Martes doce habiendo esperado ese
concierto en la noche fui y encontré las cerradamente cerradas puertas sobre un
concierto que era en realidad para el día anterior y ya no quedaba ni el olor a
cucaracha de los paltolevitas ni el olor a hidromiel de la saliva en las tubas
ni
Jueves uno había yo pensado iré a esa exposición que se abre veré a
Diana indefectiblemente la veré y pensaré que bueno meter la mano dentro de esa
chaqueta de gamuza y que ella se extrañe y diga pero qué haces pero había sólo
un revoltijo de cajones en la trastienda y un pintor flaco que montaba la
exposición que era para dentro de tres días
Lunes cuatro fui a buscar mis papeles en la oficina del gobierno esos
documentos que dicen quién soy lo que es necesario porque ni yo mismo lo sé y
resulta que no era ese el día fijado que el comprobante señalaba otra quincena
y cómo pude haberme equivocado.
Domingo quince fui al aeropuerto a recibir a Perucho que volvía de
Albania de algún país de esos que dan la visa en hojas aparte del pasaporte
porque si no figúrate y toda la tarde me llovieron aviones hasta que supe que
Perucho estaba ya debidamente preso hacía una semana o quizá meses y todo se
trataba de que nos habían dado mal el recado
Miércoles treinta al centro para ver al dentista quien claramente —
caramba es verdad cómo no me acordaba— me había advertido que salía de
vacaciones y que por lo tanto este colmillo este colmillo
Martes dos qué tiempo que no veo caras
conocidas y eso que me invitaron para hoy en la noche no fíjate era para ayer
la invitación cómo no te diste cuenta
(TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO).
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