viernes, 27 de diciembre de 2024

45 FESTIVAL INTERNACIONAL DEL NUEVO CINE LATINOAMERICANO

 

Luis Britto García


1

El arte lo invade todo. Lo que los hermanos Lumiére concibieron  como máquina para registrar el movimiento –el cinematógrafo- terminó convertido en nuevo arte. Total, porque incluye plástica, narración, movimiento, mímica, danza, música. Universal, porque la imagen es el lenguaje global accesible a todos antes de que nos aislara la Torre de Babel de las escrituras. En las cavernas de nuestros antepasados no aparecen letras, sino dibujos. Necesitamos que se nos traduzca Kafka: ninguna mediación requiere el ballet trágico de la escalinata de Odessa. Todas las cosas pueden ser reducidas a imágenes, pero las imágenes pueden convertirse en todas las cosas: testimonio, razonamiento, sentimiento, manifiesto, éxtasis, protesta.

2

En sus comienzos el Arte fue total. La experiencia cumbre de cada comunidad era la fiesta social, que amalgamaba mitos fundacionales, música, danza, mímica, pintura corporal, ornamentos, selección o transfiguración de un espacio. La división de la sociedad en clases separó las artes en oficios y especialidades diversas y dispersas, hermanadas apenas por el aire de familia del  Zeitgeist o espíritu de cada época. Pero siempre persistió el proyecto de recuperar la plenitud de la fiesta social en las manifestaciones del arte total: ceremonia religiosa, desfile,  teatro, ópera, en fin el cine, que reúne de nuevo la pluralidad de manifestaciones estéticas. Integrar las artes es reintegrar el ser humano.

3

Un film es ante todo una idea expresada en forma sensorial. Es registro de una realidad, pero de una realidad que surge de la concatenación intencional de los hechos fotografiados. Experimentamos  placer al reconstruir este silogismo porque al fin de la fiesta de los sentidos nos espera el sentido.

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Tal revelación produce resultados contradictorios. La tecnología del cinematógrafo es hasta cierto punto universal. Sin embargo el resultado es idiosincráticamente local. Podemos hablar de una filmografía europea, estadounidense, china o japonesa, así como de otra  latinoamericana y caribeña, cubana, mexicana, brasileña, argentina, venezolana o boliviana.  Pero la difusión de estos lenguajes, como los de la literatura, depende de aduanas locales y distribuidoras transnacionales. El gran capital crea o cierra mercados e impone o clausura cinematografías. Difícil es ver una obra maestra boliviana en Venezuela o una paraguaya en Ecuador. Cinematecas y Festivales como el del ICAIC en La Habana   instituyen puentes sobre abismos invisibles que  impiden disfrutar y comprender la maravillosa unidad y diversidad de lo humano.

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La imagen en movimiento  se decanta cada vez más por la aceleración y la brevedad. Tres días duraba una representación del Katakali; la Orestíada se toma una noche entera; representaciones teatrales y óperas de la modernidad requieren horas; el lenguaje fílmico cristaliza en la hora y media del largometraje y en los formatos cada vez más breves del mediometraje y el cortometraje. La pantalla televisiva impuso la media hora de la telenovela como coartada para el medio minuto de la cuña. Nuevas tecnologías permiten los instantáneos micro relatos del Tik Tok. La cinematografía, arte del tiempo, debe ir con los tiempos y explorar los nuevos formatos y tecnologías antes de que los grandes capitales los monopolicen. Un film maestro es la preparación de una epifanía visual poderosa y breve como un aforismo.

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Al igual que el mundo que refleja, un buen Festival, como el de La Habana,  es inabarcable. Imposible ver y calificar todo.

La cocina,  (2024)  escrita y dirigida por el mexicano Alonzo Ruizpalacios a partir de un drama de Arnold Wesker, reivindica el tan vilipendiado realismo como omnipotente método fílmico. Narrada casi en tiempo real, en austero blanco y negro, revela el mundo del trabajo, usualmente desterrado de las pantallas y  de la fachada de los rascacielos y los pulcros restoranes estadounidenses de Manhattan. En los sótanos, se afana el submundo de los explotados,  los indocumentados, los desprotegidos, los subpagados, los discriminados, los menospreciados, los maltratados, los amenazados por la deportación. Percibimos guiños a la monumental Metropolis, de Fritz Lang: la ropa de trabajo uniforma a todos, las cadencias de trabajo son insoportables, prosiguen incluso en medio de una inundación periódica. Dolorosamente,  estos excluidos sueñan en convertirse en quienes los excluyen. Darían lo que no tienen por la Green Card que les evitaría ser expulsados; el protagonista anhela además casarse con una gringa rubia. El sueño revienta como una burbuja. Un gringo de venerable barba entra a la cocina a mendigar sobras, y recita la biografía de toda una clase obrera: Trabajé toda mi vida y no encuentro empleo. No tengo casa, pensión ni seguro médico. Un cocinero le da comida, un gerente lo veta, las sobras van a la basura. Desaparecen unos dólares, y ya se sabe quiénes van a ser acusados. La rebelión es anómica, individual, desesperanzada: pero pudiera ser organizada, colectiva, triunfante. Todo gran película expresa más de lo que dice.

El Jockey, (2024)  dirigida y escrita por el argentino Luis Ortega, nos introduce al mundo de la explotación de los jinetes por las mafias que manejan el mundo hípico. Surrealista es que un deporte sea regido por el crimen organizado: surrealista es el film signado por la belleza de las danzas de entrenamiento de jockeys masculinos y femeninos, por la cotidiana incongruencia, por los asesinatos aleatorios, por la búsqueda individual de sentido en un mundo que ha dejado de tenerlo.

