Tratado de
Libre Comercio en puertas
Caracas se
prepara como sede de la
XLVI Cumbre del Mercosur. En mi libro América Nuestra: Revolución e Integración (2007) alerté contra la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio (TLC) Mercosur-
Unión Europea, pues dichos acuerdos usualmente benefician a los países
desarrollados en detrimento de los menos desarrollados. El plan parece estar en
vías de ejecución.
Mercosur y
Estados Unidos
Pues si la
materia de la integración desigual dentro del Mercosur es delicada, mucho más
lo es la posible integración asimétrica del Mercosur con bloques de mayor
potencia económica. Esta posibilidad no es descartable. Indicamos que la
creación del Alca estaba planeada “a partir de acuerdos regionales y
subregionales”, vale decir, no desdeñaba integrar de golpe las alianzas previas
construidas laboriosamente en la región. Ello involucraba como objetivo inmediato
y prioritario englobar a la
Comunidad Andina de Naciones y al Mercosur.
Tal
designio se frustró ante todo por la cuidadosa evaluación que de sus intereses
nacionales realizó Brasil, miembro determinante de esta alianza. La Federación de
Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp),
demostró que Brasil perdería 1.000 millones de dólares por año en su
comercio exterior, desde la fecha prevista para la implantación del ALCA. De
igual manera, la
Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) concluyó que el ALCA reporta más amenazas que
oportunidades para Brasil, ya que acarrearía
una pérdida de mercados dentro del hemisferio para 176 productos
exportados por sus empresas, esencialmente
en los sectores manufactureros (máquinas y equipos, autos, papel y
celulosa, y productos químicos), como consecuencia de la competencia de EEUU y
Canadá. Otro estudio redactado a
petición del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior por
investigadores de la
Universidad de Campiñas durante la gestión de Cardoso, llegó
a idéntica conclusión: tras examinar 18
cadenas productivas –los sectores que crean 53,1% de la producción industrial,
57% de las exportaciones y 68,4% de las importaciones totales del país- arribó
a la conclusión de que implantar el ALCA
aumentaría las importaciones brasileñas y reduciría las exportaciones hacia América
Latina, además de ahuyentar las inversiones extranjeras, promover la “desindustrialización y
desnacionalización” económica, e incrementar
el desempleo y la demanda de dólares (Moniz Bandeira 2003, 154). Una vez más, la integración entre
miembros desiguales acentuaría las desigualdades. Motivo por el cual, según
señala Moniz Bandeira:
En realidad, a Brasil no le
interesa participar de áreas de libre comercio con potencias mucho más
desarrolladas y poderosas que presentan ventajas estructurales, como EEUU,
cuyas empresas multinacionales y megaempresas son las más fuertes del mundo y a
favor de las cuales funcionaría el proceso de concentración de la riqueza. La
coincidencia produciría efectos destructivos en la industria brasileña,
especialmente en los sectores más sofisticados, como bienes de capital,
componentes electrónicos, química, electrónica de consumo, software y
computadoras, y tendería a desarticular su economía y retrotraerla a una
condición agrícola o agroindustrial productora de bienes industriales livianos
o tradicionales (Moniz Bandeira 2003,
154).
Sin
embargo, cabe señalar que Estados Unidos logró un acuerdo especial con el
Mercosur, llamado “The Rose Garden” o el “Cuatro más uno”, en virtud del cual
el primero accede a negociar con el Mercosur colectivamente y no con cada uno
de sus miembros, lo cual fortalece a la organización y evita que una presión
desmedida pueda forzar la voluntad de alguno de sus integrantes (Viking,
Walhalla 2003). Sin embargo, si recordamos las altas proporciones de
exportaciones e importaciones de Brasil
con Estados Unidos para 2005 (22,84% y 23,4% respectivamente), debemos aceptar
que la posibilidad de emplear el canal brasileño como vía de la entrada
irrestricta de las mercancías
estadounidenses en la región está
potencialmente abierta.
