domingo, 1 de septiembre de 2019

COMUNA O NADA




 Luis Britto García


UNA CREACIÓN POPULAR

“La auténtica independencia o nada, Comuna o nada ¿O qué es lo que hacemos aquí?”, expresa Hugo Chávez Frías en su primera Consejo de Ministros del 20 de octubre de 2012. Y en otra oportunidad  añade: “Donde quiera que el Gobierno Revolucionario esté dándole vida a un proyecto nuevo de corte socialista, ese proyecto debe incluir el impulso y la conformación de la comuna, o las comunas en su alrededor, en su cercanía, en su ámbito”. E  insiste posteriormente: “La comuna debe ser el espacio sobre el cual vamos a parir el socialismo. El socialismo desde donde tiene  que surgir es desde las bases, no se decreta esto; hay que crearlo. Es una creación popular, de las masas, de la nación”.
PRIMERA FORMA DE ORGANIZACIÓN
 La comuna fue la primera forma de organización económica y social, y preponderó durante milenios. En lo que Marx y  Engels llamaron “comunismo primitivo”, primera etapa de organización de la humanidad, los medios de producción y el producto  pertenecían de manera indivisa a todos los integrantes del grupo social.
El esclavismo, el feudalismo y finalmente el capitalismo y el imperialismo se apropiaron de los bienes colectivos y saquearon el planeta hasta reducir las organizaciones comunales a fenómenos marginales. 

DE LA UTOPÍA A LOS SOVIETS

Pero la idea de la comuna siguió dominando el campo del llamado socialismo utópico, y está en las bases de la Comuna de París en 1871, de los primeros soviets o Consejos Obreros y de las Comunas Chinas. 

COMUNAS EN VENEZUELA 

Nuestras sociedades originarias vivían en organizaciones comunales, y todavía lo hacen aquellas que no han perdido su identidad.
También fueron comunas la mayoría de las rochelas y cumbes, o sociedades libertarias de esclavos fugados. 
En el Decreto de Haberes militares, mediante el cual Bolívar ordenó en 1817 repartir los bienes confiscados a los realistas entre los soldados de la Independencia, se establecía que cuando los fundos no pudieran ser divididos sin perjuicio de su productividad, podían ser adjudicados en comunidad a varios beneficiarios.
Zamora suspendió el cobro de la renta de la tierra en los sitios donde ejerció autoridad militar.
Kleber Ramírez, uno de los insurrectos del 4 de febrero de 1992, e ideólogo temprano del bolivarianismo, propuso el “estado comunero”, constituido por federación o agregación de comunas. 

RECONOCIMIENTO LEGAL E INSTITUCIONAL

Sin embargo, en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 no aparecen previstas las comunas ni el Estado comunal.  En su discurso de juramentación como Presidente de la República Bolivariana el 10 de enero de 2007 propone conferirles rasgo constitucional: “Hay que llevar a nivel constitucional el Poder Comunal, y no llamarlo ‘el sexto poder’, no: es el primer poder, ese debe ser el primer poder, no el sexto sino el primero, si es que vamos a darle orden de prelación”. Y cumpliendo con tal propósito, en la propuesta de reforma de la Ley Fundamental sometida a referendo en 2007 son reconocidas, pero la iniciativa fue derrotada por escaso margen.
 En 2009 se crea el Ministerio del Poder para las Comunas, y en 2010 la Asamblea Nacional Legislativa sanciona la Ley Orgánica de las Comunas y la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal. En sus extensos articulados se regulan sus categorías,  estructuras y  funcionamiento.
Estas normas sólo reconocen un proceso que ya estaba en marcha. Desde mucho tiempo antes se habían constituido numerosas comunidades,  como la Comuna Ataroa, que lucha por el acceso al agua y los servicios desde los años ochenta, el movimiento Alexis Vive en el 23 de enero, y otras que se crean para gerenciar empresas recuperadas o fundos expropiados.

Pero a pesar de los  pronunciamientos de Chávez, el nuevo sistema no necesariamente encuentra  acogida favorable entre la  jerarquizada y burocrática administración Estatal.