Farha, (2021) de la joven directora de Jordania Darin J. Sallan, reconstruye la historia real de una niña de catorce años encerrada en su casa por un padre que desaparecerá aniquilado por la Nakba, la invasión israelí a Palestina de 1948. En el oscuro encierro, Farha se entera del exterminio de sus amigas, de sus vecinos, de su patria por el estrépito de armas y la escasa visión que filtran algunas rendijas. La ausencia de diálogo y el anhelante rostro inquisitivo construyen una tensión magistral. La niña huirá a pie hasta Siria; de estar con vida hoy, seguramente emprende otro peregrinaje quién sabe dónde. Mientras los poderes fácticos puedan alimentarse del genocidio impune, todos somos palestinos.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO 

 

domingo, 22 de diciembre de 2024

FUTURO DEL TRABAJO Y TRABAJO DEL FUTURO

 


El trabajo crea nuestro mundo

Trabajo, actividad humana que genera todo el valor económico y, de hecho, la configuración del mundo que conocemos. La  acción social sobre la naturaleza es lo que separa  la compleja civilización actual de la errancia de una pequeña tribu de antropoides en el valle del Rif hace 250.000 años. La forma en que se organizan las labores y se distribuye el producto de ellas determina desde entonces a su vez la estructura  de las sociedades humanas.

Después de la comunidad originaria, esta distribución ha sido siempre desigual, con tendencia a privilegiar a los que dirigen u organizan el trabajo por encima de quienes lo ejecutan directamente. En el Modo de Producción Asiático, y en las grandes civilizaciones precolombinas de América, guerreros, sacerdotes y escribas consumían el trabajo de muchedumbres de siervos. En  el esclavismo, seres humanos reducidos a propiedad entregaban toda su fuerza laboral para sus dueños. En el feudalismo, los siervos cedían parte del fruto de su trabajo y temporadas de éste a los señores feudales, a cambio de protección. En el capitalismo, el proletario  despojado de medios de producción vende su fuerza de trabajo al patrón a cambio de un salario que no remunera la plusvalía que su labor añade a la materia prima. Entre explotados desposeídos de los medios de producción y explotadores que los acaparan estuvo planteada siempre, con diversa intensidad, la lucha de clases.

La relación de trabajo experimenta un cambio drástico con la introducción masiva de la maquinaria, que incrementa tanto la producción como la explotación. El capitalista aumentó horarios y cadencias laborales para extraer el mayor rendimiento de los trabajadores. Éstos recurrieron a la organización e incluso a las revoluciones para  mejorar su condición.

Mecánica del desempleo

La introducción de maquinarias cada vez más perfeccionadas debió en principio aliviar la condición del trabajador  y reducir su jornada, pero la lógica del mayor beneficio que impera en el capitalismo la tradujo en la práctica en progresiva reducción de los puestos de trabajo.

Esta reducción es global y progresiva. Según el World Social Report 2024 de Naciones Unidas, “Las tasas de desempleo en los países de bajos ingresos han permanecido también persistentemente altas, con el  déficit de empleos incrementándose del 20%  en 2018 a 21% en 2023. Estas tendencias han exacerbado las desigualdades preexistentes de ingreso y riqueza. En 2022, la mitad más pobre de la población poseía sólo 2% de la riqueza mundial; mientras que el 10% más rico detentaba el 25%.”(UNWorlSocialReport2024:1 https://desapublications.un.org/?token=YnlzhdMvFzgYSyR8-4zKwE5aD6SUjdVSwyTEr7Y_9Ag). La Organización Mundial del Trabajo confirma estas diferencias; ratifica que la tasa mundial de desempleo para 2023 es de 5,1%,  pero señala que  Mientras que la tasa de brecha de empleo en 2023 era del 8,2% en los países de renta alta, se situaba en el 20,5% en el grupo de renta baja. Del mismo modo, mientras que la tasa de desempleo en 2023 se mantuvo en el 4,5% en los países de renta alta, fue del 5,7% en los países de renta baja. (https://www.ilo.org/es/resource/news/la-tasa-de-desempleo-mundial-aumentar%C3%A1-en-2024-mientras-que-las-crecientes).

La suplantación del ser humano


Al respecto consultemos The Future of Jobs Report 2020, informe que presenta el World Economic Forum sobre las perspectivas laborales en el presente quinquenio, obtenidas mediante una investigación sobre 15 sectores industriales en 26 países, tanto desarrollados como emergentes (https://www.weforum.org/reports/the-future-of-jobs-report-2020/digest).

Reporta el WEF  que 43% de las empresas investigadas indican que reducirán su fuerza laboral debido a la integración tecnológica, y que hacia 2025, el tiempo empleado en el trabajo por seres humanos será igual al empleado por máquinas. Estima que hacia esa fecha 85 millones de empleos podrían ser desplazados por la división del trabajo entre humanos y máquinas, mientras que 97 millones de nuevos “roles” podrían emerger como “más adecuados a la nueva división del trabajo entre humanos, máquinas y algoritmos”. No se explica en qué consistirían ni cómo surgirían estos “roles”. Sí aclara que “los trabajos desempeñados por trabajadores de bajos ingresos, los jóvenes y las mujeres han sido más profundamente impactados en la primera fase de la contracción económica”. Por lo cual “el impacto presente es más significativo y más propenso a profundizar las desigualdades existentes”.

Añade el WEF que “la ventana de oportunidad para reentrenar y sobreentrenar trabajadores se ha estrechado en el recientemente constreñido mercado de trabajo”. En ese mundo en el cual la mitad de todos los trabajos será efectuada por máquinas, “para quienes permanezcan en sus puestos, el 40% de las destrezas requeridas  cambiarán en los próximos 5 años, y 50% de todos los empleados requerirán nuevo entrenamiento”. No se señala quién costeará ese entrenamiento. En países como Estados Unidos, donde la Educación Superior no es gratuita, seguramente correrá por cuenta de los educandos o los empleadores.  Especifica el WEF que “En promedio, los empleadores esperan readiestrar o mejorar el adiestramiento de más del 70% de sus empleados para 2025. Sin embargo, el enrolamiento de los empleados en tales cursos se debilita, con sólo 42% de ellos aprovechando las oportunidades de reentrenamiento y entrenamiento superior ofrecidos  por sus patronos”. En conclusión, habrá un masivo reemplazo de la fuerza de trabajo por las máquinas; los puestos de trabajo serán reemplazados por “roles” que requerirán arduo entrenamiento, para el cual parecen dispuestos menos de la mitad de los empleados.

Refiriéndose sólo a América Latina y el Caribe, la OIT señala que en dicha área están expuestos al desplazamiento informático 250.492.000 empleos: el 43% de los existentes.

