Luis Britto García
13 septiembre 2015
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Hace años recomiendo que Venezuela se salga de la jurisdicción
de la Corte Interamericana
de los Derechos Humanos (CIDH), del Centro Internacional de Arreglo de
Diferencias sobre las Inversiones (CIADI), y de las diversas Cortes y Juntas
Arbitrales a las cuales la someten los Infames Tratados contra la Doble Tributación , en virtud de
los cuales las transnacionales no pagan impuestos por los beneficios que
obtienen en nuestro país. ¿La Razón ?
Someterse a estas Cortes de linchamiento es perder la soberanía. Ni Estados
Unidos, ni Inglaterra ni ningún otro país hegemónico se someten a ellas. Bolívar
nunca aceptó que nuestras cuestiones de orden público fueran decididas por
tribunales extranjeros. Mandatarios y
leguleyos entreguistas nos sometieron a ellos, y lo pagamos bien caro. Cuando al fin nos retiramos, lo hicimos
tardíamente, y lo seguimos pagando, pues estos seudo tribunales sostienen que
pueden conocer de todos los hechos ocurridos antes de nuestro retiro de su
jurisdicción.
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Ejemplo de lo señalado es el último fallo de la Corte Interamericana
de los Derechos Humanos (CIDH) de la
OEA , bien llamada Ministerio de Colonias de Estados Unidos,
país que no se somete a esa Corte, pero pretende someternos a ella y mediante
ella. Como todos recordarán, el 27 de mayo de 2007 caducó la concesión que el
gobierno venezolano había otorgado a RCTV el año 1952, y renovado sólo por 20 años en 1987 ¿Qué significa la caducidad de una concesión?
En Venezuela, como en la casi totalidad de los países, el uso del espacio radioeléctrico
pertenece a la República.
Ésta puede otorgarle a un particular una concesión
para su uso, pero por tiempo limitado.
Cumplido ese lapso, la concesión deja de existir, por el simple paso del tiempo para el cual se la otorgó, y es
potestativo y discrecional de un Estado soberano otorgar o no una nueva concesión. Los propietarios de RCTV
pretenden por el contrario que una concesión es perpetua, eterna y hereditaria,
por los siglos de los siglos, Amén.
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Ahora bien, los Derechos Humanos sólo pueden ser reconocidos
a personas naturales, vale decir, a seres humanos, y no a corporaciones o
compañías. Al respecto el numeral 2 del
artículo 1 de la Convención Americana
de los Derechos Humanos establece
expresamente: “Para los efectos de esta Convención, persona es todo ser
humano”. Pero para complacer a Estados Unidos, la Corte Interamericana
ha resuelto que RCTV es un “ser humano”,
titular de Derechos Humanos. Su “Derecho Humano” consiste en las sumas que esperaba ganar si se le
otorgaba una nueva concesión. En virtud de esta perversión, “seres humanos”
como la EXXON o
Monsanto demandarán a los países por “Derechos
Humanos” consistentes en los dividendos
que esperaban obtener. Y la
CIDH condenará a los países a pagárselos. Los
organismos de Derechos Humanos quedan así degradados a simples agencias de
cobranza de las transnacionales.
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Quien obtiene una concesión debe siempre cumplir con las
leyes del país que la otorga. No ha sido éste el caso de RCTV y sus empresas
asociadas o cómplices. Entre otras
conductas ilegales, mantuvo con Venevisión un oligopolio de la publicidad televisiva,
otorgando descuento de 10% a los anunciantes que se comprometieran a no hacer
publicidad en otros canales, y repartiéndose estrictamente por mitad las pautas
de anuncios. Incumplió repetidamente con la legislación laboral y los pagos a
sus trabajadores. Violó reiteradamente las normas vigentes al transmitir en
horarios reservados para programación infantil y juvenil contenidos impropios para esos horarios. Colaboró en forma activa
en el golpe del 11 de abril de 2002, divulgando una versión manipulada de los
sucesos, sacando del aire la alocución del Presidente legítimo, difundiendo la
falsa noticia de su renuncia, apoyando
la dictadura de Carmona Estanga, repartiéndose con éste los cargos decisivos en
materia de telecomunicaciones, ocultando con un apagón comunicacional los
esfuerzos del pueblo por reponer a su mandatario legítimo. Además, RCTV
promovió el sabotaje petrolero y el lock
out patronal iniciado el mismo año, transmitiendo durante 62 días sólo
mensajes de incitación a delinquir para el derrocamiento del gobierno legítimo.
Durante todos estos sucesos, llamó reiteradamente a la desobediencia
tributaria, e incumplió en forma sostenida sus obligaciones fiscales. En
cualquier país, semejante prontuario hubiera llevado a la inmediata revocación
de la concesión respectiva. Venezuela, permitió que dicha televisora continuara en
uso de la concesión, hasta que ésta caducó
el 27 de mayo de 2007.
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La infeliz sentencia de la CIDH pretende, ni más ni menos, despojar a todos los países de la tierra de
los bienes públicos que les pertenecen (entre ellos el espacio
radioeléctrico) para convertirlos en propiedad
absoluta y perpetua de las empresas que alguna vez hubieren obtenido alguna
concesión para explotarlos. Éste es un fallo vergonzoso en la historia de
los Derechos Humanos. De aplicarlo, los tribunales competentes en tal materia
quedarán degradados a cortes para que las corporaciones decidan sus disputas
financieras. Como colofón de esta infamia, recordemos que según la
jurisprudencia de dichas Cortes, las
empresas privadas no pueden ser demandadas por violación de los Derechos
Humanos. Vale decir, serían inmunes e impunes por la violación de los “Derechos
Humanos” de los cuales ahora pretenden gozar y disfrutar. Con toda razón, ante
la sede de la Corte Interamericana
de los Derechos Humanos en Costa Rica un letrero advierte a las posibles
victimas: “CALLE SIN SALIDA”.
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Afortunadamente, dos votos salvados de los magistrados de la
propia Corte Interamericana desautorizan este fallo inadmisible. Y por sobre todo, sentencias de nuestro Tribunal Supremo de
Justicia, el único competente para resolver cuestiones relativas a nuestro
orden público, sostienen que no son
aplicables en nuestro país fallos de cortes extranjeras que vulneren el orden
interno. Venezuela no sólo debe activar su retiro definitivo de la jurisdicción
de todos los tribunales, Cortes o Juntas Arbitrales extranjeros, sino que debe
evitar para el futuro suscribir cualquier Tratado, contrato o norma que de
nuevo la someta a ellos. Retirémonos de estos tribunales de fariseos antes de
que nos crucifiquen.
(TEXTO/FOTOS:
LUIS BRITTO)
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