Penetración transnacional en el Mercosur
La penetración de los grandes
intereses transnacionales en el Mercosur no es una hipótesis, sino una
realidad. La consultora de negocios
argentino-brasileña DelloiteTouche/Simonsen afirma en 1994 que el verdadero ámbito de la alianza, “el
Mercosur de los negocios”, se reduce a una franja industrializada cercana a la costa que abarca
el Sur del Brasil desde Bello Horizonte, el Sur de Paraguay, Uruguay y el Norte
y Centro de Argentina; que abarca el 20% de la superficie total del bloque,
sólo comprende 14 de las 500 ciudades de éste, apenas 114 millones de sus
habitantes y no más de 579.000 millones
de su PBI. De más peso son las observaciones relativas a qué es lo que en
realidad se integra. El Secretario de Comercio de Canadá resume la situación
con la frase “El Mercosur es el negocio para 17 multinacionales”. Y en efecto,
Gilberto Dupas, coordinador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao
Paulo, determina que el 60% del comercio entre los miembros de Mercosur, que
entre 1990 y 1998 aumentó de 4 mil a 20 mil millones de dólares, se debe a
compras dentro de cadenas industriales propiedad de multinacionales. Mientras
que el citado informe
DelloiteTouche/Simonsen afirma
que de 300 empresas que hicieron negocios entre las fronteras del bloque, 40%
eran multinacionales, 36% empresas nacionales grandes y 24% pequeña y mediana
industria; pero las llamadas empresas “nacionales grandes” son en realidad
parte orgánica de multinacionales o dependen de bancos internacionales
(Guerrero 2005, 25-27).
Desnacionalización de la economía del coloso
Y en efecto, durante el
gobierno de ocho años de Fernando
Enrique Cardoso se habría producido en Brasil, una desnacionalización de la
economía equiparable a la de otros países latinoamericanos bajo el
neoliberalismo. Durante ese período fueron privatizadas las más importantes
empresas estatales en energía eléctrica, vialidad, telecomunicaciones y
minería, tales como la Vale
do Río Doce, muchas veces por transnacionales que usaron para ello los créditos
del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Este banco del
Estado subsidia generosamente con créditos a tasas reducidas a las empresas
automotrices, en su casi totalidad transnacionales, así como a corporaciones
quebradas, como la
Varig. Paralelamente , el capital extranjero adquirió gran
parte de las mayores empresas privadas brasileñas, como la cervecería Brahma. Así ,
para 1998 encontramos los siguiente porcentajes de control de las
transnacionales sobre la producción brasileña: servicios públicos, 14%,
telecomunicaciones 78%, alimentos 41%, automotriz 93%, computación 59%,
electrónica 34%, farmacéuticos 73%, higiene y limpieza 91%, mecánica 44%,
plásticos y caucho 58%. El gobierno de Lula no detuvo estos procesos: permitió
que el 46% de las acciones de Petrobras fueran subastadas en la Bolsa de Nueva York. (Bodas y Neto, Argenpress, 16-1-2006).
Trato nacional para transnacionales
Gran
parte de estas multinacionales gozan del “trato nacional” gracias a tratados
bilaterales de comercio, tratados de promoción y protección de las inversiones
y diversas normas internas, y la desregulación aduanera opera entonces,
esencialmente, como una facilidad para que grandes conglomerados
transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden sus ganancias dentro de
una enorme zona exenta de aranceles y de normas restrictivas de la repatriación
de ganancias y capitales. Ello hace pertinente la advertencia de Domingo
Alberto Rangel en el sentido de que “Las transnacionales pueden realizar, ellas
sin el concurso de otro factor, la integración del continente si nosotros no
tuviéramos la lucidez y la determinación necesarias para emprender y coronar
esa obra” (Rangel, cit. en Estévez1998). Todo proyecto de integración ha
de ser evaluado en función de aquello que verdaderamente integra.
Mercosur y Unión Europea
Como correlato
de tal expansión de las inversiones desde fuera de la región, así como la Unión Europea avanza
por su parte negociaciones para llegar a un acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina
de Naciones, también las adelanta para concertar otro con el Mercosur, cuyo
primer objetivo consiste evidentemente en disputarle a Estados Unidos el
dominio de los mercados latinoamericanos. Agente clave de estas negociaciones
es el Mercosur-European Bussines Forum (MEBF), que urge a los gobiernos de la
región a profundizar los procesos de privatización, liberalización y
desregulación que tanto dañaron sus economías en la década de los noventa, y
los presenta bajo la etiqueta del “Acuerdo de la Asociación Interregional ”.
Para valorar el interés de la Unión Europea en el
Mercosur, se debe tener en cuenta que
aquélla es el actor económico primario en el área de éste, tiene la mayor proporción del comercio en él y es responsable por 43% de las
Inversiones Extranjeras Directas (FDI)
que fluyen al Mercosur (Torrelli, Corporate Europe Observatory & Transnational
Institute, REDES, agosto 2003).
En
estas negociaciones los intereses de las partes son transparentes. Mientras la Unión Europea se
propone competir con Estados Unidos por los mercados latinoamericanos y los del
Mercosur, éste planea acceder a los mercados de productos agrícolas europeos,
hasta el presente resguardados por una
red de tarifas y subsidios proteccionistas. No hay que olvidar sin embargo que,
según indicamos, fueron las transnacionales europeas las que en su gran mayoría
se aprovecharon de los procesos de liberalización económica en el Cono Sur para
adquirir compañías nacionales a precio vil, elevar indiscriminadamente las
tarifas, aprovecharse de exenciones tributarias y manipular a los políticos
mediante sobornos y colaboraciones para las campañas electorales.
Relaciones económicas asimétricas
El
patrón de las relaciones comerciales entre la Unión Europea y
Mercosur, comprensiblemente, privilegia la exportación por parte de la primera
de bienes elaborados de alta tecnología y por parte del segundo de productos
agrícolas y materias primas. El acuerdo entre ambos no avanza mediante consultas a la sociedad civil, sino
esencialmente a través de influencias políticas y presiones de las grandes
empresas, las cuales presentan al MEBF sus condiciones como una agenda
conjunta, siguiendo la práctica de coaliciones industriales inter regionales
tales como el Diálogo Comercial Trasatlántico (TABD) o el Foro de Negocios
Asia-Europa (AEBF).
Como en otras instancias, se utiliza
ampliamente la negociación bilateral para intentar concertar acuerdos sobre el
modelo del TLC, que van mucho más allá de los compromisos ya contraídos con la Organización Mundial
del Comercio durante la novena ronda de negociaciones, y que cubren un conjunto
de temas muy amplio, desde los productos industriales hasta la agricultura,
pasando por los derechos de propiedad intelectual, las políticas de
competencia, las inversiones, los servicios, la asistencia del Estado y la
resolución de conflictos mercantiles. Las negociaciones avanzan en un clima de
reserva, caracterizado por la poca transparencia, con los textos de los
proyectos de acuerdos bajo un régimen de secreto y confidencialidad. Así, los
miembros alemanes del MEBF tuvieron un papel decisivo en persuadir a los
políticos europeos para que dejaran de lado sus divergencias sobre la
protección a la agricultura y emprendieran negociaciones conjuntas. Prestaron
decisivo apoyo a esta campaña Jürgen
Strübe, antiguo copresidente de TAB y luego presidente de UNICE, junto con
Carlos Bulgheroni, de la
Corporación argentina Bridas y Roberto Texeira del Banco Sul America
de Brasil, quienes impulsaron a los gobiernos de Europa a conceder poderes a la Comisión Europea
para desarrollar negociaciones sobre el libre comercio con Mercosur, hasta que
en julio de 1999 la
Unión Europea accedió a sus principales demandas (Torrelli, Corporate Europe
Observatory & Transnational Institute, REDES agosto 2003).
La industria alemana y
el Mercosur
Pesados intereses impulsan el acuerdo. Las corporaciones alemanas,
tales como BASF, Volkswagen, Daimler Chrysler y Siemens son responsables del
10% de la producción industrial en Brasil y por las mayores exportaciones hacia
la región. La
poderosa Federación Industrial Alemana BDI, que ejerce una decisiva influencia
en la política y la economía de dicho país, ha sido determinante en el avance
de las negociaciones con Mercosur. Voceros de dicha Federación expresaron que
“fortalecer el Mercosur no es de interés sólo para los Estados miembros, sino
también una materia de preocupación determinante para la industria alemana en
América Latina. Las altas inversiones hechas por las compañías alemanas en los
cuatro Estados miembros durante la última década también han sido estimuladas
por los signos del surgimiento de un mercado común emergente (“EU-Mercosur Free
Trade Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002).
Otras voces
lanzan un razonado alerta. Luiz Carlos Delben Leite, presidente de la Asociación Brasileña
de la Industria
de Máquinas y Herramientas, afirma ya desde enero de 2004 su preocupación por
un posible acuerdo comercial con la Unión Europea , “porque la industria alemana es
extremadamente eficiente en los segmentos de máquinas y herramientas,
equipamientos para la industria plástica y automatización industrial”. A lo
cual añade que “por medio de la simulación de tarifas de importación cero para
todos los productos, sin considerar las barreras no tarifarias, llego a la
conclusión de que Brasil tendría pérdidas por aproximadamente mil millones de
dólares cada año en su saldo comercial”
(Guerrero 2005, 45).
