Entrevista de CLODOVALDO HERNÁNDEZ para CIUDAD CARACAS CCS 9 de abril 2012
CLODOHER@GMAIL.COM
—Usted ha planteado que Venezuela debe abandonar la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. ¿No sería perder la posibilidad de contestar las denuncias?
—Estamos en esos organismos por haber firmado una Convención Interamericana, es decir, un tratado internacional de la Organización de Estados Americanos, pero ni Estados Unidos ni Canadá, que son los países hegemónicos en la OEA, lo firmaron. Es muy paradójico que vayamos como acusados a la capital de un país que no reconoce el derecho de esas instancias a meterse en sus asuntos. La Comisión y la Corte están prejuiciadas contra
Venezuela. Las denuncias se basan en recortes de prensa, nformaciones sin fuente ni responsable, rumores y suposiciones sobre hechos que podrían ocurrir. Además, son casos en los
que no se ha agotado la jurisdicción interna. Ellos dicen que están conscientes de eso, pero igual intervienen porque “en Venezuela no hay independencia del Poder Judicial”. Después de que prejuzgan de esa forma, ¿qué podemos esperar de esos organismos? Mañana pueden decir que las elecciones de octubre no las ganó esta persona sino la otra, o decretar que son ilegítimas. Si seguimos allí lo que vamos a lograr es que nos condenen en todos los casos y podrán decir que tuvimos derecho a la defensa. Es como que a un afrodescendiente lo juzgue un tribunal del Ku Klux Klan, o que un hebreo sea juzgado por la Gestapo. No tenemos oportunidad alguna de ganar, debemos salirnos en resguardo de nuestra soberanía.
—¿Cómo está la Revolución en el escenario de la guerra mediática hoy: mejor o peor que en abril de 2002?
—Mucho mejor. En 2002 apenas había una televisora y Radio Nacional no abarcaba el país completo. El sector privado tenía más de cien diarios, 60 televisoras, miles de emisoras. Ahora tenemos tres diarios, varias estaciones de TV adicionales, un sistema de radio bien articulado y varios centenares de medios comunitarios y alternativos. Esta vez no se podría tomar tan desprevenido al pueblo. La desproporción aún es inmensa a favor de la oposición, pero la gente sigue votando a favor del proceso. Eso significa que a pesar de su omnipotencia mediática, no logran convencer al pueblo. La guerra mediática se está ganando porque hacemos más con menos.
—¿Pero en el plano internacional, en cambio, la Revolución continúa perdiendo esa guerra?
—Es que es inganable, hay cinco monopolios que dominan la comunicación internacional, ligados estrechamente a los peores intereses del capitalismo y todos con la contraseña de atacar al proceso bolivariano. ¡Oye!, sería necesario crear circuitomundiales equiparables y no tenemos la capacidad para eso.
—Como humorista, ¿qué opina sobre las caricaturas consideradas como racistas?
—Cito a Pedro León Zapata, a quien respeto a pesar de la divergencia ideológica que nos separa. El dijo que no haría nunca caricaturas sobre personas con discapacidad, mujeres embarazadas o desprecio racista. Es que hay un acuerdo tácito entre la gente
inteligente de que no se puede hacer humor sobre cuestiones étnicas. Asimilar a un grupo étnico con lo sucio y contaminado no es humor.
—Los opositores dicen que el humor sólo es tal cuando es contrario al gobierno…
—Bueno, pero es que el verdadero gobierno es el del capital. En una caricatura de El Roto, genial humorista español, sobre el golpe de Estado de 2002, un hombre le dice a otro: “Parece que en
Venezuela ha tomado el poder la patronal (los empresarios)”, y el otro le contesta: “¿Y dónde no?”. Yo pregunto, si esos humoristas de acá son tan guapos en su lucha contra el poder, ¿dónde están sus chistes y sus caricaturas sobre los empresarios, sobre los dueños de los periódicos, sobre esos poderes hereditarios, no sometidos a elecciones? Un humor hecho a favor del poder del
dinero, no es humor.
—El periodista Sebastián de la Nuez lo calificó como “una bella persona, un intelectual candoroso, comprometido con su pensamiento, más allá de los hechos reales”. ¿Qué le dice?
—Los hechos reales son de una magnitud innegable: que no haya analfabetismo; que el nivel de pobreza haya disminuido de 70 a 30%; que uno de cada tres venezolanos esté estudiando, ¡esos son hechos reales, Sebastián!, no sé si se atragantaron en la nuez y no
los has podido tragar.
—¿Los intelectuales de la Revolución se nutren de la
petrochequera?
—Ja, ja, ja. El mío es el caso más deplorable: fui algo así como ministro de la Cultura un día y renuncié porque me pusieron en un triunvirato que no me iba a dejar aplicar mi proyecto. Vivo de una pensioncita de la universidad y de lo que escribo, que me lo pagan muy mal… Ahora, preguntémonos a qué se debió esa conversión milagrosa de la izquierda cultural de los 60 y 70. El gran periodista
Carlos Moros publicó una lista de gente que recibía subsidios sin aportar nada, sólo por su silencio. Esa gente no está limpia, antes de tirar piedras deberían cerciorarse de si ellos mismos no están debajo de un peñasco. Yo estoy de acuerdo con que el intelectual reciba ayuda porque hace un trabajo honrado y fundamental para cualquier país. Lo malo de las ayudas es cuando se convierten
en sobornos para el silencio, y eso vale para la IV, la V y la VI República.
—¿Cómo es la disciplina para tener escritos 67 libros?
—José Ignacio Cabrujas recomendaba un uso metódico del trasero: hay que sentarse a escribir. Yo lo perfeccioné porque escribo acostado, ja, ja… Hay que ponerse a trabajar, la vida es muy breve y vamos a tener milenios para descansar. A mí me divierte crear, por eso no hago más que satisfacer un gusto.
SE ESCAPÓ
Por lo multifacético, los fanáticos dicen que es un ser escapado del Renacimiento: escritor, humorista, dramaturgo, abogado, profesor, astrónomo,navegante, buzo, fotógrafo, dibujante… y los oficios secretos. Pocos adversarios se atreven a descalificarlo. La mayoría prefiere decir que Luis Britto García, caraqueño de 71 años, es el único intelectual del régimen. “Eso demuestra falta de información. Esta gente no conoce a Mario Sanoja Obediente, Iraida Vargas, Roberto Hernández Montoya, Roberto
Malaver, Luis Alberto Crespo, Ramón Palomares, Vladimir Acosta, Laura Antillano, Carlos Noguera, Román Chalbaud… y puedo estar un día completo citando nombres de esa talla… ¡Por favor, muchachos, infórmense!”, aconseja.
El espacio no alcanza para mencionar sus 67 libros publicados, a los que pronto se sumarán otros cuatro.
También es larga la lista de premios ganados, entre los que destacan los dos galardones Casa de las Américas, obtenidos en 1970 por Rajatabla, y en 1979 por Abrapalabra; el Juana Sujo, en 1971, por Venezuela tuya; el Latinoamericano de Dramaturgia en 1980, por La misa del esclavo; y el Premio Nacional de Literatura, en 2002, por el conjunto de su obra.
Ese mismo año, junto con otros destacados articulistas, fue retirado de las páginas de Opinión de El Nacional. “Nos dijeron que no era suficiente con que le gustáramos al público, sino que también debíamos gustarle a los accionistas”. Libertad de expresión y de empresa, pues.
(FOTO: Jorge Castillo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario