sábado, 18 de mayo de 2024

NEOFASCISMO Y RECOLONIZACIÓN EN NUESTRA AMÉRICA

 


Temprana recolonización

La intentona de Recolonización de América Latina y el Caribe empieza  desde que ésta conquista su Independencia. A fin de que reconozca su liberación, Haití debe pagar a Francia 150 millones de francos. Con el mismo fin, Venezuela debe firmar en 1845 un tratado que la obliga a devolver los bienes expropiados a los realistas vencidos e indemnizarlos. Para comprar las armas y pertrechos de la gesta independentista, los países de la Gran Colombia contrajeron deuda pública por un monto de 6.688.950 de libras esterlinas, que a la disolución del cuerpo político fue distribuida entre Ecuador, Colombia y Venezuela de acuerdo a su población. Mientras está en curso la Independencia, nuestros países suscriben desiguales tratados de “Libre” comercio, en los cuales  otorgamos privilegios de libre comercio y navegación de nuestros mares y ríos a los países hegemónicos a cambio de iguales derechos para nuestras inexistentes flotas en las aguas de ellos. Acuerdos de esta índole y nuevos empréstitos usurarios menoscaban progresivamente nuestra emancipación, que nace casi irreparablemente lastrada.

Recolonización militar

Tras la formulación en 1822 de la doctrina Monroe, que excluye nuevas adquisiciones territoriales para las potencias fuera del continente, inicia  Estados Unidos una cadena de casi medio  centenar de intervenciones  militares en Nuestra América. Éstas dejan tras de sí bases militares; en la actualidad hay unas 80, con dotaciones que pretenden ser inmunes a leyes y tribunales locales. Denuncia el Presidente Maduro que Estados Unidos ha instalado 14 bases militares más en Guyana. Milei anuncia una “base integrada” con ellos en Ushuaia. Ecuador permitió la ocupación por  tropas estadounidenses de su territorio. A esta recolonización militar se suma  la OTAN, que ha declarado “aliados extra-Otan” a Colombia y Argentina, y situado bases en el Caribe y las Malvinas. Muchas de nuestras patrias están invadidas por tropas extranjeras, inmunes a  leyes y tribunales locales, sepultureras de soberanías. 

Recolonización diplomática

Con la recolonización militar avanza la diplomática. Nuestros países son inducidos a suscribir tratados de “Libre Comercio” como el de México y el del Pacífico que indefectiblemente favorecen a la nación más desarrollada pues impiden a las económicamente débiles proteger sus productos e industrias. Tras ellos vienen los Infames Tratados contra la Doble Tributación, gracias a los cuales las transnacionales no pagan impuestos en Nuestra América con el argumento de que los cancelarán en sus países de origen (lo que nunca hacen, pues guardan sus dividendos en Paraísos Fiscales). Los Tratados y Acuerdos sobre Normas Industriales atan a quienes los suscriben como clientes de los países hegemónicos que suministran bienes y equipos conforme a sus excluyentes especificaciones. Así, un atado de cadenas jurídicas inmoviliza a nuestros Estados, despojándolos de su soberanía.

Recolonización de los recursos

Las potencias que ejercen este cerco no disimulan sus fines. La generala y jefa del Comando Sur estadounidense Laura Richardson declaró en 2023, durante un evento del think tank Atlantic Council“¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile… Tenemos 31 % del agua dulce del mundo en esta región… Con ese inventario, a Estados Unidos le queda mucho por hacer, esta región importa, ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego… Tenemos también las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce. Tienen los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro, y está la importancia del Amazonas como los pulmones del mundo”. En el mismo sentido, un documento del Servicio Europeo de Accción Exterior (SEAE) de la Unión Europea, señala  que “tres países de la zona, BOLIVIA, ARGENTINA y CHILE disponen del 60% de las reservas de litio localizadas en el planeta, y VENEZUELA, ARGENTINA y BRASIL tienen importantes reservas de petróleo y gas”.


Europa en pos de  la recolonización


Mientras tanto, Europa no disimula los anhelos de reconquistar sus antiguas colonias. Repsol y Prisa estuvieron tras el golpe de 2002.  En documento de la española  Fundación de Análisis Económico y Social (FAES) de 2010, se afirma: : “Los españoles no podemos ser indiferentes al futuro de América Latina, ni podemos inhibirnos ante la disyuntiva a la que se enfrenta. España no puede limitarse a ser un espectador imparcial”. O sea:  “España debe reclamar sin ambages el cumplimiento de aquellos principios y el respeto de los acuerdos internacionales que afectan a sus intereses”. Y en efecto, un amplio surtido de inversiones y acuerdos protege los intereses de España y Europa en Nuestra América. Se promueve un tratado de Libre Comercio MERCOSUR-UE que, como todos los de su género, favorecerá a las naciones más desarrolladas, en este caso las europeas, como preámbulo a un posible acuerdo UE-CELAC, que intentará reimponer los términos de la difunta ALCA.


Recolonización económica neofascista


El instrumento para llevar a término estas diversas recolonizaciones es una autoridad política que se entregue incondicionalmente a los capitales transnacionales, exonerándolos de impuestos y de cualesquiera otras obligaciones  legales, ecológicas y sociales, y otorgándoles todos los privilegios que se niegan a los nacionales. Milei acaba de introducir un proyecto de Ley de tal índole en Argentina, el Régimen de Incentivos para la Grandes Inversiones (RIGI) de la Ley Base, que entrega por tres décadas  los recursos naturales a las transnacionales, añadiéndoles exoneraciones de impuestos sobre la Renta, de Importación y de Exportación y de otros gravámenes, así como garantías de estabilidad tributaria (compromiso inconstitucional de no elevarles los impuestos) y sin exigir contraprestaciones tales como transferencia de tecnología, agregación de valor local en innovación y desarrollo; y  mucho menos cláusulas de reserva de parte de la producción para consumo interno o  respeto a las leyes ecológicas y laborales. Otras ventajas; las transnacionales inversionistas son inmunes a leyes y tribunales locales, y las controversias que planteen serán resueltas por árbitros extranjeros, como el CIADI. Por si fuere poco: el silencio administrativo ante una petición transnacional no será tenido como negativa (como es la práctica universal) sino como aprobación. Nunca, ni en la vencida Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, se aplicaron cláusulas tan escandalosamente desventajosas a una Nación. No cabe duda: estamos ante un uniforme modelo capitalista recolonizador internacional, contra cuya aplicación me he opuesto en nuestro país.


Recolonización política neofascista


Cabe preguntarse qué régimen político podrá aplicar indefinidamente un modelo que entrega las riquezas del país sin exigir nada a cambio y que se sostendría con mano de obra al nivel de la subsistencia o por debajo de éste. Los neofascismos han sido, son y serán siempre el instrumento de elección para adoptar estas políticas. No olvidemos que el fascismo es la complicidad absoluta entre el Estado y el gran capital. Por ello, el primer gran experimento neoliberal se llevó a cabo en 1973 en Chile, bajo feroz dictadura militar, y  otro experimento similar arrancó paralelamente en Indonesia, al costo de más de medio millón de asesinados. El intento de aplicar algo similar en Venezuela condujo a la rebelión popular del 27 de febrero de 1989, al fin definitivo de la hegemonía del partido Acción Democrática, y al enjuiciamiento del Presidente Pérez.  Gobiernos latinoamericanos y caribeños instaurados con  apoyo de Estados Unidos en los últimos tiempos han presentado claras fisonomías neofascistas:  los mandatos de Uribe en Colombia, de Bolsonaro en Brasil, la prolongada dictadura hondureña, el recientemente inaugurado mandato del propio Milei.  Administraciones de tal índole son el recurso ideal de Estados Unidos y la Unión Europea o de cualquier otro poder  para recolonizarnos. Entregarse a ellos es convertirse en algo peor que colonias.



TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO



 

 

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