sábado, 10 de diciembre de 2022

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

 Luis Britto García

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Por dos cosas, apunta el pícaro Arcipreste de Hita, trabaja humanidad entera: el alimento, la primera, y por  haber coyunda con hembra placentera. Así es. Por más vueltas que le demos o  ropajes ideológicos que esgrimamos, en el fondo de todo acto y de toda controversia está la prosaica alimentación. Procede preguntarse quiénes la manejan.

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La tierra, en principio patrimonio de la humanidad, ha sido acaparada por un número ínfimo de terratenientes, que en última instancia decide quién podrá vivir y quién no. Así como crece una progresiva concentración del capital industrial y el financiero, se incrementa la del capital agrícola y pecuario. En el mundo   unas 75 grandes empresas dominan la producción y comercialización de alimentos, clasificadas en 2018 de acuerdo con el monto de su índice de capitalización bursátil en miles de millones en euros, en una escala que arranca con los 202,67 € de la suiza Nestlé y concluye con los 3,99€  de  la estadounidense Snyders Lance. Examinemos las primeras doce empresas de la lista. Siete  pertenecen a Estados Unidos: Kraft Heinz, Mondelez International, General Mills, Tyson Foods, Kellog Co., Archer-Daniels-Midland Co. y Hershey. Una es francesa (Danone), otra inglesa (Associated British Foods), dos son chinas (Inner Mongolia Yili Indus, Foshan Haitian Flavouring). Para mayor detalle, en  la lista de total  de 75 empresas, 20 son estadounidenses, 16 chinas. (https://economipedia.com/definiciones/empresas/empresas-de-alimentos-mas-grandes-del-mundo.html). Por alguna razón, no se incluyen compañías de Rusia y Ucrania, que en 2019 exportaban más del  25% por ciento del trigo del mundo (https://bit.ly/3tEtf01).

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La organización Oxfam ofrece un cuadro todavía más sencillo en su informe de 2012 sobre  “El lado oscuro del comercio mundial de cereales: El impacto de las cuatro grandes comercializadoras  sobre la agricultura mundial”. En dicho documentado e irrefutable estudio se revela que sólo cuatro grandes empresas  –Archer Daniels Midland  (ADM), Bunge, Cargill y Louis Dreyfus, conocidas colectivamente como las ABCD–  dominan el 90% del comercio de los cereales  a escala mundial, y tienen un papel central en el sistema  agroalimentario del planeta.  Según demuestran  Sophia Murphy, David Burch y  Jennifer Clap, autores del Informe,  Estas comercializadoras no sólo operan con las materias primas en su estado físico, sino que lo hacen desde el terreno donde se producen y a lo largo de toda la cadena hasta el procesamiento de los alimentos. Suministran semillas, fertilizantes y agroquímicos a los productores, y adquieren los productos agrícolas, almacenándolos en sus propias instalaciones. Actúan como propietarias de la tierra, productoras ganaderas y avícolas, procesadoras de alimentos, transportistas y productoras de biocombustibles, así como proporcionan servicios financieros en los mercados de materias primas (rr-cereal-secrets-grain-traders-agriculture-30082012-es).

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Que sólo cuatro empresas privadas administren a  voluntad la producción de la cual depende la vida de las nueve décimas partes de los 8.000 millones de habitantes del mundo, parece desproporcionado. Es lo que los más acérrimos neoliberales llamarían un mercado de competencia imperfecta, en el cual no rigen las leyes de la  demanda y la oferta porque esta última depende apenas de cuatro oferentes que fácilmente pueden ponerse de acuerdo para eliminar la competencia.