(https://www.ilo.org/resource/other/employment-exposure-generative-artifical-intelligence-latin-america-and caribean).

Trabajo a distancia


Tanto la progresiva automatización como el confinamiento hogareño impuesto por la pandemia de Covid trajeron a la atención pública el tema del Trabajo a Distancia, es decir, fuera de la sede laboral o desde el hogar. Tal
 práctica ha existido siempre: numerosos trabajadores cumplen una fase laboral en sus casas (pongamos por caso, coser prendas de ropa) lo cual libera al empresario de gasto de local y a veces de invertir en equipos, y borra para quien labora los límites del calendario y la jornada de trabajo.

La progresiva informatización se presta para la adopción de esta técnica. Cerca  del 70% del PIB global es producido por el Sector Terciario de  información, educación, administración, finanza, publicidad, investigación. Su  actividad principal es el manejo e interpretación de la información, tarea que puede ser desempeñada a distancia. De hecho, en las instituciones que todavía exigen presencia física del empleado, la inmensa mayoría de la labor se cumple y es transmitida y preservada por medios informáticos.

La  masiva  implantación del trabajo a distancia reportaría beneficios significativos. Haría innecesaria la cotidiana migración de millones de trabajadores en vehículos devoradores de energía desde la periferia al centro de las ciudades; liberaría en ellas para otros usos edificaciones que sólo se emplean los cinco días semanales y las ocho horas diarias de la jornada laboral; ahorraría al trabajador casi cuatro horas al día de traslación entre su residencia y la sede del trabajo.

Derecho a la desconexión digital

Por otra parte, el trabajo a distancia obliga a quien labora a la adquisición, mantenimiento y renovación de su equipo informático, así como el entrenamiento y adaptación a las nuevas destrezas que su manejo requiera. El estilo “no presencial” puede extender el cumplimiento de un horario determinado a la exigencia abusiva de una disponibilidad del empleado las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana.

Contra esta situación se ha planteado el derecho a “la desconexión digital”: a no ser requerido para consultas o tareas mediante medios informáticos fuera de los días y horas laborales. Normas en tal sentido se han aprobado en países europeos como España, Bélgica, Francia y Portugal, y latinoamericanos, como Argentina, Colombia y Chile https://www.derysoc.com/el-derecho-a-la-desconexion-digital-en-el-ambito-laboral/).  Fuera de ellos, pende sobre el trabajador a distancia la amenaza de una jornada laboral perpetua.

Los avances laborales



Durante los siglos XIX y XX la persistente lucha de los asalariados fue ganando mejoras en la retribución de su fuerza creadora.  La mayoría de dichos avances fueron introducidos por la Unión Soviética a partir de  1918:  derecho a vacaciones, primero de quince días y luego de un mes, pleno  empleo, seguridad social y  jubilación digna a los 55 años para las mujeres y a los 60 para los hombres (https://archivo.juventudes.org/nikolai-efimov/5-diferencias-entre-el-sistema-sovi%C3%A9tico-de-pensiones-y-el-sistema-capitalista). También,  la igualdad de oportunidades y de remuneración  de las mujeres, y desde 1917 una licencia por maternidad que a la larga se extendió  por tres años (https://sputniknews.lat › Noticias).

Migrantes sin derechos laborales

El capital, por su parte, se fijó como meta no reconocer tales avances, y anularlos en infinidad de formas una vez concedidos. Requeriría una Enciclopedia reseñar tantas argucias, que van desde la corrupción  de los sindicatos hasta la Guerra Civil y el golpe de Estado. Nos limitaremos a señalar dos: la explotación del trabajo de los migrantes, y la suspensión de todas las leyes y  derechos laborales en las llamadas maquilas, o  Zonas Económicas Especiales. En ambas la finalidad primordial del capital es la misma: pagar salarios por debajo del nivel de subsistencia del trabajador.

Como resultado de sus propias aventuras imperiales, que desarticulan y arruinan países, o del mejor nivel de vida ganado con ellas, los países hegemónicos atraen migrantes que buscan seguridad y trabajo. Frente a estas masas laborales el país hegemónico desarrolla una política contradictoria: los restringe, limita, sataniza e ilegaliza con infinidad de normas y prácticas que hacen precaria su condición en el país de ingreso, y al mismo tiempo aprovecha esta precariedad para hacerlos trabajar por salarios ínfimos sin reclamar derechos sociales, laborales ni humanos.  La agricultura y buena parte de la industria de Estados Unidos se mantiene así; lo mismo ocurre en numerosos países europeos. Amenaza el Presidente electo  Donald Trump   con deportar 11 millones de migrantes “ilegales” para resolver la falta  de empleos en su país. La población de Estados Unidos para 2024 es de  335.893.238 habitantes. Es más que obvio que 11 millones de personas no pueden privar de sus empleos a tal gigante demográfico. Pero la culpabilización masiva del migrante posibilita la masiva negación de sus derechos en todo el planeta.

Zonas especiales sin derechos laborales

Un refinamiento de esta explotación consiste en el aprovechamiento de los recursos y de la mano de obra de los países menos desarrollados en sus lugares de origen a través de las llamadas Maquilas, o Zonas Económicas Especiales.

Mediante métodos inexplicables los capitalistas obtienen de los gobiernos locales concesiones inconcebibles: entrega de territorios con recursos productivos en las cuales no tienen que pagar impuestos ni respetar a los trabajadores nativos derechos laborales, sociales ni sindicales. En algunos países, como en Venezuela, se ofrece a los empresarios extranjeros a costa de la Nación el aporte gratuito de las infraestructuras que éstos requieran e incluso ¡el capital a ser invertido! Así, la Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales pauta en su Artículo 36: La actividad económica que se desarrolle en las Zonas Económicas Especiales, sin perjuicio de garantizar la unidad monetaria de la República Bolivariana de Venezuela, se regirá por un sistema de libre convertibilidad, así como por planes de financiamiento ofrecidos por instituciones bancarias especializadas para el desarrollo de la economía real y productiva, de conformidad con las normas que dicte el Banco Central de Venezuela y el Ministerio del Poder Popular con competencia en materia de economía, finanzas y comercio exterior. 

