domingo, 11 de agosto de 2019

TIAR


TIAR
 Luis Britto García

Para  legitimar la intervención
Para asegurar su hegemonía,  Estados Unidos formula la doctrina Monroe, que se opone explícitamente a la intervención de potencias extracontinentales en América,  con la finalidad implícita de reservarse  tales injerencias. Dicha tesis no impidió la , la reconquista de Santo Domingo por los españoles en 1809, la invasión francesa contra México en 1839, el bloqueo inglés, alemán e italiano contra Venezuela entre 1902 y 1903, la ocupación ni la reconquista de las Malvinas por Inglaterra en 1982, la prolongada perduración de enclaves coloniales europeos y de bases de la OTAN en América.

Mas allá de Monroe

Resoluciones y tratados posteriores prevén, no ya la exclusión de intervenciones extracontinentales, sino  la legitimación de intervenciones estadounidenses en el ámbito americano. En la X Conferencia Interamericana  en Caracas en marzo de 1954, el representante de Estados Unidos John Foster Dulles impuso que “si el movimiento comunista internacional llegara a dominar las instituciones políticas de cualquier Estado americano, ello constituiría una amenaza contra la soberanía e independencia política de todos nosotros, poniendo en peligro la paz de América,  lo que exigiría la acción pertinente de conformidad con los tratados vigentes”. Vimos que usando como coartada esa resolución, Estados Unidos lanzó  una invasión de mercenarios contra Guatemala, que derrocó al gobierno legítimamente electo y constituido de Jacobo Arbenz. Dicha doctrina estuvo a punto de ser aplicada contra Venezuela cuando en 1958 grandes manifestaciones abuchearon al vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon, y el presidente Eisenhower ordenó la movilización de brigadas aerotransportadas para una intervención eventual. En 1963 los estadounidenses apoyaron el derrocamiento  del gobierno democráticamente electo de Juan Bosch en la República Dominicana, y para evitar que el coronel Caamaño Deñó lo repusiera en el mando,  los marines contaron en 1965 con el apoyo de contingentes de las dictaduras latinoamericanas de Brasil,  Nicaragua, Honduras y Paraguay. Una resolución de la OEA legitimó el bloqueo contra Cuba. La diplomacia de Estados Unidos obtuvo de un grupo de pequeñas islas del Caribe la solicitud para la invasión de Granada en 1983.

Tratados internacionales

La red de doctrinas y resoluciones se cierra con un nudo de tratados que al ser irresponsablemente suscritos por las autoridades de cada país y sancionados por sus cuerpos legislativos, legalizan la colaboración bélica con la metrópoli. Así, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), suscrito en Río de Janeiro en septiembre de 1947 por  veintiún repúblicas americanas, las obliga a  prestarse asistencia militar en  caso de agresión de una potencia extracontinental. Suscrito en el contexto de la Guerra Fría, de hecho pone los ejércitos latinoamericanos y del Caribe a disposición de Estados Unidos para una guerra cuando éste juzgare que existe agresión comunista, pues declara que “un ataque armado de cualquier Estado contra un Estado americano, se considerará como un ataque contra todos”, y prevé  la respuesta incluso a la agresión indirecta, vale decir “que no sea un ataque armado”. Ante el ataque directo, cada signatario se obliga a actuar contra el agresor, aunque le corresponde el derecho de elegir cómo mientras se decide una respuesta colectiva. Si la agresión no es un ataque armado, los signatarios están obligados a “consultar”, aunque las dos terceras partes de los miembros pueden imponer sanciones obligatorias, desde  diplomáticas y económicas hasta  militares.

Tropas foráneas bajo control estadounidense

Serpiente bífida, el TIAR apunta tanto al pasado monroísta al precaver agresiones extracontinentales, como a la Guerra Fría al anticipar invasiones anticomunistas. Tan decisiva es su orientación, que   inspira el Tratado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) suscrito en 1949  y el Tratado del Sureste del Asia (SEATO) suscrito en Manila en 1954. El TIAR es la primera piedra de tres alianzas militares que colocan de hecho bajo control estadounidense los ejércitos de América Latina y el Caribe, de  Europa Occidental y del Sureste del Asia. Las naciones signatarias se comprometen a financiar, entrenar y armar sus respectivos contingentes para que éstos queden  bajo la dirección supranacional de la gran potencia y al servicio de los intereses de ésta.

El TIAR contra Nuestra América


Siguiendo tal orientación, el TIAR es invocado contra la revolución Cubana en 1962, y contra el gobierno dominicano democráticamente electo de Juan Bosch en 1965,  intervenido por la supuesta Fuerza Interamericana de Paz enviada ad hoc por cuatro de los peores dictadores latinoamericanos. Vimos que la X Conferencia Interamericana, reunida en Caracas en 1954, en el más perfecto espíritu del TIAR, resolvió que estaría justificada una intervención “si el movimiento comunista internacional llegara a dominar las instituciones políticas de cualquier Estado americano”. La total subordinación del TIAR a intereses de  Estados Unidos quedó en evidencia cuando éste  violó dicho tratado al no oponerse la agresión de Gran Bretaña contra Argentina en la Guerra de las Malvinas. A pesar de lo cual, el Documento Santa Fe IV, a comienzos del presente siglo, formula el siguiente inventario de instrumentos de coerción: “El Tratado de Río (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) sigue siendo viable. La Junta de Defensa Interamericana (IADB) sigue funcionando. SOUTHCOM todavía es una institución válida”(Santa Fe IV).
El Tiar y la Asamblea Nacional
En defensa de nuestra soberanía, el gobierno de Hugo Chávez Frías denunció el TIAR y nos libró de la obligación de invadir otros países o de dejarnos invadir por ellos. resucitar ese tratado infame para que nos asalten tropas extranjeras no es oponerse al gobierno, sino a  Venezuela.

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