LUIS BRITTO GARCÍA
Ponencia
presentada en el Encuentro FOOD
AND ENERGY SECURITY PERSPECTIVES IN THE BRICS COUNTRIES, en la Facultad de
Economía de la Universidad de San Petersburgo
La seguridad
alimentaria y la energética son requerimientos básicos en todos los países, y
particularmente en los del BRICS, economías emergentes que comprenden algunas
de las más poderosas del mundo.
Ambos factores
están vinculados. La agricultura a gran escala requiere inexorablemente energía
para maquinarias agrícolas, sistemas de regadío y transporte de productos, así como aplicación de fertilizantes e insecticidas
derivados de los hidrocarburos. Está en
riesgo la seguridad alimentaria de países que no dispongan de energía fósil abundante
y estable; está en peligro la seguridad energética de países que dependan de
las importaciones para alimentar a su
población. Examinemos la interrelación de estas variables en los países del
BRICS.
Se puede suponer
que goza de seguridad alimentaria un país en el cual los alimentos constituyen
un porcentaje modesto del total de sus
importaciones, y un porcentaje significativo del total de sus exportaciones. Examinemos
las magnitudes compiladas a fines de
2020 por el Banco Mundial. El promedio global de importaciones de alimentos es
el 9% del total de importaciones;
Estados Unidos gasta en alimentos el 7% de lo que importa, y el Grupo de Países
Pobres muy Endeudados invierte en tal concepto 16% de sus importaciones. Por
otra parte, el porcentaje de alimentos
en el total de exportaciones global es asimismo de 9%, en Estados Unidos es del
11%, y en el Grupo de Países Pobres muy Endeudados, de 30% (https://datos.bancomundial.org/indicator/TM.VAL.FOOD.ZS.UN).
Brasil, la
economía más grande de América Latina, dispone de extensas tierras cultivables,
de uno de los sistemas fluviales más caudalosos del mundo, así como de
humedales y grandes sistemas boscosos en la Amazonia. Sus importaciones de
alimentos son el 5% del total de importaciones, sus exportaciones de alimentos
el 35% del total de éstas.
La Federación
Rusa dispone asimismo de enormes
extensiones de tierras cultivables y de equipamientos agrícolas modernos. La Revolución Soviética colectivizó las
tierras y dio pasos sustanciales hacia la mecanización de la industria
agropecuaria. Según el Banco Mundial, las importaciones de alimentos de Rusia
son un 12% de las importaciones totales, tres puntos por encima del porcentaje
global, y sus exportaciones de alimentos un 8% del total. Son puntajes aceptables, pero quizá sería deseable su mejora
en vista de los numerosos y agresivos enemigos externos de la Federación
Rusa.
La India dispone
de tierras intensivamente cultivadas gracias a la mano de obra
de infinidad de pequeños propietarios y granjeros que utilizan en gran
parte técnicas tradicionales. Esta modalidad de producción agrícola le ha
permitido hasta el presente abastecer a su numerosa población, aunque en
condiciones de austeridad, con preponderancia de la producción vegetal y notables conflictos entre los pequeños
agricultores y las grandes empresas
agrícolas. La importación de alimentos es sólo un 5% de sus
importaciones totales; su exportación de ellos, un 11% del total.
China, gracias a
su milenaria tradición de aprovechamiento de los cauces de agua mediante
estanques, represas y canales, y a la modernización de la agricultura impulsada
por la Revolución, gasta en alimentos un
8% de sus importaciones totales, y sólo exporta alimentos por un valor de 2%
del total. Sus reservas de energía fósil son
modestas, comparadas con su enorme población.
Sudáfrica gasta
en alimentos un 8% de sus importaciones totales, y de sus exportaciones un 12%
es de alimentos.
De acuerdo con
tales cifras, los países del BRICS parecerían presentar una seguridad
alimentaria aceptable, aunque en Brasil, India y Sudáfrica la relativizan la extrema concentración de la propiedad de
la tierra por grandes monopolios
transnacionales que exportan los alimentos
en detrimento de los consumidores locales, creando inseguridad alimentaria en países con gran
producción de nutrientes.
Comparemos estas
magnitudes con las reservas de energía
fósil que permitirían prolongar o incrementar la producción alimentaria. Como
término de comparación, el país con mayores reservas probadas de petróleo es
Venezuela, con 303.806 millones de barriles, y el
segundo Arabia Saudita, con 260 000 millones de barriles. Estados Unidos,
el mayor consumidor de hidrocarburos del mundo, ocupa apenas el décimo lugar,
con 47.053 millones de barriles.
Rusia ocupa el octavo lugar en el rango mundial
de reservas, con 80.000 millones de
barriles, casi el doble de las de Estados Unidos.
La inmensa China ocupa el puerto 14, con 25.000
millones de barriles.
La sigue Brasil, en el puesto 15, con 16.184
millones de barriles.
La muy poblada India está en el puesto 22, con
2.625 millones de barriles.
Y Sudáfrica en el rango 83, con 15 millones de barriles.
Estas cifras son aproximativas, y calculadas con
pequeñas diferencias de años, pero ofrecen una panorámica general de las
disponibilidades de una de las mayores fuentes de energía fósil.
(https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_reservas_probadas_de_petr%C3%B3leo).
De acuerdo con
ellas, la Federación Rusa es el país con mayor seguridad energética del BRICS:
no sólo tiene suficiente petróleo para satisfacer su demanda interna, sino
además para exportar. China e India, por su parte, están en situación delicada, dadas sus inmensas
poblaciones y el poderío industrial de sus economías emergentes, dependiente en
gran medida de la energía fósil. Sudáfrica cuenta con escasas reservas de ella,
y está obligada a importarla.
Se discute
la posible conversión del BRICS en BRICA, con la incorporación de Arabia
Saudita, Catar, Kuwait, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. La alianza con estos
países petroleros, así como con Venezuela, es indispensable para
prolongar la seguridad energética del
BRICS y garantizar energía asequible y
costeable a sus países necesitados, en
particular a China. Por otra parte, ello independizaría a la Organización de
Países Productores de Petróleo (OPEP) de su molesta dependencia hacia la demanda de
Estados Unidos y de otros miembros de la OTAN, así como de la dependencia del
dólar, que podría ser sustituido por una combinación del rublo y del yuan, o
por otro signo monetario con un respaldo sólido a ser creado en el futuro.
En trabajos anteriores señalamos que de acuerdo
con autoridades en la materia hemos pasado o estamos a punto de pasar el “Pico de los
hidrocarburos”, a partir del cual éstos se harán cada vez más escasos y
difíciles de extraer, hasta su posible agotamiento en cuatro o cinco décadas. (https://www.bloomberg.com/graphics/2020-peak-oil-era-is-suddenly-upon-us/
Para sobrevivir, el BRICS y el resto del mundo deberán
aplicar la energía fósil aún disponible para articular sistemas
de producción agrícola progresivamente independientes de ella. Del éxito en tal
cometido depende el destino de la
civilización.
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