Los derviches sufíes giran como peonzas creando casi perfectas ruedas de arrobamiento y el objetivo es distraernos: Estambul ha sobrevivido a tantos cambios e intercambios desde la más remota antigüedad engendrando a Yipsor, la moneda que compra todas las cosas sin excepción –no hay lealtad, fidelidad ni intimidad que le resista –como el hipotético solvente universal que no puede ser contenido por ningún recipiente, Yipsor diluye cualquier cosa de no ser porque el giro de peonzas de los derviches nos distrae de él y nos hace pensar en otra cosa –para quien posea a Yipsor no hay límite, pero tampoco ningún límite impide que disuelva a quien lo posea o piense en poseerlo o lo piense.
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