1
A principios de los años ochenta el director de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, Elio Gómez Grillo, propuso a Pedro León Zapata dirigir una Cátedra de humorismo. Éste aceptó, alegando que si se dictaban cátedras sobre algo que no se puede enseñar, como el dibujo, también podía haberlas sobre algo que no se aprende, como el humor. Así nació la Cátedra Libre de Humorismo Aquiles Nazoa, la única que no aplazaba pero tampoco graduaba alumnos, conocida al poco tiempo como Cátedra del Humor. La inauguramos varios conferencistas en la Sala E de la Biblioteca. Las muchedumbres que concurrían semanalmente obligaron a mudarla al Salón de Conciertos y de éste al Aula Magna de la Ciudad Universitaria, que se llenaba puntualmente todos los lunes, a las 7 pm. Es demasiado corto el espacio de esta crónica para sintetizar lo que ha sido acaso la más estrambótica experiencia de la cultura venezolana, en la cual participaron como invitados Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Premio Nobel Camilo José Cela; en donde Morella Muñoz ofició con Salvador Garmendia en El altar del bolero, en la cual toda una juventud se agolpó para reconocerse en Laura, la Sifrina de Caurimare, en la cual me di el gusto de volar vestido de cosmonauta entre los platillos voladores del Aula Magna, y en la cual se lanzó la candidatura presidencial de Pedro León Zapata, la más contundente farsa política de nuestro siglo XX.
2
En esa época la solidaridad y la Cátedra del Humor eran gratuitas, y sus oficiantes íbamos ad honorem donde nos invitaran para cumplir con la sagrada tarea de torear disparates. Viajábamos a la ventura como cuadrilla de toreros, alojándonos a veces en casas de amigos y enterándonos del tema de la conferencia o del tamaño del miura cuando ya estábamos en el ruedo. En una de esas Zapata y yo dimos en Barquisimeto, en medio del tumulto de exaltación del Eterno Femenino de la Feria de la Divina Pastora. Empujados por la procesión adoratoria entramos en una galería de arte, donde se me acercó Milagros Camejo y me hizo olvidarme del cuadro que estaba mirando. En Barquisimeto, me dijo, se había fundado la Moño Suelto High School, para preparar a las damas en las riesgosas faenas del lance amoroso. Por las ventanas abiertas de la galería se veía pasar llevada en hombros, fulgurante como un sol, la idolatrada imagen de la Divina Pastora. Ni que decir tiene que presenté inmediatamente a la dama a Pedro León Zapata, con la sugerencia de que la Moño Suelto High School, por la trascendencia de sus estudios, bien merecía una audiencia universitaria.
3
Hay tribunales para todos los desastres, menos para los que importan, que son las disputas amorosas. Los juzgados de divorcio no se pueden considerar tales, pues sentencian sobre amores que han muerto, en el monte del Olvido. Sin embargo, informa Stendahl que hubo cortes de amor en Francia desde el año 1156 al 1200. En Del amor certifica que “las damas reunidas en las cortes de amor dictan sentencias sobre cuestiones de derecho, como por ejemplo:¿Puede existir el amor entre personas casadas? Otras veces las dictaban sobre casos particulares que les sometían los enamorados”. Y cita a Jean de Nostradamus, según el cual “Las tensones eran disputas de amor que se hacían entre los caballeros y damas poetas, hablando unos con otros de alguna bella y sutil cuestión de amores; y cuando no se ponían de acuerdo, las enviaban, para obtener la definición, a las damas ilustres presidentes, que tenían corte de amor abierta y solemne en Signe y Pierrefeu, o en Romanía, o a otras, y con esto, se hacían sentencias llamadas SENTENCIAS DE AMORES”. A petición del caballero don Suero de Quiñones, una corte de amor lo declaró en prisión de amores y lo condenó a romper mil lanzas en la defensa honrosa del Paso de Burgos. Se rompía una lanza cuando brotaba sangre, y Suero de Quiñones infirió o sufrió mil heridas “como nadie en el mundo” antes de ser liberado de su cautiverio.
4
En cuanto se filtró el tema de la próxima Cátedra del Humor, el ministro socialcristiano Pepi Montes de Oca se propuso impedirla por considerarla “ofensa a la familia barquisimetana”, y el nuevo director de Cultura Germán Carrera Damas amenazó con cerrar el Aula Magna por reparaciones. Amor tiene tantos enemigos como amigos, pero siempre triunfa porque éstos son más poderosos. Las Moño Suelto se alojaron en casa de Aníbal y María Lucía Nazoa, y sólo contestaban el teléfono con clave, tras llamada interrumpida a los tres timbrazos. Pedro León propuso suspender la cátedra ante el cierre del Aula Magna. Propuse que la convocáramos, y que las autoridades se atrevieran a retar al público con las puertas cerradas. Ante ellas se reunió una multitud desmesurada la noche del 27 de abril de 1981.
