viernes, 25 de enero de 2008


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A la dictadura siguió una democracia política que cerró todo paso hacia la democracia económica y social. El Pacto de Punto Fijo estableció un programa único, limitó el debate a planchas y candidaturas y excluyó comunistas y socialistas. Se llamó “Espíritu del 23 de Enero” el permiso de votar para que el voto no cambiara nada. Las grandes masas que se cobijaron en el 23 de enero encontraron techo, pero no trabajo ni mejoras. A mediados de 1959 fue masacrada una manifestación de desempleados en Santa Teresa. Arrancó la represión que casi extinguió la lucha armada a principios de los setenta. La policía política allanaba sistemáticamente cerros y barriadas. Se encarnizaba sobre la concentración de vivienda popular del 23 de enero, situada a pocas cuadras del palacio de Miraflores, en la entrada de Catia y cerca del combativo liceo Fermín Toro. Cualquier protesta suya paralizaba el centro de la ciudad. En revancha, la represión allanaba sistemáticamente los superbloques. Acosadas y desorganizadas, sus masas no integraron juntas de condominio. El deterioro ambiental se sumó al político y social.

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