domingo, 24 de agosto de 2008

TRAS DESVALIJAR minuciosamente la nave, dejan el casco a la deriva. Las noticias alteran al Gran Mogul, quien amenaza expulsar con una flota a los ingleses de la Costa Índica. La Compañía Inglesa de las Indias Orientales se alarma y promete capturar a los ladrones. Mientras tanto, el taimado Avery conferencia con los capitanes de los balandros que tomaron la presa, quienes proponen construir un fuerte en Madagascar para proteger el botín. Avery los convence de que confíen todo el tesoro a la nave bajo su mando, para evitar la pérdida en caso de que uno de los pequeños bajeles naufragara. Los cofrades parecen tan faltos de escrúpulos como de malicia: al amanecer se enteran de que la nave del taimado Avery ha zarpado de nuevo sigilosamente hasta perderse de vista con su botín, reeditando la indecorosa conducta de Henry Morgan en Panamá contra sus compañeros de pillaje.

TALES HAZAÑAS hacen las aguas de Madagascar y del Océano Índico poco seguras para el taimado Avery y sus congéneres, de manera que fijan rumbo al Caribe y anclan en Providencia, donde resuelven dirigirse hacia Nueva Inglaterra para cambiar de identidades y gastar provechosamente el botín. Siendo el “Duke” nave de gran tamaño que suscitaría averiguaciones incómodas, el taimado Avery se hace pasar por corsario legítimo sin éxito, la vende y compra un balandro, con el cual se hace a la vela hacia Boston, de donde zarpa hacia Inglaterra, pues prudentemente había escondido para sí una gran porción de oro y diamantes del botín, que de ser vendidas en América le hubieran valido el arresto bajo sospecha de piratería.

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