Luis Britto García
Juegos
En las noches hay bonitos fuegos y
durante el día las corrientes de aire caliente que ascienden facilitan el volar
cometas, cometas que sin embargo no elevamos porque primero los familiares
dijeron que no y luego no había con qué hacerlas y, en fin, otras cosas nos
preocupan. Antes debíamos ir mucho a la escuela y acostarnos temprano, pero
ahora que no hay escuela todas las horas nos pertenecen y aun las de las
noches, cuando es malo dormirse por más sueño que uno tenga. Antes tanta soledad
que tenías en tu mundo de niño y la poca esperanza de que los mayores
condescendieran a participar en los juegos, y ahora todos juegan, no hacen más
que jugar desde el día en que bajaron los aviones de los cielos y comenzaron
estos largos escondites entre los árboles, donde mamá, o papá, por ejemplo, a
veces se hacen un ovillo y tras el follaje y con los ojos te suplican no hagas
ruido, no dejes que vean donde estoy, o a veces la tía también juega y se
separa de nosotros y se esconde tan bien que nunca la encontramos, de manera
que podemos imaginárnosla dentro de un cráter, con los ojos cerrados, contando
primero hasta cien, después hasta mil, finalmente hasta un millón, hasta
acabarse los números que enseñaban en la escuela antes de la mañana en que nos
dijeron que la escuela se había vuelto humo y cenizas y pensamos que habían
volado hasta los cielos y se habían perdido sin remedio todas las letras, los
números y los dibujos del mundo que estaban guardados en ella.
También es bueno jugar a las
adivinanzas. Qué de misterios encierra un trozo de tela chamuscada que cae de
los cielos, preguntarse se vistió a una niña o a una muñeca, qué de
curiosidades en las cenizas que llueven constantemente, discutir si fueron de
cosechas de arroz o de cebada, qué de perplejidades, en este largo juego de
viaje, despierta el hallazgo de las ruinas de un pueblo en el cual no quedan
habitantes a quienes preguntar el nombre, y entonces aventurar: era el pueblo
de la tía abuela, porque todavía queda algo de la colina en el norte, o bien:
era el pueblo del primo segundo, porque hay anzuelos fundidos en lo que fue el
cauce del río. O bien, apostar sobre la ruta de los aviones en el cielo: darán
la vuelta y envenenarán el norte. Están de regreso, han incendiado el sur. No,
van al oeste, contaminarán los lagos. No, vuelven al este, esterilizarán los
bosques. Qué de variado este largo juego de escondites y de desapariciones, con
niños nuevos que salen a veces de escondrijos que no pensábamos y niñas
conocidas que no vemos más; qué de diferencias entre los que nos acurrucamos en
las noches y los que amanecemos. Qué soledad, por fin, ahora que se han
escondido todos, todos, y después de contar hasta cien, por días y por días
vagas buscándolos por el país en el que llueven rojos tizones, pavesas de
cuadernos y cenizas de rasgados velos nupciales.
Treinta mil
Treinta mil niños apagados
como estrellas que se extinguen. Quien
destruye un ser borra un universo.
Ella
Allá va ella, que donde llega
ilumina como relámpago. A su partida el
mundo vuelve a ser como es, o sea, atroz. El alto poder conspira para
prohibirla como sustancia sicotrópica.
Encantos de Caracas
1
Gracias
a motorizados matapeatones y bachaqueros matavotos Caracas deviene lo que
los colombianos llamarían una ciudad tenaz. Donde posa la mirada la víctima o
sea el ciudadano encuentra vehículos con excesiva velocidad y burócratas con
exceso de incompetencia. Entre tantos acosos no queda tiempo para mirar al
cielo que cruza una garza, sí, una garza luminosa que con su fulgor avergüenza
los edificios desvencijados y los rostros irrecuperables. Quién sería el ocioso
que secuestró unas garzas llaneras del estero de Camaguán para confinarlas en
el Parque del Este sin saber que volarían al pestilente Guaire para
descontaminarlo visualmente con su gracia volátil. Hay que vislumbrar la garza
que acecha en la sonrisa de una muchacha o en el buhonero que vende ají
esparcido en el suelo. A lo mejor echaremos alas y volaremos sintiendo que todo
es liviano como el aire, como la luz, como el mismo vuelo.
2
Se fue
la infancia cuando en diciembre el tío José nos llevaba a pasear por las calles
de las piñatas cerca de la plaza El Venezolano. Allí estaban los trencitos de
cuerda olorosos a metal y aceite y los fusiles con aroma de latón que disparaban
mortíferos corchos. Allí estaban las hermosas piñatas, que sólo servían para
ser destruidas a palos, como los bellos recuerdos. Se fue la inocencia pero las
tiendas de las piñatas siguen en su sitio vendiendo papelillo, bambalinas,
serpentinas, silbatos, todo lo que sólo sirve para disiparse, como los
instantes, todas las cosas insensatas sin las cuales la vida no tiene sentido.
3
Dictaduras
y socialdemocracias aridecieron la ciudad con un baño de concreto armado hasta
ahogar la idea misma del alivio. Motores y bocinas decretan la sentencia de
muerte de la cordura. En algún balcón en una lata oxidada una pequeña planta y
hasta quizá una flor desafían el agobio. Se ven tan desamparadas y sin embargo
resisten todas las tiranías de la mugre. De repente, como quien mira garzas
vegetales, vemos una bandada de plantitas que aletean como mariposas con la
brisa en los balcones, en las cornisas, en las ventanas de cristales
astillados. Todas aspiran a migrar al Ávila, a los orígenes, a posarse en las
franjas áridas de los cortafuegos. La tierra amorosa de tiestos y macetas
impide que despeguen, que finalmente abandonen la ciudad feroz sus últimos
ángeles de la guarda.
Piel
Sobre la piel de la bella se traza
el único tatuaje que le hace justicia que es la imagen de la bella.
Bolivia
Ay, Bolivia, donde por olvidar que
son hermanos se pelearon unos con otros los colores de la wipala.
Eternidad
Agente de la reproducción
insensata, amor es el único fragmento de eternidad que nos toca.
Liebestod
La sabia ciencia
por fin explica los síntomas del enamoramiento como efecto del coctel de Serotonina, hormona de la felicidad, Dopamina, hormona del placer, Endorfina, aniquiladora del dolor, Oxitocina, Hormona del contacto
físico y el vínculo emocional. Los provechosos traficantes esparcen la
irresistible droga hasta aniquilar la humanidad entera con la Muerte por Amor,
único final digno de tantas miserias.
La Planta Insolente
Venezuela bloqueada por acorazados de potencias imperiales. Venezuela resiste, los acorazados se retiran. Así como sucedió en 1903, sucederá por los siglos de los siglos, Amén.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO
VEA EN YOU TUBE: LA PLANTA INSOLENTE, O COMO VENEZUELA VENCIÓ EL BLOQUEO DE TRES IMPERIOS.
DIRECCIÓN: ROMÁN CHALBAUD
GUIÓN: LUIS BRITTO GARCÍA


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