A principios de los años ochenta el director de Cultura de la Universidad Central de Venezuela, Elio Gómez Grillo, propuso a Pedro León Zapata dirigir una Cátedra de humorismo. Éste aceptó, alegando que si se dictaban cátedras sobre algo que no se puede enseñar, como el dibujo, también podía haberlas sobre algo que no se aprende, como el humor. Así nació la Cátedra Libre de Humorismo Aquiles Nazoa, la única que no aplazaba pero tampoco graduaba alumnos, conocida al poco tiempo como Cátedra del Humor. La inauguramos varios conferencistas en la Sala E de la Biblioteca. Las muchedumbres que concurrían semanalmente obligaron a mudarla al Salón de Conciertos y de éste al Aula Magna de la Ciudad Universitaria, que se llenaba puntualmente todos los lunes, a las 7 pm. Es demasiado corto el espacio de esta crónica para sintetizar lo que ha sido acaso la más estrambótica experiencia de la cultura venezolana, en la cual participaron como invitados Luis Beltrán Prieto Figueroa y el Premio Nobel Camilo José Cela; en donde Morella Muñoz ofició con Salvador Garmendia en El altar del bolero, en la cual toda una juventud se agolpó para reconocerse en Laura, la Sifrina de Caurimare, en la cual me di el gusto de volar vestido de cosmonauta entre los platillos voladores del Aula Magna, y en la cual se lanzó la candidatura presidencial de Pedro León Zapata, la más contundente farsa política de nuestro siglo XX.
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En esa época la solidaridad y la Cátedra del Humor eran gratuitas, y sus oficiantes íbamos ad honorem donde nos invitaran para cumplir con la sagrada tarea de torear disparates. Viajábamos a la ventura como cuadrilla de toreros, alojándonos a veces en casas de amigos y enterándonos del tema de la conferencia o del tamaño del miura cuando ya estábamos en el ruedo. En una de esas Zapata y yo dimos en Barquisimeto, en medio del tumulto de exaltación del Eterno Femenino de la Feria de la Divina Pastora. Empujados por la procesión adoratoria entramos en una galería de arte, donde se me acercó Milagros Camejo y me hizo olvidarme del cuadro que estaba mirando. En Barquisimeto, me dijo, se había fundado la Moño Suelto High School, para preparar a las damas en las riesgosas faenas del lance amoroso. Por las ventanas abiertas de la galería se veía pasar llevada en hombros, fulgurante como un sol, la idolatrada imagen de la Divina Pastora. Ni que decir tiene que presenté inmediatamente a la dama a Pedro León Zapata, con la sugerencia de que la Moño Suelto High School, por la trascendencia de sus estudios, bien merecía una audiencia universitaria.
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Hay tribunales para todos los desastres, menos para los que importan, que son las disputas amorosas. Los juzgados de divorcio no se pueden considerar tales, pues sentencian sobre amores que han muerto, en el monte del Olvido. Sin embargo, informa Stendahl que hubo cortes de amor en Francia desde el año 1156 al 1200. En Del amor certifica que “las damas reunidas en las cortes de amor dictan sentencias sobre cuestiones de derecho, como por ejemplo:¿Puede existir el amor entre personas casadas? Otras veces las dictaban sobre casos particulares que les sometían los enamorados”. Y cita a Jean de Nostradamus, según el cual “Las tensones eran disputas de amor que se hacían entre los caballeros y damas poetas, hablando unos con otros de alguna bella y sutil cuestión de amores; y cuando no se ponían de acuerdo, las enviaban, para obtener la definición, a las damas ilustres presidentes, que tenían corte de amor abierta y solemne en Signe y Pierrefeu, o en Romanía, o a otras, y con esto, se hacían sentencias llamadas SENTENCIAS DE AMORES”. A petición del caballero don Suero de Quiñones, una corte de amor lo declaró en prisión de amores y lo condenó a romper mil lanzas en la defensa honrosa del Paso de Burgos. Se rompía una lanza cuando brotaba sangre, y Suero de Quiñones infirió o sufrió mil heridas “como nadie en el mundo” antes de ser liberado de su cautiverio.
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En cuanto se filtró el tema de la próxima Cátedra del Humor, el ministro socialcristiano Pepi Montes de Oca se propuso impedirla por considerarla “ofensa a la familia barquisimetana”, y el nuevo director de Cultura Germán Carrera Damas amenazó con cerrar el Aula Magna por reparaciones. Amor tiene tantos enemigos como amigos, pero siempre triunfa porque éstos son más poderosos. Las Moño Suelto se alojaron en casa de Aníbal y María Lucía Nazoa, y sólo contestaban el teléfono con clave, tras llamada interrumpida a los tres timbrazos. Pedro León propuso suspender la cátedra ante el cierre del Aula Magna. Propuse que la convocáramos, y que las autoridades se atrevieran a retar al público con las puertas cerradas. Ante ellas se reunió una multitud desmesurada la noche del 27 de abril de 1981.