EL TRIUNFO DE LA CONTEMPLACIÓN
Magníficas noticias para Venezuela. Novelas de compatriotas conquistan dos de los más importantes galardones literarios del mundo. Comencemos por la de Edgar Borges, autor de textos experimentales profundos e hirientes. La contemplación, ganadora del Premio Internacional Albert Camus es una novela escrita desde el cerebro. Que nadie tome a crítica este elogio. La narración se bifurca entre las anécdotas de una serie de homicidios y la de una mujer asesinada moralmente por la crítica de su pareja. Ambas fluyen en estilo terso, analítico, sin ahorro de frases brutales sobre la confrontación con la derrota cotidiana. Como muestra, citemos la que pudiera resumir el libro: “Señor Jaime, ha llegado la hora de darle forma al dolor”. Crear quizá sólo sea estructurar un sentimiento. O clarificarlo, como en esta otra frase corrosiva: “Es posible que en la primera cita todas las parejas marquen el rumbo de lo que vendrá después: la mentira”.
Según sugiere el titulo, la contemplación de estos destinos es distante. La historia de la mujer frustrada, la más contagiosa por ser narrada en primera persona, nos mantiene a la misma lejanía de la protagonista que la que ésta guarda con la vida por sus dudas, por su descenso en la vacuidad. La intriga de los asesinatos en serie nos elude mediante la sistemática multiplicación de hipótesis. Nuevos hilos de la trama a su vez se distancian mediante un tratamiento que parodia géneros clásicos: una entrevista literaria al escritor Vila Matas, reportajes periodísticos sobre episodios de discriminación a inmigrantes o a transexuales, delaciones. En un mundo opaco y carente de sentido parece que no quedara otra posibilidad que la de contemplar. “Siempre he creído que los mirones son el grupo humano que más trabaja”, comenta cáustico el autor. Esta contemplación no cambia el mundo exterior, pero trastrueca el interno al interpretarlo. Como cuando la protagonista se aniquila definiéndose: “sólo era una de esas mujeres que se guían por los no y por los sí que dicen los hombres”. Contemplemos sin contemplaciones el talento de Edgar: siempre nos revela abismos.
LA VICTORIA DEL TOMATE
Si La contemplación parece escrita desde el cerebro, Percusión y tomate de Soledys Linares, ganadora del Premio Latinoamericano Alba de Novela, es narrada desde las vísceras. Pero son vísceras pensantes. Tejen el relato varias voces angustiosas, entrecortadas, de mujeres que se acercan a la madurez sin lograr construir ni una realidad ni una ficción. Son voces palpitantes: narran un intento, lo imposible de comunicar, de establecer una relación válida con los demás, pero sobre todo la imposibilidad de renunciar a la tentativa. Allá va Octavia Fernández, o Tavita, por una ciudad impracticable, entre vidas fracasadas, tratando de encontrar un problemático lugar en una sociedad tumultuosa y por momentos incomprensible, queriendo encontrar sentido a su vida en el proyecto de escribir sobre otra mujer imaginaria, la niña Babela, que aparece y desaparece en la medida en que la fabuladora cree o deja de creer en ella. Octavia Fernández, con la improbable profesión de ventrilocua, intenta proyectar su voz a través de seres ficticios, la títere Caperucita o la niña Babela, así como Soledys Linares quiere hablarnos a través de Octavia y de las mujeres que alternativamente toman la palabra. La voz es el clamor del desierto de los solitarios.
Octavia vive el barranco, esa condición existencial que parece no tener fondo, y lo cuenta en frases desbarrancadas, precisas, que duelen como magulladuras. Digamos que comunica una premonición: “Hoy el día promete ser agresivo”. Supongamos que la protagonista reflexiona sobre su edad: “Ah, da igual, experimento la crisis de los cuarenta en su expresión más dolorosa, dado que esta crisis se caracteriza por cumplir de nuevo veinte años en un cuerpo de cuarenta años”. Imaginemos que resume sus exclusiones: “Octavia Fernández de ex Ulloa. Excasada, examada, exfoliada, exfeliz, exlubricada”. En la caída no hay más compañía que la de quienes se despeñan. Como los tomates, la prosa de Soledys es jugosa; como el corazón, es palpitante; a pesar de que se pretende desesperada, nos llena de vitamina literaria y de ritmo en su fulminante aceleración hacia el estallido final, muerte o resurrección o ensalada de ambas.
CANTV CENSURA INTERNET
Ni la novela de Edgar Borges ni la de Soledys Linares hubieran llegado a destino si sus autores las remiten por Cantv. Hace seis meses denuncio que esta empresa presta servicio cuando se le ocurre e incumple cuando le da la gana. El domingo 14 la sección de reclamos me confesó que la empresa interfiere y bloquea deliberadamente las comunicaciones de los usuarios a quienes está obligada a prestar el servicio público de correo electrónico. Parece un intento de disfrazar la incompetencia de arbitrariedad, o viceversa. Esto no sucede ni en Cuba, donde una bloguera enemiga declarada de la Revolución se expresa libremente y sin interferencias. Pero entre nosotros Cantv intercepta las comunicaciones de quienes apoyamos el proceso: entre otras, las de Diego Luis Castellanos, ex presidente del Banco Central y uno de los economistas más eminentes de América. Este blog no pudo ser montado a tiempo debido a dicha intercepción. Un burócrata desconocido decidió por cuenta propia convertir a Venezuela en Estado policíaco y derogar, al estilo Carmona, el artículo 48 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, según el cual las comunicaciones privadas “No podrán ser interferidas sino por orden de un tribunal competente, con el cumplimiento de las disposiciones legales y preservándose el secreto de lo privado que no guarde relación con el correspondiente proceso”. En el país hay casi un millón de usuarios de Internet: este delito intenta matar esos votos. Como copropietario de Cantv, pago los sueldos de su personal con tarifas e impuestos y exijo que respete la Constitución, y que funcione. A mí nadie me censura.
(Foto/texto: LBG)
Versión en francés: http://luisbrittogarcia-fr.blogspot.com/
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