La creación de un Ministerio del Poder Popular para las Comunas  en 2009 facilita el pretexto para considerarlas un mero sector administrativo y no, según lo deseaba Chávez, como base potencial de la nueva estructura del Estado Comunal. Y así, el propio Hugo Rafael, en el “Aló Presidente” Teórico N° 1, el 11 de junio de 2009 expresa: “¿Acaso la comuna es sólo aquello que le corresponde al Ministerio del Poder Popular para las Comunas? ¡No! El ministerio impulsa, define, se interconecta; pero señores alcaldes, gobernadores, todos, el pueblo todo, comunidades todas, vamos a hacer un esfuerzo mayor para que se multipliquen las comunas”. A pesar de esta arenga, el movimiento comunal no avanza significativamente, al extremo de que entre 2010 y 2012 sólo se crean 50 comunas. Agendas urgentes, como la  violencia de la oposición entre los años 2016 y 2017 quizá propician que se les preste escasa atención. Esta situación ha llevado a protestas por parte de los integrantes de las comunas ante el ministerio respectivo.

Sin embargo, el Presidente Maduro establece en 2014 el Consejo Presidencial Nacional de las Comunas, y bajo su administración se crean unas 350 nuevas comunas, Muchas de ellas dependen  de los aportes del Ejecutivo, hasta representar a veces la mayoría de los ingresos del Banco Comunal, por lo que más que unidades de producción se convierten en centros de redistribución.

EXPECTATIVAS Y REALIDADES

Hacia febrero de 2017, estimaba Marco Teruggi que en Venezuela funcionaban unas 1700 comunas. Y añade que “Como todo proceso de organización popular, las comunas tienen desniveles, tiempos dispares, diferencias según su relación con el Estado, el acompañamiento o no de movimientos populares etc. ¿Algunas son maquetas antes que experiencias reales de autogobierno? Sin dudas. ¿Cuántas son? Difícil saberlo”.
Señala Teruggi como ejemplo exitoso el desarrollo de la institución en el estado agrícola de Portuguesa: “En números: para que todo su territorio -15.200 km2- sea comunalmente cubierto son necesarias unas 130 comunas. En la actualidad existen 110. De esas 110, 64 tienen las principales instancias de autogobierno constituidas -el Parlamento, el Banco, la Contraloría, el Ejecutivo. Las demás están en el proceso de conformación” (Teruggi: ttps://www.telesurtv.net/opinion/Existen-las-comunas-en-Venezuela-20170215-0027.html)
Katrina Kozarek señala varios ejemplos más de comunas exitosas. Algunas preceden a los gobiernos bolivarianos, tales como las comunidades indígenas originarias y el movimiento Alexis Vive, en el 23 de Enero. Con el bolivarianismo surgen, entre otras, la Comuna El Maizal, instalada el año 2000 en terrenos expropiados.  La Comuna José Pío Tamayo, que se establece hacia 2012 en tierras que la cervecera brasileña Brahma había abandonado, y en las cuales comienza la producción de cebada para extenderse luego a otros ramos agrícolas. La Comuna Negro Miguel,  entre los estados Lara y Yaracuy, en terrenos del fundo pecuario abandonado La Horqueta (Kozarek, Katrina: Venezuela’s Communes: a Great Social Achievement, CounterPunch, 24 de noviembre de 2017). Hasta ahora, siguiendo el requisito de adscripción a una localidad geográfica, la mayoría de las comunas se han creado en el ámbito rural. Ello no garantiza una continua expansión, en un país en el cual cerca del 95% de la población es urbana. 

El problema fundamental del socialismo es el de la propiedad de los medios de producción. Mientras ésta siga estando esencialmente en manos de la empresa privada y del Estado, las comunas no podrán desarrollar todo su potencial. Problema decisivo, en un país sometido a implacable agresión y bloqueo, dirigidos a quebrantar el suministro de alimentos y otros insumos básicos, y con ello la resistencia de la población.

