El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, y ávido de combate y de conocimiento, consigna: “Los que deseen conocer el alma musulmana no deben ir a buscarla en Constantinopla, sino en las capitales de provincia de Anatolia, donde los hombres no se avergüenzan todavía de posponer lo material a lo espiritual, donde la norma sigue aún siendo calidad en vez de cantidad (Op.cit. p.17). Y en su peregrinaje al Oriente atraviesa Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62)
narrativa/ ensayo /utopia /cienciaficcion / piratas/ semiologia /analisis de la comunicacion / historia /delirio/ amor
sábado, 15 de noviembre de 2008
Bajo las estrellas de Oriente
El 4 de julio de 1915 Rafael de Nogales Méndez ve destacarse “en el confín bermejo de la Siria las torres y las atalayas del castillo de Alepo”, la antigua Palmira (Cuatro años bajo la Media Luna, p.82). Enver Pachá lo pone a las órdenes de Veli Pachá, quien lo asciende a inspector y segundo del Estado Mayor del Centro de Etapa de Mamurich, encargado de mantener en funcionamiento ferrocarriles y caravanas desde Anatolia a la legendaria Bagdad, en una zona castigada por el desorden, el cólera y el tifo, donde, al estilo venezolano, muchos efectivos eran “imaginarios” (Op.cit.p.94).
El frente de Palestina
Los oficiales alemanes no entienden una guerra distinta de la de sus manuales, donde las fronteras son geográficas y no culturales y el triunfo depende del plan y no de la improvisación. Nogales la aprendió en la vastedad americana. Enver Pachá lo nombra comandante militar y Jefe de etapas de la zona y el distrito de Ramlet “es decir, la mayor parte de la fértil planicie costanera de Palestina, comprendida entre Nablus y Tel-Es-Sheriát”. Nikolai Pachá lo agrega al 12° Regimiento de infantería que guarnece a Belén, para ayudar a su jefe el comandante Kiehl a reorganizarlo, mientras llega la III División de Caballería Imperial, a la que había sido asignado (Op.cit. p.169).
El 4 de julio de 1915 Rafael de Nogales Méndez ve destacarse “en el confín bermejo de la Siria las torres y las atalayas del castillo de Alepo”, la antigua Palmira (Cuatro años bajo la Media Luna, p.82). Enver Pachá lo pone a las órdenes de Veli Pachá, quien lo asciende a inspector y segundo del Estado Mayor del Centro de Etapa de Mamurich, encargado de mantener en funcionamiento ferrocarriles y caravanas desde Anatolia a la legendaria Bagdad, en una zona castigada por el desorden, el cólera y el tifo, donde, al estilo venezolano, muchos efectivos eran “imaginarios” (Op.cit.p.94).
El frente de Palestina
Los oficiales alemanes no entienden una guerra distinta de la de sus manuales, donde las fronteras son geográficas y no culturales y el triunfo depende del plan y no de la improvisación. Nogales la aprendió en la vastedad americana. Enver Pachá lo nombra comandante militar y Jefe de etapas de la zona y el distrito de Ramlet “es decir, la mayor parte de la fértil planicie costanera de Palestina, comprendida entre Nablus y Tel-Es-Sheriát”. Nikolai Pachá lo agrega al 12° Regimiento de infantería que guarnece a Belén, para ayudar a su jefe el comandante Kiehl a reorganizarlo, mientras llega la III División de Caballería Imperial, a la que había sido asignado (Op.cit. p.169).
Operaciones Especiales en Palestina y Egipto
El campo de batalla es el mismo de Las Cruzadas; el enemigo, una vez más el inglés que busca de nuevo dominar el paso al Oriente. Los británicos fundan cerca del Canal de Suez el campo atrincherado de El-Cántara, “que había de servir de base a su ejército expedicionario y de punto de partida a cierto ferrocarril, de vía ancha y doble” (Op.cit.p. 186). Mueven fuerzas mayores, y “de no haber sido por la reticencia salvadora del Generalísimo británico, Sir Archibald Murray, lo mismo que por la presencia de algunos Cuerpos de irregulares árabes, que nos ayudaban a sostener el bluff, la campaña de Egipto no hubiera sobrevivido seguramente los primeros seis meses de la guerra, pues la falta de material rodante y de pertrechos, unida a la de artillería gruesa, de que carecíamos casi por completo en esos días, nos obligaban las más de las veces a mantenernos a la defensiva, cuando por medio de un golpe de mano hubiéramos podido lograr grandes ventajas” (Op.cit.p. 186).
