Luis Britto García
Los grandes imperios se agavillan para saquear Venezuela.
cercan nuestras costas aparatosos acorazados repletos de marines invasores. Una
campaña mediática mundial escarnece a nuestro país y difama a sus gobernantes.
Los Estados Mayores se reparten sobre el mapa nuestro territorio; los
financistas, nuestras riquezas. Cuando todo parece perdido, una retumbante
proclama concita la resistencia popular y el apoyo internacional: “¡Venezolanos!
¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la
Patria!” El año 1903 un ejército de cien mil voluntarios y el ágil manejo de
las tensiones internacionales ponen en fuga acorazados e invasores.
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Pasan 123 años. Estados Unidos manda a la frontera marítima
caribeña de Venezuela tres acorazados,
submarinos atómicos, aviones espías, 4.500 marines y cantidad excesiva de chatarra militar. Coordina la operación un
montaje de la Agencia Reuters con más falsedades que noticias: los acorazados
serían el USS Sampson (que en realidad está en el Pacífico), el USS Gravity (que
anda por el Golfo de México) y el USS Dunham (el cual está fuera de servicio).
La flota fantasma es celebrada con un montaje de noticias fake a tono con su credibilidad: manifestaciones que nunca
existieron estarían celebrando la caída de un gobierno que no ha caído;
familiares del Presidente que sigue en funciones habrían pedido asilo, se
habrían sacado cajas de un Palacio de Miraflores que sigue siendo sede del
gobierno. Todo según fuentes bien desinformadas que permanecen rigurosamente
anónimas.
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Todo parece
repetición de una comedieta en la cual la oposición espera que Estados
Unidos tumbe al gobierno y se lo regale a ella, mientras Estados Unidos aguarda
que la oposición deponga al gobierno y
le obsequie el país. Más de un cuarto de siglo llevan cada quien esperando que
el otro le haga el trabajo. Al carnaval de indefiniciones se añade un falso
pretexto, por si se queda una vez más en ridículo. Nadie
reconoce que se va a invadir Venezuela. No señor: se va a “combatir el
narcotráfico”.
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Profundamente conmueve que los desorientados marines viajen
hasta tan lejos para combatir lo que ya se ha apoderado de su propio país. Estados Unidos encabeza, con una magnitud entre 300 y 500
mil millones de dólares, una lista de 34
países reconocidos por organismos internacionales tales como la FATF, la ONU,
el mismo Departamento de Estado de EEUU y la UE, como los más beneficiados por
ingresos del narcotráfico. Venezuela ni siquiera figura en ella.
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La Encuesta
Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud
(NSDUH) revela que para 2023 unos
70,3 millones de estadounidenses
(24,9% del total) consumían sustancias ilícitas, y que 48,5
millones de ellos, de 12 años y más, sufrieron trastornos por su uso. Las cifras
compilan sólo casos detectados y
registrados, el total podría ser mayor. En todo caso, revelan que
consume droga uno de cada cuatro
estadounidenses. Cabe presumir que tales prácticas son posibles gracias a profundos apoyos en el sistema financiero y en
la connivencia de las autoridades norteñas. Si adolescentes de 12 años saben
dónde conseguir estupefacientes ¿es concebible que lo ignoren autoridades
empeñadas desde los tiempos de Richard Nixon en una “Guerra contra las Drogas”?
Si fuera posible combatir narcotráfico con acorazados, los intrépidos navíos deberían internarse por
el Misisipi, el Misuri, el Hudson, el Potomac, a practicable distancia de tiro
de Wall Street y de la Casa Blanca. Quizá a tan poderosa industria sí
convendría imponerle aranceles.
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Consideración aparte merece el que sea el ejército
estadounidense el encargado de liberar de drogas a todo el mundo, salvo a
Estados Unidos. La servicial Wikipedia nos enseña que “desde 1910, los soldados del
ejército de Estados Unidos apostados en el Canal de Panamá y en la expedición
contra Pancho Villa comenzaron a usar cannabis”. La misma fuente informa que “un reporte de 1971 del
Departamento de Defensa de Estados Unidos sostiene que más de la mitad del
Ejército de Estados Unidos había usado la droga”. Un cable de la UPI de 28-12-1967 cita declaraciones de
John Steinbeck IV, hijo del novelista y reclutado para Vietnam, según las
cuales «el 75 por ciento de los soldados estadounidenses fuman
marihuana» porque «hace los horrores de la guerra soportables». Noam Chomsky
advierte que la lucha contra las drogas ha devenido excusa para invadir países
como Panamá.
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Un Informe de la ONU
certifica que Venezuela no produce drogas,
que sus decomisos de sustancias ilícitas crecieron desde que expulsó a la DEA,
y que el 78% de éstas ingresan a Estados Unidos por el Pacífico, justamente a
través de países ocupados por bases o efectivos militares estadounidenses:
Perú, Ecuador, Colombia, Panamá. Parece que el aire alrededor de estos enclaves
es irrespirable y obliga a abanicarse.
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No me canso de repetir que, según British Petroleum, la Agencia
Internacional de la Energia y la Academia de Ciencias de la Federación Rusa,
las reservas de energía fósil del mundo se agotarán en cuatro o cinco décadas. Venezuela dispone de la quinta parte de
ellas; si una sola potencia las saquea, dominará el medio siglo venidero. Como
en 1903, la defensa de nuestro país consiste en equilibrar las aspiraciones de
los grandes poderes en beneficio de todos.
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En este sentido, la
portavoz del Ministerio de Exteriores chino Mao Ning declaró que Pekín "se
opone a cualquier acción que viole los propósitos y principios de la Carta de
la ONU o infrinja la soberanía y seguridad de otros países". Por lo
cual "Nos oponemos al uso o la amenaza del uso de la fuerza en las
relaciones internacionales y a que potencias externas interfieran en los
asuntos internos de Venezuela bajo cualquier pretexto". El viceministro de Asuntos
Exteriores ruso Serguéi Riabkov afirmó que “Naturalmente, examinaremos toda la
situación creada por el incremento por Washington de sanciones ilegales e ilegítimas y los intentos de imponer un
bloqueo (a Venezuela). Advertimos a Washington contra pasos imprudentes en este
ámbito”. Celso Amorim, asesor presidencial, ex canciller y ex ministro de la
Defensa de Brasil, expresó que "No
puedo ocultar mi preocupación por el desplazamiento de buques estadounidenses y
su manera de ver el tema. Creo que la no intervención es fundamental. La no
intervención es uno de los principios fundamentales de la política exterior brasileña".
Y la Presidenta de México, Claudia Sheimbaum, exigió: “No al intervencionismo. Eso no
solamente es convicción, sino que está en la Constitución (mexicana)”, Asimismo repudiaron las amenazas de invasión los países
del ALBA, el Presidente de Colombia
Gustavo Petro, quien añadió que “el Cartel de los Soles no existe”.
De la
firmeza con que tantos países defiendan sus convicciones depende la
supervivencia de todos.
TEXTO/IMÁGENES: LUIS BRITTO.



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