Informa Oxfam que en el mundo unos 27 millones de personas trabajan en 200 de estas zonas excluidas del cumplimiento de la constitución y las leyes nacionales, con salarios por debajo del nivel de subsistencia (https://www.lamarea.com/2015/04/13/27-millones-de-personas-son-victimas-de-explotacion-laboral-en-las-maquilas/).

 Es el retroceso al más sórdido  estatuto colonial, pero sin necesidad de conquistar por la fuerza territorio ni riquezas, que son entregados gratuitamente por quienes deberían custodiarlas. La mera artimaña de usar el adjetivo de “Especiales” pretende otorgar  inconstitucionalmente al patrono extranjero la entrega de los recursos, la inmunidad contra los impuestos locales y la ausencia de deberes hacia sus trabajadores. No debe extrañar que esta hiperexplotación sin precedentes haya determinado la tercerización de capitales hacia el Tercer Mundo, eliminando de paso  puestos de trabajo en las naciones hegemónicas. Con idéntica falta de escrúpulos y de respeto a la Constitución y las leyes se podría decretar Zonas “Especiales” donde no rigieran el Código Penal ni los Derechos Humanos, y muchas de tales abominaciones se han instalado de hecho en las periferias de las maquilas.

Al igual que los arcaicos soberanos de Derecho Divino, el Gran Capital ha logrado la inmunidad ante los impuestos y ante las leyes que protegen a la clase que produce toda su riqueza, la de los Trabajadores. Hasta nuevo aviso, todos somos migrantes ilegales sin derechos en una gran Maquila que, de no ser detenida,  devorará  el planeta.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

 

lunes, 9 de diciembre de 2024

AYACUCHO

LUIS BRITTO GARCÍA

A las siete de la noche tocó silencio el corneta. Allí mismo fue demasiado silencio. Tan alta era aquella llanura que se ahogaban los gritos. Ni para hablar nos quedaba el aliento.

Cumaná tiritaba con mal de páramo ante la hoguera de quinua. A cada lancero lo llamábamos con el nombre de su pueblo. Y a mí, que sabía las canciones de todos los sitios, me llamaban Coplero.

Ay, Cumaná, quién te viera
y por tus calles paseara
y hasta San Francisco fuera
a misa de madrugada
mi madre es la única estrella
que alumbra mi porvenir
y si se llega a morir
al cielo me voy con ella
río Manzanares
déjame pasar
que mi madre enferma
me mandó a llamar.

El general Sucre tenía oídos de lince y paró la inspección de las tropas. Con su Estado Mayor cabalgó hacia nosotros. Quién ha roto el silencio. Yo, mi general. Soldado, qué castigo debo aplicarte.

Al último resplandor de la quinua vi que se iba apagando su cara.

Lo que usted diga, mi general. Lancero, me dijo sofrenando su macho, te impondré el peor castigo para un jinete que se ha abierto camino en la América empuñando una lanza: no pelearás en la batalla de mañana. Pero mi general. Silencio.


Al alba ya Cumaná respiraba. Me abrazó, y picó espuelas con las oleadas de la caballería de José María de Córdoba. Los vi romper contra la fusilería realista que dominaba las alturas de Corpahuaico, y horas más tarde bajaban los cóndores desde las cordilleras más encumbradas. Ya era de noche cuando encontré a todo el pelotón. Abrazaban sus lanzas y tenían las bocas abiertas, como todavía gritando en la altura sin aires. A cada uno de ellos les fui cerrando los ojos.

En ese momento me alumbraron los candiles del Estado Mayor del general Antoñito Sucre, quien reconocía la mortandad. Antoñito acababa de cumplir veintiocho años, y ninguno de los caídos tenía más edad. Ese día se ganó la libertad de la América, y sin embargo nunca vi al general tan triste como cuando, reconociéndome, dijo:

—Lancero, ahora puedes regresar a Cumaná.

—General, no soy de Cumaná.

Entonces me venció el rencor y le dije que el cumanés era el muchacho a quien yo cerraba los ojos. Le había devuelto el aliento cantándole para que fuera a exhalarlo contra la fusilería de Monet.

El general quedó un instante sin aire, bajo las estrellas que eran tantas como las lanzas caídas en aquella meseta de sangre. No podía decirme que, como él también había nacido en Cumaná, al oírme cantar y arrestarme creyó devolver vivo a su pueblo por lo menos a uno de aquellos piragüeros que dejaron sus playas lejanas diez años y cien batallas atrás.

Al fin encontró aire para susurrar:

—Quien se entrega a la libertad, se da a la muerte. Lancero, cántanos de nuevo "Gloria de Cumaná".

—General: no volveré a cantar más. 

El general tiró de las riendas para que su macho diera la vuelta lentamente, como si quisiera oír algo en el silencio de aquella meseta que los indios llaman Ayacucho: Rincón de los Muertos.

—Has hecho mal. Un favor no se le niega a un moribundo.

No sé si en aquella quietud escuchó algo. 

Ninguno de nosotros tres vivió para volver a ver Cumaná.

TEXT0/FOTOS: LUIS BRITTO


 

viernes, 29 de noviembre de 2024

LA BIBLIOTECA

Luis Britto García


 

1

A nuestras espaldas, casi sin que lo sepamos,  se compila la más extensa biblioteca jamás soñada. Contiene todos los conocimientos de la tierra; abarca la biografía de todos los prójimos sin omitir sus más triviales actos, registra la totalidad de los sitios del planeta con sus componentes y disponibilidades. Leerla no sólo rebasaría una vida: requeriría más de un millón de ellas pues crece a mayor velocidad que las existencias que registra. A diferencia de nuestras precarias mentes, no olvida.

2

Las primeras bibliotecas fueron   trazadas en las paredes de cavernas como las de Altamira, Laxcaux, Chauvet, Leang Tedongnge. Sus páginas pétreas conservan vivaces imágenes  de las bestias cuya persecución ocupaba los días de nuestros ancestros cazadores. De éstos apenas figura la silueta de las manos, marcada con colorante escupido. Mientras la anatomía de  presas y  fieras es minuciosamente detallada y estilizada, los humanos son emblematizados con escuetos trazos que esquematizan y apenas sugieren piernas, brazos, torsos, cabezas. Ya no se trata de retratos, sino de ideogramas, signos,  escrituras, del primer paso de la conversión de sensaciones en ideas. Nuestros petroglifos, trazados a sol abierto, en su mayoría no son figurativos. Quizá son las páginas iniciales de una escritura  de la cual hemos perdido las claves.

3

Las primeras bibliotecas fueron  grandes edificios de piedra, visibles para todos y legibles para quien supiera interpretar el alfabeto de la monumentalidad o más bien la prepotencia. Stonehenge fue un desmesurado breviario para medir los cielos. El templo, el monumento  y el palacio fueron los tomos del discurso del poder; la distribución del espacio en las calles y los hogares  las páginas del libro social. En otro sitio he demostrado que la ciudad es una escritura, mediante la cual podemos descifrar la gramática de la vida.

4



Siendo inexplicables el razonamiento y el habla que distinguen al ser humano, se los atribuyó a los dioses, y se consideró que toda escritura era voz de la divinidad. Los primeros libros fueron todos sacros, inspirados por el Supremo Autor. Sus páginas cimentaron  naciones,  sus intérpretes devinieron castas mediadoras entre los poderes y los gobernados: escribas, mandarines, sacerdotes, intelectuales.

5

Hace  décadas, cuando se planteó legislar sobre los registros que los poderes llevan de sus ciudadanos, sugerí que sólo debían inscribirse en  ellos los datos requeridos por la Ley; que debían ser accesibles nada más que para los ciudadanos a los cuales se refería la información  y para las autoridades  competentes sobre la materia, y que los afectados debían gozar del derecho de corregir o eliminar cualesquiera datos erróneos o no pertinentes. La norma respectiva acogió dichas sugerencias.

6

Sin embargo, al margen de ella han crecido registros informáticos públicos y privados que recogen todo tipo de datos sin conocimiento de los interesados y sin que éstos puedan verificar ni corregir equivocaciones. La biblioteca titánica de La Red compila constantemente un archivo sobre nuestras predilecciones, rechazos, relaciones, enfermedades, bienes, odios,  afectos, militancias, hábitos de consumo, entretenimientos, creencias, valores, actitudes y conductas.  Entregamos dicha información al emitir mensajes, transferir pagos, elegir mercancías, preferir o rechazar contenidos, contestar ingenuamente encuestas o supuestos tests de personalidad, aceptar cookies o espías informáticos que delatan cuanto consignamos a los ordenadores o de ellos recibimos. Información es poder.

7

Entregamos estos torrentes de datos a través de los cuales se sabe sobre nosotros todo a sistemas sobre los cuales no sabemos nada. Edward Snowden reveló en su libro Vigilancia permanente, de 2019, que Estados Unidos tenía acceso a todos los sistemas informáticos del planeta,  que espiaba más celulares en el propio país que en el exterior.  Todo dato que confiamos a un ordenador es guardado en “nubes” que fertilizan receptores privilegiados. Así germinan una Psicología, una Sociología y una Política de las profundidades, accesible sólo a los grandes poderes, que mediante ellas ganan elecciones, mercados o guerras. Ignoramos quienes recogen estas cosechas de datos, cómo las procesan, de qué manera las interpretan, cómo corregir sus errores, a cuáles conclusiones arriban ni cómo las utilizarán en contra nuestra. Desinformación es poder.

8

Esta desmesurada biblioteca suspende el ánimo tanto por su extensión titánica como su inaccesible secreto y su aparente inmunidad al olvido. Sin embargo, una escritura en el muro amenaza el festín de Baltazar. La obsolescencia tecnológica inhabilita progresivamente la legibilidad de los registros. No podemos ya leer sin complicados traductores lenguajes obsoletos como el Fortram, el Kobol, el Python, el Perl. Tampoco  las arcaicas tarjetas perforadas, los blandos discos de cuatro pulgadas y media, los de tres y media, los de doce. Todos esos medios además son frágiles, y la información puede desvanecerse de ellos sin causa aparente. Los pergaminos de la antigüedad clásica han sido restaurados para leer sus inscripciones originarias; en vano he buscado información definitiva sobre la probable perduración de los registros informáticos. Leí alguna vez que es de poco más de tres años para  discos de tres y media; de cinco para un disco duro; de apenas doce  para discos de doce pulgadas bañados en oro. He rescatado registros de medios más viejos que los indicados, pero cada vez que pienso en una  universal pérdida de datos tiemblo. También, el pulso electromagnético de un solo artefacto nuclear en la estratósfera podría borrar todos los registros informáticos de un país. Nuestro conocimiento del mundo podría desvanecerse instantes antes que éste.

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Esta biblioteca podría progresar  de la capacidad de almacenar información a la facultad de interpretarla que llamamos conciencia. Es posible que la biblioteca devore al mundo que representa. En Rajatabla (1971) imaginé un computador dotado de instinto de conservación  que suplantaría a sus creadores. En Abrapalabra (1981) imaginé dos posibilidades para ello: Gnosos aplicaría toda la materia del cosmos para registrar el conocimiento sobre éste; Cataclix intentaría reventarla para sacudir el vacío, crear más materia y antimateria y con ellas instaurar un universo más complejo que el presente. No revelo el espantoso plan que culmina la inteligencia artificial en mi última novela, F@Z, por temor de que se cumpla.

TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

 

 

 

viernes, 22 de noviembre de 2024

G-20: SALUDOS A LA BANDERA

 Luis Britto García 


1

Se supone que todos los seres humanos son iguales en derechos: todos los países también deberían  serlo. Pero algunos  se consideran más iguales que otros, y rehúyen el voto democrático de las grandes organizaciones internacionales, como el de los 191 países que en la ONU condenan el bloqueo a Cuba o el de los 15 miembros del Consejo de Seguridad que exigen el alto al fuego en Gaza.

