Un guerrero bajo palabra de honor
¿Quién es este hombre bajo, delgado, de apostura marcial, pelo lacio, ojos centelleantes y bigotito chaplinesco que en enero de 1915 se presenta en Estambul ante Enver Pachá y los generales Liman von Sanders y Von Bronsart a alistarse en la campaña contra los rusos? Las autoridades ya saben que su pasaporte lo identifica como Rafael de Nogales Méndez, nacido el 14 de octubre de 1879 en la remota ciudad andina de Trujillo, en Venezuela. Quizá el aspirante les relata que desde 1886 estudia en España, Alemania y en la Academia Militar de Bélgica. Que en 1898 es herido en el ejército español que resiste en Cuba la intervención de Estados Unidos. Que en 1902 regresa a Venezuela y se une a la Revolución Libertadora, derrotada por Cipriano Castro. Que en 1904 ha combatido en China en los enfrentamientos de la guerra entre Rusia y Japón. Que en 1908 está en Venezuela y emprende una campaña por la modernización y democratización del país que lo malquista con el nuevo dictador Juan Vicente Gómez y lo obliga a continuar la oposición exiliado. Que ha acompañado brevemente al revolucionario socialista Flores Magón en Yucatán, y a las fuerzas de Pancho Villa en México. Que al saber del estallido de la Guerra Mundial, considera antipatriótico oponerse al gobierno neutral de su país, y en Europa se ofrece como voluntario en las oficinas de reclutamiento de Bélgica, de Francia y de Montenegro, que lo rechazan por no ser nacional de un país aliado. Ni Von Bronsart ni Liman von Sanders reparan en legalismos. Saben que Nogales es hombre de vasta cultura y habla alemán, y lo incorporan como oficial regular del ejército otomano. Según consigna Nogales en su libro Cuatro años bajo la Media Luna: “mas sin por eso haber jurado la bandera ni renunciado a mi nacionalidad venezolana, sino sola y únicamente bajo ‘parole d’ honneur’”(Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas, 1991, p.5). Su atrevida aventura no es única. El venezolano Carlos Meyer Baldó combate como as de ases en el Circo Volante del Barón Rojo, coronel Manfred von Richtofen.
Hacia las culturas de Oriente
Nogales sale a las calles de Estambul iluminadas por la media luna y por antorchas que hacen fulgir cúpulas y minaretes: se festeja la incursión contra el Canal de Suez por el ministro de marina y gobernador general de Siria y Palestina Dyemal Pachá. En la guerra que incendia el planeta, el Imperio Otomano es el principal apoyo de Alemania. Turquía elige esta alianza por el temor del expansionismo ruso y de las apetencias inglesas y francesas sobre Siria y Palestina, sobre sus dominios asiáticos. El mismo Imperio Otomano está marcado por diferencias entre tradicionalistas y modernizadores, musulmanes y cristianos. El 13 de febrero Nogales toma un tren que lo lleva a Hafiun Kara Hisar, la Villa Sombría del Opio, a Kaiseieh o Cesárea, a Cabiza, a Harzen, hacia lo desconocido. En todas partes es recibido hospitalariamente, pues el musafir, o huésped, es enviado por Alá. “Errados andan los que se figuran que los pueblos del Cercano Oriente son menos cultos que los europeos”, consigna (Op.cit. p. 17).
El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, atravesando Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62).
¿Quién es este hombre bajo, delgado, de apostura marcial, pelo lacio, ojos centelleantes y bigotito chaplinesco que en enero de 1915 se presenta en Estambul ante Enver Pachá y los generales Liman von Sanders y Von Bronsart a alistarse en la campaña contra los rusos? Las autoridades ya saben que su pasaporte lo identifica como Rafael de Nogales Méndez, nacido el 14 de octubre de 1879 en la remota ciudad andina de Trujillo, en Venezuela. Quizá el aspirante les relata que desde 1886 estudia en España, Alemania y en la Academia Militar de Bélgica. Que en 1898 es herido en el ejército español que resiste en Cuba la intervención de Estados Unidos. Que en 1902 regresa a Venezuela y se une a la Revolución Libertadora, derrotada por Cipriano Castro. Que en 1904 ha combatido en China en los enfrentamientos de la guerra entre Rusia y Japón. Que en 1908 está en Venezuela y emprende una campaña por la modernización y democratización del país que lo malquista con el nuevo dictador Juan Vicente Gómez y lo obliga a continuar la oposición exiliado. Que ha acompañado brevemente al revolucionario socialista Flores Magón en Yucatán, y a las fuerzas de Pancho Villa en México. Que al saber del estallido de la Guerra Mundial, considera antipatriótico oponerse al gobierno neutral de su país, y en Europa se ofrece como voluntario en las oficinas de reclutamiento de Bélgica, de Francia y de Montenegro, que lo rechazan por no ser nacional de un país aliado. Ni Von Bronsart ni Liman von Sanders reparan en legalismos. Saben que Nogales es hombre de vasta cultura y habla alemán, y lo incorporan como oficial regular del ejército otomano. Según consigna Nogales en su libro Cuatro años bajo la Media Luna: “mas sin por eso haber jurado la bandera ni renunciado a mi nacionalidad venezolana, sino sola y únicamente bajo ‘parole d’ honneur’”(Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas, 1991, p.5). Su atrevida aventura no es única. El venezolano Carlos Meyer Baldó combate como as de ases en el Circo Volante del Barón Rojo, coronel Manfred von Richtofen.
Hacia las culturas de Oriente
Nogales sale a las calles de Estambul iluminadas por la media luna y por antorchas que hacen fulgir cúpulas y minaretes: se festeja la incursión contra el Canal de Suez por el ministro de marina y gobernador general de Siria y Palestina Dyemal Pachá. En la guerra que incendia el planeta, el Imperio Otomano es el principal apoyo de Alemania. Turquía elige esta alianza por el temor del expansionismo ruso y de las apetencias inglesas y francesas sobre Siria y Palestina, sobre sus dominios asiáticos. El mismo Imperio Otomano está marcado por diferencias entre tradicionalistas y modernizadores, musulmanes y cristianos. El 13 de febrero Nogales toma un tren que lo lleva a Hafiun Kara Hisar, la Villa Sombría del Opio, a Kaiseieh o Cesárea, a Cabiza, a Harzen, hacia lo desconocido. En todas partes es recibido hospitalariamente, pues el musafir, o huésped, es enviado por Alá. “Errados andan los que se figuran que los pueblos del Cercano Oriente son menos cultos que los europeos”, consigna (Op.cit. p. 17).
El sitio de Van
El destino divide a los hombres entre quienes van al Oriente y quienes esperan que el Oriente vaya a ellos. El impaciente Nogales ya está en el corazón del Levante, atravesando Bin-Göhl-Dagh, “la sierra nevada de los mil y un lagos”. Por la ruta de Jenofonte encuentra kurdos idénticos a los que el griego describe en su Anábasis “menos en lo tocante a sus armas, pues en lugar de flechas y lanzas usan hoy máuseres y pistolas de repetición”(Op.cit.p. 27). Junto con el idioma, va aprendiendo la intrincada política oriental. Unidades de tropas armenias del III Ejército desertan para unirse a los rusos, y regresan con ellos quemando villorrios. Ello reaviva una antigua diferencia entre los armenios cristianos y los kurdos, circasiano y turcos musulmanes, quienes reprimen a los armenios. Treinta mil de ellos resisten en la ciudad amurallada de Van. Nogales le pone sitio durante 21 días con veinte mil hombres, y consigna que “rara vez he visto combatir con tanta furia como la desplegada durante el sitio de Van”. En efecto, “me vi obligado a mandar instalar artillería dentro de las casas para derrumbar las paredes que nos separaban de los edificios contiguos” (Op.cit.p. 38). Cuando domina las dos terceras partes de la ciudad y ha derruido la plaza con artillería, llega la orden de levantar el sitio para enfrentar una poderosa ofensiva rusa. Nogales trata inútilmente de impedir que subordinados suyos participen en matanzas, que según su testimonio se desatan con igual rigor en ambos bandos. Se limita a maldecir la mala suerte que lo enfrenta a sus correligionarios; pero la “parole d’ honneur” dada a Turquía es cumplida escrupulosamente.
Batalla con cosacos
Nogales sale del sitio de Van con fiebres de cuarenta grados y disentería; Enver Pachá le encarga proteger la retirada del Tercer Ejército Turco. Nogales organiza una contraofensiva que pone en fuga el flanco derecho ruso. En el curso de las operaciones dirige la evacuación de varios enclaves, avanza hacia la plaza de Bash Kalev, donde “dimos una carga, que por lo inesperada puso en fuga a su guarnición cosaca y que nos dejó en posesión de la villa”, y la incendia antes de que sea retomada por los rusos, aplicando contra éstos su tradicional política de tierra arrasada (p.54). En la larga retirada consigna que “era notable ver aquellos cosacos evolucionando, semejantes a avispas alborotadas, ya atacándonos de frente, bajo la protección de sus cazadores, o desapareciendo tras las colinas, para luego reaparecer súbitamente en nuestro flanco, donde los esperaban ya nuestras ametralladoras y los hacían retroceder a rienda suelta con más de una montura vacía” (op.cit.p.62).
Asiduo lector de sus escritos me extrañó el señalamiento de la ciudad de Trujillo como lugar de nacimiento de Nogales Méndez. En el Prólogo a sus Memorias publicadas por la Biblioteca Ayacucho se dice que es tachirense, nacido en San Cristóbal.
ResponderEliminarexcelente articulo, es toda una avntura la vida de este hombre. me ha llamado mucho la atencion, sabe donde puedo conseguir mas material sobre este personaje? es que me propongo hacer una obra de ficcion basada en el, de fomato comic, necesito documentacion para el proyecto.
ResponderEliminarSaludos
puede contactar conmigo a man_0022@yahoo.es