1
Había una
vez un principio de curso en la
Facultad de Derecho y los estudiantes a quienes se avisó que
recibirían clases en el aula 1 encontraron un letrero que los enviaba al aula
12, mientras el curso del aula 12 leía
un aviso que lo dirigía a la inexistente
aula 31. Los cursantes del Tercer Año B encontraron que compartían la misma aula a la misma hora con los
veteranos del Quinto Año A; y cuando Control de Estudios enviaba al Cuarto Año
B al aula 9, ésta ya estaba ocupada por el Segundo A. En dimes y diretes se
perdió el primer día de clases porque le pedían orientación a todo el mundo
excepto a Otrova Gomás y a un servidor, que habíamos pegado los falsos
letreros. No hay que creer lo que se lee en los medios.
2
¿Por qué
entonces las damas novatas que entraban al baño DAMAS encontraban artefactos
para orinar de pie y los caballeros novicios que ingresaban al CABALLEROS eran
expulsados por chillidos de veteranas
que ingresaban donde siempre sin mirar el letrero? ¿Fue culpa de quienes cambiamos
los rótulos la confusión de géneros que pareció instalarse como señal de los
tiempos? El hábito no hace al monje, ni
el letrero al varón.
3
En un
primer día de clases es mucho el profesor que no viene, e injusto dejar sin
sabiduría a los novicios. Entonces aparecía un docente malencarado de voz
retumbante, que prohibía tomar apuntes, dictaba una bibliografía en inglés y
alemán, advertía que haría exámenes cada dos días y que a él no le pasaba
nadie. La comedia duraba hasta que el farsante no podía aguantar la risa, o
llegaba el profesor de verdad. Nadie es quien parece ser, y quien es no parece.
4
En cuanto
el profesor de verdad empezaba su perorata entrábamos Otrova Gomás o un
servidor para administrar un test psicológico a los nuevos. Nada alivia más a
un profesor que no dar una clase, de manera que nos entregaba el curso, y
nosotros lo entregábamos a los horrores de cuatro páginas multigrafiadas con
problemas insolubles y preguntas como “¿Es usted capaz de decir NO?”, seguidas
de la sospechosa “¿O es más bien capaz de decir SÍ?” Cuando un profesor de
Psicología nos preguntó quién mandaba a poner el test, inventamos que “el
profesor Hartman”. Después supimos que sí existía un profesor Hartman, que
todavía nos debe estar buscando. Nunca sabremos quienes somos, y mucho menos
quien pretende saberlo.
5
El mismo
año cayó una dictadura, tuvimos cuatro presidentes distintos y un golpe de
Estado verdadero. A tono con los tiempos en un grabador portátil improvisamos
varios pronunciamientos de Junta Cívico Militar y se los tocamos como emisiones
de radio a estudiantes a quienes Otrova
Gomás les dio la cola en su cacharra hasta la UCV. Corrieron por la plaza del
Rectorado gritando que había un alzamiento, y la alarma fue tal que
suspendieron las clases. Golpe mediático sí tumba gobierno.
6
Por las
anécdotas anteriores sabrá el lector de mi aversión al desorden. En Carnaval
los novatos pretendieron mojar gente con baldes. Para restablecer la normalidad
en esos casos hay que tomar una manguera de emergencia, conectarla a una toma a
presión y barrerlos como a pingüinos en una marejada. Sólo le perdoné el
chapuzón al doctor Rafael Caldera, quien gracias a ello gobernó dos ruinosos
períodos presidenciales. Quien va a mojar a los demás puede salir enchumbado.
7
Otrova
Gomás y un servidor publicábamos quincenalmente El Torturado, que sacaba números de Carnaval en Navidad, de Navidad
en Semana Santa, y de Semana Santa cada vez que queríamos que los tolerantes
socialcristianos trataran de lincharnos. Invitamos a una Fiesta de Aniversario
en la Quinta Tirrenia
del Valle Arriba, y desde lejos vimos la procesión de autos que frenaban ante
una caseta de herramientas con el rotulo “Tirrenia”.
8
Estas son dulces memorias
de una época ingenua, cuando el engaño tenía carácter artesanal y se perpetraba
por amor al arte. Desde entonces los medios de comunicación asumieron el
monopolio del fraude, tuvimos durante medio siglo electorados votando por la
destrucción del país, políticos comerciando el voto, banqueros huyendo con la
mitad del circulante de la Nación ,
marginales votando por los oligarcas, empresas de maletín recibiendo decenas de
miles de millones de dólares para importaciones ficticias, y hay inocentes todo
el año.
(TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO)
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