Luis Britto García
Degollar al prójimo es acto desagradable que requiere la coartada de la justificación y el alegato de que beneficia a la víctima.
“¿Acaso soy el guardián de mi hermano?”,
responde Caín al Eterno cuando éste le objeta haber asesinado a Abel. Nadie
queda mal desde que se inventaron las excusas.
A partir de
allí, son tantos los homicidios, que se ha perdido la cuenta y se conmemoran
apenas los ejecutados con algún pretexto ridículo.
Ochenta millones de antepasados
originarios fueron inmolados con la beneficiosa excusa de enseñarles catecismo,
y más de doce millones de africanos secuestrados como esclavos, de los cuales
la mitad no sobrevivieron.
Entre
1812 y 1823, el comodoro Stewart, de la marina de Guerra estadounidense, actúa
como espía en América Latina a favor de España, y en nombre de la libertad de
comercio escolta las flotillas de mercantes norteamericanos que contrabandean
armas para favorecer a los realistas.
En 1826 Estados Unidos se opone mediante sus agentes diplomáticos a la
celebración del Congreso Anfictiónico de Panamá. Henry Allen, emisario ante el
gobierno de Chile, alega que “semejante asamblea sería prematura y no
produciría ningún bien”.
Con razón escribía Bolívar en 1829 que “Los Estados Unidos parecen estar
destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en América en nombre de la
libertad". Pues no les basta con cometer infamias: pretenden desacreditar
los valores más altos invocándolos como coartada.
¿Cuántos volúmenes requeriría el mero censo de las agresiones estadounidenses contra Haití, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Salvador, Nicaragua, Panamá, Colombia, Granada, Chile, Venezuela, todas con la falsa coartada del anticomunismo y la verdadera intención de pillarnos riquezas?
Como ejemplo citemos apenas algunas.
Así, en 1840 México da la bienvenida a colonos
de Estados Unidos, pero les prohíbe introducir esclavos. Ocho años después los
estadounidenses roban a la Nación Azteca
más de la mitad de su territorio con el humanitario propósito de restablecer en
ella la esclavitud.
En 1856 el filibustero yanki William Walker
invade Nicaragua con una banda de mercenarios, y se declara Presidente para
monopolizar el tráfico terrestre
interoceánico entre la costa caribeña y la del Pacífico en dicho país.
Estados Unidos reconoce de inmediato su dictadura porque reinstaura la abolida
esclavitud.
En 1898 Estados Unidos, para vengar la voladura del acorazado Maine en el puerto de la Habana, se entromete en la Guerra de Independencia de Cuba e instala un gobierno de ocupación encabezado por Leonard Wood. Mediante la Ley Foraker, los yankis imponen el libre comercio entre la isla y los invasores, la adopción de su moneda y de un sistema electoral que reserva el voto para varones alfabetizados y ricos. Las leyes de la Asamblea así elegida no valen sin la aprobación del Congreso estadounidense. Los marines también asaltan Puerto Rico y lo rebajan a “Estado Libre Asociado”. En realidad la marinería del Maine abandonó el buque antes de la explosión, y posterior experticia revela que el estallido fue interno, es decir, causado por su propia tripulación.
En 1902 quince acorazados de Alemania,
Inglaterra e Italia bloquean Venezuela, destruyen nuestras endebles
embarcaciones, bombardean y saquean
ciudades. Cien mil voluntarios se alistan para defender la patria. Con
la excusa de aplicar la Doctrina Monroe, Estados Unidos asume la potestad de
decidir en definitiva las reclamaciones extracontinentales que se entablen
contra nuestros países.
Entre 1902 y 1903 el presidente Theodore
Roosevelt adquiere la concesión francesa para un canal en el Istmo, envía sus
acorazados para vetar a los colombianos que impidan la secesión de Panamá,
impone el tratado Hay-Buneau-Vanilla para construir la vía, e inicia
interminable ocupación militar con el pretexto “Mientras el Congreso discutía,
yo tomé Panamá”.
En 1904 acorazados de Alemania, Francia, Italia y Holanda bloquean República Dominicana y amenazan ocuparla en
reclamo de deudas. Con tal excusa Roosevelt añade a la doctrina Monroe el
corolario según el cual EEUU invadirá
los países latinoamericanos que no cancelen sus débitos a los europeos.
En 1954 Estados Unidos financia y arma una invasión de mercenarios que derroca en Guatemala al gobierno democrático de Jacobo Arbenz porque éste había expropiado terrenos a la United Fruit.
