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Toda revolución realiza un pensamiento
revolucionario. El de Chávez parte de tres raíces. La de Simón Bolívar, quien
libertó a los esclavos, emancipó a los indígenas, confiscó las propiedades de
los realistas, atribuyó la propiedad del subsuelo a la República e intentó
consolidar la unidad de América Latina en el Congreso Anfictiónico de Panamá.
La influencia de Simón Rodríguez,
maestro del Libertador, autor de proyectos libertarios de educación para
todas las clases y centrada en los oficios productivos. Y la de Ezequiel
Zamora, caudillo agrario del siglo XIX quien declaró que la tierra, como el
aire, es de todos, y prohibió pagar renta por ella. A partir de allí, asumió
Chávez cada vez más el proyecto de la
intelectualidad venezolana de izquierda de los años sesenta, que cuando ganó la
mayoría parlamentaria fue ilegalizada y empujada a una lucha armada que la destruyó a sangre y fuego entre 1962 y 1983. El joven
Chávez contactó con algunas de las organizaciones radicales desbaratadas en ese
cruento proceso. De allí que su ideología nacionalista y bolivariana progresara
cada vez más hacia el socialismo, el antiimperialismo y la interpretación
clasista de la Historia
que se hace patente, por ejemplo, en los estatutos del Partido Socialista Unido
de Venezuela.
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Venezuela y quizá América Latina y el Caribe no
son los mismos después de Chávez. Nuestra región es la más desigual del mundo. Por ello es
campo de cultivo de los movimientos sociales, que se articulan al margen de los
partidos políticos y del Estado para lograr reivindicaciones que ni uno ni
otros conceden. Chávez potenció la participación política y social mediante el
impulso de la Democracia
Participativa , y articuló movimientos sociales con Estado y partidos
a través de las Misiones. A pesar de tropiezos y retrasos en aspectos tales como
las cooperativas y las comunas, Venezuela logró
resultados espectaculares. Baste señalar que alcanzó anticipadamente 6
de las 8 Metas del Milenio, cuyo cumplimiento fijó la ONU para el año 2015. Bajo la
administración bolivariana Venezuela erradica la pobreza extrema; logra que
estudien primaria el 95% de los niños en edad para ello; avanza más de 70% en la igualdad de género y el
empoderamiento de la mujer; combate eficazmente el paludismo, el sida y otras
enfermedades; garantiza la sostenibilidad del medio ambiente e integra y
fomenta una Alianza Mundial para el Desarrollo. Venezuela tiene actualmente el
menor Índice de Gini de Desigualdad de la América Latina
capitalista. Además, el bolivarianismo reintegra a los trabajadores las
prestaciones sociales confiscadas por el
socialcristianismo, y con la Misión Barrio
Adentro y otras iniciativas garantiza la atención médica en las zonas desposeídas, crea un sistema de
pensiones que cubre a todos los ancianos
y garantiza a éstos el transporte público gratuito. Con esas iniciativas
se forma una generación libre de ignorancia y de carencias básicas, capaz de elegir su propio destino.
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Tal cúmulo de logros derriba el mito de que América Latina y el Caribe sean
pobres: para alcanzarlos basta destinar a objetivos sociales las riquezas que
antes beneficiaban sólo a las transnacionales. El 11 de abril de 2002 la
oligarquía y Estados Unidos dan un golpe de Estado para arrebatar nuestra
principal industria, Petróleos de Venezuela S.A. La contundente respuesta
popular logra preservarla para la
Nación , y aplicar directamente sus recursos para un gasto
social de cerca del 64% del egreso público. El gobierno bolivariano implanta un
control de cambios que frena la fuga de divisas y recupera para propiedad de la Nación empresas
estratégicas, tales como la electricidad, la telefónica, la siderúrgica y las
del aluminio. Al mismo tiempo expropia latifundios y fomenta cooperativas, empresas
recuperadas, comunas y fundos zamoranos como unidades productivas de propiedad
social. Requiere mucho tiempo y espacio meramente enumerar tantos legados.
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