En el mismo sentido,
apunta Marcio Pouchmann que para el Mercosur, la mera estrategia de inserción
en el comercio internacional, sin
transformaciones creativas en la estructura productiva o mejoras en los
indicadores sociales, aumenta la
dependencia externa. Vale decir, “la busca de eficiencia, productividad y
calidad mediante el mayor grado de exposición del parque productivo a la
economía internacional no parece haber sido adecuada para promover
positivamente la rápida y sustentada retoma de las inversiones de largo plazo”,
en lugar de lo cual se aprecia “una desorganización intra-sectorial y la
formación de una economía de especialización, con serios problemas sociales”
(Pochmann 2003, 208).
La sana lógica
que considerara los efectos a largo plazo de tal situación debería hacer desaconsejable la futura integración plena de
Brasil y Argentina y por consiguiente del Mercosur a planes estadounidenses
como el Alca, o la absorción por la Unión Europea. El
interés nacional, motor invariable del gobierno de Brasil, debería orientar
su política externa hacia la convicción
de que la apertura irrestricta a las exportaciones de países altamente
desarrollados como Estados Unidos y Canadá o Alemania y de proveedores de mano
de obra barata como México barrería con su parque industrial a corto plazo. En
tal situación, Argentina perdería también
lo que conserva de sus industrias. Ambos países quedarían reducidos a la
exportación de materias primas y a la venta de fuerza de trabajo barata en las
maquilas. Pero hemos visto con frecuencia el interés transnacional sobreponerse
al nacional.
Difícil integración con la CAN y la UE
Venezuela se incorpora al Mercosur como
miembro pleno en proceso de adhesión a
partir del 9 de diciembre de 2005. Señalamos que este ingreso aporta al grupo
un poderoso elemento energético: en la Cumbre de Montevideo se conviene la formación de
un anillo energético para conectar a Argentina, Brasil, Chile, Perú, Paraguay,
Uruguay y Venezuela mediante una red continental de gasoductos, entre los
cuales tiene particular relevancia el que uniría Venezuela con Argentina
pasando por Brasil. En el curso de dicha
cumbre, asimismo, los presidentes de Venezuela y Brasil acordaron la “piedra
fundamental” de una refinería en Pernambuco el 16 de diciembre, la cual tendría
capacidad para procesar, 200.000 barriles de petróleo diarios y sería
construida en sociedad por las empresas PDVSA y Petrobras, con una
participación igual en el costo de 2,5 millardos de dólares. El ingreso de
Venezuela también comporta la adquisición por este país de 500 millones de
dólares de la deuda de Argentina, lo cual seguramente facilitó a ésta la
cancelación de su vencimiento de ese año de 1.500 millones de dólares con el
FMI.
Por
otra parte, planteaba problemas la
pertenencia de Venezuela a la CAN ,
cuyos países miembros están asociados al Mercosur con Acuerdos de
Complementación económica. Ello suscitaba el problema de optar entre la
aplicación de los sistemas arancelarios de ambas organizaciones. Mercosur
aplica una tarifa externa común de 35%, con numerosas excepciones y salvedades,
de las cuales sólo Argentina presenta 2.500. La Comunidad Andina
de Naciones aplica aranceles externos que oscilan entre 5% y 20%. El embajador
Carlos Amorín, director de integración y Mercosur de la Cancillería de
Uruguay, señaló que el ingreso de Venezuela impone la necesidad de adoptar una
interpretación del artículo 20 del Tratado de Asunción, a cuyo efecto los
cuatro ministros de Relaciones Exteriores “aprobaron una reglamentación, más o
menos, poniendo etapas temporales y en parte poniendo requisitos obviamente
necesarios que deben realizarse o incluso qué instrumento jurídico debe adoptar
Venezuela” (Montevideo/AFP-AP: “Cumbre en Montevideo acordó ingreso de
Venezuela al Mercosur”; El Nacional, A-22, 9-12-2005). Problemas más
graves plantea la adhesión de países de la CAN a Tratados de Libre Comercio con Estados
Unidos o a acuerdos de tal índole con la Unión Europea.
Según vimos, el presidente Hugo Chávez Frías equiparó la
primera de dichas situaciones a un final de la Comunidad Andina
de Naciones, y finalmente retiró a Venezuela del organismo andino. Iguales
problemas suscita la suscripción a finales de 2007 de un tratado de libre
comercio entre Mercosur e Israel, país estrechamente vinculado a Estados
Unidos.
Gran parte de estas multinacionales
gozan del “trato nacional” gracias a tratados bilaterales de comercio, tratados
de promoción y protección de las inversiones y diversas normas internas, y la
desregulación aduanera opera entonces, esencialmente, como una facilidad para
que grandes conglomerados transnacionales distribuyan sus mercancías y recauden
sus ganancias dentro de una enorme zona exenta de aranceles y de normas
restrictivas de la repatriación de ganancias y capitales. Ello hace pertinente
la advertencia de Domingo Alberto Rangel en el sentido de que “Las
transnacionales pueden realizar, ellas sin el concurso de otro factor, la
integración del continente si nosotros no tuviéramos la lucidez y la
determinación necesarias para emprender y coronar esa obra” (Rangel, cit. en
Estévez1998). Todo proyecto de integración ha de ser evaluado en función
de aquello que verdaderamente integra.
En tal sentido, cabe manifestar nuestro
acuerdo con las conclusiones de Jorge Marchini, quien ante la posibilidad de un
Tratado de Libre Comercio Mercosur-Unión Europea afirma:
En forma
engañosa suele afirmarse que se trataría sólo de una negociación comercial. No
es así, La mayor parte de los temas en discusión son de carácter estructural y
comprometen el conjunto de la economía en aspectos críticos tales como:
servicios, patentes, propiedad intelectual, compras públicas, inversiones y
competencia. La eventual
provisión del tratamiento de “nación más favorecida” a los países de la UE , aun si se incluyeran salvaguardas de excepción,
vulneraría los muy proclamados objetivos de defender y priorizar el
fortalecimiento de empresas regionales y la diversificación de matrices
productivas . Aun si continuaran los discursos industrialistas, se inhibirían
para los países del MERCOSUR estrategias y políticas públicas elementales de
desarrollo ecoómico, utilizadas históricamente también por los países europeos,
como ser: la sustitución de importaciones, priorizar el compre nacional,
brindar créditos diferenciales para el desarrollo de regiones o sectores
nacionales más desfavorecidos. El futuro de nuestros países puede ser
completamente comprometido por una mala negociación Negociaciones por un acuerdo Mercosur-Unión Europea (Jorge
Marchini - www.aporrea.org
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html)
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html)
En conclusión, tan desastrosa para el Mercosur como
una integración al Alca, sería la absorción por la Unión Europea.
Ojala el interés transnacional no vuelva a sobreponerse al
nacional y el continental.
FUENTES:
Bodas, José y
Neto, César: “Las transnacionales y el Mercosur”; Argenpress, 16-1-2006.
Britto
García, Luis: América Nuestra:
Integración y Revolución.
Caracas, Casa de Nuestra América José Martí, 2007. Premio de Literatura del
Ministerio del Poder Popular para la
Cultura , 2009. Caracas, Fondo Cultural del Alba, 2009.
Estévez, Edna: Globalización,
transnacionales e integración; Vadell Hermanos Editores, Caracas, 1998.
Guerrero, Modesto Emilio: El Mercosur:
origen, evolución, perspectiva; Vadell Hermanos Editores, Caracas, 2005
Marchini, Jorge: “Negociaciones por un acuerdo Mercosur-Unión Europea”
- www.aporrea.org
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html
16/01/14 - www.aporrea.org/internacionales/a180164.html
Moniz Bandeira, Luiz
Alberto: “Brasil, Estados Unidos y los procesos de integración regional”, Nueva
Sociedad, Caracas, julio-agosto
2003.
Pochmann,
Marcio: “Efeitos de internacionalizacao do capital no mundo do trabalho no
Brasil”, en NAFTA y Mercosur: procesos de apertura económica y trabajo;
CLACSO, Buenos Aires, 2003.
Torrelli, Corporate Europe
Observatory & Transnational Institute, REDES, agosto 2003
Viking, Walhalla “EU-Mercosur Free Trade
Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002., Nueva
Delhi, 2003.
“EU-Mercosur Free Trade
Negotiations: the position of german industry”, febrero 2002.
TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO (Jardín Botánico en Río de Janeiro)
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