En 1961 John Fitzgerald Kennedy autoriza la invasión
de Cuba por una banda de sicarios que es derrotada en Playa Girón. Un año más
tarde está a punto de desatar una guerra
nuclear con el noble propósito de impedir que la isla disponga de armas para
defenderse.
En 1965 la potencia norteña invade República Dominicana con una “Operación Paz” destinada en realidad a derrocar al Presidente legítimo y gran escritor Juan Bosch. En 1973 anima en Chile un golpe para asesinar al Presidente electo Salvador Allende. Desde 1979 financia con el narcotráfico una banda de terroristas para destruir mediante el sabotaje y el asesinato la Revolución Sandinista. En 1989 invade Panamá para recuperar el total dominio sobre el Canal y extermina 5.000 civiles en el bombardeo del barrio de Chorrillos. Desde 1990 siembra Colombia de bases militares que colaboran en el desplazamiento forzoso de 8.500.000 personas y el exterminio de 450.000. En 2002 intenta derrocar a Hugo Chávez Frías porque según su embajador Shapiro “Venezuela está fuera de la Carta Democrática de la OEA”.
Mientras tanto, Estados Unidos no pierde el tiempo en el plano internacional. En 1917 entra en la Primera Guerra Mundial, alegando que Alemania injustificadamente hundió su trasatlántico Lusitania. Bajo su cobertura de nave de pasajeros, el Lusitania transportaba demoledor cargamento de armas, municiones y explosivos para los Aliados, violando así el status de neutralidad e iniciando una injerencia que terminaría por hacer de Europa un continente subordinado a los estadounidenses.
En 1918 el presidente Woodrow Wilson formula los “catorce puntos” que considera indispensables para concluir la guerra y fundamentar la paz: celebración de acuerdos públicos, libre navegación de los océanos, supresión de las barreras aduanales, la constitución de la sociedad de las Naciones, y medidas sobre Alsacia Lorena, Bélgica, Rumania, Serbia, Balcanes y Turquía.
En 1941 Estados Unidos entra en la
Segunda Guerra Mundial, pretextando vengarse del bombardeo por los japoneses de
su base militar en Pearl Harbor. Pero la potencia norteña mantenía contra Japón
un cerrado bloqueo para impedirle la importación de acero y energía fósil,
indispensables para su industria y sus armamentos. Numerosos informes de
Inteligencia Militar advertían la posibilidad de un ataque contra la citada
base, pese a lo cual las autoridades no trasladaron los viejos buques surtos en
ella ni tomaron la menor iniciativa para defenderla, pues era más valiosa como
pretexto para entrar en una guerra al
fin de la cual quedaron como potencia hegemónica en el planeta.
El 11 de septiembre de 2002 dos aviones
acometen las Torres Gemelas del World
Trade Center, las cuales se derruyen en lo que parece una demolición
controlada, que asimismo derriba un edificio vecino no tocado ni por una brisa.
Estados Unidos declara la Guerra a los países del Medio Oriente casualmente ricos en hidrocarburos. Invade
Afganistán, a pesar de que los supuestos pilotos suicidas no eran afganos, sino sauditas. Invade Irak acusándolo
de poseer armas de destrucción masiva,
que después de destruido dicho país, misteriosamente no aparecen.
En agosto de 2025, Estados Unidos
concentra en el Caribe superpoderosa flota de nueve acorazados, 4.500
efectivos, submarino nuclear e incontables cazabombarderos con el heroico
objetivo de destruir sin dejar rastros un botecito de madera de cinco metros de
eslora por presumir que transporta narcóticos. Vale repetir que Estados Unidos
es el mayor consumidor de drogas del mundo; que uno de cada cuatro de sus
ciudadanos las consume, que el 78% de ellas les ingresa por el Pacífico y que
es imposible que sus mecanismos de espionaje, que controlan cada metro cuadrado
del planeta, ignoren por dónde entran.
Mientras, el Informe Mundial sobre Drogas 2025 de la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) reconoce a
Venezuela como país libre de cultivos
ilícitos de estupefacientes y con eficaces operativos contra su transporte.
Pero da la casualidad de que posee la mayor reserva de
hidrocarburos y oro del planeta.
Provoca ponerle a los estadounidenses el dedito en la boca, a ver si muerden.
TEXTO/IMAGEN Y FOTOS: LUIS BRITTO.