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Así como el capital tiende a concentrarse en un número cada vez menor de manos, la tierra tiende a caer en un cada vez más reducido número de propietarios. En los orígenes de la humanidad la tierra era común. La escisión de la sociedad en clases reservó violentamente para una élite su propiedad, y para las clases dominadas el duro trabajo que la hacía producir. Todavía en la actualidad son los campesinos arrojados de sus fundos o “desplazados” por supuestas operaciones militares en Indonesia o en Colombia. A veces la desposesión es más sutil: opera por  vía de “deudas” impagables o la imposición de leyes que quiebran a los pequeños agricultores, como el TLC en México, que permitió que la producción agrícola altamente mecanizada de Estados Unidos arruinará a más de cuatro millones de campesinos mexicanos que debieron emigrar para engrosar la marginalidad de las ciudades. Pero la lucha contra los grandes latifundios transnacionales no cesa. En Brasil, sigue activo el Movimiento de los Sin Tierra, en el cual centenares de miles de campesinos sin fundos o expulsados de ellos acampan en el borde de las carreteras exigiendo disponer de medios de vida. En la India estalló una masiva revuelta campesina en 2020 y 2021, “contra la desigualdad producida por el neoliberalismo, el capitalismo y el imperialismo en el Sur Global”, que obtuvo importantes victorias a pesar de una represión que causó 715 víctimas fatales (https://www.tni.org/en/article/dare-to-win-lessons-from-the-indian-farmers-movement?gclid=Cj0KCQiAkMGcBhCSARIsAIW6d0CJFQue2eYzCcB0YP2Qs0LF8X0afrHOSbQ12Vcm4U6EzcnqSIrNS3UaAqSDEALw_wcB).

En Sri Lanka, otra masiva sublevación campesina hizo huir  en 2022 a un  gobierno, que había puesto en peligro la producción de alimentos mediante un paquete de extremas medidas “conservacionistas” que entre otras cosas prohibían el uso de fertilizantes nitrogenados químicos. Durante tres años, los granjeros holandeses han protestado contra “crecientes regulaciones ambientales” tendientes a reducir las emisiones de óxido de nitrógeno y amoníaco en un 50% para 2030. (https://www.dailysignal.com/2022/07/15/sri-lanka-collapses-and-dutch-farmers-revolt-blame-green-policies/).


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Así como el capital financiero se desvía de la producción real para concentrarse en una especulación ficticia que sólo produce dividendos, también aplica la producción alimenticia como instrumento especulativo. De igual manera que el capital incurre cíclicamente en crisis de sobreproducción que arruinan a los productores pequeños y medianos a favor de los grandes, el capital agrícola y pecuario está sujeto a graves crisis periódicas que pagan los consumidores. Desde principios de siglo el precio de los alimentos  no ha hecho más que aumentar. Como advierte  el editorialista inglés  George Monbiot, del cotidiano The Guardian, “nuestro  sistema alimentario está a punto de colapsar como sucedió con los bancos en 2008 (https://bit.ly/3NXoZAF)”.

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Para remediar la situación, movimientos y gobiernos progresistas debemos frenar la devastación de las zonas verdes y humedales del planeta; vetar todas las iniciativas de privatización de las aguas o de los sistemas para su distribución; colocar bajo control social aguas y tierras cultivables; prohibir las compras masivas de tierras por transnacionales o potencias extranjeras, ejecutar radicales reformas agrarias; declarar de interés público y proteger la producción de alimentos; limitar el cultivo de textiles, agrocombustibles o vegetales para consumo del ganado, y favorecer el de especies para alimentación humana directa; sujetar la importación o exportación de tales bienes al interés público; controlar rigurosamente los transgénicos y penalizar drásticamente la especulación con tierras o con productos alimenticios.

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De poco servirán sin embargo tales medidas mientras se las intente dentro del modo de producción capitalista, que funda la acumulación de cuatro empresas sobre el hambre de toda la humanidad.

TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO

 CONSULTE TAMBIÉN:

VEA EN YOUTUBE:
12 oct. 2009 — Discurso a Europa del Cacique Guaicaipuro Cuatemoc 