Contra Lawrence de Arabia
Y sin embargo las tropas otomanas libran dos victoriosas batallas por Gaza contra fuerzas inglesas y árabes numéricamente superiores. Enver Pachá ordena la construcción de un ferrocarril de Palestina para cubrir la retaguardia entre Gaza y Tel-Es-Sheriat. La guerra pivota sobre estas dos líneas: Lawrence de Arabia hostiga los trenes otomanos; Nogales, encargado de “Operaciones Especiales”, con rápidas incursiones de caballería incomunica al ejército inglés y vuela los pozos del lago Mandaban y el ferrocarril militar en El-Arrish. En el Sinaí, deja que sus fuerzas sean avistadas por aviones ingleses para atraer 33 escuadrones de caballería británica hasta los desiertos donde quedan sin abastecimientos. Por esta campaña, es nombrado Gobernador Militar del Sinaí y Jefe de la Casa Militar del Sultán.
El último combatienteLas fuerzas dirigidas por Liman von Sanders son arrolladas por las inglesas. La Guerra Mundial culmina con el desmembramiento de los países vencidos y su reparto entre los vencedores. Nogales es el último oficial otomano que combate en territorio egipcio, y deja el ejército turco con la Estrella de Comendador del Medchedieh, la más alta condecoración correspondiente a su grado de coronel de Estado Mayor honorario.
El campo de batalla es el mismo de Las Cruzadas; el enemigo, una vez más el inglés que busca de nuevo dominar el paso al Oriente. Los británicos fundan cerca del Canal de Suez el campo atrincherado de El-Cántara, “que había de servir de base a su ejército expedicionario y de punto de partida a cierto ferrocarril, de vía ancha y doble” (Op.cit.p. 186). Mueven fuerzas mayores, y “de no haber sido por la reticencia salvadora del Generalísimo británico, Sir Archibald Murray, lo mismo que por la presencia de algunos Cuerpos de irregulares árabes, que nos ayudaban a sostener el bluff, la campaña de Egipto no hubiera sobrevivido seguramente los primeros seis meses de la guerra, pues la falta de material rodante y de pertrechos, unida a la de artillería gruesa, de que carecíamos casi por completo en esos días, nos obligaban las más de las veces a mantenernos a la defensiva, cuando por medio de un golpe de mano hubiéramos podido lograr grandes ventajas” (Op.cit.p. 186).
Contra Lawrence de Arabia
Y sin embargo las tropas otomanas libran dos victoriosas batallas por Gaza contra fuerzas inglesas y árabes numéricamente superiores. Enver Pachá ordena la construcción de un ferrocarril de Palestina para cubrir la retaguardia entre Gaza y Tel-Es-Sheriat. La guerra pivota sobre estas dos líneas: Lawrence de Arabia hostiga los trenes otomanos; Nogales, encargado de “Operaciones Especiales”, con rápidas incursiones de caballería incomunica al ejército inglés y vuela los pozos del lago Mandaban y el ferrocarril militar en El-Arrish. En el Sinaí, deja que sus fuerzas sean avistadas por aviones ingleses para atraer 33 escuadrones de caballería británica hasta los desiertos donde quedan sin abastecimientos. Por esta campaña, es nombrado Gobernador Militar del Sinaí y Jefe de la Casa Militar del Sultán.
El último combatienteLas fuerzas dirigidas por Liman von Sanders son arrolladas por las inglesas. La Guerra Mundial culmina con el desmembramiento de los países vencidos y su reparto entre los vencedores. Nogales es el último oficial otomano que combate en territorio egipcio, y deja el ejército turco con la Estrella de Comendador del Medchedieh, la más alta condecoración correspondiente a su grado de coronel de Estado Mayor honorario.
Las estrellas de Oriente
En la desgracia se conoce a los amigos, y en la guerra a los países. Ambas son escuelas duras, pero sus enseñanzas son indelebles. La Primera Guerra Mundial hiere mortalmente al Imperio Otomano ¿Es el fin de las culturas que alberga? No: en Cuatro años bajo la Media Luna, Nogales apunta: “Errados andan por tanto los que se figuran que porque Turquía se halla atravesando actualmente una crisis pasajera, el mahometanismo se halla vencido. No nos engañemos. Los doscientos millones de musulmanes que muchos creen dormidos están muy despiertos y agitándose activamente desde Senegambia hasta la India” ¿El triunfo militar de los países más desarrollados es definitivo? No: las tropas coloniales en Flandes, Europa y Asia “han aprendido el manejo y conocen hoy a fondo el efecto de los armamentos modernos”, por lo cual “Provistos de ese talismán, que permitió al Japón abrirse paso desde todo punto de vista, y sin necesidad de renunciar a su carácter nacional, no concibo yo por qué de entre los pueblos no habrán de surgir tarde o temprano cerebros esclarecidos y resueltos a conquistar su libertad de independencia de no importa qué manera”. (…) “No olvidemos que el imperio romano se desmoronó el día en que sus naciones vasallas llegaron a compenetrarse del secreto de su arte militar”. Como previendo el rumbo del siglo que comienza, vaticina Nogales: “¿Quién quita que la Revolución bolchevista no acabe por independizar también Asia y hasta África?” (Op.cit.p. 218). El Nogales que ha combatido en cuatro continentes tiene prisa por volver a su destino, que todavía lo llevará a luchar en Nicaragua y Venezuela. Pero no en vano peregrinó al Oriente: el Oriente está en él. Para que sus prisioneros no teman represalias, “los convertí antes de marcharse en mis ´musafires’ o huéspedes sagrados, convidándolos a compartir conmigo mi modesta cena” (Op.cit.p. 224). Y advierte: “Acordémonos de que cuando Europa era todavía un montón de selvas y pantanos, hacía miles de años que imperaba en Oriente la cultura. Y que cuando Europa haya bajado al sepulcro de la historia, cual Roma y Grecia, por ejemplo, la antiquísima e inmutable cultura del Oriente continuará brillando sobre los horizontes de Levante con la misma e intensa luz de las estrellas, que fueron las que le dieron el ser” (Op.cit.p. 17).
(Texto/fotos: LBG)
lunes, 10 de noviembre de 2008
EL BEY NOGALES MÉNDEZ COMBATE POR TURQUÍA
Un guerrero bajo palabra de honor
¿Quién es este hombre bajo, delgado, de apostura marcial, pelo lacio, ojos centelleantes y bigotito chaplinesco que en enero de 1915 se presenta en Estambul ante Enver Pachá y los generales Liman von Sanders y Von Bronsart a alistarse en la campaña contra los rusos? Las autoridades ya saben que su pasaporte lo identifica como Rafael de Nogales Méndez, nacido el 14 de octubre de 1879 en la remota ciudad andina de Trujillo, en Venezuela. Quizá el aspirante les relata que desde 1886 estudia en España, Alemania y en la Academia Militar de Bélgica. Que en 1898 es herido en el ejército español que resiste en Cuba la intervención de Estados Unidos. Que en 1902 regresa a Venezuela y se une a la Revolución Libertadora, derrotada por Cipriano Castro. Que en 1904 ha combatido en China en los enfrentamientos de la guerra entre Rusia y Japón. Que en 1908 está en Venezuela y emprende una campaña por la modernización y democratización del país que lo malquista con el nuevo dictador Juan Vicente Gómez y lo obliga a continuar la oposición exiliado. Que ha acompañado brevemente al revolucionario socialista Flores Magón en Yucatán, y a las fuerzas de Pancho Villa en México. Que al saber del estallido de la Guerra Mundial, considera antipatriótico oponerse al gobierno neutral de su país, y en Europa se ofrece como voluntario en las oficinas de reclutamiento de Bélgica, de Francia y de Montenegro, que lo rechazan por no ser nacional de un país aliado. Ni Von Bronsart ni Liman von Sanders reparan en legalismos. Saben que Nogales es hombre de vasta cultura y habla alemán, y lo incorporan como oficial regular del ejército otomano. Según consigna Nogales en su libro Cuatro años bajo la Media Luna: “mas sin por eso haber jurado la bandera ni renunciado a mi nacionalidad venezolana, sino sola y únicamente bajo ‘parole d’ honneur’”(Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas, 1991, p.5). Su atrevida aventura no es única. El venezolano Carlos Meyer Baldó combate como as de ases en el Circo Volante del Barón Rojo, coronel Manfred von Richtofen.
