Luis Britto García
Soberanía es el poder
absoluto y perpetuo de una República.
No es soberana ni
democrática una república cuyo territorio, recursos, moneda o asuntos de
interés público interno dependen de la decisión de tribunales o potencias
extranjeras.
La población originaria
de lo que ahora es Venezuela estaba
organizada en comunas igualitarias, con propiedad social de los medios de
producción, sin división en clases sociales.
Desde 1498 los invasores
europeos se apropiaron por la fuerza bruta de los medios de producción,
convirtiéndose en minoritaria casta privilegiada, mantenida por el trabajo de mayoritarias clases sociales de indígenas, esclavos africanos y mestizos desprovistas
de derechos económicos, sociales, políticos y culturales.
Desde entonces, todos los
cambios históricos han sido producidos por rebeliones del pueblo que intenta
conquistar los derechos que las oligarquías le niegan: las insurrecciones de esclavos, la Guerra de Independencia, la
Guerra Federal, el 23 de enero de 1958, el alzamiento popular del 27 de febrero
de 1989.
Cada
rebelión fue conducida por dirigencias que a la postre pactaron con las clases dominantes para compartir privilegios
con ellas al amparo del Estado.
Así, el monopolio de las
tierras compartido entre oligarquía
realista y dirigencias patrióticas
originó la llamada República Oligárquica entre 1821 y 1864.
El pacto con igual finalidad de las
oligarquías conservadoras con las liberales generó entre 1864 y 1898 la Oligarquía Liberal.
El acuerdo entre dichas
oligarquías y capitales extranjeros derrocó mediante golpe
de Estado la intentona nacionalista de Cipriano Castro y originó la dictadura
gomecista (1909-1935), los gobiernos
postgomecistas (1935-1945) y la autocracia militar (1948-1958).
La rebelión popular
contra ésta derrocó al déspota, pero la complicidad entre dirigencias
populistas emergentes, terratenientes oligarcas y liberales y capital
extranjero frenó las reivindicaciones sociales mediante la alternación de
gobiernos populistas (1945-1948 y 1958-1998).
En mis libros La máscara del Poder y La lengua de la Demagogia demuestro
que populismo es el empleo de un
discurso basado en la tradición cultural nacional popular para legitimar un
proyecto de colaboración de clases.
La colaboración de clases
del populismo consta en las respuestas al cuestionario de la Procuraduría
General de la República en 1941, donde Acción Democrática niega la lucha de
clases y la propiedad social de los
medios de producción. En el llamado Pacto de Punto Fijo de 1958, Acción
Democrática, el partido socialcristiano Copei y Unión Republicana Democrática
disponen que: 1) El debate político versará sólo sobre planchas y candidaturas
2) Se adoptará un programa único y 3) (implícitamente) se excluirá del campo político a comunistas y
socialistas.
Se dice que dicho Pacto
inaugura el debate político en Venezuela: en realidad lo clausura, al excluir
de éste toda temática económica y social.
Para sostenerse en el poder, el populismo
aplica tres estrategias: Retórica, Redistribución y Represión, cada una de las cuales se intensifica cuando
las demás pierden eficacia.
La Retórica populista de
Acción Democrática asimila al Partido con la Patria y ésta a la Madre; usa y abusa de signos y símbolos patrios; se
autodesigna protectora de un pueblo al cual categoriza en sus discursos como hambriento, ignorante e incapaz de
mejorar por sí mismo.
La
Redistribución populista otorga al pueblo mejoras parciales en categoría de dádivas que niegan el control
social sobre los medios de producción y la distribución del ingreso. El
populismo destina 37,2 % del Presupuesto al Gasto Social;
expande la educación gratuita y nacionaliza la industria petrolera. Pero en 1998 presenta un saldo de pobreza del 28,9% de la población, y de
pobreza extrema, del 10,8%; de 27
millardos de dólares de deuda externa, 180 millones de dólares de capitales
fugados por la corrupción, retiro de
prestaciones sociales y derechos laborales, y progresiva subasta al capital extranjero de
todos los bienes públicos, como industrias del hierro y del aluminio,
aerolíneas, electricidad, telefónica, hoteles,
autopista Caracas-La Guaira; proyectos para la privatización de PDVSA y entrega de la soberanía al Fondo Monetario
Internacional.
La
Represión es el instrumento de un populismo al cual Redistribución y Retórica
no bastan para retener el poder. Cuando Acción Democrática
pierde la mayoría en la Asamblea Nacional en 1961, ilegaliza a los partidos
progresistas, encarcela, tortura o extermina
opositores y reprime durante décadas
la insurrección con un saldo de 10.080
venezolanos asesinados.
Así,
la rebelión social del 27 de febrero de 1989 y la atroz represión contra ella
deslegitiman la colaboración de clases populista y abren paso al Proyecto
Bolivariano.
Imposible
resumir en pocas líneas sus logros; valgan algunas muestras. En tres lustros,
ya ha cumplido con 13 de las 15 llamadas Metas del Milenio. La inversión social
crece del 37,2% del Gasto Público al 77,2% en 2023. En 1998 estaba en pobreza el 28,9% de la población, y en pobreza
extrema, el 10,8%; para 2014, la pobreza ha disminuido al 20,4%, la
extrema, al 5,4%; y esta última cae todavía al 4,9% en 2022. En 1998 el 21% de la población padecía de subnutrición, para
2014 ésta sólo aqueja al 3,37%. En dos
décadas el número de pensionados aumenta hasta 5,36 millones. El índice de Gini nos señala como el país menos desigual de la región; se construyen 4.993.794
viviendas de interés social; Venezuela es declarada país libre de
analfabetismo; la educación pública
gratuita se amplía al extremo de que uno de cada tres venezolanos está
estudiando.
Espléndidos
éxitos que explican el ininterrumpido apoyo de las mayorías al bolivarianismo.
Estamos en año electoral. Las oligarquías
externas e internas comprenden que la única manera de derrotar al
bolivarianismo es tentarlo a adoptar las políticas fondomonetaristas y neoliberales de ilimitado privilegio al
capital extranjero y pauperización de los trabajadores que el siglo pasado
destruyeron la economía venezolana y
llevaron para siempre al sepulcro al populismo que había reinado 43
años.
Paz a sus restos, y horror a su ejemplo.
TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.
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