sábado, 3 de mayo de 2008


Abunda cada vez más en las novelas el personaje inmóvil. De tanto personaje dubitativo o que deja las cosas a medio hacer o que finalmente enloquece o se suicida, surge por fin el personaje inmóvil que no habla, que no intenta, que ni siquiera se angustia por no hablar ni intentar y que pasa toda la novela sin ejecutar un acto ni merecer un comentario del novelista. Al poco tiempo empieza la peste y el personaje inmóvil va contaminando a todos los demás personajes hasta dejarlos inmóviles. Parece que fuera el símbolo de la imposibilidad, no sólo de la de vivir sino de la de escribir, de la de de comunicar, de la de saber algo comunicables Al fin viene la epidemia de los escritores inmóviles y finalmente la plaga de la inmóvil humanidad.

2 comentarios:

John Narváez dijo...

Escribe ese personaje su propia inmovilidad y los inmóviles lectores mencionan la neologística "metaliterariedad" para inventarle algún mérito a la novela autista.

Mikele dijo...

y "el fin de la historia" se le parece mucho...