Hacia las culturas de Oriente
Nogales sale a las calles de Estambul iluminadas por la media luna y por antorchas que hacen fulgir cúpulas y minaretes: se festeja la incursión contra el Canal de Suez por el ministro de marina y gobernador general de Siria y Palestina Dyemal Pachá. En la guerra que incendia el planeta, el Imperio Otomano es el principal apoyo de Alemania. Turquía elige esta alianza por el temor del expansionismo ruso y de las apetencias inglesas y francesas sobre Siria y Palestina, sobre sus dominios asiáticos. El mismo Imperio Otomano está marcado por diferencias entre tradicionalistas y modernizadores, musulmanes y cristianos. El 13 de febrero Nogales toma un tren que lo lleva a Hafiun Kara Hisar, la Villa Sombría del Opio, a Kaiseieh o Cesárea, a Cabiza, a Harzen, hacia lo desconocido. En todas partes es recibido hospitalariamente, pues el musafir, o huésped, es enviado por Alá. “Errados andan los que se figuran que los pueblos del Cercano Oriente son menos cultos que los europeos”, consigna (Op.cit. p. 17).
El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, atravesando Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62).
¿Quién es este hombre bajo, delgado, de apostura marcial, pelo lacio, ojos centelleantes y bigotito chaplinesco que en enero de 1915 se presenta en Estambul ante Enver Pachá y los generales Liman von Sanders y Von Bronsart a alistarse en la campaña contra los rusos? Las autoridades ya saben que su pasaporte lo identifica como Rafael de Nogales Méndez, nacido el 14 de octubre de 1879 en la remota ciudad andina de Trujillo, en Venezuela. Quizá el aspirante les relata que desde 1886 estudia en España, Alemania y en la Academia Militar de Bélgica. Que en 1898 es herido en el ejército español que resiste en Cuba la intervención de Estados Unidos. Que en 1902 regresa a Venezuela y se une a la Revolución Libertadora, derrotada por Cipriano Castro. Que en 1904 ha combatido en China en los enfrentamientos de la guerra entre Rusia y Japón. Que en 1908 está en Venezuela y emprende una campaña por la modernización y democratización del país que lo malquista con el nuevo dictador Juan Vicente Gómez y lo obliga a continuar la oposición exiliado. Que ha acompañado brevemente al revolucionario socialista Flores Magón en Yucatán, y a las fuerzas de Pancho Villa en México. Que al saber del estallido de la Guerra Mundial, considera antipatriótico oponerse al gobierno neutral de su país, y en Europa se ofrece como voluntario en las oficinas de reclutamiento de Bélgica, de Francia y de Montenegro, que lo rechazan por no ser nacional de un país aliado. Ni Von Bronsart ni Liman von Sanders reparan en legalismos. Saben que Nogales es hombre de vasta cultura y habla alemán, y lo incorporan como oficial regular del ejército otomano. Según consigna Nogales en su libro Cuatro años bajo la Media Luna: “mas sin por eso haber jurado la bandera ni renunciado a mi nacionalidad venezolana, sino sola y únicamente bajo ‘parole d’ honneur’”(Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas, 1991, p.5). Su atrevida aventura no es única. El venezolano Carlos Meyer Baldó combate como as de ases en el Circo Volante del Barón Rojo, coronel Manfred von Richtofen.
Hacia las culturas de Oriente
Nogales sale a las calles de Estambul iluminadas por la media luna y por antorchas que hacen fulgir cúpulas y minaretes: se festeja la incursión contra el Canal de Suez por el ministro de marina y gobernador general de Siria y Palestina Dyemal Pachá. En la guerra que incendia el planeta, el Imperio Otomano es el principal apoyo de Alemania. Turquía elige esta alianza por el temor del expansionismo ruso y de las apetencias inglesas y francesas sobre Siria y Palestina, sobre sus dominios asiáticos. El mismo Imperio Otomano está marcado por diferencias entre tradicionalistas y modernizadores, musulmanes y cristianos. El 13 de febrero Nogales toma un tren que lo lleva a Hafiun Kara Hisar, la Villa Sombría del Opio, a Kaiseieh o Cesárea, a Cabiza, a Harzen, hacia lo desconocido. En todas partes es recibido hospitalariamente, pues el musafir, o huésped, es enviado por Alá. “Errados andan los que se figuran que los pueblos del Cercano Oriente son menos cultos que los europeos”, consigna (Op.cit. p. 17).
El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, atravesando Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62).
ELECCIONES MADE IN USA
1
Decía Voltaire que “en cuanto se dispara un cañonazo en Flandes, resuena en América y en la costa de Coromandel”. Cuando Estados Unidos elige Presidente, caen bombas en Nicaragua, en Panamá, en Iraq, en Ecuador. El inicio o la continuación de una guerra es el más poderoso argumento electoral en una campaña en donde no se debate ideología ni programa, sino imagen del candidato. Profetizó Ray Bradbury en Fahrenheit 451 una sociedad hipnotizada por la televisión donde los electores votarían por el candidato mejor parecido. Las elecciones de Kennedy y de los actores Ronald Reagan y Arnold Schwarzeneger le dieron la razón. En Estados Unidos un presidente se vende, como cualquier mercancía. Sumas colosales se invierten promoviéndolo y se recuperan cobrándole en contratos y subsidios. Los dos partidos son sólo uno: el de los negocios.
2
Durante mucho tiempo en Estados Unidos sólo podían votar los varones ricos. No sufragaban indios, esclavos, mexicanos de los territorios anexados ni blancos pobres. Las mujeres sólo eligen desde 1920. Los que han cumplido 18 años, desde 1975. El ciudadano tampoco escoge en forma directa a su Presidente: no se aplica el sistema de “un ciudadano, un voto”. Cada estado de la unión elige “representantes” para los colegios electorales en número igual al de sus parlamentarios legislativos, y el candidato presidencial que obtiene más votos en un estado gana la totalidad del colegio electoral de éste. Estados con poca población pueden tener más “representantes” en los colegios que otros más poblados. Tal sistema lleva a la Presidencia a candidatos que no ha obtenido la mayoría de los votos, pero sí la mayoría de los colegios electorales.
3
Cada estado impone su propio intrincado conjunto de requisitos para el voto, que comprenden entre otros muchos el sufragar en día laboral, la obligación de registrarse, el haber participado en elecciones primarias en los partidos y lapsos de residencia comprobada. La abstención es la tradición más arraigada de la democracia imperial: ascendió a 51,8% en las legislativas de 1988; a 51,2% en las presidenciales de 1996, y batió su propio récord en las presidenciales de 2004, donde sólo votó el 25% del electorado.
Decía Voltaire que “en cuanto se dispara un cañonazo en Flandes, resuena en América y en la costa de Coromandel”. Cuando Estados Unidos elige Presidente, caen bombas en Nicaragua, en Panamá, en Iraq, en Ecuador. El inicio o la continuación de una guerra es el más poderoso argumento electoral en una campaña en donde no se debate ideología ni programa, sino imagen del candidato. Profetizó Ray Bradbury en Fahrenheit 451 una sociedad hipnotizada por la televisión donde los electores votarían por el candidato mejor parecido. Las elecciones de Kennedy y de los actores Ronald Reagan y Arnold Schwarzeneger le dieron la razón. En Estados Unidos un presidente se vende, como cualquier mercancía. Sumas colosales se invierten promoviéndolo y se recuperan cobrándole en contratos y subsidios. Los dos partidos son sólo uno: el de los negocios.
