El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, y ávido de combate y de conocimiento, consigna: “Los que deseen conocer el alma musulmana no deben ir a buscarla en Constantinopla, sino en las capitales de provincia de Anatolia, donde los hombres no se avergüenzan todavía de posponer lo material a lo espiritual, donde la norma sigue aún siendo calidad en vez de cantidad (Op.cit. p.17). Y en su peregrinaje al Oriente atraviesa Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62)
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