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MELVILLE Y LA BALLENA BLANCA


Luis Britto García

1
Casi todas las grandes novelas estadounidenses transitan el tema de la errancia. Casi todos sus grandes autores son errabundos. El país mismo surge de un triple peregrinaje, primero desde Europa hacia la Costa Atlántica, luego de ésta al Pacífico, despues hasta el indefenso Sur. El modo de vida norteamericano consiste  en la perenne búsqueda de Paraísos que arruinar. 

2
“América no es más que las sobras de Europa”, hace decir James Joyce a uno de los personajes del Ulises. Las sobras de las sobras son los condenados a las atroces profesiones del océano. En la voraz expansión de los imperios, los parias de la tierra devienen parias del mar. Nada hay en el dilatado continente para el joven huérfano Herman Melville, que debe buscar su Paraíso alquilándose como marino. Burbuja aislada del cosmos, el velero es  microcosmos que inflige a los tripulantes el mismo tormento que padeció Dostoievski en El sepulcro de los vivos: el de no poder estar nunca solos. Herman Melville huye de ese riguroso infierno en cuatro  oportunidades: cuando deserta del barco mercante que lo lleva y trae de Inglaterra; cuando abandona el ballenero Acushnet para vivir entre los nativos en Tahití; cuando escapa del ballenero Lucy Ann para caer prisionero de caníbales que terminan vendiéndolo como tripulante a otro ballenero, cuando deja la fragata de guerra en la que se ha enganchado, para tentar el improbable oficio de escritor. En vano escapa de la tierra que lo ha visto nacer y del océano que lo libera de ella haciéndolo esclavo. Typee, Omoo, White Jacket, Mardi, Red Bear, Moby Dick, Benito Cereno, Enchanted Isles, Billy Budd, incluso sus poemas John Marr and Other Sailors. With Some Sea Pieces versan sobre el agobiante infinito del oleaje.

3
No importa cuán lejos huya, el tormento de la soledad del mar y el de  la presencia del otro no lo abandonarán jamás. Las tripulaciones que describe en sus obras son  prolija muestra de la sociedad que las expulsa, una Comedia Humana en miniatura. Para 1851, año de publicación de Moby Dick, medio millar de balleneros surcaban los océanos, amenazando ya con el exterminio de sus presas. Formaban parte de las tripulaciones nativos americanos que habían enseñado a los europeos la cacería de los pacíficos cetáceos, y que navegaban a veces secuestrados, a veces esclavizados por una cadena de deudas, Uno de cada seis tripulantes era de ascendencia africana. Fugitivos de toda denominación huyendo del calabozo elegían la flotante prisión del velero. En aquellas cárceles flotantes describe Melville desde fanáticos religiosos hasta escépticos, desde oficiales sádicos hasta víctimas de tormentos corporales, desde filósofos estoicos hasta pragmáticos brutales. Como entre los filibusteros, un aire de igualdad prevalecía entre las variopintas tripulaciones. Como entre los piratas, el botín dependía de la cantidad de presas. Como en el continente, todo ocurría bajo la autoridad absoluta de un capitán, que no era más que un sirviente de los accionistas.

4
Sobre Moby Dick apunta D.H. Lawrence en sus Studies in Classic American Literature: “Desde luego que es un símbolo, pero ¿de qué? Dudo que el propio Melville lo sepa con exactitud”. Así como las abigarradas tripulaciones que describe son alegoría de la sociedad que las exilia, el mar es brutal emblema del absoluto;  el cachalote la más visible de sus encarnaciones; el vengativo capitán Ahab, la conciencia que aun a costa del propio sacrificio sangriento intenta dominarlos. El verdadero protagonista del libro es el cachalote, o sea, el insondable misterio del mundo. Como el narrador Ismael, caeremos en el océano, es decir la nada, sin haberlo resuelto.  Como toda obra maestra, su estrategia radica en la ambigüedad, que permite a cada quien reconocerse en los enigmas que aquella plantea.

5
El tormentoso océano impone sus reglas a quien se aventura a cursarlo, vivencial o literariamente. El Conde de Montecristo, publicado en 1844, Moby Dick, en  1851 y Veinte mil leguas de viaje submarino en 1869 comparten rasgos nada casuales. Los  tres grandes héroes románticos del siglo XIX, Edmundo Dantés, el capitán Ahab y el capitán Nemo son marinos, se esconden bajo el velo del misterio y están dominados por la obsesión de la venganza. Dantés y Nemo han perdido a sus amadas, el uno por la intriga de un traidor, el otro por la invasión de una potencia imperial; Ahab ha sufrido por el cachalote una mutilación que los sicoanalistas asimilan simbólicamente a la pérdida de la virilidad. De los tres agravios, la intriga judicial y la invasión imperial pertenecen a la irrisoria mecánica del provecho humano. Sólo la mutilación de Ahab suscita la emoción de lo sublime, como los románticos llamaban al estupor de la propia insignificancia ante el infinito. Moby Dick (en inglés Dick es coloquialismo que nombra al miembro viril) es el misterio de la alteridad y del  océano, vale decir, del universo. Ahab le atribuye conciencia y raciocinio al cachalote así como el capellán que despide a las tripulaciones le asigna sentido al mundo. No soporta Ahab haber sido atropellado –o quizá engendrado- por una ciega operación de la materia animada. En vano su segundo de a bordo y los lectores le advertiremos que un animal herido que se defiende  es un ser inocente,  que querer castigarlo es atribuirle blasfemamente la conciencia y el libre albedrío que el Creador reservó para los humanos. Ignorando todo raciocinio, Ahab elige vengarse del cachalote como si la colosal bestia tuviera la misma conciencia que su víctima ¿Podemos seguir siendo personas en un cosmos despersonalizado?

6
Esta contradicción insoluble no puede tener otro desenlace que el cataclismo, pero anunciado por punzantes paradojas. Ismael, el joven narrador, se plantea el enigma de si el cachalote, cuyos ojos miran hacia costados opuestos, puede contradictoriamente concebir dos pensamientos distintos al mismo tiempo. Queeg, el tatuado arponero del Pacífico, enferma y encarga una urna al carpintero de a bordo. Después que el cachalote en su demoledora embestida arrastra al capitán Ahab y desguaza al Pequod, la urna es lo único que flota, y sirve como paradójico salvavidas al joven Ismael, quien es rescatado por el ballenero Rachel, cuyo capitán  busca sin esperanzas a su hijo desaparecido, “sólo para encontrar otro huérfano”. Criaturas efímeras, nacemos abrazados a nuestro féretro.

 7
 Moby Dick, la primera gran novela de Estados Unidos, no tuvo éxito comercial y en cierta manera hundió la floreciente reputación literaria de Melville. Fascinado por el océano de pastos que se extendía hacia el Oeste, el estadounidense promedio no pensaba en el mar, a pesar de que la desmesurada extensión de la tierra en proceso de conquista obligaba a un prolongado viaje marítimo de mes y medio para llegar de la Costa Atlántica a la del Pacífico pasando por el remoto Cabo de Hornos. Sólo en 1890 publicará Alfred Mahan su clásico The Influence of Sea Power upon History, 1660-1783,  que volcaría el imaginario estadounidense hacia la expansión  naval. Serán necesarias todavía tres décadas y los primeros zarpazos de la marina imperial para que el poderoso Moby Dick emerja del océano de la indiferencia y lo galvanice para siempre con sus abisales interrogantes.   La obra maestra es un caníbal que devora a sus hermanas. Mucho y magistralmente escribió Melville. La abrupta  masa de su Ballena Blanca primero desguazó casi su reputación literaria, y luego, revalorizada tras su muerte, amenaza con dispersar sus otros escritos como los restos de un aparatoso naufragio.

8
Avisté ballenas al Norte de Margarita, navegando con Augusto Hernández y Jaime Ballestas en un pequeño bote cargado con pertrechos de buceo. Hubo un poderoso chorro de vapor, una remoción de las aguas y los colosos se abismaron  en la tinta perenne del misterio.

Publicado en Pie de Página N° 3, Caracas, 1 de septiembre de 2019