Luis Britto García
Oh,
sorpresa, difunden los medios la más fulminante diatriba sobre la destrucción
de un país por el neoliberalismo, y quien la formula no es un alucinado Woke,
un Black Lives Matter ni un
izquierdista trasnochado, ni siquiera Noam Chomsky, sino el Padrino de todos
los Padrinos, el Presidente Electo de Estados Unidos en su Discurso de Toma de
Posesión del 20 de enero de 2025.
Cunde entre
los progresistas un insistente rumor sobre el declive de la potencia norteña.
Oigamos al furibundo Primer Magistrado de ella:
A partir de este día, nuestro país prosperará y será respetado de nuevo
en todo el mundo.
¿Escuchamos bien? Si un país “prosperará y será respetado de nuevo”,
es porque no es próspero ni respetado.
¿Se tratará de una cita fuera de contexto? Sigamos con el discurso del
irascible Trump:
Ahora tenemos un gobierno que no puede gestionar ni siquiera una crisis
simple en casa, mientras al mismo tiempo tropieza con un continuo catálogo de
eventos catastróficos en el extranjero.
Diagnosticar a un gobierno del propio país como
incapaz de “gestionar ni siquiera una crisis simple en casa”, es terrible
examen del pasado. ¿Y sobre el futuro?:
Se recuperará nuestra soberanía. Se restaurará
nuestra seguridad. (…)Y nuestra máxima
prioridad será crear una nación orgullosa, próspera y libre.
Si alguien promete recuperar soberanía y restaurar
seguridad, es porque ambas andaban perdidas. Si es prioritario “crear” una
nación orgullosa, próspera y libre, es porque la actual no es lo uno ni lo
otro, sino todo lo contrario.
Doloroso es tratar así a una potencia puesta como
ejemplo por todos los neoliberales del mundo. Sobre todo, una cuyas invasiones
bienhechoras son paradigma de todos los unipolares del planeta. Pero ahora su
portavoz principal nos informa:
Tenemos un gobierno que ha
brindado financiamiento ilimitado para la defensa de fronteras extranjeras,
pero se niega a defender las fronteras estadounidenses, o más importante, a su
propia gente. Nuestro país ya no puede
brindar servicios básicos en tiempos de emergencia.
Bien. Siempre
escuchamos que la sistemática destrucción de países tiene por objeto
obligarlos a adoptar el modo de vida estadounidense. Pero jamás creímos que este
último fuera inútil incluso para solucionar los problemas primordiales de su
propia gente, como lo resalta el intemperante billomillonario:
Tenemos un sistema de salud pública que no responde
en tiempos de desastre, sin embargo, se gasta más dinero en él que en cualquier
otro país en el mundo. Y tenemos un sistema educativo que enseña a nuestros
niños a avergonzarse de sí mismos en muchos casos, a odiar a nuestro país a
pesar del amor que intentamos tan desesperadamente transmitirles.
Quizá dopado con el
suero de la verdad, el irascible promotor de empresas sistemáticamente
quebradas ofrece:
…devolverle al pueblo su fe, su riqueza, su
democracia y, ciertamente, su libertad. A partir de este momento, el
declive de Estados Unidos se ha terminado.
Traducción: los asesores, políticos, diputados y
demás saboteadores neoliberales comprometidos en la tarea de dar cristiana
sepultura a los gobiernos donde se infiltran, arrebataron al pueblo “su fe, su riqueza, su democracia y, ciertamente, su
libertad” y
empujaron a la que fuera primera
potencia del mundo al declive.
¿Oímos mal? Pues no, el enojadizo Trump vuelve a la
carga:
Nos moveremos con propósito y rapidez para devolver
la esperanza, prosperidad, seguridad y paz a ciudadanos de todas las razas,
religiones, colores y credos.
Demoledora noticia para quienes creían que Estados
Unidos era la esperanza, la prosperidad, la seguridad y la paz. Ahora resulta
que nada de aquello. Si hay que devolverlos, es porque se los habían
quitado.
¿Queda siquiera el consuelo de que el dólar sea la
moneda de reserva del mundo y garantía
de estabilidad de los precios? Pues no. Oigamos una vez más al temperamental
especulador:
A continuación, instruiré a
todos los miembros de mi gabinete a movilizar los vastos poderes a su
disposición para derrotar lo que fue una inflación récord y reducir rápida y
drásticamente los costos y los precios.
Sí,
leyó usted bien. En el País de las Maravillas del Consenso de Washington hay
“inflación récord” y “crisis inflacionaria”. Entonces, los “Paquetes
Económicos” que impone a las demás naciones no sirven de nada.
El remedio sería romper la dictadura de los grandes
capitales sobre la administración y la
producción armamentista. Para comenzar, se debería cobrar impuestos al mismo Trump, cuya fortuna según Forbes asciende a 6,2 billones de
dólares, o a su gabinete, que en conjunto posee más de 450 billones (para los
anglosajones, un billón es mil
millones) (Randy Alonso Falcon: America Plutocracy, Cubadebate https://resumen-english.org/2025/01/american-plutocracy).
Pero
no: el colérico Donald declaró no haber
obtenido ni un dólar de ingreso en
2023, y los super ricos en Estados
Unidos tributan una tasa de apenas 22%,
menor de la que pecha el ingreso
de un empleado medio, y en su mayoría
guardan su dinero en Paraísos Fiscales o Fundaciones inmunes a los impuestos.
Por lo cual, el supuesto remedio contra el declive sería expulsar a los
“extranjeros criminales”:
Toda entrada ilegal será detenida de inmediato y
comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros
criminales a los lugares de donde vinieron.
Amenaza el xenófobo Trump con expulsar 11 millones
de supuestos migrantes “ilegales”. Hemos indicado ya que dicha cifra nada
significa frente a los 340.110.998 habitantes que aloja en 2024 la ex potencia norteña. En cambio, mantienen
funcionando con salarios de miseria la agricultura y parte de la industria de
ésta, así como las groseras ganancias de los multimillonarios que los repudian.
De hecho, la Historia de Estados Unidos es un
conjunto de entradas ilegales de “extranjeros criminales”: desde los colonos
que casi exterminaron a los aborígenes, hasta los gringos que invadieron México
en 1848 y le robaron más de la mitad de su territorio, los que ocuparon Puerto
Rico en 1899 y se quedaron con él, los que dividieron Panamá de Colombia ¿Qué
tal si comenzamos por expulsarlos a ellos?
Y ya que hablamos de “extranjeros ilegales” ¿qué
tal si regresan a casa el millón y medio largo de estadounidenses armados que
ocupan ilegítimamente 850 bases militares en el extranjero y 76 en América
Latina, y que nada tienen que hacer en países que no les pertenecen?
Pero el cascarrabias Donald amenaza: “Como en
2017, nuevamente construiremos las fuerzas armadas más fuertes que el mundo
haya visto”.
Traducción: ni las actuales son las más fuertes, ni el mundo puede esperar otra política que la del Gran
Garrote.
No necesito informar al
lector que esta política consiste en bloquear con pesados aranceles las
importaciones, apoderarse de nuevo del Canal de Panamá, expandirse por Canadá y
Groenlandia, y robar en provecho propio el “oro líquido” del petróleo de otros
países, pues las reservas propias lo sitúan apenas en un melancólico y
rápidamente agotable rango décimo global.
A confesión de parte, relevo
de pruebas. Pero también: guerra avisada no mata soldados.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO