Entrevista de Luis Britto García para Lorena Tasca, El Universal
1. ¿Cuáles fueron los mejores libros que
recomendó Chávez?
-De entrada, El Quijote. De Eduardo Galeano, Las
venas abiertas de América Latina, que entregó personalmente al presidente
Obama, y que insertó el título en la lista de los más leídos en Estados Unidos.
Un libro cimero, Así hablaba Zaratustra,
de Federico Nietzche, raro en la biblioteca de un izquierdista porque propone un
individualismo y un elitismo extremos, pero que está lleno de expresiones
centelleantes. Los miserables,
de Víctor Hugo, un novelón romántico pleno
de suspensos y sobresaltos, pero de un maravilloso vigor y de una gran
solidaridad con el destino de los desposeídos. Algunos títulos no eran de primer nivel, como El oráculo del guerrero, pero un lector
voraz lee de todo, y Chávez lo era.
2. ¿Considera que el Presidente logró que
el hábito de la lectura se hiciera más común en todos los lectores?
-Sí, es obvio que el Presidente leía
vorazmente. Parecía un librero: en cada “Aló Presidente” tenía una pila de volúmenes
para presentarlos, pero además los comentaba con entusiasmo, en forma
inteligente y a veces crítica, lo cual demuestra que en efecto los leía y asimilaba. Y cada vez que el Presidente
comentaba un libro, despertaba la curiosidad hacia él y aumentaba la venta al
extremo de que a veces el título se agotaba. En algunos casos su entusiasmo por
un libro era tal que ordenaba ediciones con tirajes cercanos al millón de
ejemplares y de repartición gratuita, como ocurrió con el Quijote y con Los miserables.
3. Los libros recomendados por el
Presidente, ¿son los imprescindibles para cualquier izquierdista?
-Sí, teniendo en cuenta que comentó y
recomendó la literatura izquierdista sin establecer vetos ni discriminaciones.
Igual comentaba a Marx que a Lenin y a Trotzky, al Che Guevara que a Mariátegui,
a Abreu de Lima que a Simón Rodríguez, a Gramsci que a Federico Brito Figueroa
y Carlos Irazábal, así como los panfletos y manifiestos de la izquierda
venezolana, tales como los antologizados en San
Carlos Libre. Su voracidad intelectual era inagotable. Se leía los libros
ganadores del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, y los comentaba
minuciosa y detalladamente. Incluso analizaba detenidamente textos tan
abstrusos como Más allá del Capital,
de Meszaros, del cual me obsequió personalmente un ejemplar. Creo que con Simón
Bolívar, Guzmán Blanco y Rómulo Gallegos, integra el cuarteto de los
presidentes venezolanos que más han leído. Bolívar, incluso en los trajines de la Campaña del Sur, se las
arregló para acarrear consigo una biblioteca de centenares de títulos, entre
los que descollaban las obras de Voltaire, Montesquieu, Locke, Hobbes y
Rousseau. Por cierto, debo agradecerle a Chávez que recomendara algunos de mis
libros, entre otras América Nuestra:
integración y revolución, y El
pensamiento del Libertador: economía y sociedad.
4. ¿Qué impacto dejó Chávez en su discurso
cultural?
-Durante muchas décadas algunas
publicaciones culturales omitieron casi toda referencia a obras, temas y
autores venezolanos, sugiriendo que la cultura era una mercancía exquisita, apolítica,
sólo producida en el exterior y que debía ser importada. Esta orientación se
replicó en los programas de algunas Escuelas de Letras. Floreció así una
cultura de puertos. La prédica de Chávez, sus ediciones masivas, su constante
recomendación de autores, incluso sus recitales donde citaba de memoria poemas
de Andrés Eloy Blanco, de Arvelo Torrealba y de infinidad de otros autores,
estimularon a volver la mirada hacia los problemas y las letras
latinoamericanas, caribeñas y venezolanas, a examinar y debatir nuestra
realidad, con sus grandezas y sus miserias. Hay que consignar también que los
comentarios de Chávez estimularon un gran interés hacia la literatura infantil,
pues dedicó extensos comentarios a las lecturas que había hecho cuando niño de
la revista Tricolor, dirigida por
Rafael Rivero Oramas, y en la cual participaron ilustradores que luego serían
conocidos como insignes maestro de nuestra plástica.
5. ¿Alguna vez usted tuvo la oportunidad de
recomendarle algún libro a él? En caso de ser así, cuál? ¿Lo leyó? le dio
opiniones?
-Pues sí, El alma del hombre bajo el socialismo, de Oscar Wilde, un texto
fundamental para entender el fin y propósito del socialismo. Y Los
desiertos del Ángel, de Alfredo Armas Alfonso, relatos concisos, tensos,
sobre la región del Unare. Nos veíamos muy de tanto en tanto y siempre en las
turbulencias de alguna prisa, de manera que no sé si los leyó.
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