jueves, 19 de junio de 2008

ENTIERRO DE UN MOTORIZADO


Sólo dos eventos congregan motorizados como moscas: cuando uno de ellos choca con un carro o cuando otro choca con la muerte. Para colisionar con la Pelona debe el motorizado, según la tradición, ir sin frenos, sin casco, sin placa y comiéndose la flecha y la luz perpetua. Nadie puede impedirlo porque nadie evita que un motorizado haga lo que le dé la gana. Todos a uno le caen de a montón los motorizados al automovilista, y a la muerte también. El entierro de un motorizado ocupa la autopista completa, de canal rápido a hombrillo y de trébol a viaducto. Delante va la pickup con altoparlantes más grandes que ella tocando Réquiem de changa, De Profundis de regetón y la salsa de Los Entierros de mi Gente Pobre, de Ismael Rivera. Siguen el ritmo motorizados de honor pirueteando en una sola rueda, rifando que el difunto no se vaya solo camino del cielo que tiene tantos semáforos. Detrás ruge la tropa en formación compacta rodilla con rodilla, prendiendo y apagando luces y pitando bocinas de mil tonos. La comitiva para en todos los cruces donde el homenajeado le mentó la madre a una hummer o abolló parachoques antes de quedar abollado él. Los fiscales de tránsito huyen ante el entierro de un motorizado, y policía que no corre queda acostado y los automovilistas escaparían pero no pueden evadirse del calabozo del automóvil ni siquiera agotada la condena de la paciencia. La tranca es de pronóstico reservado y en cada estación del víacrucis se descargan los hierros al aire o al que pase. Todo se acaba en la vida pero lo que parece que nunca acaba es el entierro de un motorizado, porque cuando concluye uno ya empieza otro y su tumulto nos recuerda que en la dura autopista de la existencia el modo de vida se confunde con el modo de muerte.

LA JUSTICIA ENTRA POR CASA
Invitado a una reunión para ayudar ad honorem a salvar la patria, el simple ciudadano llega a la Vicepresidencia donde la portera matavotos, estilo Retén de Catia, intenta decomisarle la cédula. El simple ciudadano le enseña la Ley Orgánica de Identificación, suscrita por el ciudadano Presidente Hugo Chávez Frías y el Ciudadano Vicepresidente, cuyo artículo 17 dispone que “Será castigado con arresto de cuarenta y ocho (48) horas el funcionarlo publico o particular que retenga ilegalmente la cédula de identidad a quienes la exhiban con fines de identificarse”. Mientras al simple ciudadano lo hace entrar quien lo ha llamado, la portera patalea, se bataquea y se revuelca y grita que a ella el Presidente y el Vicepresidente y la Ley le saben a…
La justicia entra por casa, y la Ley debería entrar por la Vicepresidencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Luis Britto:

Excelente escrito. Especialmente el tema de los motorizados. La situación de peligrosidad tanto para ellos como por ellos ya llega a niveles alarmantes.

La cosa es como una pugna cotidiana entre cuadruruedos y biruedos. Un espectáculo en donde siempre pierde el más pendejo, sea que agarre un manubrio o un volante.

Ojalá haya algún eco que impida el uso de la autopista por parte de los motorizados y además los meta en cintura para que cumplan leyes y normas las cuales, por lo demás, están allí para salvarlos a ellos mismos.

Muchos Saludos