Entrevista a Luis Britto García por Ángel Ricardo Gómez, El Universal 15-11-2010
¿Cree que los intelectuales están cumpliendo con su rol en la Venezuela de hoy? ¿Por qué?
-Quiero primero distinguir entre los trabajadores intelectuales, aquellos que se ocupan de la manipulación de símbolos y son los operarios de la superestructura ideológica, y los llamados simplemente intelectuales, aquellos que utilizan la prominencia en su campo para intervenir activamente en el debate social, político y cultural. Un contabilista es un trabajador intelectual; Jean Paul Sartre es un intelectual. Cada categoría tiene un rol. Una gran cantidad de trabajadores intelectuales manejan los institutos de enseñanza, la administración empresarial, las agencias de publicidad, intentando mantener un orden que requiere cambios. Y un nutrido grupo de intelectuales interviene activamente en el debate colectivo, analizando, denunciando, proponiendo transformaciones.
Elías Pino dice que hay dos tipos de intelectuales, ambos necesarios para una sociedad: el que se convierte en "promotor de una metamorfosis y en vocero de reformas esenciales" y el que "se empeña en mantener y legitimar determinado tipo de situación, aún aquella que no tenga buena prensa" ¿Está de acuerdo con esta clasificación? ¿En caso negativo, cuál propondría?
-Estoy de acuerdo en que hay esos dos tipos, pero él habla de categorías formales o adjetivas, y no de fondo o sustantivas. Lenin y Goebbels promovían metamorfosis y eran voceros de reformas, pero entre los objetivos de uno y otro media el abismo. Tampoco es igual mantener y legitimar el populismo neoliberal que hacerlo con el socialismo. Juzgar al intelectual es juzgar el proyecto que defiende.
Ud. es abiertamente afecto al presidente Hugo Chávez y su política ¿Se considera un intelectual chavista? ¿Qué siente que le aporta un intelectual como Ud. a la Revolución Bolivariana?
-Querría ser un intelectual marxista. En la medida en que el proceso bolivariano avance hacia la propiedad social, la educación gratuita, la seguridad social, la reducción de la desigualdad, la participación política y social de las mayorías y la integración latinoamericana y mundial, estoy con él. Creo que le aporto a la Revolución Bolivariana una apreciación de sus aciertos desinteresada, no mediatizada por prebendas, nombramientos ni privilegios, y una crítica leal y en lo posible constructiva sobre las que llamo sus metas por cumplir.
¿Cuál es su definición de socialismo de siglo XXI?
-El Socialismo del Tercer Milenio, como prefiero llamarlo, tiene como premisas fundamentales el control social de los principales medios de producción y el control democrático sobre el uso y disposición de ellos. En él cada quien aportará según su capacidad y recibirá según su trabajo. El devenir histórico impone algunas actualizaciones. No es posible esperar un desarrollo máximo de las fuerzas productivas industriales en todos los países, porque el planeta no tiene recursos ni energía para ello. El consumismo ha de ser reemplazado por una economía del ahorro, el reciclamiento y la regeneración. En la medida en que el bien más preciado es la información, y ésta puede ser difundida y multiplicada sin costo alguno, se hará indispensable su apropiación social gratuita. La informática fluidificará hasta lo inimaginable los procesos de producción, distribución y consulta democrática, dejando tiempo libre para el verdadero propósito de la vida, el amor, la investigación de la verdad y la creación de la belleza.
Para muchos, los pensadores han asumido dos actitudes en la polarización: o se callan de manera cómplice con el poder político o se vuelven reactivos. ¿Cree que es así? ¿Por qué?
-Primero, aclaremos lo de la polarización ¿No había polarización cuando a los izquierdistas nos lanzaban a la selva desde helicópteros? ¿Cuándo entierran vivo a Labana Cordero y le cortan las manos al pintor Pedro Rojas? ¿No había polarización cuando una parte de la intelectualidad silenció o justificó esos hechos? ¿Cuando después de ganar el premio literario más importante de América no pude publicar en forma regular en un diario durante trece años? Hoy a nadie encarcelan o exilian por sus opiniones, como sí sucedió antes con Pedro Duno y Richard Izarra. Yo no creo que haya silencio sobre el poder: basta verificar en Aporrea la cantidad de críticas que formulan al proceso incluso quienes lo apoyan. Por mi parte, elogio sus aciertos y critico puntualmente sus fallas. He interpuesto recursos ante el Tribunal Supremo de Justicia junto con mi amigo Fermín Toro Jiménez para solicitar nulidad de los tratados contra la doble tributación y del sometimiento de nuestros contratos de interés público a árbitros extranjeros. Y logré que se vetara una ley que permitía privatizar ríos, lagos y lagunas.
¿Siente que hay análisis del país más allá del corto plazo, más allá de los partidos políticos de ayer, de hoy y de mañana?
-La izquierda analiza a largo plazo porque tiene vocación de futuro. La derecha no pasa del pasado.
¿Dónde están los nuevos Rufino Blanco Fombona, Laureano Vallenilla Lanz, José Ignacio Cabrujas, Juan Liscano?
-Jorge Luis Borges decía que “no conocemos a nuestros contemporáneos”. Igual ceguera impide identificar y honrar a quienes nos alumbran. Falleció hace poco Aníbal Nazoa, un sol de lucidez e inteligencia, manteniendo hasta el fin sus posiciones y su gracia. Allí está Vladimir Acosta, que cursa con brillantez el análisis histórico y social y el estudio sobre el imaginario colectivo. Iraida Vargas y Mario Sanoja han desarrollado obras monumentales sin las cuales no es posible comprender la venezolanidad. Roberto Hernández Montoya mantiene una crítica penetrante, irónica, volteriana. Recordemos las obras incomparables en sus respectivos campos de Ramón Palomares, Nicolás Curiel, Román Chalbaud, Ángel Palacios, Régulo Pérez, Fruto Vivas, Laura Antillano, Stefania Mosca, Eva Golinger, Soleydis Linares, y dejo de enumerar porque estaría días en eso. Abramos los ojos, que luz sobra.
¿Cree que hay propuestas de país de parte de la intelectualidad venezolana? ¿Cuál es la suya?
-La propuesta de la intelectualidad conservadora no pasa del retroceso a una Utopía adecopeyana que nunca existió, o la vuelta a una Jauja neoliberal que se desplomó en todo el mundo. Propongo que aceleremos la transición al socialismo, para defendernos de las amenazas de saqueo de nuestras riquezas, construir con el ingreso petrolero las infraestructuras de una economía sustentable no dependiente de los hidrocarburos y progresar hacia una economía de la producción de conocimiento. Tenemos con qué hacerlo, y lo haremos.
¿Cree que los intelectuales están cumpliendo con su rol en la Venezuela de hoy? ¿Por qué?
-Quiero primero distinguir entre los trabajadores intelectuales, aquellos que se ocupan de la manipulación de símbolos y son los operarios de la superestructura ideológica, y los llamados simplemente intelectuales, aquellos que utilizan la prominencia en su campo para intervenir activamente en el debate social, político y cultural. Un contabilista es un trabajador intelectual; Jean Paul Sartre es un intelectual. Cada categoría tiene un rol. Una gran cantidad de trabajadores intelectuales manejan los institutos de enseñanza, la administración empresarial, las agencias de publicidad, intentando mantener un orden que requiere cambios. Y un nutrido grupo de intelectuales interviene activamente en el debate colectivo, analizando, denunciando, proponiendo transformaciones.
Elías Pino dice que hay dos tipos de intelectuales, ambos necesarios para una sociedad: el que se convierte en "promotor de una metamorfosis y en vocero de reformas esenciales" y el que "se empeña en mantener y legitimar determinado tipo de situación, aún aquella que no tenga buena prensa" ¿Está de acuerdo con esta clasificación? ¿En caso negativo, cuál propondría?
-Estoy de acuerdo en que hay esos dos tipos, pero él habla de categorías formales o adjetivas, y no de fondo o sustantivas. Lenin y Goebbels promovían metamorfosis y eran voceros de reformas, pero entre los objetivos de uno y otro media el abismo. Tampoco es igual mantener y legitimar el populismo neoliberal que hacerlo con el socialismo. Juzgar al intelectual es juzgar el proyecto que defiende.
Ud. es abiertamente afecto al presidente Hugo Chávez y su política ¿Se considera un intelectual chavista? ¿Qué siente que le aporta un intelectual como Ud. a la Revolución Bolivariana?
-Querría ser un intelectual marxista. En la medida en que el proceso bolivariano avance hacia la propiedad social, la educación gratuita, la seguridad social, la reducción de la desigualdad, la participación política y social de las mayorías y la integración latinoamericana y mundial, estoy con él. Creo que le aporto a la Revolución Bolivariana una apreciación de sus aciertos desinteresada, no mediatizada por prebendas, nombramientos ni privilegios, y una crítica leal y en lo posible constructiva sobre las que llamo sus metas por cumplir.
¿Cuál es su definición de socialismo de siglo XXI?
-El Socialismo del Tercer Milenio, como prefiero llamarlo, tiene como premisas fundamentales el control social de los principales medios de producción y el control democrático sobre el uso y disposición de ellos. En él cada quien aportará según su capacidad y recibirá según su trabajo. El devenir histórico impone algunas actualizaciones. No es posible esperar un desarrollo máximo de las fuerzas productivas industriales en todos los países, porque el planeta no tiene recursos ni energía para ello. El consumismo ha de ser reemplazado por una economía del ahorro, el reciclamiento y la regeneración. En la medida en que el bien más preciado es la información, y ésta puede ser difundida y multiplicada sin costo alguno, se hará indispensable su apropiación social gratuita. La informática fluidificará hasta lo inimaginable los procesos de producción, distribución y consulta democrática, dejando tiempo libre para el verdadero propósito de la vida, el amor, la investigación de la verdad y la creación de la belleza.
Para muchos, los pensadores han asumido dos actitudes en la polarización: o se callan de manera cómplice con el poder político o se vuelven reactivos. ¿Cree que es así? ¿Por qué?
-Primero, aclaremos lo de la polarización ¿No había polarización cuando a los izquierdistas nos lanzaban a la selva desde helicópteros? ¿Cuándo entierran vivo a Labana Cordero y le cortan las manos al pintor Pedro Rojas? ¿No había polarización cuando una parte de la intelectualidad silenció o justificó esos hechos? ¿Cuando después de ganar el premio literario más importante de América no pude publicar en forma regular en un diario durante trece años? Hoy a nadie encarcelan o exilian por sus opiniones, como sí sucedió antes con Pedro Duno y Richard Izarra. Yo no creo que haya silencio sobre el poder: basta verificar en Aporrea la cantidad de críticas que formulan al proceso incluso quienes lo apoyan. Por mi parte, elogio sus aciertos y critico puntualmente sus fallas. He interpuesto recursos ante el Tribunal Supremo de Justicia junto con mi amigo Fermín Toro Jiménez para solicitar nulidad de los tratados contra la doble tributación y del sometimiento de nuestros contratos de interés público a árbitros extranjeros. Y logré que se vetara una ley que permitía privatizar ríos, lagos y lagunas.
¿Siente que hay análisis del país más allá del corto plazo, más allá de los partidos políticos de ayer, de hoy y de mañana?
-La izquierda analiza a largo plazo porque tiene vocación de futuro. La derecha no pasa del pasado.
¿Dónde están los nuevos Rufino Blanco Fombona, Laureano Vallenilla Lanz, José Ignacio Cabrujas, Juan Liscano?
-Jorge Luis Borges decía que “no conocemos a nuestros contemporáneos”. Igual ceguera impide identificar y honrar a quienes nos alumbran. Falleció hace poco Aníbal Nazoa, un sol de lucidez e inteligencia, manteniendo hasta el fin sus posiciones y su gracia. Allí está Vladimir Acosta, que cursa con brillantez el análisis histórico y social y el estudio sobre el imaginario colectivo. Iraida Vargas y Mario Sanoja han desarrollado obras monumentales sin las cuales no es posible comprender la venezolanidad. Roberto Hernández Montoya mantiene una crítica penetrante, irónica, volteriana. Recordemos las obras incomparables en sus respectivos campos de Ramón Palomares, Nicolás Curiel, Román Chalbaud, Ángel Palacios, Régulo Pérez, Fruto Vivas, Laura Antillano, Stefania Mosca, Eva Golinger, Soleydis Linares, y dejo de enumerar porque estaría días en eso. Abramos los ojos, que luz sobra.
¿Cree que hay propuestas de país de parte de la intelectualidad venezolana? ¿Cuál es la suya?
-La propuesta de la intelectualidad conservadora no pasa del retroceso a una Utopía adecopeyana que nunca existió, o la vuelta a una Jauja neoliberal que se desplomó en todo el mundo. Propongo que aceleremos la transición al socialismo, para defendernos de las amenazas de saqueo de nuestras riquezas, construir con el ingreso petrolero las infraestructuras de una economía sustentable no dependiente de los hidrocarburos y progresar hacia una economía de la producción de conocimiento. Tenemos con qué hacerlo, y lo haremos.
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