Luis
Britto García
OH,
HAZME UNA MÁSCARA
Con esto de las mascarillas y los guantes de
goma de la cuarentena regresamos a
tiempos cuando la imaginación era la
más segura aliada de la pasión. Recordemos que Romeo y Julieta se
conocieron en un baile de máscaras: entonces
el antifaz apenas dejaba adivinar un atisbo del rostro y el vestido
hasta los tobillos revestía de total incógnita el cuerpo. A pesar de ese
deslave de trapos y de velos fueron amadas Madame Bovary y Ana Karenina. Qué
decir ahora de esa careta de cirujano bajo la cual los ojos traviesos apenas
dejan imaginar labios sugerentes, qué pensar cuando desalentados buscamos la
belleza de las manos y encontramos
culinarios guantes de goma. Estamos como en el Carnaval, cuando bajo el
disfraz de negrita se podía esperar cualquier sorpresa, celestial o aterradora.
Como bajo el fundamentalismo islámico, donde cualquier velo da derecho a
imaginar el Paraíso de las huríes. No se trata ya a las damas con guante de
seda sino con manopla de caucho. Más sugerente es la máscara de cirujano que la
del maquillaje, con su emplasto de
carmines y sombras. Nunca sabrá nadie cómo es su pareja, pues el tapabocas
engaña menos que el rostro. Si el principal componente del amor es el misterio,
es posible que las parejas se casen con el compromiso de no dejar nunca sus
caretas por temor a desilusiones. Por
impenetrables que sean, no inmunizan las máscaras contra el amor, la más
contagiosa de las pandemias. Ojala que
esa cirujana que se nos acerca nos anestesie contra el despecho. Tras su solemnidad higiénica se ríe de
nuestra agonía. Cómo será besar unos labios contra el telón que protege de los
besos. Cómo necesitamos una máscara los cansados de ser quienes somos. Oh, make me a mask, hazme una máscara,
imploraba Dylan Thomas.
EJERCICIOS
PARA GUANTES DE GOMA
Todos los males del hombre, decía Kafka, se
deben a la falta de paciencia. Añadiría yo que la mitad son causados por exceso de ella. Para ejercitar esta virtud
que nos iría convirtiendo en chinos y por tanto en dueños del mundo, la
pandemia nos brinda la oportunidad de los siguientes ejercicios a ser
intentados sin despojarnos de los higiénicos guantes de goma: Acariciar un
gato. Atar el cordón de los zapatos. Anudar la corbata. Jugar metras. Chuparse
los dedos. Darle cuerda a un reloj de pulsera femenino. Desarmar y volver a
armar el mismo reloj. Tocar cuatro o guitarra. Comerse las uñas. Abotonar y
desabotonar botones pequeños. Apretar el tornillito de los lentes. Desanudar
nudos ajustados. Abrir las bolsas de
plástico del automercado frotándoles los bordes. Escribir en el celular.
Insertar y desinsertar yuntas en el puño de las camisas. Saber por el tacto
cuáles tomates están maduros y cuáles aguados. Barajar naipes. Ensartar el hilo en una aguja. Acariciar a la
amada.
DISTANCIA
Éramos pueblo tocador, sobador,
rascabucheador, pellizcador y puyador de barriga. Ahora la peste nos impone la
distancia social. El japonés saluda de lejos, con reverencia, cuya inclinación
depende del rango social de saludante y saludado. Al Emperador del Japón no se
le puede ni dirigir la palabra. El Emperador de China sólo podía ser contemplado
desde la distancia ceremonial que garantizaba que cayeran al suelo los puñales
lanzados por los asesinos. En el Rikjsmuseum de Amsterdam aprendí que los
retratos de Rembrandt deben ser mirados desde la distancia que en su época separaba al déspota
del lacayo. Visto más de cerca, se disuelve el retrato en masa de colores y el
despotismo en amasijo de arrugas. Nos dicen los investigadores de la proxemia
que hay una distancia social y otra íntima, cuyas fronteras invisibles no
pueden ser traspuestas sin castigo. Me encuentro ahora con la distancia
pestífera, sin más límite que la paranoia. La distancia entre los dos es cada
día más grande. Magnífica coartada para alejarnos de quienes nos detestan o
detestamos. Como astros del Universo en
Expansión, nos alejaremos todos infinitamente cada uno del otro hasta que
nuestra luz deje de ser perceptible.
IMPLANTES
La teoría de la conspiración afirma que la pandemia será utilizada como excusa para
implantarnos en carne viva el chip que sabrá todo sobre nosotros y lo contará a
quien no sabemos. Demasiado era ya que
celulares, correos electrónicos y cookies informaran de todos nuestros
contactos, conversaciones y redes sociales a todas las Agencias de Inseguridad.
Deciden los creyentes sacarse del cuerpo el chip delator a punta de navaja como
el personaje de Bruce Willis en la película 12
monos. Los implantes erradicados siguen su vida propia, dejando huellas en
cajeros automáticos, censos, encuestas, correos electrónicos, suficientes para
crear un mundo ficticio perfectamente controlado de lo que 8.000 millones de
microchips supuestamente hacen. Mientras 8.000 millones de seres humanos siguen
con su existencia caótica, anárquica, secreta, ignorada.
VIRUS
El virus, que no está vivo ni muerto,
destruye lo viviente. Contagiado por contacto social, se apodera de una célula
sin defensas inmunológicas y consume todos los recursos de ésta para
multiplicarse. El virus no produce ni crea, ni cumple ninguna función útil al
organismo que invade. Simplemente infecta más células y consume los recursos de
éstas hasta que el organismo colapsa con todo y virus dentro. El neoliberal que
invade una célula revolucionaria sin
defensas inmunológicas no está vivo ni muerto y nada aporta al cuerpo político
que contagia. Simplemente utiliza todos los recursos de la célula para
propagarse a otras células e inhabilitarlas para sus fines originarios, hasta
que el organismo revolucionario colapsa por no poder cumplir con sus funciones.
Contra el coronavirus y el virus neoliberal se recomiendan la distancia social
y la cuarentena estricta de los infectados. Si presenta síntomas tales como la
idea de someter las controversias de interés público a tribunales extranjeros,
conceder al capital extranjero mayores privilegios que al nacional, aplaudir la
dolarización o privatizar las industrias básicas, llame de inmediato a la
unidad sanitaria más próxima para ser internado.
IMÁGENES:
ANTONELLA ARISMENDI
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Cómo Venezuela ganó la Guerra de Cuarta Generación en el siglo
XX
DIRECCIÓN: Román Chalbaud GUIÓN: Luis Britto García
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COMO
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Demonios del Mar: Piratas y Corsarios en Venezuela, 1528-1727 /
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Socialismo del Tercer Milenio:
tercer-milenio.pdf
https://web.archive.org/web/20130509143451/http://www.
monteavila.gob.ve/mae/pdf/socialismo-tercer-milenio.pdf
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La Ciencia: Fundamentos y Método
"http://editorialubv.files.wordpress.com/2013/05/libro-la-ciencia-fundamentos-y-mc3a9todo.pdf"
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