LA PLANTA INSOLENTE: VENEZUELA CONTRA SEIS IMPERIOS (Cómo Venezuela ganó la Guerra de Cuarta Generación en el siglo XX)

https://m.youtube.com/watch?v=cU2GmdHF06s 

DIRECCIÓN: Román Chalbaud GUIÓN: Luis Britto García

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DEMONIOS DEL MAR: PIRATAS Y CORSARIOS EN VENEZUELA, 1528-1727 /

DICTADURA MEDIÁTICA EN VENEZUELA 

LA MÁSCARA DEL PODER: DEL GENDARME NECESARIO AL DEMÓCRATA NECESARIO /

LA LENGUA DE LA DEMAGOGIA: DE LA CONCERTACIÓN POPULISTA A LA EXPLOSIÓN SOCIAL/

EL IMPERIO CONTRACULTURAL: DEL ROCK A LA POSTMODERNIDAD

PARA REPOTENCIAR NUESTRA CONSTITUCIÓN

EL PROYECTO SECRETO DE CONSTITUCIÓN, con comentarios de Luis Britto García 

CHÁVEZ COMANDANTE ARAÑERO: GUIÓN CINEMATOGRÁFICO

CHÁVEZ NO SE VA: GUIÓN CINEMATOGRÁFICO

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Dictadura Mediática en Venezuela: www.minci.gob.ve

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El Imperio Contracultural: del Rock a la Postmodernidad:

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La invasión paramilitar: Operación Daktari:www.minci.gob.ve

Socialismo del Tercer Milenio: tercer-milenio.pdf

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monteavila.gob.ve/mae/pdf/socialismo-tercer-milenio.pdf

La Ciencia: Fundamentos y Método
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domingo, 4 de diciembre de 2022

BRICS: SEGURIDAD ENERGÉTICA Y ALIMENTARIA

 


LUIS BRITTO GARCÍA 

Ponencia presentada en el  Encuentro FOOD AND ENERGY SECURITY PERSPECTIVES IN THE BRICS COUNTRIES, en la Facultad de Economía de la Universidad de San Petersburgo

La seguridad alimentaria y la energética son requerimientos básicos en todos los países, y particularmente en los del BRICS, economías emergentes que comprenden algunas de las más poderosas del mundo.

Ambos factores están vinculados. La agricultura a gran escala requiere inexorablemente energía para maquinarias agrícolas, sistemas de regadío y  transporte de productos, así como  aplicación de fertilizantes e insecticidas derivados de los hidrocarburos. Está  en riesgo la seguridad alimentaria de países que no dispongan de energía fósil abundante y estable; está en peligro la seguridad energética de países que dependan de las importaciones para alimentar a  su población. Examinemos la interrelación de estas variables en los países del BRICS.

Se puede suponer que goza de seguridad alimentaria un país en el cual los alimentos constituyen un porcentaje  modesto del total de sus importaciones, y un porcentaje significativo del total de sus exportaciones. Examinemos las magnitudes compiladas  a fines de 2020 por el Banco Mundial. El promedio global de importaciones de alimentos es el 9% del total de  importaciones; Estados Unidos gasta en alimentos el 7% de lo que importa, y el Grupo de Países Pobres muy Endeudados invierte en tal concepto 16% de sus importaciones. Por otra parte, el porcentaje  de alimentos en el total de exportaciones global es asimismo de 9%, en Estados Unidos es del 11%, y en el Grupo de Países Pobres muy Endeudados, de 30% (https://datos.bancomundial.org/indicator/TM.VAL.FOOD.ZS.UN).

Brasil, la economía más grande de América Latina, dispone de extensas tierras cultivables, de uno de los sistemas fluviales más caudalosos del mundo, así como de humedales y grandes sistemas boscosos en la Amazonia. Sus importaciones de alimentos son el 5% del total de importaciones, sus exportaciones de alimentos el 35% del total  de éstas. 

La Federación Rusa dispone asimismo  de enormes extensiones de tierras cultivables y de equipamientos agrícolas modernos.  La Revolución Soviética colectivizó las tierras y dio pasos sustanciales hacia la mecanización de la industria agropecuaria. Según el Banco Mundial, las importaciones de alimentos de Rusia son un 12% de las importaciones totales, tres puntos por encima del porcentaje global, y sus exportaciones de alimentos un 8% del total. Son puntajes  aceptables, pero quizá sería deseable su mejora en vista de los numerosos y agresivos enemigos externos de la Federación Rusa. 

La India dispone de tierras intensivamente cultivadas gracias a la  mano de obra  de infinidad de pequeños propietarios y granjeros que utilizan en gran parte técnicas tradicionales. Esta modalidad de producción agrícola le ha permitido hasta el presente abastecer a su numerosa población, aunque en condiciones de austeridad, con preponderancia de la producción vegetal y  notables conflictos entre los pequeños agricultores y las grandes empresas  agrícolas. La importación de alimentos es sólo un 5% de sus importaciones totales; su exportación de ellos, un 11% del total.

China, gracias a su milenaria tradición de aprovechamiento de los cauces de agua mediante estanques, represas y canales, y a la modernización de la agricultura impulsada por la Revolución, gasta en alimentos  un 8% de sus importaciones totales, y sólo exporta alimentos por un valor de 2% del total. Sus reservas de energía fósil son  modestas, comparadas con su enorme población.

Sudáfrica gasta en alimentos un 8% de sus importaciones totales, y de sus exportaciones un 12% es de alimentos.

De acuerdo con tales cifras, los países del BRICS parecerían presentar una seguridad alimentaria aceptable, aunque en Brasil, India y Sudáfrica la relativizan  la extrema concentración de la propiedad de la tierra  por grandes monopolios transnacionales que exportan  los alimentos en detrimento de los consumidores locales, creando  inseguridad alimentaria en países con gran producción  de nutrientes.

Comparemos estas magnitudes con  las reservas de energía fósil que permitirían prolongar o incrementar la producción alimentaria. Como término de comparación, el país con mayores reservas probadas de petróleo es Venezuela, con 303.806 millones de barriles, y el segundo Arabia Saudita, con 260 000 millones de barriles. Estados Unidos, el mayor consumidor de hidrocarburos del mundo, ocupa apenas el décimo lugar, con 47.053 millones de barriles.

Rusia ocupa el octavo lugar en el rango mundial de  reservas, con 80.000 millones de barriles, casi el doble de las de Estados Unidos.

La inmensa China ocupa el puerto 14, con 25.000 millones de barriles.

La sigue Brasil, en el puesto 15, con 16.184 millones de barriles.

La muy poblada India está en el puesto 22, con 2.625 millones de barriles.

Y Sudáfrica en el rango 83, con 15 millones  de barriles.

Estas cifras son aproximativas, y calculadas con pequeñas diferencias de años, pero ofrecen una panorámica general de las disponibilidades de una de las mayores fuentes de energía fósil.

(https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_reservas_probadas_de_petr%C3%B3leo).

De acuerdo con ellas, la Federación Rusa es el país con mayor seguridad energética del BRICS: no sólo tiene suficiente petróleo para satisfacer su demanda interna, sino además para exportar. China e India, por su parte, están en  situación delicada, dadas sus inmensas poblaciones y el poderío industrial de sus economías emergentes, dependiente en gran medida de la energía fósil. Sudáfrica cuenta con escasas reservas de ella, y está obligada a importarla. 

Se  discute    la posible conversión del BRICS en BRICA, con la incorporación de Arabia SauditaCatarKuwaitBaréin y los  Emiratos Árabes Unidos. La alianza con estos  países petroleros, así como con Venezuela, es indispensable para prolongar  la seguridad energética del BRICS y garantizar  energía asequible y costeable a  sus países necesitados, en particular a China. Por otra parte, ello independizaría a la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) de su  molesta dependencia hacia la demanda de Estados Unidos y de otros miembros de la OTAN, así como de la dependencia del dólar, que podría ser sustituido por una combinación del rublo y del yuan, o por otro signo monetario con un respaldo sólido a ser  creado en el futuro.

En trabajos anteriores señalamos que de acuerdo con autoridades en la materia hemos pasado o estamos a  punto de pasar el “Pico de los hidrocarburos”, a partir del cual éstos se harán cada vez más escasos y difíciles de extraer, hasta su posible agotamiento en cuatro o cinco décadas. (https://www.bloomberg.com/graphics/2020-peak-oil-era-is-suddenly-upon-us/

Para sobrevivir, el BRICS y el resto del mundo deberán aplicar  la energía fósil aún disponible para articular sistemas de producción agrícola progresivamente independientes de ella. Del éxito en tal cometido  depende el destino de la civilización.