2

A fin de evitar que muchas manos pongan morado el caldo de la hegemonía, se reservan la administración de todo el planeta clubes de los países más ricos, como el  G-7 o el G-20. Los miembros originarios de este último fueron elegidos arbitrariamente por un comité de funcionarios, y se oponen enérgicamente a la inclusión de nuevos integrantes. Para equilibrar estas camarillas  exclusivas y excluyentes, el mundo multipolar crea el BRICS+, pero  cada uno de sus fundadores puede a su vez ejercer el veto unilateral contra posibles nuevos miembros. Como reza la Ley de Hierro de las oligarquías de Robert Michels, el poder tiende a concentrarse en un número cada vez menor de manos.

3

Afirmó  Groucho   Marx   que no le interesaba ingresar a un club que lo aceptara como miembro. Basta hojear los integrantes del G-20 para calificarlo. Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, y el Reino Unido son además miembros del G-7, el excluyente bloque de los que fueran países más ricos.   Sólo cinco afiliados (Arabia Saudita, Argentina, Brasil, México e Indonesia) están en vías de desarrollo, pero poseen inmensos recursos naturales. Apenas dos (China y la Federación Rusa) se  desarrollaron revolucionariamente en pugna con el capitalismo. Cinco (Brasil, China, Rusia, India y Suráfrica) son también promotores de la alianza competidora del BRICS+, lo cual supone una incómoda doble personalidad o contradicción de intereses, que    se intensificará progresivamente.

4


Las entidades políticas integradas en este cenáculo de Presidentes representan un 56 % de la población mundial, ocupan el 60% del territorio del planeta, producen 85 % del PBI global y el 75% del comercio internacional. La distribución no es uniforme: la mayor parte del PIB es apropiada por los minoritarios países que también son miembros del G7; la mayoría de la población corresponde al depauperado Sur Global. Esa contradicción es el centro del G-20, o más bien la del planeta.

5

La presidencia de este club de Presidentes es rotativa, ejercida anualmente por el primer mandatario del país huésped. La agenda para la Cumbre de 2024 comprende debates sobre 1) Inclusión social y lucha contra el hambre, 2) Transición energética y desarrollo sostenible en sus aspectos sociales, económicos y ambientales, 3) Reforma de las instituciones de gobernanza global: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio, Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

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No necesita el lector que le explique por qué tantos debates concluyeron en  saludos a la bandera. La “Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza” no puede ser gerenciada  justamente por el grupo de países que más han contribuido a que –según Oxfam- el 1% de la población mundial acapare cerca del 50% de la propiedad global, y sólo el 10% posea el 80% de dicha riqueza. Programas como el “Cero Fome” alivian a las masas de la depauperación que podría conducir al estallido social, pero no les procuran trabajo estable ni control de los medios de producción. Difícil es una “transición energética” o una “movilización mundial contra el cambio climático” dirigída por países responsables del 83,9% de las emisiones de CO2 provenientes de energía fósil (https://en.wikipedia.org/wiki/G20) o de la destrucción de la Amazonia. Dudamos de que reformen institucionalmente Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial del Comercio y Consejo de Seguridad de la ONU  quienes los usan  como pilares de su poder. Si lo quisieran, los monopolios del agronegocio podrían suprimir el hambre, los países desarrollados clausurar las fábricas que supuestamente envenenan la atmósfera, disolver las instituciones que perpetúan la especulación financiera y acumulan una deuda que supera el 333% del PIB global. No  lo hacen porque  estropearía sus negociados. El G-20 no es la solución, sino el problema.

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No se sabe que el selecto grupo haya adoptado resoluciones viables y obligatorias para frenar el excesivo gasto armamentista, las continuas injerencias militares en  países del Sur Global, la obscena inmunidad tributaria de los grandes capitales transnacionales, las medidas coercitivas unilaterales que destruyen a los países independientes, la necesaria anulación de la impagable Deuda Pública,  la persecución racista contra grupos discriminados internos o migrantes, la falta de derechos sociales y laborales de quienes trabajan en esos agujeros negros de los derechos humanos llamados maquilas o Zonas Económicas Especiales. La juiciosa actitud de los integrantes del G-20 ha sido debatir los problemas propios como si se tratara de los del mundo, y nunca tratar los problemas del mundo como propios.

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El G-20 ha aceptado implícitamente sacrificar el planeta  en aras  de las potencias hegemónicas. Esta marcha hacia el precipicio resulta agravada por la contraorden sobre la estrategia y la táctica del enfrentamiento. Durante medio siglo impuso Estados Unidos a sangre y fuego el catecismo neoliberal  resumido en dos mandamientos: cero proteccionismo estatal, absoluta libertad de empresa. Este suicidio económico fue forzado por golpes de Estado como los de Indonesia,  Chile. Honduras y Panamá,  por invasiones como la de Nicaragua, Cuba, República Dominicana,  Libia, Irak, y ocupaciones militares como las de Colombia, Ecuador y Perú. Estados Unidos lleva más de un siglo obligando  a los demás países a adoptar las políticas neoliberales que los llevaron a la ruina y que ahora lo arruinan a él.

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Pues al desechar todo proteccionismo permitió a los grandes capitales mudar sus industrias al exterior, dejar sin empleos a los estadounidenses, sustituir la producción de bienes materiales por la de dividendos especulativos e inmunizarse contra los impuestos mediante rebaja de las tasas tributarias y colocación de beneficios en Paraísos Fiscales.  Donald Trump ganó la presidencia ofreciendo revertir estas políticas fatales, pero en el mejor de los casos su táctica será dual: reimpondrá el proteccionismo a favor de Estados Unidos, a costa de la  desprotección económica, social y estratégica del resto del planeta. Es lo que se debatió a puerta cerrada en la cumbre  del G-20.  Suelen las organizaciones internacionales ser estructuras para barnizar de consenso los intereses del minoritario grupo de las potencias hegemónicas. Es hora de que participe en el debate toda la humanidad.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

 

 

viernes, 15 de noviembre de 2024

VENEZUELA EN EL MUNDO MULTIPOLAR

 Luis Britto García



El 12 de octubre de 1492  arrancó el  proyecto unipolar de Occidente. La superioridad en armamentos sobre los pueblos originarios de América posibilitó a los castellanos poner en marcha el plan que el consejero Mercurino de Gattinara presentó al joven Carlos V: la Monarquía Universal. O sea,  invertir los recursos humanos y naturales saqueados al Nuevo Mundo para dominar al Viejo, y utilizar a éste como instrumento para sojuzgar el planeta.

La riqueza pillada financió casi dos siglos de hegemonía española; su traspaso a  piratas, corsarios y  mercaderes del resto de Europa alimentó una sucesión de intentos de dominio unipolar planetario  por Francia, Holanda,  Alemania  e Inglaterra, cuyo Imperio cubrió  casi  la mitad del globo hasta 1939.

La desenfrenada pugna por la hegemonía tuvo imprevistos efectos: valiéndose de los resquicios que dejaba la confrontación entre las potencias, algunos de los colonizados se independizaron. Para debilitar a Inglaterra, Francia envió a América del Norte una flota y un ejército al mando de Lafayette, que decidieron la Independencia de Estados Unidos.  Las tropas francesas de Napoleón ocuparon España en 1808 y debilitaron a la monarquía, facilitando nuestra liberación. Dicha invasión puso en fuga a la casa reinante de Portugal hacia Brasil; el cual se independizó.

De esta sangrienta historia de devastación y saqueo surgieron dos tipos de países: los “desarrollados” –saqueadores- y los “subdesarrollados” –-saqueados. Pero ¿cómo se originaron estas categorías?

En todos los países que terminarían desarrollándose, el Estado asumió el papel de protector de las industrias y productos nacionales. Así ocurrió con Inglaterra, cuyo proteccionismo se inició con Elizabeth I y culminó con Cromwell, quien dispuso que todo lo que se comprara o  vendiera en Gran Bretaña debía ser transportado en barcos ingleses.

 Pasó así con la Francia del Rey Sol, cuyo ministro Jean Baptiste Colbert  fomentó las industrias locales, creó fábricas nacionales, gravó pesadamente las importaciones, y prohibió la exportación de las cosechas cuando éstas fueran requeridas para el consumo interno.



 Ocurrió así con los estados germánicos cuya unión constituiría Alemania, la nación continental con ciencia e industria más desarrollada gracias a las políticas proteccionistas de Bismarck.

En cuanto a Estados Unidos, sólo la más petulante ignorancia puede proclamar que su desarrollo se debe al “libre mercado”. Para fortalecer las industrias norteñas, la independizada Unión  impuso pesados tributos a la importación de maquinaria y artículos de consumo. La Guerra de Secesión de 1861-1865 fue una sublevación de los estados agrícolas del Sur a favor del libre comercio con Europa. Estados Unidos sacrificó entre 600.000 y 850.000  vidas en un conflicto civil para mantener el proteccionismo que lo convertiría en país desarrollado.

Mientras que a los países colonizados por ibéricos y portugueses la administración colonial los redujo a  la producción minera,  agrícola y pecuaria del Sector Primario para exportar a las metrópolis. Tras liberarse  de éstas, sus oligarquías permitieron el más libérrimo comercio con las nuevas metrópolis inglesa, francesa y finalmente estadounidense. Por tanto, no se desarrollaron o lo hicieron sólo a conveniencia de los países hegemónicos, condición que persiste hasta hoy.

La competencia por el saqueo del mundo de los Estados “desarrollados” condujo a conflictos globales que  abrieron resquicios por los cuales se independizaron algunos  países saqueados. Así, la Primera Guerra Mundial  fracturó el poder zarista,  posibilitó la Revolución Bolchevique, disolvió el Gran Imperio Otomano  y detonó una cadena mundial de intentonas revolucionarias, como la de los espartaquistas.

La Segunda Guerra Mundial facilitó el surgimiento de la China Comunista, la Independencia de la India y un movimiento planetario de descolonización.  

El empleo de  armas nucleares en 1945 frenó la contienda abierta entre las grandes potencias y abrió el  período de guerras convencionales limitadas  entre intermediarios y de conflictos económicos y  políticos de tercera y cuarta generación conocido como Guerra Fría. En las grietas de la confrontación encontraron el camino hacia su afirmación países como Cuba, Argelia, Nicaragua, Vietnam  e Irán.

 Hasta que el suicidio de la Unión Soviética pareció consolidar la unipolaridad capitalista y abrir el paso a un “New American Century” ( Nuevo Siglo Americano). Pero los países hegemónicos a su vez se suicidaron dejando que el capital financiero exportara sus parques industriales a los periféricos.

Del grupo de países que componen el BRICS+ muy pocos, como China, se declaran socialistas, pero en líneas generales sus economías son sensiblemente protegidas por sus respectivos Estados. Al punto de que coinciden en desechar o sustituir los instrumentos fundamentales de la hegemonía unipolar: el uso obligatorio del dólar sin respaldo como garantía de reservas e instrumento de pago internacional. La obligación de canalizar sus transferencias con sistemas  como el Swift, dominados por la Alianza Atlántica. La de recurrir a los  créditos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que  estimulan y acumulan deudas impagables.

En esta historia hemos verificado que sólo se han desarrollado y accedido a la autonomía aquellos países  en los cuales el Estado ha jugado un papel determinante en la gestión económica, interviniendo activamente para  progresar del sector primario, -extractivista, agrícola y pecuario- al secundario –industrial, manufacturero, de transporte, construcción- y de allí al terciario de investigación, comunicación, investigación científica.

Aquellos Estados que declinen su función protectora del desarrollo económico nacional y accedan al mundo multipolar ofreciendo una vez más a los intereses extranjeros gratuita e incondicionalmente recursos naturales, minerales, cultivos y mano de obra semiesclava con remuneraciones por debajo del nivel de la subsistencia,  simplemente replican voluntariamente las relaciones coloniales instauradas a la fuerza hace medio milenio, y con ellas se hundirán.

El BRICS+ ha de ser  punto de partida hacia una nueva humanidad, y nunca reposición de las prácticas más execrables de la moribunda unipolaridad.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO

viernes, 8 de noviembre de 2024

NUESTRA AMÉRICA EN ESTADOS UNIDOS

  Luis Britto García


Luis Britto García

¿Qué se debatió en el proceso electoral estadounidense? Siempre he dichod que en la potencia norteña operan dos partidos distintos y un solo capitalismo verdadero. Campañas electorales y apoyos mediáticos son tan costosos, que sólo candidatos apoyados por los megamonopolios y el complejo militar industrial pueden hacer carrera política y gobernar por y para ellos.

Todo imperio comienza por dominar las periferias y termina devorándose a si mismo. La declinación del poderío estadounidense se debe en gran parte a su élite empresarial. Para conquistar energía fósil   gasta cerca de la mitad del gasto armamentista mundial; para disponer de mano de obra semiesclava con salarios por debajo del nivel de subsistencia y recursos naturales regalados traslada sus fábricas a Zonas Económicas Especiales del Tercer Mundo y deja sin empleos a los estadounidenses. Para obtener todavía más ganancias su capital industrial se vuelve finanza  transnacional que sólo produce dividendos especulativos. Éstas han sido en líneas generales las políticas del Partido Demócrata, maquilladas con agendas “progresistas”  como el derecho al aborto y promesas de respeto a los derechos de los migrantes.

Frente a estas políticas, el republicanismo de Trump ofreció ahorrar el gasto militar de las guerras interminables y estimular el regreso al país de capitales y fábricas imponiendo políticas proteccionistas de altos aranceles para los productos importados. Así se generaría empleo y capacidad de consumo para la deprimida producción nacional. También Trump culpabilizó con extremo rigor a los inmigrantes de arrebatarle puestos de trabajo a los nacionales, campaña que progresivamente  flexibilizó para no ahuyentar el voto “hispano”.

Pero lo que los políticos prometen  no es lo que necesariamente hacen. Los dos partidos han rebajado las tasas tributarias de los grandes capitales por debajo del 23% que cancela el ciudadano común.  Ambos han diluviado “salvavidas de oro” de auxilios financieros a entidades usurarias quebradas. Los dos han perdonado irresponsablemente sumas debidas por el gran capital al Tesoro. Ambos partidos han arrastrado  un déficit fiscal que  convierte a Estados Unidos en el país más endeudado del mundo, con una deuda pública que  en 2023 ascendió a 32.911.523.000.000  dolares, el 118,73% de su  PIB. Su pago supera los ya exorbitantes gastos en defensa. Sus congresos han legalizado el soborno a los legisladores; sus tribunales exoneran a priori de responsabilidad a los Presidentes por delitos cometidos en ejercicio de sus funciones. Republicanos y demócratas son cómplices del bloqueo contra Venezuela y del latrocinio de sus bienes en el exterior. En su anterior administración, Trump no inició ninguna guerra; pero dijo que de haber sido reelecto ya se habría apoderado de nuestro petróleo.

Ante estas políticas unánimes podríamos preguntémonos qué decidió la última elección presidencial. Se ha generalizado en el mundo una plaga de gobiernos “progresistas” que nada progresan, paralizados del miedo de tocar algún interés. Los gobernantes de Estados Unidos nada hicieron para contener la progresiva devaluación de los salarios, el alza incontenible de los precios, la falta de un servicio médico social. Desesperadas por la inopia, las masas votan por el primer intemperante que a fuerza de insultos, improperios  y amenazas finja que hará algo, lo que sea, para sacudir la mortal inercia del más de lo mismo y atacar un enemigo más o menos imaginario. Es la estrategia actoral de Marine Le Pen,  Giorgia Meloni,  Zelenski,  Milei y Donald Trump.

Pues bien, en Estados Unidos los “hispanos” son el grupo social más adecuado para tratarlo de enemigo imaginario. Son catalogados como tales por su origen y por el uso del castellano en el hogar.  La Oficina del Censo de dicho país discrimina y cuantifica su población para 2022 en las categorías siguientes: “Blancos no hispanos”, 58,88%; “Hispanos” 19,1%: “Negros o afroamericanos” 12,62%: “Asiáticos”, 6,08%. Es una clasificación racista e inadecuada, pero de ella resulta que aproximadamente uno de cada cinco residentes de dicho país es “hispano” (unas 65 millones de personas), y para 2060 se estima que pertenecerá a tal categoría el 26,9% de la población, unos 119 millones, casi una de cada tres personas.

Tenemos así una considerable porción de lo que Martí llamo “Nuestra América”, una verdadera nación definida por su propia cultura,  en el seno del Imperio que en 1848 arrebató más  de la mitad de su territorio a México.

Como ocurrió con todos los imperios, como sucedió con el ateniense, el romano, el español y el británico, el avasallamiento de pueblos o territorios diferentes impuso la  diversidad cultural. Las élites estadounidenses esperaban que la omnipotencia de sus medios de comunicación fundiría todas las diversidades étnicas y culturales en un anónimo “melting pot” (sancocho u olla podrida). Por el contrario, Estados Unidos conserva  gran diversidad étnica y cultural, al extremo de que el historiador Colin Woodward, director del Nationhood Lab de la Salve Regina University  afirma que “es un país con 11 naciones rivales que compiten” (https://www.bbc.com/mundo/articles/c0rwew47q4ro).



El racismo discriminatorio del dominante estamento  WASP (White Anglo Saxon Protestant) impuso a los “hispanos” el tratamiento de “extranjeros ilegales” y de “improductivos”. Pero de hecho, los antepasados de la mayoría de los actuales “hispanos” poblaban ya el territorio donde viven sus descendientes  antes de que Estados Unidos lo usurpara en 1848, e incluso antes de que los españoles lo invadieran en 1519. Extranjeros e ilegales fueron quienes por la fuerza bruta les robaron sus tierras y sometieron a los “chicanos” a una servidumbre equiparable a la esclavitud.

En cuanto a la acusación de “improductivos”, todos los imperios mantienen a los trabajadores inmigrantes en condición de “ilegalidad”, para explotarlos sin que puedan reclamar derechos, y expulsarlos a la menor insubordinación. La situación es explicada pormenorizadamente en el mockumentary de Sergio Arrau “Un día sin mexicanos” y en su secuela “Un día sin mexicanos 20 años después” (ambos en You Tube). Sin los vilipendiados “hispanos” colapsarían gran parte de la agricultura, la industria y los servicios estadounidenses.

Ha llegado el momento de que esa porción  de Nuestra América que sobrevive en las entrañas del monstruo se haga respetar por su número,  su cultura y su inmenso aporte a la vida económica y social.


TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO