TIAR
Luis Britto García
Para legitimar la intervención
Para asegurar su hegemonía, Estados Unidos formula la doctrina Monroe,
que se opone explícitamente a la intervención de potencias extracontinentales
en América, con la finalidad implícita
de reservarse tales injerencias. Dicha
tesis no impidió la , la reconquista de Santo Domingo por los españoles en
1809, la invasión francesa contra México en 1839, el bloqueo inglés, alemán e
italiano contra Venezuela entre 1902 y 1903, la ocupación ni la reconquista de
las Malvinas por Inglaterra en 1982, la prolongada perduración de enclaves
coloniales europeos y de bases de la OTAN en América.
Mas allá de Monroe
Resoluciones y tratados posteriores
prevén, no ya la exclusión de intervenciones extracontinentales, sino la legitimación de intervenciones
estadounidenses en el ámbito americano. En la X Conferencia Interamericana en Caracas en marzo de 1954, el representante
de Estados Unidos John Foster Dulles impuso que “si el movimiento comunista
internacional llegara a dominar las instituciones políticas de cualquier Estado
americano, ello constituiría una amenaza contra la soberanía e independencia
política de todos nosotros, poniendo en peligro la paz de América, lo que exigiría la acción pertinente de
conformidad con los tratados vigentes”. Vimos que usando como coartada esa
resolución, Estados Unidos lanzó una
invasión de mercenarios contra Guatemala, que derrocó al gobierno legítimamente
electo y constituido de Jacobo Arbenz. Dicha doctrina estuvo a punto de ser
aplicada contra Venezuela cuando en 1958 grandes manifestaciones abuchearon al
vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon, y el presidente Eisenhower ordenó
la movilización de brigadas aerotransportadas para una intervención eventual.
En 1963 los estadounidenses apoyaron el derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Juan
Bosch en la República Dominicana, y para evitar que el coronel Caamaño Deñó lo
repusiera en el mando, los marines
contaron en 1965 con el apoyo de contingentes de las dictaduras
latinoamericanas de Brasil, Nicaragua,
Honduras y Paraguay. Una resolución de la OEA legitimó el bloqueo contra Cuba.
La diplomacia de Estados Unidos obtuvo de un grupo de pequeñas islas del Caribe
la solicitud para la invasión de Granada en 1983.
Tratados
internacionales
La red de doctrinas y resoluciones se cierra con un
nudo de tratados que al ser irresponsablemente suscritos por las autoridades de
cada país y sancionados por sus cuerpos legislativos, legalizan la colaboración
bélica con la metrópoli. Así, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR), suscrito en Río de Janeiro en septiembre de 1947 por veintiún repúblicas americanas, las obliga
a prestarse asistencia militar en caso de agresión de una potencia
extracontinental. Suscrito en el contexto de la Guerra Fría, de hecho pone los
ejércitos latinoamericanos y del Caribe a disposición de Estados Unidos para
una guerra cuando éste juzgare que existe agresión comunista, pues declara que
“un ataque armado de cualquier Estado contra un Estado americano, se
considerará como un ataque contra todos”, y prevé la respuesta incluso a la agresión indirecta,
vale decir “que no sea un ataque armado”. Ante el ataque directo, cada
signatario se obliga a actuar contra el agresor, aunque le corresponde el
derecho de elegir cómo mientras se decide una respuesta colectiva. Si la
agresión no es un ataque armado, los signatarios están obligados a “consultar”,
aunque las dos terceras partes de los miembros pueden imponer sanciones
obligatorias, desde diplomáticas y
económicas hasta militares.
Tropas
foráneas bajo control estadounidense
Serpiente bífida, el TIAR apunta tanto al pasado
monroísta al precaver agresiones extracontinentales, como a la Guerra Fría al
anticipar invasiones anticomunistas. Tan decisiva es su orientación, que inspira el Tratado de la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) suscrito en 1949 y el Tratado del Sureste del Asia (SEATO)
suscrito en Manila en 1954. El TIAR es la primera piedra de tres alianzas
militares que colocan de hecho bajo control estadounidense los ejércitos de
América Latina y el Caribe, de Europa
Occidental y del Sureste del Asia. Las naciones signatarias se comprometen a
financiar, entrenar y armar sus respectivos contingentes para que éstos
queden bajo la dirección supranacional
de la gran potencia y al servicio de los intereses de ésta.
El TIAR
contra Nuestra América
Siguiendo tal orientación, el TIAR es invocado contra
la revolución Cubana en 1962, y contra el gobierno dominicano democráticamente
electo de Juan Bosch en 1965,
intervenido por la supuesta Fuerza Interamericana de Paz enviada ad hoc
por cuatro de los peores dictadores latinoamericanos. Vimos que la X
Conferencia Interamericana, reunida en Caracas en 1954, en el más perfecto
espíritu del TIAR, resolvió que estaría justificada una intervención “si el
movimiento comunista internacional llegara a dominar las instituciones políticas
de cualquier Estado americano”. La total subordinación del TIAR a intereses
de Estados Unidos quedó en evidencia
cuando éste violó dicho tratado al no
oponerse la agresión de Gran Bretaña contra Argentina en la Guerra de las
Malvinas. A pesar de lo cual, el Documento Santa Fe IV, a comienzos del
presente siglo, formula el siguiente inventario de instrumentos de coerción:
“El Tratado de Río (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) sigue
siendo viable. La Junta de Defensa Interamericana (IADB) sigue funcionando.
SOUTHCOM todavía es una institución válida”(Santa Fe IV).
El Tiar y la
Asamblea Nacional
En defensa de nuestra soberanía, el gobierno de Hugo
Chávez Frías denunció el TIAR y nos libró de la obligación de invadir otros
países o de dejarnos invadir por ellos. resucitar ese tratado infame para que
nos asalten tropas extranjeras no es oponerse al gobierno, sino a Venezuela.
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