Luis Britto García
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He señalado que todo proceso progresista es atacado simultáneamente por una
contrarrevolución externa y otra interna. El bolivarianismo no es la excepción.
En forma coordinada, sincronizada, cómplice, unen sus fuerzas el Imperio y la
derecha criolla para destruirlo.
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En dos décadas de ofensiva, cada día se revela un nuevo ataque, militar,
paramilitar, jurídico, político, diplomático, económico, mediático, informático
o simplemente terrorista contra Venezuela. Esta ofensiva de mil cabezas, que
parecería operar en el desorden y la anarquía por la dispersión y diversidad de
sus esfuerzos, es sin embargo metódica concreción de un plan preparado en los
laboratorios de potencias extranjeras para ser aplicado por carne de cañón
mercenaria. Se pretende aplicar a Venezuela una receta prefabricada que había
funcionado en otros ámbitos: la “revolución de colores”, contrarrevolución de
eventos mediáticos destinados a excusar el derrocamiento por la fuerza de un
gobierno ingrato al Imperio.
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Las tácticas para ello constan en tres manuales de funcionarios del Gobierno
estadounidense: From Dictatorship to Democracy, del politólogo Gene Sharp, y
Mastertroke y Operation Venezuela Freedom 2, del almirante Kurt Tidd, jefe del
South Command. Decían los positivistas de principios del siglo pasado que en
Venezuela había una constitución invisible, que se aplicaba a despecho de la
escrita. Para la Asamblea Legislativa en desacato, la única constitución
aplicable y aplicada la integran los tres documentos citados.
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Un observador acucioso puede descifrar en ellos las claves de todas y cada una
de las medidas inspiradas por la mayoría opositora en la vergonzosa Asamblea
Nacional 2016-2020. Comencemos por From Dictatorship to Democracy, de Gene
Sharp. Díganos el lector si reconoce en las políticas de la Vergonzosa el
surtido de tácticas que consta en el Apéndice Primero de dicho recetario: “22.
Desnudos de protesta (recordemos la obsesión de los manifestantes por mostrar
sus traseros). 31. Atormentar sicológicamente a oficiales. 32. Burlarse de
oficiales. 63. Desobediencia social. 70. Emigración de protesta. 81. Boicoteo
comercial. 86. Retiro masivo de depósitos bancarios. 92. Embargo doméstico. 93.
Poner en lista negra a grupos de comerciantes. 94. Embargar a proveedores
internacionales. 95. Embargar a compradores internacionales. 96. Embargar el
comercio internacional. 119. Cierre económico. 123. Boicoteo de cuerpos
legislativos. 124. Boicoteo de elecciones. 141. Desobediencia de leyes
consideradas “ilegítimas”. 151. Retener el reconocimiento diplomático. 154.
Ruptura de relaciones diplomáticas. 155. Retiro de organizaciones internacionales.
170. Invasión “no violenta”. 178. Teatro de Guerrilla. 190. Creación de
mercados alternativos. 198. Soberanía dual y gobierno paralelo”. Reconozcamos
que Gene Sharp olvidó incluir el único acto creativo de la oposición
vergonzosa: prenderle fuego a sus conciudadanos que por vestimenta o tono de
piel pudieran parecer adversarios.
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Un prontuario todavía más detallado ofrece Pasqualina Curcio en el libro La
Vergonzosa Asamblea Nacional 2016 2020: Arremetida imperial. Con precisión y
claridad, con pruebas documentales irrefutables, la autora verifica cómo punto
por punto, detalle por detalle, las acciones de los legisladores de oposición
materializan instructivos emanados de las agencias de seguridad estadounidenses
y del Comando Sur. Desde la campaña electoral fundada en “la última cola” hasta
la amenaza de derrocar en seis meses a Maduro. Desde la proliferación
terrorista de cortes viales hasta la hiperinflación inducida, la farsa del
“gobierno de transición” y la fallida invasión de mercenarios, el bloqueo
económico, el ataque a Pdvsa y al signo monetario. Vale decir, en la sección
opositora de la Asamblea Nacional no tuvimos legisladores ejerciendo sus
funciones para quienes los eligieron, sino una cabeza de playa del Comando Sur.
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No hablamos de manera figurada: los mercenarios cuya planta insolente profanó
el sagrado suelo de la patria en febrero de 2020 fueron alquilados a destajo
por el presidente de dicha Asamblea Legislativa en documento suscrito en
Washington. El colosal fiasco de la invasión asalariada culminó la cadena de
fallidos atentados contra la soberanía emprendidos por el cuerpo legislativo
que alguna vez pretendió erigir un presidente autoelegido de Venezuela.
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¿Por qué no han tenido éxito tantos manuales? Todos están encaminados a crear
coartadas mediáticas para que un grupo armado instaure una dictadura. Pero a
pesar de sus empecinados esfuerzos, ni Estados Unidos ni la oposición vernácula
han logrado constituir en nuestro país un poder real, ni social ni militar,
capaz de tomar el gobierno y retenerlo más allá del cuarto de hora de fama que
disfrutó la dictadura de Carmona Estanga. Han fingido todo tipo de
escenografías y melodramas para consumo mediático: ninguno de ellos con raíces
profundas en el movimiento popular.
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Pensemos en ello a la hora de consignar el voto para una futura Asamblea
Nacional Legislativa. Los caletres de Gene Sharp y Kurt Tidd no le han
reportado el poder a los opositores, pero han arrojado muerte, dolor, pobreza y
deterioro económico y social para la familia venezolana. De la mayoría
opositora en el Congreso no ha salido una sola ley, una sola norma para paliar
la difícil situación en que el bloqueo y el capitalismo vernáculo han colocado
a los venezolanos. Ni una disposición para defender el monto y valor del
salario, castigar la especulación con bienes básicos, instaurar un control que
imposibilite la corrupción. Sólo han pensado en consagrar legislativamente la
impunidad por sus propios delitos y robar los activos del país entronizando en
una farsa burlesca a un fantoche en lugar del presidente que no han podido
colocar en Miraflores. Aprendamos de esta vergonzosa historia, para evitar
repetirla.
24 de octubre 2020
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