2
Durante mucho tiempo en Estados Unidos sólo podían votar los varones ricos. No sufragaban indios, esclavos, mexicanos de los territorios anexados ni blancos pobres. Las mujeres sólo eligen desde 1920. Los que han cumplido 18 años, desde 1975. El ciudadano tampoco escoge en forma directa a su Presidente: no se aplica el sistema de “un ciudadano, un voto”. Cada estado de la unión elige “representantes” para los colegios electorales en número igual al de sus parlamentarios legislativos, y el candidato presidencial que obtiene más votos en un estado gana la totalidad del colegio electoral de éste. Estados con poca población pueden tener más “representantes” en los colegios que otros más poblados. Tal sistema lleva a la Presidencia a candidatos que no ha obtenido la mayoría de los votos, pero sí la mayoría de los colegios electorales.
3
Cada estado impone su propio intrincado conjunto de requisitos para el voto, que comprenden entre otros muchos el sufragar en día laboral, la obligación de registrarse, el haber participado en elecciones primarias en los partidos y lapsos de residencia comprobada. La abstención es la tradición más arraigada de la democracia imperial: ascendió a 51,8% en las legislativas de 1988; a 51,2% en las presidenciales de 1996, y batió su propio récord en las presidenciales de 2004, donde sólo votó el 25% del electorado.
4
Claudio Cedeño caricaturizaba con su personaje William Guillermo a los pitiyanquis que perdían el sueño evaluando candidatos estadounidenses como si les tocara votar por ellos. Sin llegar a tales extremos, admitamos que el republicano MCain ostenta credenciales espléndidas. Heredero multimillonario, logra figurar entre los cinco últimos puestos de su promoción de la Academia Militar. Su hazaña principal es haber estrellado su avión mientras bombardeaba indefensos vietnamitas. Al igual que Bush hijo, y que su candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, habla directamente con Dios, quien les dice que la quebrada economía de Estados Unidos está mejor que nunca; que deben defender las políticas que la llevaron a la ruina, bombardear cada día miles de niños iraquíes y no descartar la intervención en Venezuela.
5
Así no extraña que lo sobrepase en las encuestas Barak Obama. Despierta alguna esperanza por joven, por moreno, por haber sufrido discriminación toda su vida. Pero no olvidemos que los más feroces defensores de las políticas guerreristas son los afrodescendientes Condolezza Rice y Colin Powell, quien por cierto apoya a Obama. A éste lo postula el Partido Demócrata, que votó solidariamente con el Republicano la mayoría de las leyes contrarias a los derechos sociales y favorables al latrocinio capitalista que arruinó a Estados Unidos. Sobre la guerra, oscila entre la promesa de detenerla y la de continuarla. Igual inconsistencia revelan sus demás pronunciamientos sobre las cuestiones cruciales de la economía y la sociedad y sus relaciones con Venezuela.
6
Al candidato ganador no solicitamos, exigimos:
1) Que retire las bases militares que pretenden mantener a América Latina y el Caribe como territorio ocupado, y en particular las de Guantánamo, Vieques, Soto Cano, Comalapa, Manta, Iquitos, Santa Lucía, Palmapampa, la del Paraguay, las de Curazao y Bonaire, Tres Esquinas, Larandia y la docena de aeropuertos habilitados a tal fin en Colombia.
2) Que inhabilite los llamados Planes Colombia, Patriota, Victoria y todos los subsiguientes.
3) Que desmantele el Plan Puebla-Panamá, proyectado corredor estratégico entre Estados Unidos y América del Sur.
2) Que desmovilice la IV Flota del Atlántico y del Caribe, instrumento de amenaza contra nuestros países, que no amenazan a Estados Unidos.
3) Que levante el bloqueo contra Cuba, agresión permanente contra un país repetidamente rechazada por la inmensa mayoría de los miembros de la ONU.
4) Que retire a la DEA del resto del mundo y la concentre dentro de Estados Unidos, para ver si logra que éste deje de ser el primer país consumidor de droga del planeta.
5) Que reconozca plenos derechos humanos y laborales a los cuarenta millones de “hispanos” que trabajan dentro de sus fronteras sometidos a discriminación, persecución y explotación.
6) Que el Departamento de Estado retire los sobornos que a través del National Endowment for Democracy inyecta a infinidad de Organizaciones No Gubernamentales para que desestabilicen sociedades y gobiernos de países democráticos.
7) Que elimine el “Consenso de Washington”, los Tratados contra la Doble Tributación y los Paraísos Fiscales.
8) Que abandone la política contradictoria de subsidiar su propia agricultura con más de 30.000 millones de dólares anuales mientras presiona a sus socios comerciales para que no protejan sus cultivos.
9) Que cese de exigir a los países latinoamericanos el pago de sus deudas públicas y se ocupe de cancelar la suya, la más alta del mundo.
10) Que renuncie a imponernos el neoliberalismo, que casi lo llevó a la tumba a él.
11) Que deje de considerar automáticamente enemigo a cualquier gobierno democrático que adopte medidas progresistas.
Claudio Cedeño caricaturizaba con su personaje William Guillermo a los pitiyanquis que perdían el sueño evaluando candidatos estadounidenses como si les tocara votar por ellos. Sin llegar a tales extremos, admitamos que el republicano MCain ostenta credenciales espléndidas. Heredero multimillonario, logra figurar entre los cinco últimos puestos de su promoción de la Academia Militar. Su hazaña principal es haber estrellado su avión mientras bombardeaba indefensos vietnamitas. Al igual que Bush hijo, y que su candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, habla directamente con Dios, quien les dice que la quebrada economía de Estados Unidos está mejor que nunca; que deben defender las políticas que la llevaron a la ruina, bombardear cada día miles de niños iraquíes y no descartar la intervención en Venezuela.
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Así no extraña que lo sobrepase en las encuestas Barak Obama. Despierta alguna esperanza por joven, por moreno, por haber sufrido discriminación toda su vida. Pero no olvidemos que los más feroces defensores de las políticas guerreristas son los afrodescendientes Condolezza Rice y Colin Powell, quien por cierto apoya a Obama. A éste lo postula el Partido Demócrata, que votó solidariamente con el Republicano la mayoría de las leyes contrarias a los derechos sociales y favorables al latrocinio capitalista que arruinó a Estados Unidos. Sobre la guerra, oscila entre la promesa de detenerla y la de continuarla. Igual inconsistencia revelan sus demás pronunciamientos sobre las cuestiones cruciales de la economía y la sociedad y sus relaciones con Venezuela.
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Al candidato ganador no solicitamos, exigimos:
1) Que retire las bases militares que pretenden mantener a América Latina y el Caribe como territorio ocupado, y en particular las de Guantánamo, Vieques, Soto Cano, Comalapa, Manta, Iquitos, Santa Lucía, Palmapampa, la del Paraguay, las de Curazao y Bonaire, Tres Esquinas, Larandia y la docena de aeropuertos habilitados a tal fin en Colombia.
2) Que inhabilite los llamados Planes Colombia, Patriota, Victoria y todos los subsiguientes.
3) Que desmantele el Plan Puebla-Panamá, proyectado corredor estratégico entre Estados Unidos y América del Sur.
2) Que desmovilice la IV Flota del Atlántico y del Caribe, instrumento de amenaza contra nuestros países, que no amenazan a Estados Unidos.
3) Que levante el bloqueo contra Cuba, agresión permanente contra un país repetidamente rechazada por la inmensa mayoría de los miembros de la ONU.
4) Que retire a la DEA del resto del mundo y la concentre dentro de Estados Unidos, para ver si logra que éste deje de ser el primer país consumidor de droga del planeta.
5) Que reconozca plenos derechos humanos y laborales a los cuarenta millones de “hispanos” que trabajan dentro de sus fronteras sometidos a discriminación, persecución y explotación.
6) Que el Departamento de Estado retire los sobornos que a través del National Endowment for Democracy inyecta a infinidad de Organizaciones No Gubernamentales para que desestabilicen sociedades y gobiernos de países democráticos.
7) Que elimine el “Consenso de Washington”, los Tratados contra la Doble Tributación y los Paraísos Fiscales.
8) Que abandone la política contradictoria de subsidiar su propia agricultura con más de 30.000 millones de dólares anuales mientras presiona a sus socios comerciales para que no protejan sus cultivos.
9) Que cese de exigir a los países latinoamericanos el pago de sus deudas públicas y se ocupe de cancelar la suya, la más alta del mundo.
10) Que renuncie a imponernos el neoliberalismo, que casi lo llevó a la tumba a él.
11) Que deje de considerar automáticamente enemigo a cualquier gobierno democrático que adopte medidas progresistas.