros o afroamericanos” 12,62%: “Asiáticos”,
6,08%. Es una clasificación racista e inadecuada, pero de ella resulta que aproximadamente
uno de cada cinco residentes de dicho
país es “hispano” (unas 65 millones de personas), y para 2060 se estima que
pertenecerá a tal categoría el 26,9% de la población, unos 119 millones, casi una de cada tres personas.
Tenemos
así una considerable porción de lo que Martí llamo “Nuestra América”, una
verdadera nación definida por su propia cultura, en el seno del Imperio que en 1848 arrebató
más de la mitad de su territorio a
México.
Como ocurrió con todos los imperios, como sucedió con el ateniense, el romano, el español y el británico, el avasallamiento de pueblos o territorios diferentes impuso la diversidad cultural. Las élites estadounidenses esperaban que la omnipotencia de sus medios de comunicación fundiría todas las diversidades étnicas y culturales en un anónimo “melting pot” (sancocho u olla podrida). Por el contrario, Estados Unidos conserva gran diversidad étnica y cultural, al extremo de que el historiador Colin Woodward, director del Nationhood Lab de la Salve Regina University afirma que “es un país con 11 naciones rivales que compiten” (https://www.bbc.com/mundo/articles/c0rwew47q4ro).
El racismo discriminatorio del dominante
estamento WASP (White Anglo Saxon Protestant) impuso a los “hispanos” el
tratamiento de “extranjeros ilegales” y de “improductivos”. Pero de hecho, los
antepasados de la mayoría de los actuales “hispanos” poblaban ya el territorio
donde viven sus descendientes antes de
que Estados Unidos lo usurpara en 1848, e incluso antes de que los españoles lo
invadieran en 1519. Extranjeros e ilegales fueron quienes por la fuerza bruta
les robaron sus tierras y sometieron a los “chicanos” a una servidumbre
equiparable a la esclavitud.
En
cuanto a la acusación de “improductivos”, todos los imperios mantienen a los
trabajadores inmigrantes en condición de “ilegalidad”, para explotarlos sin que
puedan reclamar derechos, y expulsarlos a la menor insubordinación. La situación
es explicada pormenorizadamente en el mockumentary
de Sergio Arrau “Un día sin mexicanos”
y en su secuela “Un día sin mexicanos 20
años después” (ambos en You Tube).
Sin los vilipendiados “hispanos” colapsarían gran parte de la agricultura, la
industria y los servicios estadounidenses.
Ha llegado el momento de que esa porción de Nuestra América que sobrevive en las entrañas del monstruo se haga respetar por su número, su cultura y su inmenso aporte a la vida económica y social.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO