sábado, 21 de junio de 2008

MOÑO SUELTO´S HIGH SCHOOL


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A principios de los años ochenta el director de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, Elio Gómez Grillo, propuso a Pedro León Zapata dirigir una Cátedra de humorismo. Éste aceptó, alegando que si se dictaban cátedras sobre algo que no se puede enseñar, como el dibujo, también podía haberlas sobre algo que no se aprende, como el humor. Así nació la Cátedra Libre de Humorismo Aquiles Nazoa, la única que no aplazaba pero tampoco graduaba alumnos, conocida al poco tiempo como Cátedra del Humor. La inauguramos varios conferencistas en la Sala E de la Biblioteca. Las muchedumbres que concurrían semanalmente obligaron a mudarla al Salón de Conciertos y de éste al Aula Magna de la Ciudad Universitaria, que se llenaba puntualmente todos los lunes, a las 7 pm. Es demasiado corto el espacio de esta crónica para sintetizar lo que ha sido acaso la más estrambótica experiencia de la cultura venezolana, en la cual participaron como invitados Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Premio Nobel Camilo José Cela; en donde Morella Muñoz ofició con Salvador Garmendia en El altar del bolero, en la cual toda una juventud se agolpó para reconocerse en Laura, la Sifrina de Caurimare, en la cual me di el gusto de volar vestido de cosmonauta entre los platillos voladores del Aula Magna, y en la cual se lanzó la candidatura presidencial de Pedro León Zapata, la más contundente farsa política de nuestro siglo XX.
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En esa época la solidaridad y la Cátedra del Humor eran gratuitas, y sus oficiantes íbamos ad honorem donde nos invitaran para cumplir con la sagrada tarea de torear disparates. Viajábamos a la ventura como cuadrilla de toreros, alojándonos a veces en casas de amigos y enterándonos del tema de la conferencia o del tamaño del miura cuando ya estábamos en el ruedo. En una de esas Zapata y yo dimos en Barquisimeto, en medio del tumulto de exaltación del Eterno Femenino de la Feria de la Divina Pastora. Empujados por la procesión adoratoria entramos en una galería de arte, donde se me acercó Milagros Camejo y me hizo olvidarme del cuadro que estaba mirando. En Barquisimeto, me dijo, se había fundado la Moño Suelto High School, para preparar a las damas en las riesgosas faenas del lance amoroso. Por las ventanas abiertas de la galería se veía pasar llevada en hombros, fulgurante como un sol, la idolatrada imagen de la Divina Pastora. Ni que decir tiene que presenté inmediatamente a la dama a Pedro León Zapata, con la sugerencia de que la Moño Suelto High School, por la trascendencia de sus estudios, bien merecía una audiencia universitaria.
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Hay tribunales para todos los desastres, menos para los que importan, que son las disputas amorosas. Los juzgados de divorcio no se pueden considerar tales, pues sentencian sobre amores que han muerto, en el monte del Olvido. Sin embargo, informa Stendahl que hubo cortes de amor en Francia desde el año 1156 al 1200. En Del amor certifica que “las damas reunidas en las cortes de amor dictan sentencias sobre cuestiones de derecho, como por ejemplo:¿Puede existir el amor entre personas casadas? Otras veces las dictaban sobre casos particulares que les sometían los enamorados”. Y cita a Jean de Nostradamus, según el cual “Las tensones eran disputas de amor que se hacían entre los caballeros y damas poetas, hablando unos con otros de alguna bella y sutil cuestión de amores; y cuando no se ponían de acuerdo, las enviaban, para obtener la definición, a las damas ilustres presidentes, que tenían corte de amor abierta y solemne en Signe y Pierrefeu, o en Romanía, o a otras, y con esto, se hacían sentencias llamadas SENTENCIAS DE AMORES”. A petición del caballero don Suero de Quiñones, una corte de amor lo declaró en prisión de amores y lo condenó a romper mil lanzas en la defensa honrosa del Paso de Burgos. Se rompía una lanza cuando brotaba sangre, y Suero de Quiñones infirió o sufrió mil heridas “como nadie en el mundo” antes de ser liberado de su cautiverio.
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En cuanto se filtró el tema de la próxima Cátedra del Humor, el ministro socialcristiano Pepi Montes de Oca se propuso impedirla por considerarla “ofensa a la familia barquisimetana”, y el nuevo director de Cultura Germán Carrera Damas amenazó con cerrar el Aula Magna por reparaciones. Amor tiene tantos enemigos como amigos, pero siempre triunfa porque éstos son más poderosos. Las Moño Suelto se alojaron en casa de Aníbal y María Lucía Nazoa, y sólo contestaban el teléfono con clave, tras llamada interrumpida a los tres timbrazos. Pedro León propuso suspender la cátedra ante el cierre del Aula Magna. Propuse que la convocáramos, y que las autoridades se atrevieran a retar al público con las puertas cerradas. Ante ellas se reunió una multitud desmesurada la noche del 27 de abril de 1981.

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Las puertas se abrieron, y presentamos a la planta académica de la Moño Suelto High School, Dulce Rivero, Milagros Camejo, Yolanda Camacho, y la jovencísima investigadora en inmunología, Zully Cabrera. Juraría que fue Yolanda Camacho quien rompió el hielo al confesar el impacto de un Aula Magna repleta de bote en bote: “Yo les voy a confesar una cosa: estamos cagadas”. Zully demostró científicamente las ventajas del hombre a medias: quedarse con el hombre y dejarle a la esposa las medias, los calzoncillos, las camisas y las camisetas. Hice alguna disertación sobre la geometría amorosa, y de cómo el célebre triángulo se había ido complicando con los cuadrados, los pentágonos, los hexágonos y en general los polígonos amorosos, enredados con geometrías no euclidianas donde las vidas paralelas se encuentran y las rectas se comportan como curvas y viceversa. Después se vinieron abajo el Aula Magna y todo un mundo de valores cuando las Moño Suelto enunciaron su primer axioma amoroso: “Ante todo, nada de dignidad”.
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Con tal premisa, no debe extrañar que los requisitos para formar parte de la Moño Suelto High School fueran 1.Ser mayor de edad e indigna de nacimiento. 2.Amoral: los prejuicios pesan demasiado para llevarlos consigo. 3.Mala madre, mala esposa y mala hija. 4.Inteligentísima. Recuerdo apenas fragmentos de esa noche memorable cuando las Moño Suelto se burlaron de todas las preconcepciones sobre la relación entre los sexos. Para comenzar, las académicas confiesan que la High School “NACE POR UN HOMBRE: El amante de una de nosotras, subyugado por los excesivos cuidados, adulancia sin parar, comprensión a toda hora, cero reclamos, etc., nos dijo un día: Ustedes sí que son inteligentes ¿Por qué no fundan un instituto para enseñar a las demás mujeres a ver la vida sin rollos? (no los usamos ni para cogernos el pelo). Si mi mujer aprendiera, me divorciaría de ella y como premio, la pondría de amante”. Luego, vino la cosecha de axiomas escandalosos: “Un hombre imperfecto puede hacerla perfectamente infeliz”. Y para cerrar con broche de burla a la sumisión: “Los movimientos de liberación femenina han extinguido una especie importantísima en los valores de la pareja: La Adoración al Varón”.
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La Adoración no excluye la selectividad: Hombre que no baila bolero, no hace el amor bien. Hombre que anda cargando muchachos, no sabe dirección de hotel. Los dominocistas, los botiquineros, los fanáticos de los deportes y del lavado, entonación y pulitura del carro, no tienen compostura. Y en cuanto a los que sirven: Hombre mantenido, hace el amor divino. Por lo tanto: Mantén a tu hombre por sobre todas las cosas del mundo. Después vinieron temas terribles por su ironía: “Nuestro afamado Instituto, a través de su especializado personal, le ayudará a desarrollar ese espíritu de esclava que todas llevamos por dentro”. Y el tema más Innombrable de los Innombrables: “La espera”. A estas alturas, Pedro León Zapata, conmocionado, me decía en voz baja: ¡Oyes lo que están diciendo!
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Las Moño Suelto alcanzaron dimensión internacional al presentarse en octubre de 1988 en La Habana en un Festival del Humor dirigido por Virulo, donde tuve el honor de presentarlas. No sé si sería coincidencia pero a partir de la primera presentación de la Moño Suelto High School culminó el destape de costumbres que en Venezuela se había hecho esperar por tanto tiempo. Quien sabe cuántos venezolanos debemos nuestra felicidad o el recuerdo de ella a la prédica de las Moño Suelto sobre alguna bella y sutil cuestión de amores.

jueves, 19 de junio de 2008

ENTIERRO DE UN MOTORIZADO


Sólo dos eventos congregan motorizados como moscas: cuando uno de ellos choca con un carro o cuando otro choca con la muerte. Para colisionar con la Pelona debe el motorizado, según la tradición, ir sin frenos, sin casco, sin placa y comiéndose la flecha y la luz perpetua. Nadie puede impedirlo porque nadie evita que un motorizado haga lo que le dé la gana. Todos a uno le caen de a montón los motorizados al automovilista, y a la muerte también. El entierro de un motorizado ocupa la autopista completa, de canal rápido a hombrillo y de trébol a viaducto. Delante va la pickup con altoparlantes más grandes que ella tocando Réquiem de changa, De Profundis de regetón y la salsa de Los Entierros de mi Gente Pobre, de Ismael Rivera. Siguen el ritmo motorizados de honor pirueteando en una sola rueda, rifando que el difunto no se vaya solo camino del cielo que tiene tantos semáforos. Detrás ruge la tropa en formación compacta rodilla con rodilla, prendiendo y apagando luces y pitando bocinas de mil tonos. La comitiva para en todos los cruces donde el homenajeado le mentó la madre a una hummer o abolló parachoques antes de quedar abollado él. Los fiscales de tránsito huyen ante el entierro de un motorizado, y policía que no corre queda acostado y los automovilistas escaparían pero no pueden evadirse del calabozo del automóvil ni siquiera agotada la condena de la paciencia. La tranca es de pronóstico reservado y en cada estación del víacrucis se descargan los hierros al aire o al que pase. Todo se acaba en la vida pero lo que parece que nunca acaba es el entierro de un motorizado, porque cuando concluye uno ya empieza otro y su tumulto nos recuerda que en la dura autopista de la existencia el modo de vida se confunde con el modo de muerte.

LA JUSTICIA ENTRA POR CASA
Invitado a una reunión para ayudar ad honorem a salvar la patria, el simple ciudadano llega a la Vicepresidencia donde la portera matavotos, estilo Retén de Catia, intenta decomisarle la cédula. El simple ciudadano le enseña la Ley Orgánica de Identificación, suscrita por el ciudadano Presidente Hugo Chávez Frías y el Ciudadano Vicepresidente, cuyo artículo 17 dispone que “Será castigado con arresto de cuarenta y ocho (48) horas el funcionarlo publico o particular que retenga ilegalmente la cédula de identidad a quienes la exhiban con fines de identificarse”. Mientras al simple ciudadano lo hace entrar quien lo ha llamado, la portera patalea, se bataquea y se revuelca y grita que a ella el Presidente y el Vicepresidente y la Ley le saben a…
La justicia entra por casa, y la Ley debería entrar por la Vicepresidencia.

GRAFITOS


Alguna vez los aerosoles nebulosos pretendían cuajar en consignas concretas. En cierto momento renunciaron voluntariamente al gran error de decir. Después del enunciado qué me miras pendejo no ves que soy un letrero, no hay escritura posible. Desde entonces tenemos la invasión de los grafitos ininteligibles. Que levante la mano quien no se los haya quedado mirando tratando de descifrar formas que parecen letras disfrazadas de terremotos que parecen explosiones disfrazadas de gestos. Como el universo, parecen tener un sentido pero pudieran no tenerlo y como él, podrían haber tenido un propósito igual que nunca lo han tenido. En qué momento el vándalo prefirió en lugar de apedrear ventanas o cortar gargantas asperjar los muros de formas que no dicen más que sí mismas. Mirando los grafitos se alcanza la iluminación aunque lo mas probable es que nos lleve por delante un camión o un motorizado que persigue a un automovilista. Cómo querríamos ver cubiertas de grafitos las horribles vallas comerciales, las fachadas escarapeladas, las tristes caras de los ciudadanos con expresión de intemperie o ceño de relleno sanitario de sentimientos. Piensan lanzar el grafito gaseoso para iluminar las nubes. Con el grafito sin sentido amanecen los muros.

LA INVASIÓN DE LAS VALLAS RODANTES
Todas las miserias de Caracas se nos atraviesan en el camión doble ancho y doble largo que quema inútilmente combustible sólo para pasear el horror más horroroso de la ciudad que es la valla publicitaria. En verdadero triple play de la irresponsabilidad urbana se consigue a la vez empeorar la congestión de tráfico, derrochar gasolina y hacer circular el engendro publicitario que no debió escapar nunca del galpón donde lo confeccionaron. Parece que la valla rodante deambula buscando domicilio y no lo consigue en una ciudad ya totalmente tapiada de cartelones ilegales. Una valla rodante es imposible de leer, y quien lo intenta choca o muere bajo sus aplastantes ruedas de gandola. Yo me puse a seguir una valla rodante para disfrutar del hecho de que su parte trasera sin mensaje tapara el paisaje de la ciudad totalmente enmascarada por anuncios mugrientos. Entonces advertí que todas las vallas ilegales también echaban ruedas de camión y tomaban la calle, desplazando todos los vehículos excepto el mío, al cual seguramente confundían con una chatarra. La infinita procesión de las vallas rodantes, como una escuela de samba en los carnavales del mal gusto, fue de oficina pública en oficina pública secuestrando en sus cajas huecas a los burócratas que permitieron mediante soborno que la ciudad quedara sepultada bajo sus anuncios espantosos. Sin dejarse detener por semáforos ni peajes, como una división blindada la procesión de las vallas rodantes irrumpió hacia el litoral y hasta el precipicio de Tarma desde donde, como rebaño de lemmings suicidas, empezó a precipitarse al mar con todo y burócratas prisioneros, para restablecer el equilibrio ecológico de la naturaleza agredida. En toda la ciudad se oyó un suspiro de alivio y en todo el mar una remoción de horror ante el abismo donde por fin dejaban de hacer daño burócratas corruptos, camiones derrochadores de combustible y vallas con mensajes horripilantes.