Luis Britto García
Descendemos todos de una pequeña tribu de hominidos que merodeaba hace 200.000 años por el africano Valle del Rif. Movidos por el hambre o la codicia sus descendientes se desparramaron por el orbe; todos somos migrantes o vástagos de migrantes.
Con la masiva
introducción de la agricultura las poblaciones tendieron a asentarse en el
territorio de sus cultivos. Un pueblo exitoso en la producción de alimentos
raramente abandona sus ámbitos. Nuestros antepasados sólo los desertaban para
apoderarse de regiones más fértiles o
para huir de congéneres que venían a saquear la propia.
La Historia es la crónica
de consecutivos latrocinios que la poesía revendió como epopeyas y la política
como necesidades. Lo que distinguió a la llamada Época Moderna desde 1492 fue
la globalización del latrocinio. En su nombre fueron exterminados ochenta
millones de aborígenes americanos e inmolados sesenta millones de africanos en
la migración forzosa hacia el Nuevo Mundo.
A partir de 1492, dondequiera
que las fuerzas o los intereses de Occidente arribaron, destruyeron las
sociedades originarias, se apoderaron de los recursos de éstas y exterminaron,
esclavizaron, avasallaron o expulsaron a los nativos. Pero cada excursión
imperial trajo consigo a su vez la incursión de los dominados dentro del Imperio.
Ello dio la ocasión al capitalismo para culpar de los males que él
mismo causa a alguna minoría cultural o étnica interna fácilmente identificable
y acosable. En Estados Unidos, oligarquía y gobierno han asignado
tradicionalmente dicho papel a afroamericanos e “hispanos”.
Más que conocido es el maltrato secular a los
de origen africano, con sus facetas de esclavitud, discriminación, racismo,
xenofobia y negación de derechos, que
han mantenido hasta hoy a la mayoría de los integrantes de dicha etnia en los
estratos socioeconómicos inferiores. Examinemos el trato discriminatorio hacia
“hispanos” y la mayoría de origen mexicano de éstos.
En 1848 Estados Unidos se apoderó de más de la mitad
del territorio de México, y avasalló o despojó de sus tierras a los pobladores.
¿Tiene derecho a quejarse de que descendientes o parientes de esos habitantes originarios
habiten o visiten el espacio que los invasores ilegalmente les usurparon por la
fuerza de las armas?
En 1994 suscribe Estados Unidos un Tratado de Libre
Comercio con México, en virtud del cual las mecanizadas cosechas norteñas
arruinan a los campesinos aztecas y los fuerzan a abandonar sus tierras a una
cadencia de casi un millón por año ¿Extraña que crucen fronteras para trabajar
en los latifundios que los arruinaron?
Como resultado, la Oficina del Censo de Estados
Unidos revela que para 2020 el 19,1% de la población de dicho país es de
“Hispanos”; para
2060 estima que pertenecerá a tal
categoría el 26,9% de la población, unos 119 millones, casi una de cada
tres personas.
Estados Unidos empieza a
construir a partir de 1994 un monstruoso muro en la frontera con México, y
Trump exige en 2017 que los mexicanos lo financien con alzas de impuestos y
aranceles para sus exportaciones. El control del territorio de Estados Unidos
corresponde al gobierno de dicho país. ¿Si no es capaz ejercerlo, cómo puede
exigir a otros gobiernos que cumplan la tarea que él no ejecuta, y menos
todavía que se la financien?
Exige Trump a los
gobiernos latinoamericanos y caribeños que impidan la migración de sus
nacionales hacia la potencia norteña. La mayoría de las constituciones de los
países de Nuestra América garantiza a sus ciudadanos la libre salida del país
¿Pueden o deben los gobiernos arrebatarles este derecho inalienable, para
evitar que entren a una potencia que se declara incapaz de defender sus propias
fronteras?
Amenaza Trump con
expulsar 11.000.000 de extranjeros sin residencia legal, moviliza caza
recompensas que secuestran indiscriminadamente “hispanos” por primas de mil
dólares, los sepulta en campos de concentración ilegales fuera del alcance de
leyes y tribunales, como el de Guantánamo. ¿Es posible una deportación masiva
de tal magnitud? ¿Con cuál duración y a qué costo? ¿Deberían pagar actos de
Estados Unidos los países de origen de los expulsados?
Decreta Trump negarle a los nacidos en territorio estadounidense la nacionalidad de dicho país si sus padres no son residentes legales, aunque estén sujetos a la jurisdicción del mismo. ¿Puede un Presidente negar un derecho que reconoce la Enmienda Catorce de la Constitución y ratifica la Corte Suprema de ese país?
Detengamos esta antología de la xenofobia, y razonemos a partir de los hechos: ¿Cabe en la lógica que la mayor potencia armamentista del mundo, con una infranqueable muralla dotada de todo tipo de obstáculos, fosos, alambradas, iluminación, sensores de movimiento, personal de vigilancia armado hasta los dientes, jaurías de perros rastreadores, cámaras, helicópteros, drones, vehículos todo terreno y vigilancia satelital no pueda impedir el ingreso de unos cuantos migrantes desvalidos?
La población de Estados
Unidos estimada en 2023 era de 339. 996. 580 habitantes ¿Es concebible que 11
millones de personas despojen a casi 340 millones de sus puestos de trabajo, su
nivel de vida y su futuro?
Los hechos imponen otra
conclusión: los migrantes ingresan infiltrados por organizaciones cómplices del
gobierno y los grandes capitales de Estados Unidos, quienes requieren mano de
obra barata y sin derechos laborales que haga funcionar con niveles máximos de
explotación su agricultura y gran parte de su industria.
Cada migrante no
legalizado es una fuerza de trabajo sin derechos en la cual el Estado receptor
no ha tenido que invertir ni un céntimo, ni en alimentos, educación ni cuidados
médicos hasta el momento de su incorporación laboral. Algunos llegan con
estudios de tercer y cuarto nivel, con formación técnica y científica que no
cuesta un centavo al país receptor.
La tasa
general de natalidad en Estados Unidos para 2022 fue de 11 nacimientos por 1.000
habitantes, un 1,1%; índice inferior al 2,1, la fecundidad de reemplazo. Sin
los migrantes, dicha tasa caería de manera todavía más abrupta y el país devendría
progresivamente despoblado.
La migración “hispana” no sólo posibilita la reposición demográfica de la potencia norteña: impulsa y vigoriza su economía. Como expresa Juan Becerra Acosta: “Los casi 38 millones de mexicanos que viven ahí generan 338 mil millones de dólares al año, lo que equivale al producto interior bruto de Colombia. Por cada 131 empleos creados en filiales estadunidenses en México, se generan 333 empleos adicionales en Estados Unidos. En 2022 los migrantes sin documentos pagaron por impuestos alrededor de 97 mil millones de dólares. Más de 55 por ciento de las empresas emergentes estadounidenses valoradas en mil millones de dólares fueron fundadas por migrantes, quienes han impulsado avances tecnológicos que generan aún más riquezas. Los migrantes son parte integral y fundamental del crecimiento económico del país que se llama de las libertades y llama como sueño a su manera de vivir, pero que amenaza a los migrantes y sus países de origen a pesar de que sin ellos, ni nosotros de este lado de la frontera, su economía se derrumbaría con las consecuencias sociales que ello implicaría.” (https://www.jornada.com.mx/2024/12/04/opinion/016a2pol).
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO
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