sábado, 29 de diciembre de 2007

PARÁBOLAS DEL SIGLO XXI


PARÁBOLA DEL SISTEMA MIXTO
En aquellos días el granjero conciliador inventó el gallinero mixto en el cual la mitad de los animales eran gallinas y la otra mitad zorros. A la semana, en el gallinero sólo quedaban zorros, y se comieron al granjero.
PARÁBOLA DEL DISCÍPULO OFICIOSO
El discípulo más oficioso se dedicó a apagar todas las luces de Tierra Santa, para que ninguna brillara ante el Maestro tanto como la suya. Y al final de la jornada descansó en la oscuridad, creyendo que había extinguido todas las luces sin saber que sólo se había quedado ciego.
PARÁBOLA DEL CRISTIANISMO SIN CRISTO
Sucedió en aquellos días que los discípulos estaban sumamente contentos por la gran cantidad de limosnas que recibían de los creyentes y sumamente molestos porque el Maestro les mandaba distribuirlas a los pobres. Así descubrieron que lo único malo que tenía el cristianismo era Cristo, nada que no se pudiera arreglar con tres clavos y dos palos.
PARÁBOLA DEL BECERRO DE ORO
Ocurrió que de día muchos seguían al Maestro elogiando la pobreza, mas de noche se perdían en los casinos de Babilonia para adorar al becerro de oro ostentando diademas, prendas de firma y prepotentes carrozas de lujo, mientras los fieles discípulos trabajaban en el desierto por menos del salario mínimo, sin nombramiento ni contrato ni estabilidad laboral y padecían desabastecimiento. Y cuando los adoradores del Becerro de Oro ofrecieron el Reino de los Cielos, encontraron que los fieles discípulos tomaban el Reino de la Tierra.
PARÁBOLA DE LA OTRA MEJILLA
Y desde el sanedrín los fariseos divulgaron calumnias terribles contra los creyentes, escondieron el pan para que faltara, mandaron sayones para prender al Hijo del Hombre y exterminar a cuantos en él creyeran incendiando las casas donde se refugiaran. Mas hete aquí que un creyente pretendió defenderse, y reprocháronle: ¿No ha dicho el Maestro que a quien le pegue en el rostro, el pondrá la otra mejilla? Y respondió el que se defendía: Es que cada vez que al Maestro le pegan en una mejilla, la otra que pone es la nuestra.
PARÁBOLA DE LA DOBLE FIDELIDAD
En aquellos días explicaba el publicano en el sanedrín cómo se podía servir a dos patronos sin traicionarlos. Llegado a su casa, encontró que su esposa hacía el amor con el vecino sin ser infiel a ninguno, por lo que corrió a besar al Maestro. Y éste respondióle:
-¿Judas, Con un beso entregas al Hijo del Hombre?
-Tengo doble fidelidad, como nazareno y como publicano. Como nazareno te beso, y como publicano te entrego. No se puede servir a dos patronos, pero sí se puede traicionar a dos naciones.
PARÁBOLA DEL FARISEO DESAGRADECIDO
En aquellos tiempos pasó un fariseo frente al Nacimiento y le pidió que llenara su cuarto de juguetes. Pero en el cuarto del fariseo apareció un tosco pesebre, lo único que por ese entonces el Salvador poseía en el mundo. Y, sintiendo despecho, pidió el fariseo grandes palacios. Mas lo único que le fue dado fue la cooperativa de carpintería de san José, única herencia del Salvador en el mundo. Clamó el fariseo por los delicados banquetes de los sacerdotes y los usureros, mas apenas recibió pan y pescado multiplicados prodigiosamente. Y, sintiéndose enfermo de hartura, clamó el fariseo por viajar a las grandes clínicas de Roma, mas sólo recibió la salud, lo único que podía dar el Salvador, y eso de milagro. Apesadumbrado por la codicia, exigió el fariseo un diluvio de oro hasta ahogar a todos los seres excepto a él. Mas, dijéronle que el Salvador no podía esta vez complacerlo, pues era juzgado en la plaza pública. Por lo que a toda prisa se dirigió el fariseo hasta la plaza, y en cuanto vio comparecer al Salvador gritó: Crucificadle.
PARÁBOLA DEL SAMARITANO PEREZOSO
Aquella mañana llamaron al samaritano para que fuera a votar en la Asamblea si había que liberar a Barrabás el rencoroso o al Maestro que predicaba el amor entre todos. Los fariseos me han dicho que el amor es malo, y que el rencor no daña, contestó el samaritano sin moverse de cama. El samaritano durmió hasta que esa tarde tocaron a su puerta. Era Barrabás, que venía a crucificarlo.

1 comentario:

Ovidio Ríos dijo...

Gracias por los textos. En México no es tan fácil encontrar tus libros.
Un abrazo fraterno.